Efectivamente, no queremos heroínas en Irán, Afganistán, Rusia, etc., en ningún país del mundo.

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Queremos que los hombres dejemos de ser cafres cavernícolas machistas. Que se erradiquen las religiones, costumbres, actitudes que comportan asesinatos y discriminación de género.
Queremos que las mujeres puedan realizar sus deseos, recurriendo a sus propias estrategias, sin poner en riesgo sus vidas, como pasa ahora en Irán, con las madres de los soldados rusos, con las mujeres invisibilizadas en Afganistán, con las mujeres asesinadas en México, en España, etc.
El comediógrafo griego Aristófenes (444 a.C.-385 a.C.), en su obra ‘Lisístrata’ (411 a.C.) planteó la huelga sexual de las mujeres como un símbolo del esfuerzo organizado y pacífico a favor de la paz.
La obra plantea el momento en el que, durante la guerra del Peloponeso, la ciudad de Atenas estaba perdiendo la guerra con los lacónicos (Lacónia era la región donde se encontraba Esparta), y sufría a la vez una verdadera guerra civil; la obra ofrece así la ilusión de la paz. Lisístrata impone a las mujeres de ambos bandos realizar una huelga sexual; finalmente, los hombres ceden. De ese modo, Lisístrates combate la demagogia de los atenienses y espartanos.
Lógicamente se trata de una comedia, pues todos sabemos que en situaciones así, y más en aquellas épocas, las mujeres serían forzadas, como pasa, desgraciadamente, en muchos casos actuales.
Lisístrata, en griego significaba: ‘la que disuelve el ejército’, y eso es lo que queremos, que se disuelvan todos los ejércitos, que se acaben todas las guerras, que se acaben los negocios millonarios de los fabricantes y traficantes de armas.
Y es curioso que el término ‘lacónico’ expresa la cualidad de manifestarse de manera concisa y breve, y a menudo con cierto ingenio. Y ese término procede del topónimo de Lacónia, la región ya citada. Todos sabemos que los espartanos eran extremadamente austeros en todos los aspectos de su vida (vida y disciplina espartanas), máxime, comparándolos con los refinados atenienses.
Una anécdota concreta originó este término: durante el sitio de una localidad de Lacónia, los asaltantes enviaron un mensajero para pedir la rendición a los habitantes, advirtiéndoles: ‘Si sois vencidos, os esclavizaremos para siempre’. El comandante de la ciudadela respondió: ‘si’.
Nuestros políticos y todos nosotros, generalmente, hablamos más de la cuenta y, como dice el refrán, ‘por la boca muere el pez’, pues hablamos de nosotros y para nuestro beneficio, no escuchamos, sólo oímos. Y la mesa del diálogo con el PSOE, es exactamente una muestra de ese intercambio de monólogos.
Y deberíamos ser más lacónicos y concentrarnos en los verdaderos problemas, empezando por la mitad de la población mundial; sin esperar la intervención esporádica de figuras como Medea (Medeia, la planificadora), hija del rey Eates, rey de la Cólquida, sacerdotisa, arquetipo de las brujas y chamanes. Y tampoco queremos el éxito puntual de mujeres que, para llegar al poder, actúan igual o peor que los hombres (como, por ejemplo, Margaret Thatcher (1925-2013), la ‘dama de hierro’)
Queremos que vivan, cuanto menos, igual que nosotros, sin tener que conquistar nuestra ‘libertad’, efectuando tareas heroicas y, en algunos casos, muriendo de manera gloriosa, como ejemplo, pero, torturadas, muertas y vilipendiadas, en la realidad.