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Tenemos claro que todo medio de comunicación debería ser concebido como un servicio a la ciudadanía; y una noticia debería ser información actual que se considerase de interés divulgar de forma objetiva y veraz; ahora bien, constatamos que tanto los medios de comunicación clásicos, como los telemáticos, tienen otros objetivos y, como causa o efecto, los periodistas también han mutado, perdiendo personalidad y responsabilidad (a pesar de que puedan ser más populares), como intento explicar.
Tradicionalmente, en todo periódico, igual que en todo programa informativo mediante otros canales, el periodista investigaba, se documentaba y, finalmente, diferenciaba su escrito para que el lector (o radioyente, etc.) pudiera saber, de inmediato, si se trataba de un artículo informativo, o de opinión. Y, claro, tenia que seguir determinadas reglas: buscar un titular que, simultáneamente, fuera informativo y provocador, para estimular su lectura o visionado.
Clásicamente, una noticia debía responder las ‘cinco W’; Who? (quién); What? (qué); Where? (dónde); When? (cuando) y Why? (por qué)
Siguiendo esos criterios, se determinaba, asimismo, el nivel de oportunidad de cada noticia, para prestar el mejor servicio al lector, y no hacerle perder tiempo.
Y en todo artículo informativo, los datos debían presentarse en orden decreciente de interés y relevancia, es decir, apuntando en primer lugar el aspecto crucial, si bien manteniendo el criterio de planteamiento, nudo y desenlace.
Ahora bien, todos sabemos que se ha olvidado la mencionada regla de la pirámide invertida, que prioriza los aspectos básicos (para situar al lector, por lo que debe ser la parte más amplia para explicar adecuadamente las ‘cinco W’ señaladas), después el cuerpo del escrito (con datos por orden decreciente de interés) y, finalmente, los detalles complementarios.
Un mal ejemplo lo tenemos con los diferentes contenidos ‘informativos’ sobre el fallecimiento del Papa, o sobre la final de la copa del rey de fútbol (partido de ayer, entre el F. C. Barcelona F. C. y el Real Madrid C. F.; por cierto, que ganó el Barça merecidamente), por citar un par de ejemplos.
Y esos ejemplos nos muestran, a mi modo de ver, que los medios de comunicación han pasado a ser simples programas de distracción, puro circo basado en ‘ganchos’ para atrapar al lector / espectador; e igualmente pasa en las tertulias radiofónicas o televisadas, claro.
Por eso, me parece impresentable que, tomando el primero de los ejemplos, el tema del fallecimiento del Papa ocupe de forma mayoritaria y abusivamente casi todo el espacio informativo. ¿A quién le puede seducir leer todo un periódico, con diferentes artículos sobre un mismo tema, y con titulares llamativos diferenciados, pero que, al leerlos, no hacen más que dar vueltas y más vueltas, sin añadir nada sustantivo, o algún detalle, que, de por sí, no justifica su lectura?
En días ‘normales’, cada periodista trata temas diferentes, en función de su especialidad o costumbre, y no se ve esa repetición; pero cuando la normalidad está regida por un monotema (olvidando los otros a meras notas minúsculas), es cuando se detecta la escasa preparación de esos periodistas que se creen que hoy son vaticanólogos, como ayer eran vulcanólogos, epidemiólogos, expertos judiciales, económicos, etc.
Por eso, esos días especiales, es cuando más se encuentra a faltar la labor del redactor jefe, para depurar esos escritos y evitar duplicidades. Igualmente pasa en la televisión y radio, claro, pues todos los programas, de un modo u otro, tratan ese tema y, para más colmo, muchos de ellos han destacado a su enviado especial. Y que eso lo hagan empresas privadas, allá ellos; pero las públicas deberían velar más por evitar costes suplementarios e injustificados.
Y ese mismo proceso degradativo, también lo hemos visto con el partido de fútbol mencionado, ocupando horas y horas, páginas y páginas, previos y post, para hacer hervir la olla, nada más.
Y ese fenómeno insultante, todavía es más visible en los medios digitales, ya que los ganchos pretenden que se acceda al artículo, por ejemplo, y después van dando paja y más paja, para ir colando anuncios y más anuncios y, finalmente, dar una mínima información relevante. Es evidente que, como popularmente se dice, si una cosa es gratis, es porque nosotros somos el producto; y está claro que esos medios se nutren de la publicidad, y su objetivo principal es enganchar al mayor número de lectores como potenciales consumidores de esas propagandas.
Y con todo ese proceso informativo, vemos que apenas hay periodistas de investigación, ya que la mayoría va a remolque de unos pocos; y así, hasta ayer, no nos enteramos que el gobierno de Pedro Sánchez, el más progresista de la galaxia, nos engañó, pues no sólo había un contrato de 15 millones de balas para la guardia civil, que ya comenté en un anterior escrito, y que el gobierno, primero ocultó, después negó y, finalmente, dijo que era único, que ya estaba en trámite y que no se podía parar, sin graves consecuencias económicas; todo mentiras, pero el caso es que:
‘España ha adjudicado 1044 millones de euros en pleno ataque a Gaza a la industria militar de Israel: un estudio del Centro Delàs revela 46 contratos a empresas israelitas desde el 7 de octubre del 2023’
(Cristina Mas y Ot Serra; Ara, 26 abril 2025)
Es evidente que Pedro Sánchez no tiene palabra, no es de fiar, pues prometió que desde esa fecha ya no comerciarían más con Israel. Pero, por lo visto, esto no es una noticia suficientemente ‘interesante’ como para ser ampliada y publicada en todos los medios.
Como es natural, siempre hay notables excepciones (de medios y de profesionales), pero lo que abunda es ese otro tipo de periodismo (por llamarle de algún modo) que, al basar buena parte de sus ingresos en subvenciones estatales o bancarias, es evidente que no tienen profesionalidad (objetividad) ni libertad de expresión.
Por eso debemos ser cautos y ver cómo llenan sus espacios y tiempos informativos y, especialmente, de qué hablan y de qué no hablan, ya que, si no vigilamos, acabaremos ‘ocupándonos’ de los vestidos de los personajes en cuestión, o de cualquier frase sacada de contexto y a la que se le da vida para alimentarnos con sus detritus.