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Nuestra hipocresía, también el día de los Inocentes

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Es sabido que siempre nos conmueven las desgracias lejanas, en el tiempo y el espacio, y no vemos, o no queremos ver, las que tenemos más próximas; y eso es un mecanismo de defensa (inconsciente) para garantizar nuestro nivel de confort, como intento explicar a continuación.

En todas las ciudades del primer mundo hay infinidad de personas que viven en las calles, en viviendas ‘ocupadas’ (que, vergonzantemente criticamos), gran cantidad de niños en familias desestructuradas, etc.

Y este colectivo invisible e invisibilizado por el sistema, en Catalunya, según la tasa de riesgo de pobreza, en el año 2020, alcanzó el 16,7% de nuestra población (16,0% hombres y 17,3% mujeres), según datos de la AROPE, dependiente de la plataforma European Anti-Powerty Network (EAPN), que recoge la información de las personas en pobreza y exclusión social; es decir, 1.020.907 personas sufren la pobreza o la pobreza extrema. En 2023, según el INE el 21,1% de la población residente en Catalunya presenta riesgo de pobreza o exclusión social.

Según el Banco Mundial, en la actualidad, el 44% de la población mundial subsiste con menos de 6,85 $ al día; y la pobreza extrema se fija en 2,15 $ diarios, y al 15 de marzo de ester 2024, casi 700 millones de personas, el 8,5 % viven con menos de este nivel de pobreza extrema.

Y esa invisibilidad y falta de empatía, la expresamos, asimismo, con las víctimas de las numerosas guerras, por ejemplo, en Ucrania, Gaza, etc., pues la rutina nos hace desconectar del sufrimiento de los adultos y, como no, de los niños, asesinados ignominiosamente, o muertos por falta de la alimentación, los medicamentos y el abrigo necesarios.

Y nuestro umbral de insensibilidad de todas estas desgracias es tan elevado, que nuestras luces de gálibo al respecto, nos definen como inhumanos, asociales y carentes de toda ética.

Y claro, los grandes poderes económico-financieros son los principales culpables, pero, también, los políticos y, como no, las instituciones religiosas, en general.

De todos esos ‘culpables’, me parece preciso destacar a los políticos, ya que ascienden al poder prometiendo el milagroso bálsamo de fierabrás (la panacea quijotesca), para solucionar los principales problemas, pero, una vez instalados en el poder, priorizan el gasto armamentístico, los trenes de alta velocidad y demás lujos, quedando la disminución de la pobreza y la integración de la inmigración a políticas residuales, marginales.

Y a pesar de todo eso, los líderes políticos y religiosos duermen plácidamente, manteniéndonos a la población totalmente anestesiada.

Anestesiada satisfactoriamente, como vemos durante estas fechas navideñas, despilfarrando y desechando grandes cantidades de alimentos, sin el menor pudor.

Todos vivimos inmersos en un cuento mágico, específico de cada cultura. Unos cuentos que, con el paso de los siglos han ido perdiendo todo valor de referencia, como podemos constatar hoy (28/12) con al ‘celebración’ del día de los Santos Inocentes, según la religión imperante en el mundo occidental.

Según la incultura popular, hoy se conmemoran los engaños que tuvieron que ingeniarse los padres judíos, para proteger a sus hijos y salvarlos de la persecución de Herodes; y de ahí, parten todo tipo de bromas.

Es sabido que la religión católica asimiló las festividades paganas anteriores, y así, sustituyeron las saturnianas (en honor a Saturno), fechas en la que los esclavos tenían más libertad para invertir y transgredir las normas. Esas fiestas, estaban asimiladas inicialmente con el cambio de la estación meteorológica: Nicolás (que en griego significa: ‘nike’, victoria y ‘laos’, pueblo; ‘victoria del pueblo’, inicio del invierno, y que culminaban en carnaval (final de ese período)

Históricamente no hay constancia de que se produjera la matanza de los niños menores de dos años, por orden de Herodes el Grande (n. 74 a.C., y falleció el 4 a.C.), y el censo de Quirino mencionado en Lucas, fue 9 años después, en el año 6 d.C., por lo que Herodes no pudo tener responsabilidad alguna en esa supuesta matanza de niños.

