Hoy 20 de noviembre, se cumplen 48 años, es decir, 17.532 días, de la muerte del dictador y asesino Francisco Franco Bahamonde (1892 – 1975), y vemos que sigue presente en nuestro imaginario colectivo, para bien de algunos (demasiados) y para mal de muchos.
Es triste ver que, tras 48 años, la sociedad española no ha superado el franquismo, y es penoso ver que los principales poderes del estado siguen impregnados por su ideología, y así nos va. Y, por eso, no podemos pasar página, hacer borrón y cuenta nueva.
La filósofa Marina Garcés, acaba de publicar un nuevo libro, titulado ‘El temps de la promesa’ (El tiempo de la promesa) (Editorial Anagrama, noviembre 2023), en el que señala que pensar que en este mundo no podemos hacer nada, es una derrota histórica. La autora comenta que las promesas desde el poder son un factor de esclavitud, un desengaño que nos atrapa en la inacción.
‘(…) Y argumenta que una de las condiciones de la esclavitud era, precisamente, la de no poder hacer promesas, porque el esclavo no es amo ni de su palabra ni de su tiempo. Y, quizás, hoy todos nos hemos convertido un poco en estos esclavos que no somos amos de nuestras palabras ni de nuestro tiempo.
Así, nos hemos acostumbrado, y demasiado, a esta retórica de la falsa promesa (…) aquello que podemos esperar del gobierno, de nuestra vida laboral, de la publicidad, por ejemplo, también es un régimen de la falsa promesa. Sabemos que compramos falsas promesas, pero queremos seguirlas comprando porque en el fondo nos hacen pensar que pareceremos más jóvenes o que seremos más felices o que tendremos una vida más vistosa. Es lo que nos moviliza constantemente, pero sabemos que es falso. Vivimos en esta paradoja de saber que es falso y continuar necesitándolo.
(…) La falsa promesa tal como la emite hoy el sistema político y el mediático, es, prácticamente, la pedagogía perversa que la palabra no tiene ningún valor. Y con esta normalización de la falsa promesa, no aprendemos que nos pueden engañar -esto ha pasado siempre-, sino que ni tan solo es importante que nos engañen porque no hay un vínculo. Es decir, si la promesa es deliberadamente falsa, lo que dice aquella palabra es que no asume ningún vínculo ni de compromiso con quién se dirige. Si hablamos de la política, no asume ningún vínculo ni con el electorado, ni con el pueblo, ni con la ciudadanía. Por lo tanto, en realidad, es una pedagogía del desprecio, que asumimos que es la que corresponde hoy al sistema político.
Ser conscientes, más que hacernos descreer de todo lo que pueda venir del ámbito de la política, nos ha de hacer pensar y interrogarnos por qué asumimos esta posición y no exigimos otro tipo de palabra. Una de las cosas bonitas de pensar es que toda promesa, por verdadera que sea, puede no cumplirse, y esto es otro tema (…)’
(Assumpció Maresma Matas, entrevista a M. Garcés, Vilaweb, 19 de noviembre del 2023)
Pues bien, lo importante es pensar, ser conscientes de nuestra realidad, ponderando todo tipo de promesas (falsas y verdaderas), superando añoranzas y distanciándonos de los nostálgicos.
Es evidente que todos buscamos recordar, de forma subjetiva, hechos pasados, como si así recuperásemos el espíritu de ese tiempo (el zeitgeist: geist, espíritu; y zeit, tiempo), como lo definió el filósofo Johann Gottfried Herder (1744 – 1803), que en 1769 escribió una crítica a la obra ‘Genius Seculi’ (genius seculi: espíritu guardian del siglo), escrita por Christian Adolph Klotz (1783 – 1771), profundizada por George Wilhelm Friedrich Hegel (1770 – 1831)
Así, a modo de ejemplo, el sábado fuimos a ver un concierto de un grupo musical, los ‘Sirex’ formado en la década de los sesenta del siglo pasado, y que fueron muy populares. Y, claro, la media de edad de los espectadores era superior a los 70 años, como los propios músicos (excepto el batería, que, en su momento, sustituyó al titular, por fallecimiento)
Una de las canciones más populares de ese grupo fue ‘Si yo tuviera una escoba’, copia de ‘El martillo’ (‘If I had hammer’ de Pete Seeger (1949)), cuya letra original era:
‘El martillo
‘¡Oh, hermano!
