Por Anabella Laya, Cofounder & CEO de Acreditta
Una de las principales características de las insignias digitales, consiste en que están desarrolladas con la tecnología de cadena de bloques o “blockchain”, que puede considerarse como una de las más fundamentales de la Cuarta Revolución Industrial, ya que permite contener y entrelazar información para codificarla de forma segura a través de la criptografía.
Debido a ello, el blockchain se distingue por brindar seguridad, transparencia y confianza en cualquier ámbito en el que se aplique, y si bien sus usos originales estaban enfocados al sector financiero, a medida que ha evolucionado su utilización se ha extendido a otros ámbitos. Muestra de ello es que, de ser usada para la creación de bitcoines o criptomonedas, ahora se aprovecha en el ámbito educativo para crear insignias digitales, y en otros campos del quehacer humano.
Sin embargo, independientemente de su ámbito de aplicación lo cierto es que, como toda tecnología, requiere de energía para funcionar como cualquier dispositivo, y los usuarios de las aplicaciones basadas en cadenas de bloques no son la excepción. Actualmente y debido al uso de tecnología como esta, se está buscando modificar las prácticas del uso de la tierra, las preferencias y demandas del consumidor, y asegurar el suministro energético.
En ese sentido, los fabricantes de tecnología están en constante búsqueda para disminuir el consumo de energía, y esa misma visión está siendo aplicada también por parte de los desarrolladores de la cadena de bloques[1], cuya primera generación empleaba un protocolo denominado Sistema de Prueba de Trabajo (PoW por sus siglas en inglés) para operar, aunque necesita un gran consumo de energía. Los especialistas afirman que, si bien el PoW requiere una alta inversión de recursos para no ser vulnerada, se trata de una tecnología costosa e ineficiente, por lo que ese sistema no puede manejar grandes volúmenes de operaciones.
La segunda generación, que empezó a usarse con la plataforma Ethereum, y su criptomoneda nativa Ether[2], se basa en distintos Protocolos de Investigación (PoS por sus siglas en inglés), que consumen menos energía que la anterior. A partir de esta, se empezó a desarrollar el protocolo llamado Prueba de Importancia (PoI por sus siglas en inglés) que se espera que consuma menos energía gracias a su proceso de validación simplificado y más accesible.
Precisamente, en consideración del tema energético, hay que tener en cuenta los roles y responsabilidades de la administración de una plataforma de cadena de bloques, determinar los permisos, quién puede realizar cambios en el código o corregir posibles errores en el sistema y para optimizar su uso y consumo energético, se pueden obtener mayores beneficios combinándola con otras tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial como la Inteligencia Artificial o el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Es decir, es necesario integrar la cadena de bloques con otras soluciones para abordar los desafíos ambientales globales.
Cabe recordar que esta tecnología por sí misma, se encuentra en una etapa relativamente temprana, pero esto no supone un obstáculo, sino que esto representa una oportunidad para que los desarrolladores de la tecnología de la cadena de bloques lo hagan de forma sostenible. Si este reto se logra, blockchain permitirá que las nuevas soluciones tecnológicas afronten desafíos ambientales apremiantes, como la salud de los océanos, la gestión del agua o la contaminación atmosférica.
Por citar un ejemplo concreto del impacto del uso de energía de esta tecnología, en el caso de la compra de bitcoins, basados en la cadena de bloques (al igual que las insignias digitales), se deben ejecutar operaciones, sin interrupciones, antes de agrupar las transacciones en bloques que luego se agregan a la cadena, prácticamente invulnerable. En este ejemplo, existen almacenes completos de hardware dedicados a ello, pero consumiendo tanta electricidad que en el 2017[3] la minería de bitcoines fue responsable de alrededor de 69 millones de toneladas de emisiones equivalentes de CO2.
Sin embargo, si bien cualquier tecnología tiende a mejorar y a disminuir el consumo de energía, no es fácil comprender y medir el impacto en el sistema de alimentación causado por la tecnología de cadena de bloques, pero los involucrados en su desarrollo también están buscando que su consumo se reduzca y de esta forma las oportunidades que ofrece la “blockchain” supere sus limitaciones en cuanto a su uso energético.
Cada vez estamos más cerca de ofrecer nuevas tecnologías 100% libres de contaminantes y que afronten los desafíos ambientales que actualmente tenemos.
[1] http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2019/DIEEEO67_2019MIRBIL_blockchain.pdf
[2] https://www.ig.com/es/ethereum-trading/que-es-ether-y-como-funciona#information-banner-dismiss
[3] https://earth.org/data_visualization/bitcoin-alone-could-take-us-past-2c-global-warming/…