Buscar

Nostálgicos

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Estas últimas semanas vemos que se han multiplicado las manifestaciones de la derecha extrema (PP) y de la extrema derecha (Vox), para protestar contra la amnistía a los independentistas catalanes imputados judicialmente por el referéndum del 2017, y, por extensión, contra Pedro Sánchez (PSOE), por haber pactado con los partidos independentistas esa amnistía, entre otros acuerdos.

Y esos manifestantes, mostrando todo tipo de parafernalia y marketing franquistas y fascistas, con gritos, cánticos y hasta rezando el rosario, las vemos expresarse sin pudor, y, lo que es más triste, sin que la fiscalía actúe en consecuencia, por vulnerar los principios más elementales de toda democracia, como son el respeto a las urnas, a las instituciones, a las personas, a la memoria histórica y, en definitiva, al civismo.

Esas manifestaciones también son visibles en las redes sociales y en los medios de comunicación, sin límites ni repercusiones penales, aunque amenacen a muerte a Pedro Sánchez, a Carles Puigdemont, etc.

Los politólogos más benevolentes con esas manifestaciones, consideran que son personas nostálgicas, es decir, que añoran el pasado franquista, al que atribuyen todas las virtudes.

Sabemos que la nostalgia, etimológicamente, proviene del griego ‘nostos’ (regreso) y ‘algia’ (dolor), es decir, el dolor que produce no poder regresar al pasado.

Pero esa nostalgia no les comporta melancolía, un estado abúlico, depresivo, caracterizado por la falta de ganas, de tristeza y desinterés, que a menudo conduce a la fantasía del recuerdo; más bien al contrario, pues vemos que lo que les comporta es un odio, agresividad y violencia. Y es sabido que el cultivo excesivo de la nostalgia puede dar lugar a una visión irreal del pasado, un pasado que no puede volver a existir, pero sí que puede multiplicar el odio.

Y si es grave que se manifieste así la ciudadanía, más grave es que estamentos corporativos, como el ejército, la justicia, la policía, el mundo empresarial, etc., también los secunden.

En mi escrito de ayer me referí a un manifiesto de militares jubilados, que no deja de ser testimonial, pero hoy hemos sabido que militares en activo entregarán su mando operativo si hay un referéndum en Catalunya. Y esos movimientos pasivos, intentarán colapsar el estado. Y, como explica Fernando Lázaro (@lazaroelmundo, de hoy, 18 de noviembre), no hablarán en público, por estar prohibido, pero que en sus cenáculos internos abunda esa actitud, pues consideran que están obligados por la constitución (el artículo 8 que cité ayer), para garantizar la integridad territorial y el ordenamiento constitucional.

Y de los documentos a los hechos hay un pequeño paso, como hemos visto, pues hoy se ha sabido que ayer, en las manifestaciones ultras de Madrid, la policía confiscó una pistola que llevaba un alumno de la academia general militar de Zaragoza, y, según informa el nacional.cat, al propietario de la pistola podrían sancionarlo con una multa de hasta 30.000 €, en virtud de la ley de seguridad ciudadana. Según la documentación, la pistola era privada, no militar (los alféreces de la academia no pueden llevar armas fuera del recinto; pero pueden tener armas particulares; si bien la normativa del ministerio de interior prohíbe llevar, exhibir y utilizar armas de fuego fuera del domicilio, del lugar del trabajo o de las correspondientes actividades deportivas.

¿Qué hubiera pasado si hubieran localizado una pistola en una manifestación independentista?, si acusaron a CDR’s por tener en su casa productos caseros que, según la inventiva policial y judicial, podían considerarse precursores para la elaboración de explosivos. Con toda seguridad, si hubieran encontrado un manifestante con una pistola, lo habrían tratado, denunciado y arrestado inmediatamente, por terrorista; y toda la prensa lo hubiera tratado así.

Pero claro, los manifestantes ultra no son independentistas, y por eso, la policía y la fiscalía, aplican otros parámetros. Como hacen también las organizaciones patronales y empresariales, tan críticas contra las manifestaciones catalanas (que consideraban insurrecciones que perjudicaban la economía), pero, ahora, las manifestaciones ultra, por lo visto, son neutras, sanas y santas.

Y, como señalé, las funciones asignadas constitucionalmente al ejército son un grave error, una rémora franquista. Sabemos que la transición / traición, fue un trágala impuesto por el ejército. Y así nos va. Un ejército que no se ha renovado ideológicamente (como la justicia) que, en toda democracia moderna, debería estar supeditado al ejecutivo, para ‘defender’ exclusivamente la independencia del estado frente a las potencias extranjeras. Pero en el reino español, el ejército, con esas amplias funciones, depende del jefe del estado, del rey, una institución no votada, y que Juan Carlos I ni juró la constitución (había jurado los principios fundamentales del franquismo), y aquí, se hizo la vista gorda, claro.

Los demócratas, deberíamos confiar en la UE, que en la cláusula de suspensión (artículo 7 del Tratado de la UE), permite:

‘Suspender los derechos como miembro de la UE, como los derechos de voto en el consejo de la UE, si un país infringe de forma grave y persistente los principios en los que se basa la UE según lo dispuesto en el artículo 2 del Tratado de la UE: respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, estado de derecho y respeto de los derechos fundamentales, incluidos los de las personas pertenecientes a minorías.

