Momentos de dudas

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Tener objetivos es positivo, pues nos ayudan a establecer las acciones a seguir; pero hay momentos en los que nos parece que no vamos a alcanzarlos, y nos sentimos depresivos, como trato de explicar a continuación.

Todos hemos experimentamos momentos en los que nos hemos planteado objetivos, personales y sociales y, a pesar de parecernos que realizamos todos los esfuerzos precisos para alcanzarlos, los resultados no llegan, y nos sentimos un tanto fracasados.

Y en esta situación nos encontramos muchos independentistas catalanes, a pesar de haber evaluado y corregido los ‘errores’ que hemos cometido, y que nos han servido para comprender mejor la situación en la que estamos.

Y esos ‘errores’, normalmente, los atribuimos a terceros, a otras personas o instituciones, que nos han fallado, pues evaluamos que nuestra actitud y acciones han sido las pertinentes, que, por nuestra parte, hemos procedido como se esperaba de nosotros, por lo que, en principio, estamos satisfechos con nosotros mismos.

En momentos así, se recomienda dar un paso atrás, y tomar distancia; y eso requiere no temer a pararnos, y replantearnos las acciones que venimos realizando, para verificar si realmente están encaminadas a la consecución del objetivo deseado, o nos hemos dedicado a realizar meras performances, con las que nos hemos ido dando por satisfechos, sin valorarlas críticamente, sin replantearnos, adecuadamente, qué salió mal y porqué; si realmente están encaminadas a la consecución del objetivo deseado, si nos involucramos totalmente, etc.

Por eso, es positivo que, en lugar de seguir dando vueltas por el bosque en el que nos hemos perdido, nos elevemos a un lugar alto, para comprender, mejor, la perspectiva en la que estamos; y eso no representa darnos cuenta de nuestro fracaso, si no, de afrontar la situación con renovada predisposición, en concreto, replantear y redefinir si las metas volantes son las adecuadas, si son pertinentes y conseguibles, y, especialmente, si nos hemos involucrado adecuadamente.

Evidentemente, no es adecuado ni pertinente, replantearnos el objetivo (en este caso, la independencia), olvidar la meta final, por ser difícilmente conseguible, pues es motivador que el objetivo sea ambicioso, para ser estimulante), y lo que procede, es replantear las metas volantes, los logros parciales precisos. Para subir una escalera, hemos de ir subiendo escalón a escalón, e ir descansando en los rellanos, que para esto están, para retomar aire, nuevas fuerzas.

Es decir, manteniendo el objetivo (la independencia), debemos replantearnos la estrategia y, en consecuencia, las acciones a seguir, pues eso nos mejorará y facilitará el control emocional. Es evidente que el objetivo debe plantearse a largo plazo, pero los sucesivos pasos realistas, han de ser programables a corto plazo, pues así son inspiradores, creativos y motivadores.

Normalmente, el problema por el que no conseguimos avanzar hacia la consecución del objetivo, puede ser que nuestras metas parciales no sean pertinentes en el momento y contexto en el que nos encontramos; que no estén enmarcadas adecuadamente con el objetivo definido (que no sean específicas, realistas, factibles, medibles, calendarizables de forma coordinada, etc.)

Y si las acciones deben cumplir esas características mencionadas, el objetivo también, obviamente. Y, en nuestro caso, somos plenamente conscientes de que la independencia es un objetivo específico, pero los otros aspectos fallan en cierto modo, ya que su consecución estimamos que depende del estado español, por eso, no vemos realista, factible, medible y calendarizable (programable), conseguir el objetivo mediante procesos de negociación.

Por todo ello, es preciso que nos centremos con nuevas fuerzas, renovadas, tanto en el resultado definitivo, como en las progresivas metas volantes de la carrera. Nuestra motivación debe fomentarse con la celebración del progresivo logro de esas metas parciales; pues esperar a celebrar la llegada a la meta final, es motivante, pero, hasta ese momento, obviamente, es preferible irnos motivando con los pequeños logros, ya que no nos permitirá irnos realimentando por el camino.

Evidentemente, la excesiva exigencia, y la subestimación de nuestras energías, son problemas que nos desmotivan, máxime cuando la consecución de la meta final no depende exclusivamente de nosotros, ni de nuestras acciones, si no que debe corresponder a una asunción global, por parte de la mayoría independentista.

Sabemos lo que queremos, por lo que no es aplicable, en nuestro caso, el refrán que dice que ‘si no sabes a dónde vas, no sabrás nunca si has llegado’, pero, puede suceder que, subiendo peldaño a peldaño la escalera que nos hemos propuesto, al final nos demos cuenta de que dicha escalera está apoyada en otra pared, en la equivocada, para conseguir nuestro objetivo. Y esto último nos ha pasado repetidamente, pues nos hemos ido apoyando en las paredes de determinados partidos, como ERC y la CUP y, con el tiempo, nos han mostrado que sus respectivas escaleras en cuestión no acababan en la puerta deseada, si no, en el propio muro, que sigue cerrado hasta muchos metros más arriba de donde alcanzas dichas escaleras.

Peter Ferdinand Drucker (1909 – 2005) y Warren Gamaliel Bennis (1925 – 2014) diferenciaron que ‘administrar es hacer las cosas bien; mientras que liderar es hacer las cosas correctas’, y es precisamente la visión de un líder, que ha de ser realmente ilusionante y contagiosa, que pedagógicamente, determine la estrategia y las acciones a seguir. Y esto es la que ha faltado en algunos sectores de la sociedad independentista, por lo que, en muchos momentos algunos se han sentido como falsos líderes, como sucedáneos, para llenar el vacío aparente, o real, según su conciencia.

