Ayer se hizo público que el meteorólogo Tomás Molina se había incorporado a ERC, como segundo de la candidatura; y hoy nos hemos enterado que la empresaria Anna Navarro será la número dos de Junts. En el presente escrito traslado mis observaciones al respecto.
En primer lugar, me parece interesante destacar que considero muy adecuado y recomendable, que personas de relevancia social y con un largo recorrido y exitoso currículo profesional, den el paso para participar en la vida política y se comprometan a formar parte de las candidaturas para las próximas elecciones; Anna Navarro, para las próximas elecciones catalanas fijadas para el 12 de mayo, y Tomás Molina para el parlamento europeo, previstas para el 9 de junio próximo.
Siempre es positivo incorporar savia nueva, con nuevas energías, ideas, experiencias y expectativas.
En este caso, Tomás Manuel Molina i Bosch (n. 1963) es el jefe de meteorología y presentador de TV3, con un gran éxito como comunicador, lo que le ha valido una gran popularidad.
Por su parte, Anna Navarro i Descals (n. 1968), más conocida como Anna N. Schlegel, por su matrimonio, es una exitosa empresaria, vicepresidenta de la empresa de construcción californiana Procore y responsable de estrategia de la catalana GPAInnova y jefe ejecutiva de la ONG Women in Technology; el 2020 fue considerada la mujer más influyente del mundo en tecnología, por la revista Analytics Insight.
Pero, claro, las cosas, las decisiones, nunca son bipolares, pues además del blanco y negro, siempre hay matices, hay grises, o, mejor dicho, en la escala de los colores hay toda una graduación cromática. Y en esa variación cromática, sabemos que hay tres colores básicos, el rojo, el amarillo y el azul, que son los colores primarios, que sirven de base para las distintas mezclas.
Igualmente, en los partidos políticos mencionados (ERC y Junts) existen los ‘primus inter pares’, es decir, las personas ‘consideradas o autoconsideradas’ las más importantes, más relevantes que el resto; y por eso, ‘son intocables o se autoconsideran intocables’.
En el caso que nos ocupa, Anna Navarro irá de número dos, tras Carles Puigdemont, en la lista de ‘Junts + Puigdemont per Catalunya’, y Tomás Molina irá de número dos de ERC, tras Diana Ribas (si bien, número 4 de la candidatura ‘Ara Repúbliques’, coalición formada entre ERC, EH Bildu, BNG y Ara Més)
Como ya se ha visto, la incorporación de esas figuras mediáticas, ha comportado un cierto malestar en los respectivos partidos políticos, ya que, lógicamente, implica la bajada en el escalafón de los actuales políticos de sendos partidos, por lo que se sienten damnificados, a pesar de haber efectuado una ‘buena’ labor.
En ese sentido, Jordi Solé i Ferrando (n. 1976), actualmente diputado en el parlamento europeo desde enero del 2017 (que entró sustituyendo a Ernest Maragall i Mira; y secretario de política exterior de ERC, en su cuenta de X (anterior twitter) dijo ayer:
‘Bien, supongo que nunca nadie dijo que la política fuese siempre justa. Porque a veces no lo es. En todo caso, seguiré trabajando hasta el último día de la legislatura en el Parlamento Europeo para defender con seriedad y rigurosidad, como he hecho siempre, una Catalunya y una Europa mejores’
Obviamente, es muy humano comprender el malestar de los políticos como el mencionado Solé, y como otros que, por temor, no efectuarán ninguna crítica pública, pero que, con toda seguridad pensarán como él.
Y también es evidente que las nuevas incorporaciones muestren un gran optimismo, y cierta prepotencia, como en el caso de Tomás Molina, que en la rueda de prensa para su presentación como político, ha dicho que ‘es imprescindible que nos adaptemos al cambio climático. No es una opinión ni una pregunta, sino una necesidad imperiosa. Tenía la sensación de que no estaba suficientemente bien y me dije: ‘Molina, te has de poner tu’, añadiendo que intentará poner un poco de sentido común, el sentido común de un hombre del tiempo clásico: ‘somos personas que miramos el futuro y cuando ves el futuro te puedes preparar por él (…)’
Y también es consecuente, que Oriol Junqueras, presidente de ERC, en ese acto de presentación, haya comentado que para él es un honor poder incorporar entre nuestros representantes a personas de tan gran valía constatada. Pero la respuesta impertinente de Junqueras, a mi modo de ver, ha sido cuando le han preguntado sobre el mencionado mensaje de Solé, y Oriol Junqueras se ha puesto de modelo, diciendo que ‘viendo su historia, está claro que la política no siempre es justa’; pero le preguntaban sobre su decisión sobre la sustitución de Solé por Molina, no por las injusticias del poder judicial.
Por su parte, Anna Navarro ha sido más modesta, pues se ha limitado ha comentar que ‘está muy contenta de incorporarse a la candidatura del president Puigdemont, y poder aportar toda su experiencia profesional para conseguir un gobierno de Catalunya que sea un referente internacional. Sabe qué es competir al máximo nivel, lo ha hecho siempre con mucha catalanidad y compromiso con Catalunya (…) y que no viene a calentar la silla, sino para trabajar por lo que se merecen los catalanes (…)
Y Carles Puigdemont, tras mostrar su satisfacción y agradecimiento a Anna Navarro, ha indicado que ‘(…) si queremos crear las condiciones para que no marche talento y regrese el que ha marchado, se han de fomentar las oportunidades adecuadas (…)’
Está claro que los partidos mueven sus engranajes y sus estructuras con el objetivo de maximizar sus logros futuros; y, como debería suceder en todas las empresas, buscan las mejores personas para cada momento concreto (en base a sus conocimientos y experiencias), sin quedarse atados por compromisos de fidelidades, deudas de amistad u otros lazos más o menos inconfesables.
