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Normalizar la anormalidad

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

La presente campaña electoral de Galicia nos muestra que no hay una estrategia autonómica, ya que el monotema que se debate y capitaliza dicha campaña, es la amnistía a los independentistas catalanes. Y, Pedro Sánchez, repite su mantra de normalizar Catalunya, como explico a continuación.

Como he dicho, Pedro Sánchez (PSOE) repitió ayer su mantra de la normalización de Catalunya.

Normalizar, según el diccionario de la RAE, es: ‘Regularizar o poner en orden lo que no lo estaba’. Y como sinónimos: regularizar, ordenar, homogeneizar, organizar, encauzar, enderezar, arreglar. Es decir: ‘regularizar algo anómalo, defectuoso, deforme, atípico, que accidentalmente se halla fuera de su natural estado o de las condiciones que le son inherentes’.

Por lo tanto, nos consideran anormales, infrecuentes, irregulares, defectuosos, deformes, atípicos.

Esa es la concepción ‘democrática’ del estado español, considerar anormal a los que queremos votar, a los que pensamos de forma diferente. Considera que lo normal es someternos por la fuerza policial y judicial.

Obviamente, es el mundo al revés.

Pedro Sánchez, por lo que vemos, considera normal que se persiga el catalán en las comunidades autónomas aragonesa, valenciana y balear, gobernadas por el PP; pues calla ante el genocidio lingüístico que efectúan esas comunidades. Y el que calla, otorga.

Asimismo, considera normal que la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), mienta sobre la situación de la sequía en Catalunya, igual que lo hizo ayer el presidente de la comunidad valenciana, Carlos Mazón Guixot (PP), haciendo todo tipo de demagogia sobre la ‘solidaridad’ de su comunidad respecto a la catalana, al aceptar el envío de barcos con agua desalanizada.

Una falsa solidaridad, ya que:

Ha pedido por escrito al gobierno central, la garantía de que el transporte de agua desde la desaladora de Sagunt hasta Catalunya, ‘no va a perjudicar a la costa valenciana, y que las necesidades valencianas no van a mermar’.

Y eso, diciendo:

‘yo estoy a favor de la solidaridad entre cuencas y entre comunidades; lo he estado siempre, también cuando lo necesitamos y exigimos, pues eso nos consolida y nos da autoridad moral y coherencia para seguir reivindicando que el agua en España es de todos’ (…) ‘desde una comunidad que sí que ha hecho los deberes, que sí que ha reutilizado, que sí que ha invertido en ciclo hídrico’ (…) ‘el agua desalada no nos gusta para regar, es muy cara, energéticamente no es sostenible, pero para una punta de energía, para una punta de emergencia, para uso de boca, sí que puede ser viable’ (…) ‘pero la solidaridad se ha de mostrar en las dos direcciones y en todo momento’.

Sobre el particular, hay que señalar que en este caso:

Esa planta desalanizadora de Sagunt es una inversión del gobierno central, es una planta estatal, no autonómica, por lo que Mazón ni pincha ni corta en esa decisión.

El agua será desalanizada, es decir, procedente del mar; no de las cuencas de los ríos valencianos.

España tiene 765 desaladoras, que producen más de 100 m3/día. De esas 765 plantas, 360 don desaladoras de agua de mar y 405 de agua salobre.

De esas desaladoras, en total, en canarias, hay 281 plantas en la provincia de Las Palmas, y 46 en la de Santa Cruz de Tenerife.

En la cuenca mediterránea, las principales desalanizadoras, por orden de importancia, son las siguientes: Torrevieja (Alicante), Del bajo Almanzora (Almería), Carboneras (Almería), Campo de Dalias (Almería), Oropesa (Castellón), El Atabal (Málaga), Valdelentisco (Murcia), Águilas / Guadalentín (Murcia), Sagunt (Valencia), De la Mina Baja (Alicante), Moncofa (Castellón), Marbella (Málaga), De l’Eliana (Valencia)

Efectivamente, en Catalunya tenemos dos plantas desalanizadoras, que pertenecen a la Agencia Catalana del Agua (no al gobierno central), una en Tordera (Blanes) y otra en Llobregat; y, claro, los diferentes gobiernos de la Generalitat no han tenido la visión ni la estrategia adecuada para prever la actual situación de sequía.