Pero es evidente que, incluso en momentos así, no podemos dejar de implicarnos, si no queremos contribuir a nuestro fracaso, personal y colectivo.

Ahora bien, que el plazo de la consecución del objetivo no pueda tener una fecha concreta para su consecución, no estimula ni motiva para seguir en acción. Pero, claro, únicamente la vía de la DUI (declaración unilateral de independencia) podría (potencialmente, claro) superar ese hándicap. Pero, la DUI, por lo que vemos y hemos experimentado, no es viable ni aceptable socialmente en este momento, pues muchos independentistas se han desmotivado, desmovilizado, y, en consecuencia, nos hemos debilitado. Y, el reino español, por el contrario, se ha reforzado.

Pero es evidente que las recientes sentencias de los tribunales europeos, teóricamente, deberían dificultar la repetición de las prácticas, amorales y alegales, seguidas por el reino español desde el 2017; si bien, conociendo el historial represivo del reino español, y su espíritu quijotesco castellano, conquistador e inquisitorial, nunca les permitirá aceptar la democracia plena.

Ya lo dijo el exministro del PP Manuel García-Margallo: ‘si Catalunya y el País Vasco acabasen independizándose, o pasasen a ser estados libremente asociados, a España, únicamente le quedaría El Corte Inglés y Zara’. Y claro, sustentar el falangista lema de ‘la unidad de destino en lo universal’ únicamente en esos dos pilares consumistas, les dejaría, efectivamente en la más pura intrascendencia e irrelevancia; y por eso, nunca aceptarán nuestra independencia.

Por ello, sólo nos queda la vía de la DUI, mediante la confrontación continuada, y eso Carles Puigdemont lo tiene claro, afortunadamente, otra cosa será ver los resultados electorales del próximo 12 de mayo, y ver si Junts puede acabar liderando el gobierno, para efectuar la implementación de los acuerdos aprobados por el Parlament en octubre del 2017, que siguen plenamente vigentes.

En definitiva, que, a pesar de las dificultades, y de vernos sometidos en un mar en zozobras, es preciso que, en la medida de nuestras posibilidades, nos sintamos protagonistas del ambicioso objetivo, que nuestras acciones sumen, sean las que sean dichas acciones, cada uno actuando según nuestras posibilidades y características, que sean complementarias con las realizadas por otros, cuantos más, mejor.

Y, claro, debemos asumir que todo cambio requiere un coste material y temporal, que debemos estar dispuestos a asumir (sin poner en peligro ninguna vida, obviamente, pues somos pacifistas). Nadie regala nada, y mucho menos el estado español, que fue y será el que ponga la violencia, antidemocráticamente.

Y entre estos costes está la crítica de los unionistas, y de los escépticos.

Lo que no sería aceptable es que, por las dificultades, acabemos procrastinando (término que ‘gusta’ mucho a un compañero de Meridiana Resisteix), es decir, que dejemos para mañana lo que podemos y debemos hacer hoy, que no asignemos las prioridades pertinentes, que no estudiemos adecuadamente las acciones y reacciones vividas desde el 2017, para evitar acabar haciendo siempre lo mismo, aunque vayamos sufriendo sucesivos fracasos: ‘de fracaso en fracaso, hasta la victoria final’.

Ya lo explicitó el activista, filólogo y político Jordi Carbonell i de Ballester (1924 – 2016) en la Diada (11 de setiembre) de 1976 en Sant Boi: ‘que la prudencia no nos haga traidores’ (…) no queremos que la prudencia nos haga traidores’, y sabemos que es difícil, pero no traicionaremos los objetivos deseados, ni a los compañeros que han ido falleciendo en este ya largo período de tiempo, entre ellos al citado Jordi.

Sabemos que la gestión del tiempo es fundamental, por eso debemos estar alerta para evitar las interrupciones, pequeñas o grandes, que nos imponen otros partidos que no tienen / comparten nuestro objetivo.

Sólo se consiguen los sueños, si se trabaja consistentemente para hacerlos realidad.

Si permanecemos en el pasado, si tenemos miedo al futuro, si nos resistimos al cambio, si sobredimensionamos nuestras debilidades, etc., nunca conseguiremos nuestros sueños.

Sé que este escrito, en realidad, es una empanada debida a mis sensaciones actuales, pero mi deseo es que sirva para que los lectores recapaciten, y actúen en las medidas de sus posibilidades.

El nefasto José María Aznar (PP), en noviembre del año pasado, aleccionó a los suyos diciéndoles: ‘el que pueda hablar, que hable, el que pueda hacer, que haga, el que pueda aportar, que aporte, el que se pueda mover, que se mueva. Cada uno en su responsabilidad tiene que ser consciente de la situación de crisis en la que estamos’. Y, desde entonces, hemos visto que los distintos poderes del estado (político, judicial, policial, mediático, etc.), se han aplicado en cumplir esa orden.

Pues bien, los independentistas catalanes, en nuestra actual situación crítica, deberíamos aplicarnos en cumplir esas instrucciones, pero, obviamente, en el sentido diametralmente opuesto al deseado por el inquisidor mayor del reino, que fue y sigue siendo el citado Aznar, el gran Torquemada de las castillas.

Por eso, cada uno de nosotros debemos aplicarnos y ‘el que pueda hablar, que hable, el que pueda hacer, que haga, el que pueda aportar, que aporte, el que se pueda mover, que se mueva. Cada uno en su responsabilidad tiene que ser consciente de la situación de crisis en la que estamos’, pues sólo así saldremos de dudas y conseguiremos la deseada República Catalana.

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