‘¡Oh, hermano!
‘¡Oh, hermano!
‘¡Oh, hermano!
Si tuviera un martillo
golpearía en la mañana
golpearía en la noche
por todo el país
alerta el peligro
debemos unirnos
para defender
la paz.
Si tuviera una campana
tocaría en la mañana
tocaría en la noche
por todo el país.
alerta el peligro
debemos unirnos
para defender
la paz.
Si tuviera una canción
cantaría en la mañana
cantaría en la noche
por todo el país
alerta el peligro
debemos unirnos
para defender (pam, pam, pam, pam)
la paz.
Ahora tengo un martillo
y tengo una campana
y tengo una canción que cantar
por todo el país
Martillo de justicia
campana de libertad
y una canción de paz.
¡Oh, hermano!
¡Oh, hermano!
Y una canción de paz
Esta canción interpretada por Víctor Jara y muchos otros cantantes, como también los Sírex, si bien, este grupo la reformuló, posteriormente, con su ‘Si yo tuviera una escoba’, señalando las cosas que barrerían.
Y, bien, cuando éramos jóvenes queríamos dar martillazos y barrer muchas cosas, entre ellas, todas las falsas promesas; pero, pasados los años, como señala la mencionada filósofa Marina Garcés, nos hemos ido acostumbrado a esas mentiras y así hemos ido trampeando nuestras vidas. Pero, en realidad, nos hemos dejado llevar por ellas, de forma acrítica, casi de forma general.
Ahora vemos que Pedro Sánchez, negociando individualmente con los diferentes partidos políticos, se ha metido en una tela de araña, de la que difícilmente podrá salir bien parado:
Jordi Goula, en su artículo titulado ‘La arriesgada tela de araña que ha tejido Pedro Sánchez’, analizando los aspectos económicos acordados, señala que difícilmente podrá cumplirlos, pues algunos entran en contradicción, y, debe hacerlos si quiere mantener la unidad de esos partidos, que tanto necesita. Y esas promesas, en concreto son elevación del salario mínimo, reducción de la jornada laboral, subida de impuestos a las empresas, condonación del 20% de las deudas con el estado (FLA), la transferencia del 100% de los impuestos a la Generalitat, y la transferencia de la seguridad social al País Vasco. Y estos dos últimos acuerdos, eran considerados un verdadero sacrilegio hace unos días, como la amnistía, pues, según los partidos unionistas españoles como el propio PSOE, esto socavaría los fundamentos del estado.
(Vilaweb, 19 de noviembre del 2023)
Pedro Sánchez ha hecho ‘de la necesidad virtud’, prescindiendo de sus principios ideológicos. Hemos pasado del ‘todo por la patria’ al ‘todo por la poltrona’.
Pero sabemos que muchos de esos acuerdos, son falsas promesas, que queremos y necesitamos oír, pues así ya nos sentimos cómodos, tristemente.
No hemos sabido martillear ni barrer prácticamente nada relevante, y dejaremos a nuestros hijos y nietos los mismos problemas esenciales que teníamos de jóvenes.
Nos hemos conformado diferenciándonos de los ultras españoles, y ya nos damos por satisfechos.
Marina Garcés señala que no viviríamos mejor sin promesas, pues las promesas son una manera de situar la palabra en el tiempo, y generen vínculos y compromisos, favorables o no, sean ciertas o no; pues si no tuviéramos esos vínculos, nos sentiríamos en la intemperie. Y señala que no debemos reducir el presente a un instante, a lo inmediato, por eso debemos considerar que el presente no es lo inmediato, sino lo que vivimos continuamente, una duración en la que la palabra, la promesa, debe ser entendida como acción, como acciones compartidas, no consumidas instantáneamente. La promesa debe ir unida al compromiso.
Pues bien, en el momento actual, si aplicamos la filosofía mencionada, deberíamos prescindir de las falsas promesas, para centrarnos en nuestra vida, entendida como acción compartida y comprometida.
Y si los independentistas catalanes fuéramos conscientes de ese cambio de rasante, nos esforzaríamos en los aspectos realmente interesantes, que conforman el núcleo duro de nuestro objetivo: la independencia. Sólo así, olvidándonos de las falsas promesas y de las parafernalias de los distintos partidos, podríamos, con gran seguridad, unirnos para trabajar conjuntamente, pues eso sería realmente exitoso.