La ausencia de fuentes alternativas a la Biblia puede deberse a que Belén era un pueblo pequeño y el número de niños varones menores de dos años, podría no haber pasado de 20.

Pero, aún así, la historiografía cristiana sigue manteniendo ‘cierta verosimilitud, como ejemplo clásico del genocida abuso del poder’, por lo que sigue apoyando la bondad de esa información, ya que considera que es aleccionadora.

Y siguiendo con esa burda parodia que nos siguen vendiendo, y que, de un modo u otro seguimos recordando, hemos extrapolado las bromas y los chistes, sin ponderar que, según Sigmund Freud (1856 – 1939), los chistes son manifestaciones inconscientes vinculadas con la desacralización de lo que aparenta ser sublime o sagrado, es decir, como una estrategia para sortear el sufrimiento.

En ese contexto, hacemos las bromas, llamando ‘inocentes’ a los que caen o pican en ellas. Es decir, hemos llegado a subvertir el sentido originario (si es que lo hubo), pues en ese caso, los inocentes eran los que hacían las artimañas para engañar a los soldados ejecutores.

Y en el momento actual, en el que hay un exceso de ‘fake news’, parece el colmo de los despropósitos añadir el plus de esa ‘conmemoración remota’, como si ya no tuviéramos suficiente circo y descrédito.

Y la repera es que, además de todo esto, tenemos una cosecha de ‘noticias’, como la de ayer, protagonizada por Alberto Núñez Feijóo (líder del PP), abriéndose a pactar con Junts, ‘sin chantajes ni amenazas’ y, acto seguido, decir que ‘Pedro Sánchez está dispuesto a fotografiarse con una persona (el president Carles Puigdemont) que debería detener’; ‘olvidando’ los innumerables e infructuosos esfuerzos del reino español, chocando con la justicia europea.

Y eso no es un sinsentido carente de toda lógica y racionalidad, propia de la mejor saturniana, como lo fue que, también ayer, diferentes asociaciones de guardias civiles expresasen su malestar y disconformidad con el traspaso a los mossos d’esquadra (policía catalana) de la seguridad en puertos y aeropuertos, aduciendo su desconfianza, falta de recursos y experiencia; y, especialmente, que eso comportaría la pérdida del control por parte del gobierno, de unas instalaciones esenciales para el interés general del estado; y en su comunicado expresaron que estaban dispuestos a recurrir al poder judicial, la posible ley de descentralización.

Y eso no es más que otra prueba de insubordinación. Ese cuerpo militar sólo puede y debe acatar las órdenes, no interpretarlas ni discutirlas políticamente. Y ya está tardando mucho Fernando Grande-Marlaska (ministro de interior), para cesar, castigar y depurar ese cuerpo armado.

Pero sabemos que el reino español es, en su totalidad, una pura befa de democracia, y eso no es una broma más, desgraciadamente, es la triste realidad.

Ante todo este galimatías, en breve veremos si el represor Salvador Illa hace honor a su palabra, de convocar una nueva reunión de la junta de seguridad, a primeros de enero, para tratar esa transferencia de competencias, como ya se efectuó hace meses en el País Vasco.

Pero, ‘conociendo’ al burócrata y servil Salvador Illa, con toda seguridad, buscará mil subterfugios para posponer esa reunión y, así, no poner en apuros a su jefe Pedro Sánchez, que, claro, lo único que pretende es evitar todo tipo de problemas.

Así, veremos si Salvador Illa (155) hace un verdadero servicio y no desprestigia más a la institución que representa, la Generalitat. Y veremos, también, si efectivamente, Pedro Sánchez respeta los acuerdos pactados con el anterior president de la Generalitat, Pere Aragonès, y cumple con esa transferencia.

De no ser así, como desgraciadamente me temo, no tendremos un ‘Nicolás’ (que, como he indicado, en griego significa: ‘nike’, victoria y ‘laos’, pueblo; ‘victoria del pueblo’), si no que tendremos una nueva ‘ítta’, la derrota, del pueblo (laos)