Pero, a mi modo de ver, además del lógico deseo de animar a los votantes para que les demos nuestra confianza, pretenden presentar sus respectivos partidos como estructuras ‘abiertas a la sociedad’ (cuando, en realidad, son estructuras cerradas a cal y canto)
Otra posibilidad que me parecería más oportuna, y efectiva, sería la de incorporar figuras como las mencionadas, en los futuribles ejecutivos, como consellers de sus respectivos ramos. Pero, claro, de ese modo no se ‘beneficiarían’ del ‘efecto mediático electoral’ que buscan puntualmente los partidos.
En definitiva, esta forma de proceder, me parece que comporta un cierto menosprecio de la ciudadanía, como si no nos considerasen suficientemente preparados, y que necesitamos un caramelo, un señuelo, para movilizarnos. No niego que, para cierta parte de la población, esos juegos de manos puedan tener un cierto efecto; pero quiero creer que, en gran medida, somos conocedores de la trascendencia de estas y de todas las elecciones.
Por eso, creo que son ilustrativos los siguientes cuentos, tanto para los partidos, como para nosotros, los votantes:
‘El globo rojo
En la plaza del pueblo había un hombre que vendía globos de todos los colores y tamaños.
Uno de los globos, el de color rojo, fue el elegido por un niño que paseaba por allí con sus padres. El globo, sabiéndose el protagonista, se estiró orgulloso pidiéndole al vendedor que lo hinchara mucho. Después, le pidió al niño que le diera más aire y el pequeño, entusiasmado, volvió a soplar con tanta energía que hizo volar al globo por encima de todas las cabezas, destacándose entre los demás.
La fuerza del globo era tal, muchos lo vieron, que el nudo del cordel que lo sujetaba a la mano del niño se deshizo y voló rápido hacia el cielo.
Volaba orgulloso sintiéndose admirado por los demás, cuando pasó a su lado un pájaro. El globo le llamó: ¡pájaro! ¿puedes hincharme un poco más?
Aunque el pájaro vio que estaba muy hinchado, hizo lo que le pidió y metiendo su pico con cuidado dentro de él, lo infló más.
El globo, viendo que todos se daban codazos al verlo, se sentía cada vez más interesante y quería hacerse más grande.
Pasó a su lado una cigüeña y la llamó: ¡cigüeña! ¿puedes hincharme un poco más?
La cigüeña lo miró perpleja al ver que estaba a punto de estallar y le contestó: ¿No crees que ya estás muy hinchado?
Pero el globo, viendo la admiración que despertaba a su paso y sintiéndose cada vez más poderoso, insistió: ¡quiero más aire!
Entonces, la cigüeña sopló dentro del globo y el globo, muy feliz, siguió subiendo cada vez más alto y, de repente, todos miraron al cielo, cuando escucharon: ¡boom!
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‘El globo negro:
Un niño negro contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria del pueblo.
En un momento, soltó un globo rojo y toda la gente, especialmente los niños, miraron como el globo remontaba su vuelo hacia el cielo.
Luego soltó un globo azul, después uno verde, uno amarillo, uno blanco …, y todos remontaron el vuelo.
El niño negro, sin embargo, miraba fijamente un globo negro que aún sostenía el vendedor en su mano.
Finalmente, decidió acercarse y le preguntó al vendedor: señor, ¿si soltara usted el globo negro, subiría tan alto como los otros?
El vendedor sonrió comprensivamente, y soltó el cordel del globo negro, y, mientras éste se elevaba, dijo: no es el color lo que hace subir, hijo, es lo que hay dentro’
‘El profesor y los globos:
Un profesor dio un globo a cada estudiante, que tuvo que inflarlo, escribir su nombre en él y tirarlo al pasillo. El profesor, entonces, mezcló todos los globos, y dio 5 minutos a los estudiantes para que encontraran su propio globo.
A pesar de una agitada búsqueda, nadie encontró su globo.
En ese momento, el profesor les dijo a los estudiantes que tomaran el primer globo que encontraran y se lo entregasen al compañero cuyo nombre estaba escrito en él.
En 5 minutos, cada uno tenía su globo’
Efectivamente, tanto de forma grupal, los partidos, como de forma individual, los votantes, podemos aprender de las moralejas derivadas de esos cuentos.
Pero, lo importante, es que exista respeto y empatía, y que nadie vaya de ‘guay del Paraguay’, ni que se crea ‘más chulo que un ocho’, ni que se vea con ‘más huevos que el caballo de Espartero’, ni que ‘hagan la cuenta de la vieja’, pero, sobre todo, y de forma muy especial, que no nos consideren a los votantes ‘más tontos que Abundio’, que vendió sus zapatos para comprarse los cordones, o que, en una carrera en la que corría él solo, llegó el segundo.
Los votantes queremos ser respetados, que nos expliquen adecuadamente sus respectivos programas electorales, y que nos detallen los planes de acción y estrategias que piensan seguir para implantarlos, si ganan las elecciones.
No queremos que nos engañen con trucos de magia infantiles, ni con globos de colores. No queremos que crean que nos gustan más esos juegos de manos que ‘a un tonto un pirulí’.
Es decir, queremos y exigimos más seriedad, más rigor y más honestidad, pues somos conscientes de que el trabajo preciso será de equipo y nunca debería depender de una única persona, ni de dos, por más alto que vuelen, ya que se correría el riesgo de que explotaran y nos quedásemos sin nada.