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Nivel de conexión con la realidad

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En diferentes escritos plantee el concepto de la apariencia de la realidad (antonomía máxima) y la subjetividad individual, por lo que en el presente me centraré en la realidad personal, subjetiva

Según dicen los especialistas, las 48 horas posteriores a una intervención quirúrgica de una persona mayor de 90 años, con la consiguiente desubicación, son fundamentales para que no pierda la noción de su realidad, de su cotidianidad, por lo que precisa la máxima atención y ayuda, para evitar el síndrome confusional agudo, es decir, el trastorno agudo de la atención y cognición, que se manifiesta mediante diferentes signos y síntomas:

  • La persona esta desubicada y no sabe dónde está,
  • Dicen cosas incoherentes,
  • No conocen las personas de su entorno,
  • Puede no entender lo que se le explica.
  • Se puede mostrar desconfiada e irritable,
  • Etc.

Y para evitar o superar esos síntomas, los especialistas aconsejan a los familiares diferentes estrategias.

Pues bien, generalizando la interpretación de ese síndrome, aunque de forma un tanto forzada, me parece que en nuestra sociedad podemos observar esas características que, sin llegar al extremo patológico (o sí), son bastante frecuentes, en diferentes grados.

Evidentemente, en esa observación asilvestrada, cabe señalar que a la subjetividad del sujeto ‘observado’, debemos sumar la propia del ‘observador; y al no tener referentes neutros con los que podemos contrastar, es imposible deducir conclusiones.

Pero esa dificultad, como todos sabemos, no nos obsta para etiquetar, constantemente, los pensamientos y actitudes ajenas, considerándonos, a nosotros mismos, como el fiel, la neutralidad y la objetividad absolutas.

Como ejemplo, podemos tomar la visita efectuada ayer (24 de febrero) a Irlanda, por el president de la Generalitat.

En esa visita, Pere Aragonès, tras reunirse con la líder del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, expuso su idea sobre la ley de claridad para convocar un referéndum.

McDonald, avaló esa idea, diciendo que ‘es la forma más democrática, justa y sensata para mantener la cohesión social’.

Aragonès señaló, asimismo, que ‘esta tarea no va de una sola persona, ni de una sola formación política, si no de un país completo; es importante ofrecer grandes acuerdos’

McDonald, respondió que ‘si esto lo deciden los catalanes, prometía que el Sinn Féin reconocería una Catalunya independiente (…) Una Catalunya que debería formar parte de la UE (…) soy una demócrata, cualquier decisión que tomen, la respetaré (…) por lo que es imprescindible acordar la manera cómo deciden su futuro los catalanes’

Pues bien, Aragonès, defendiendo esa postura de su partido (ERC), muestra un gran desconocimiento (voluntario) de la realidad, pues ‘olvida’ que ya hicimos un referéndum y lo ganamos, aunque ahora se empeñen en desvalorizarlo; no quiere reconocer que no tienen la mayoría para ‘imponer’ ese mantra suyo, su tesis (antidemocrática, ya que los mínimos exigidos por la UE al referéndum de Montenegro, son aberrantes, un insulto a la inteligencia y a la democracia); los líderes de ERC desconfían y se sienten irritados con los que no comulgamos con sus ruedas de molino; etc.

Y claro, ahora todos sus plumíferos escriben y vociferan que McDonald apoya sus tesis.

Y lo dicen sin rubor, tratándonos como críos que no sabemos leer, pues la líder del Sinn Féin, reconoce que, llegado el momento, y si su partido estuviera en el poder (ahora están en la oposición) avalarían lo que los catalanes decidamos, sin concretar si se trata de esa fórmula u otra.

Obviamente, los independentistas de base ajenos a ERC, desconfiamos de este partido, y de su estrategia, pues tenemos memoria y sabemos que el estado español ni ahora, ni nunca (y nunca es nunca) pactará un referéndum de independencia; antes preferiría que se hundiera toda la península.

Pero, además de esa constatación, muchos desconfiamos de ERC, un partido que no apoyó la investidura de Carles Puigdemont, que ‘justificó’ el cese del president Quim Torra, y, ahora, ‘apoya’ ciegamente la tesis de la fiscalía contra la presidenta del parlament Laura Borràs, ‘olvidando’ que la fiscalía, el poder judicial y todos los poderes del estado han manipulado todo lo que han querido, para machacar el movimiento independentista catalán, y, ahora, en estos momentos, para dividirlo y subdividirlo.

La directora de cine, Pilar Miró (1940 – 1997), dijo ‘¿qué es una raya más para un tigre?’, expresión que también dijo Isabel Allende, y que es similar a la de Manuel Rivas ‘¿qué le importa una raya más al tigre?’, ‘una raya más o menos no hacen al tigre’.

Y ese es el pensamiento de ERC, ha ido tomando diferentes medidas, pensando que al independentismo ya no le viene de unas rayas más o menos. Pero, al final, se dará cuenta que, cuando ya no tenga ninguna raya, quizás lo que quede será un mero burro.

Sé que las rayas no hacen al tigre, pero también sé que, si se pierden las señas de referencia, retrocedemos.

En ciertos animales, el pelaje llamativo les sirve para atraer a sus parejas y copular. Pero las rayas del tigre de bengala cumplen la función fundamental del camuflaje con el entorno, aunque no es para protegerse, pues son superpredadores, están al tope de la cadena alimenticia, y no tienen depredadores naturales, según el doctor veterinario Andrew Curshing.

Pero tenemos claro que el movimiento independentista, aunque tengamos el 52 % de los votos, tenemos el predador más peligroso posible, todo el estado español.

Por eso, si nos van quitando rayas, acabaremos debilitados; y aunque los tigres no pierden nunca su ‘tigreidad’, ni los gatos su ‘gatuneidad’, ni los perros su ‘perruneidad’ (como dijo José Ortega y Gasset, 1883-1955), quitándonos las rayas mencionadas (Puigdemont, Torra, Borràs, etc.) a nadie se le puede escapar que perdemos capacidad de camuflaje, pero NO de identidad, ya que seguimos contando con ellos y con sus embates en diferentes ámbitos.

Pero, aún así, los movimientos de base seguiremos con nuestra tigreidad.

Que ERC y el estado español se quiten de la cabeza de que con esas medidas acabarán con nosotros; ni mucho menos. Hemos pasado momentos críticos en los tres últimos siglos de represión, y seguimos resistiendo.

‘Un tigre es un tigre desde su nacimiento, no necesita esfuerzo y tiempo para adquirir su tigreidad’ (comunaslotoral.com.ar)

Y ahora, con el referéndum del 2017 mostramos nuestra tigreidad, y ya no la perderemos, por más que lo pretendan.

El estado español sí que presenta un síndrome confusional, ya que confunde su visión y sus intereses, con la de la generalidad de lo que consideran sus súbditos. Y ese es nuestro problema, por eso deberemos mostrar nuestra tigreidad (pacífica, pero efectiva) en las calles y donde haga falta. No hay otra.