(…)

De acuerdo con el artículo 7, a propuesta de un tercio de los estados miembros de la UE, o del Parlamento Europeo o de la Comisión Europea, el Consejo, por mayoría de cuatro quintos de sus miembros, y tras la aprobación del Parlamento, podrá constatar que existe un riesgo claro de violación grave de estos principios fundamentales por parte de un Estado miembro y presentarle recomendaciones apropiadas.

(…)

El artículo 354 del Tratado de Funcionamiento de la UE prevé las modalidades de voto en el seno de las principales instituciones de la UE cuando a un Estado miembro se le aplica el artículo 7. El país en cuestión no participa en la votación. Asimismo, tampoco se incluye en el cómputo de un tercio de los países necesario para la propuesta o de los cuatro quintos necesarios para la mayoría. La aprobación del Parlamento requiere una mayoría de dos tercios’.

(https://eur-lex.europa.eu)

Pero la historia reciente nos muestra que la UE es una maquinaria bunquerizada burocratizadamente, y, así, evitan tomar decisiones relevantes, pues no les ha interesado aplicar el citado artículo 7, ante casos flagrantes de dependencia judicial del ejecutivo en Hungría y Polonia, por citar dos ejemplos. Tampoco aplicaron ese artículo contra España, por su actuación desde 2017, contra Catalunya, y ahora, tampoco lo aplicarán, ante las presiones de los distintos poderes, si realmente pasan de ser presiones a forzar y conformar los hechos, lo considerarán un mero ‘asunto interno’.

Asimismo, con las actuales presiones de todos los poderes del estado, incluida la ejercida explícitamente por Felipe VI, veremos si Pedro Sánchez (PSOE) es capaz de cumplir con sus compromisos acordados, o si, otra vez ya aposentado, buscará todo tipo de excusas, para dilatar los acuerdos, y así, ir pasando la legislatura.

A los independentistas catalanes no nos engañarán, por más deteriorado que esté el estado español, sigue siendo extremadamente peligroso, como el lobo de la siguiente fábula de Félix María Serafín Sánchez de Samaniego (1745 – 1801):

‘El lobo y la oveja

Cruzando montes y trepando cerros,

aquí mato, allí robo,

andaba cierto lobo,

hasta que dio en las manos de los perros.

Mordido y arrastrado

fue de sus enemigos cruelmente;

quedó con vida milagrosamente,

más inválido, al fin, y derrotado.

Iba el tiempo curando su dolencia,

el hambre al mismo tiempo le afligía;

pero como cazar aún no podía,

con las yerbas hacía penitencia.

Una oveja pasaba, y él le dice:

amiga, ven acá, llega al momento;

enfermo estoy y muero de sediento:

socorre con el agua a este infelice.

¿Agua quieres que yo vaya a llevarte?

le responde la oveja recelosa;

dime pues una cosa:

¿sin duda que será para enjuagarte,

limpiar bien el garguero,

abrir el apetito,

y tragarme después como a un pollito?

Anda que te conozco, marrullero.

Así dijo, y se fue; si no, la mata.

¡Cuánto importa saber con quién se trata!

(https://nostalgiabajolaluna2.blogs)

En definitiva, estamos en un momento en el que predomina el odio de los unionistas españoles, contra todo lo que les suene catalán. Un rechazo total, excepto a nuestros impuestos, claro, esos sí que los quieren. Y ese odio genera todo tipo de reacciones en cadena, provocando enfados y repulsa, cuando mínimo.

No se puede ser aséptico, y considerarse apolítico, pues éstos son los verdaderos idiotas, como señala Raúl Romeva en su nuevo libro ‘Idiota, breve tratado sobre el respeto’ (Pagès Editors, noviembre 2023), en el que defiende que:

‘sólo una sociedad respetuosa con la diversidad, con la pluralidad, con el matíz, con la complejidad, es una sociedad inclusiva, cohesionada, sana y, al mismo tiempo, arrincona los extremismos y los empequeñece hasta anularlos’;

En este libro, señala que en general falta el respeto, pues muchos políticos son considerados idiotas por buena parte de la ciudadanía; y, viceversa, buena parte de los políticos considera que gran parte de la ciudadanía es idiota; y los medios de comunicación consideran idiotas a los unos y a los otros; cuando, los únicos idiotas son los que se manifiestan como apolíticos.

Y, desgraciadamente, en un momento así, los independentistas catalanes estamos más divididos todavía, pues los partidos están en perpetua campaña electoral, para las elecciones europeas (6 – 9 de junio del 2024) y las catalanas (a más tardar el 14 de febrero del 2025) Y eso es vergonzoso, pues demuestra que en realidad son meras empresas que buscan magnificar sus beneficios particulares y personales.

Una frase zen dice que ‘es curioso que la vida, cuanto más vacía, más pesa’, y los independentistas la tenemos llena de ilusión por crear nuestra futura República Catalana; mientras que los nacionalistas españoles, y en especial los ultras, son destructores, por eso la tienen completamente vacía de aspectos positivos, pero llena de odio.

Pero sabemos que la ilusión, por si sola, no consigue nada, por lo que es preciso actuar para satisfacer los deseos. Y en este momento, esta asignatura la tenemos suspendida los independentistas, pues no conseguimos ir a una, asumiendo los sacrificios personales que hagan falta.