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No seamos ilusos, descartemos las falacias

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En mi escrito de ayer pedía la necesidad de tener políticos visionarios; y, en el presente, intento explicar que no debemos ser ilusos, y dejarnos embaucar por meras falacias; pero, nunca debemos perder nuestras ilusiones.

En primer lugar, me parece interesante diferenciar claramente ambos términos:

El término ‘iluso’ viene del latín ‘illüsus’ (engañado), participio pasivo de ‘illudere’ (burlar), y se dice de la persona propensa a ilusionarse con demasiada facilidad o que no tiene en cuenta la realidad y que carece de algún fundamento. Que se deja engañar o seducir con mayor facilidad, generalmente porque presume que todo el mundo obra con buena voluntad.

Muy diferente es el término ‘ilusión’, del latín ‘illusio’ (engaño, extravío, falsedad), y se refiere a un concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugerida por la imaginación (los objetos se perciben en insólitas condiciones externas, si bien los mecanismos fisiológicos funcionan correctamente) o causada por engaños de los sentidos (por el funcionamiento patológico de los mecanismos fisiológicos que participan en el proceso de la percepción). En ambos casos, comporta una esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.

Los filósofos idealistas consideran que la ilusión hace que nuestras percepciones no se adecúen al mundo objetivo.

La ilusión, es un deseo proyectivo, es futurista, y cuando se logra el deseo, puede terminar la ilusión, si bien, en muchos casos, persiste la ilusión.

(diversas fuentes de Wikipedia)

Evidentemente, los niños tienen más ilusiones, muchas de ellas creadas y fomentadas por los padres (y los comercios), como sabemos estos días previos a la ‘llegada’ de los reyes magos de oriente (los únicos reyes dignos)

Y todos sabemos, por experiencia, que una vida ilusionada es más enriquecedora e interesante, ya que nos estimula a actuar hacia el objetivo deseado (independientemente de que se consiga o no, pues, como dijo el poeta Konstandinos Petru Kavafis (1863 – 1933) en su poema ‘Itaca’, el camino es la meta, ya que es el caminar, con sus experiencias, las que nos enriquecen; Ítaca, es el estímulo, el objetivo, que nos brinda la posibilidad del viaje.

El problema es cuando se tienen excesivas ilusiones, o éstas se consideran como un todo, pues, en este caso, somos unos ilusos (ingenuos e inocentes) por dejarnos engañar por un exceso de confianza.

Es evidente que no podemos creer en lo inverosímil, simplemente por desearlo. Debemos ser conscientes de los límites de la realidad, de la objetividad, sin dejar que nuestro pensamiento ilusorio, basado en nuestras emociones en búsqueda de lo más agradable, sobrepase la racionalidad y acabe condicionando nuestras acciones. En definitiva, debemos evitar caer en la falacia lógica de creer que algo será verdadero, por el simple hecho de desearlo.

Llegado a este punto, es preciso detenernos en el término ‘falacia’, del latín ‘fallatia’ (engaño), cualidad (-ia) del ‘fallax’, y éste de ‘fallere’ (mentir, engañar); y se refiere a un argumento que contiene un error, y que busca embaucar a otros.

Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) ya estudió las falacias, en su tratado ‘Refutaciones sofísticas’, identificando 13 tipos de falacias.

En la actualidad hay muchas clasificaciones de las falacias, entre las que destaco las siguientes falacias:

‘Ad hominem tu quoque’: dirigido al hombre, tú también; consiste en acusar al acusador de la misma ofensa.

‘Ad verecundiam’: al respecto; ataque a la dignidad de la persona, en vez de los hechos.

‘Argumentum ad cruneman’: argumento a la riqueza; afirma que lo dicho por alguien es cierto, por ser rico.

‘Argumentum ad hominem’: argumentación contra el hombre; ante la falta de argumentos lógicos, en lugar de atacar a la idea, se ataca al que la dice.

‘Argumentum ad ignorantiam’: argumento de ignorancia; consiste en decir que algo es verdad, pues no se ha probado lo contrario, por ejemplo, que existen los unicornios, pues no se ha probado que no existen.

‘Argumentum ad verecundiam’: argumento que se basa en la autoridad o al prestigio de quien lo defiende. La palabra latina verecundiam viene del verbo vereri (temer), la cual nos dio reverendo. Esta falacia también es conocida como Magister dixit (el maestro dice)

‘Argumentum ad baculum’: cuando se apela al poder, al bastón, al castigo.

Etc.

(https://etimilogías.dechile.net)

Realmente el comportamiento humano es muy complejo, pues ‘creemos en lo que no vemos, y negamos todo lo que no queremos ver’ (como expresa un póster sobre la defensa de los animales)

Pero esa complejidad no debe hacernos caer en el relativismo más absoluto.

Zigmunt Bauman (1925 – 2017), creador del concepto ‘realidad líquida’, consideró que la sociología se pregunta: ‘¿En qué sentido tiene importancia que, en cualquier cosa que hagan o puedan hacer, las personas dependan de otras personas, en qué sentido tiene importancia que vivan siempre (y no puedan evitarlo) en compañía de, en comunicación, en intercambio, en competencia, en cooperación con otros seres humanos?’ (así empieza su obra ‘Una manera de pensar el mundo’)

Y, según este autor, ‘la libertad de elección no garantiza la libertad de actuar con eficacia según la decisión; y menos aún asegura la libertad necesaria para alcanzar los resultados deseados. Para poder actuar libremente necesito, además del libre albedrío, recursos (…) finalmente, la libertad de actuar según mis deseos no depende de lo que hago, ni de lo que tengo, sino de lo que soy’

Efectivamente, la realidad actual es líquida, es decir, carece de estabilidad, es fluida; pero, aún así, y como contraposición, no se puede cambiar rápidamente lo que ha sido de determinada forma durante mucho tiempo. Bauman señala cinco conceptos básicos en la condición humana: emancipación, individualidad, tiempo/espacio, trabajo y comunidad. Y todo ello configura la modernidad líquida que comporta el cambio y la transitoriedad; la desregulación y la liberación de los mercados.