Ahora bien, una pregunta pertinente es sobre la irresponsabilidad del gobierno central en invertir en Catalunya, con una planta en esta comunidad; pero eso es un simple ejemplo más de la falta de inversiones estatales, que, históricamente, son deficitarias en Catalunya. Y claro, ahora nos impondrán la forma de pagar el transporte de esos buques de agua.

Es evidente que, desde su victoria en 1714, nos consideran una simple colonia que hay que explotar y criticar, si no nos normalizamos.

Hans Christian Andersen (1805 – 1875) describió muy bien esta situación en el siguiente cuento:

‘El patito feo

En la granja había un gran alboroto: los polluelos de mamá pata estaba rompiendo el cascarón.

Uno a uno, comenzaron a salir. Mamá pata estaba tan emocionada con sus adorables patitos que no notó que uno de sus huevos, el más grande de todos, permanecía intacto.

A las pocas horas, el último huevo comenzó a romperse. Mamá pata, todos los polluelos y los animales de la granja, se encontraban a la expectativa de conocer el pequeño que tardaba en nacer.

De repente, del cascarón salió un patito muy alegre. Cuando todos lo vieron se quedaron sorprendidos, este patito no era pequeño ni amarillo y tampoco estaba cubierto de suaves plumas. Este patito era grande, gris y en vez del esperado graznido, cada vez que hablaba sonaba como una corneta vieja.

Aunque nadie dijo nada, todos pensaron lo mismo: ‘este patito es demasiado feo’.

Pasaron los días y todos los animales de la granja se burlaban de él. El patito feo se sintió muy triste y una noche se escapó de la granja para buscar un nuevo hogar.

El patito feo recorrió la profundidad del bosque y cuando estaba a punto de darse por vencido, encontró el hogar de una humilde anciana que vivía con una gata y una gallina. El patito se quedó con ellos durante un tiempo, pero como no estaba contento, pronto se fue.

Al llegar el invierno, el pobre patito feo casi se congeló. Afortunadamente, un campesino lo llevó a su casa a vivir con su esposa e hijos. Pero es patito estaba aterrado de los niños, quienes gritaban y brincaban todo el tiempo y nuevamente escapó, pasando el invierno en un estanque pantanoso.

Finalmente, llegó la primavera. El patito feo vio a una familia de cisnes nadando en el estanque y quiso acercárseles. Pero recordó cómo todos se burlaban de él y agachó la cabeza, avergonzado. Cuando miró su reflejo en el agua se quedó asombrado. Él no era un patito feo, sino un apuesto y joven cisne. Ahora sabía por qué se veía tan diferente a sus hermanos y hermanas. ¡Ellos eran patitos, pero él era un cisne! Feliz, nadó hacia su nueva familia’.

Está claro que Catalunya NO es una comunidad autonómica más, NO somos unos patitos más, somos un cisne; pero en el cuento, el patito feo (cisne) pudo escapar, mientras que a nosotros nos impiden hacerlo.

Nos quieren tener como el patito feo, al que criticar y burlarse.

Nos quieren como su tentetieso, el muñeco que tiene un contrapeso en la base y que, movido en cualquier dirección, siempre vuelve a quedarse derecho. Y claro, eso les da votos en el resto del reino, pues incentivar la catalanofobia les es rentable.

Y lo triste es ver que muchos catalanes sigan teniendo una mentalidad española, que sean tan masoquistas o incultos, hasta el extremo de tener asumido el papel del ‘tonto útil’, el del ‘patito feo’.

Los independentistas NO queremos ser normalizados, ni ser vistos como anómalos y defectuosos. QUEREMOS PODER MARCHAR, dejar al corrupto, cutre y carpetovetónico reino español; y para eso debemos seguir picando piedra, debemos seguir picando el hierro frío, y confiar que, en un momento, las estrellas se alineen de forma favorable para conseguir la independencia.