Y esa complejidad la vemos a diario, por ejemplo, ayer leí un artículo de Raymond Zhong, titulado ‘¿La reducción de los aerosoles puede haber influido en el récord histórico del calor en este 2023?, y comenta que:

‘Durante la mayor parte de los últimos 174 años, los seres humanos han estado llenando el cielo tanto con gases de efecto invernadero como aerosoles, o partículas diminutas provenientes de chimeneas, tubos de escape y otras fuentes. Estas partículas son nocivas para los pulmones cuando son inhaladas. No obstante, en la atmósfera reflejan la radiación solar, compensando, en parte, el efecto del dióxido de carbono de atrapar el calor.

No obstante esto, en las décadas recientes, los gobiernos han empezado a reducir la contaminación de los aerosoles por razones de salud pública. Los científicos estiman que esto ya ha acelerado los incrementos de temperatura desde la década del 2000.

Además, en un estudio muy debatido el mes pasado, el investigador climático James E. Hansen, argumentaba que los científicos habían subestimado mucho cuándo más se calentará el planeta en las próximas décadas, si los estados atacan los aerosoles sin reducir las emisiones de carbono.

No todos los científicos están convencidos, Repte Knutti, un físico climático de Zurich (Suiza), comenta que argumentos como los de Hansen han sido difíciles de cuadrar con los patrones en las décadas recientes. En los últimos años, los científicos también han descubierto que el calentamiento mundial depende no solo de la cantidad de calor que queda atrapada cerca de la superficie terrestre, sino también de cómo y dónde este calor se distribuye por todo el planeta.

(…)

En parte, los aerosoles enfrían el planeta porque hacen que las nubes sean más brillantes y desvíen más la radiación solar (…) este año, los aerosoles han sido de particular interés a causa de una regulación internacional del 2020 que restringió la contaminación de los barcos (…) por lo que se está mirando de identificar en qué medida la regulación podría haber aumentado la temperatura mundial en los últimos años, al limitar los aerosoles que reflejan la luz solar (…)’

(artículo publicado ayer, 3 de enero, en el diario Ara, reproduciéndolo del The New York Times)

Este ejemplo me parece ilustrativo de que una aparente correcta decisión, como es la de reducir los aerosoles, puede tener efectos secundarios negativos; ya que la complejidad es enorme.

Y claro, si el mundo físico es complejo, el ámbito psicosocial lo es mucho mayor, ya que en este ámbito hay más variables y, para más complejidad, el experimentador / observador, no es neutral ni objetivo, ya que es parte del problema a analizar.

Seguidamente reproduzco una fábula que me parece que ilustra esa complejidad:

‘La crisis de la atención primaria

Érase una vez un reino en el que para cuidar de la salud de sus súbditos había un chamán de la muralla y un hechicero de la torre. A la mayoría de las personas les atendía el primero, mediante consejos y hierbas, mientras que a los pocos individuos que estaban graves los trasladaba al segundo sanador para que los curara con una poción mágica.

El problema es que, a medida que la gente conocía los beneficios de la pócima, no quería ser atendida por el chamán, sino que demandaba la derivación directa al hechicero. Al generalizarse las protestas, la reina decidió potenciar la labor del hechicero y aumentar la producción de poción mágica.

Obviamente, los leves no mejoraban con la pócima; además, con el paso del tiempo comenzaron a crecer las esperas y, al tener que racionarla, los que estaban graves no tenían la suficiente dosis para su curación.

Esto generó una gran crispación social y un cortesano le explicó a la reina las causas del problema: el chamán de la muralla es muy bueno asistiendo al paciente leve, pero no lo es tanto en la atención de aquel que está muy enfermo. En contraposición, el hechicero de la torre es magnífico atendiendo al que está muy grave, pero fracasa en la atención del caso banal y, además, no los distingue. Ambos sanadores son necesarios y complementarios’

(https://www.lavozdegalicia.es)

Me parece que la miscelánea de pensamientos recopilada debería permitirnos pensar y redefinir nuestras ilusiones, evitando ser meros ilusos. Debemos estar convencidos que nuestros ideales, como la República Catalana, no es una utopía, por más difícil que nos pueda parecer ahora. O, al menos, es tan utópica como la continuidad del reino de España durante muchas décadas más. Si todo es líquido, el reino español no será una excepción, por más duro y pétreo que intente parecer, por lo que no debemos caer en sus falacias basadas en la fuerza bruta.

Y me parece evidente, también, que debemos trabajar para conseguir que esa ilusión pueda ser efectiva cuanto antes, mejor. Y volviendo a Kavafis, el caminar, es decir, hacer acciones / manifestaciones, por pequeñas y simbólicas que sean, son experiencias que nos enriquecen, aunque no lleguemos a ver nuestra Ítaca deseada, pues, tener esa ilusión es positivo, en contraposición de la mentalidad unionista y represora o de la mentalidad desmotivada del que ha desistido.

Pero debemos intentar no pasarnos de frenada, y acabar siendo unos ilusos.

Muchos tenemos ilusiones a nivel político-social, y también al nivel íntimo y personal, y esas ilusiones nos enriquecen y estimulan, más que si tuviéramos un pensamiento estrictamente cartesiano y pragmático, pues todo suma, aunque sea un sumando mínimo, infinitesimal, pero, aún así, nos enriquece en este mundo líquido.