Aristóteles (384 a.C. – 322 a. C.), en su obra ‘Metafísica’, destacaba la visión como el sentido principal, y la filosofía, en general, ha aceptado expresiones como: ‘eidos’-luz de la razón; ‘ojos del alma’; ‘evidencia’, claridad, etc. Y el citado filósofo decía, también, que la razón se basa en las sensaciones.
Pues bien, todos deberíamos ‘oír con los ojos’ la manifestación independentista de ayer. Y aquí se debería acabar toda discusión.
Pero no es así, como ya avancé en mis comentarios anteriores, pues era y es evidente, que los diferentes actores políticos, lo que han hecho, es desoír, no ver nada; y seguir encastillados en sus posiciones iniciales, reforzándose, más si cabe.
Oriol Junqueras, presidente de ERC, dijo ayer que ‘nadie nos hará callar y no tenemos miedo a nadie’, y que su mensaje estaba destinado tanto para ‘los que vestían togas como a los que amenazan desde el anonimato’; Marta Rovira, secretaria de ese mismo partido, dijo que ‘forzosamente se ha de transitar por el camino del diálogo y la negociación (…) pues el 2017, nadie nos reconoció el referéndum’.
Teresa Cunillera, ex delegada del gobierno central del PSOE en Catalunya, ha dicho esta mañana en RAC1, que ‘ella no se sintió invitada a participar de la Diada, que se ha acabado convirtiendo en excluyente de una parte’. Es decir, esta política sigue el discurso de su líder, Salvador Illa (PSC/PSOE), que comenté ayer, mintiendo y falsificando la historia, pues la jornada de ayer fue una manifestación contra los borbones de 1714 y sus descendientes actuales, y todos los partidos unionistas dan soporte y representan a los invasores y destructores de nuestras instituciones en 1714 y matanza de nuestra población, y desde entonces, han exigido y exigen nuestra total subordinación y sumisión.
Es evidente que siempre ha habido mentirosos interesados que no quieren oír, que quieren imponer su discurso monocolor y unidimensional, en favor del poder, del estatus quo; por lo que no voy a perder tiempo y espacio respecto a ellos, son irrecuperables, pues nunca cambiarán de posición, están muy bien apoltronados y no quieren perder sus históricas prebendas.
Por eso, me centraré en los independentistas catalanes, de ERC, la CUP y buena parte de Junts que, compartiendo el objetivo inicial, difieren en la estrategia; y todos ellos han hecho oídos sordos, y tampoco oyeron con los ojos la manifestación de ayer (incluso, algunos de ellos, como la citada Marta Rovira, que hoy, telefónicamente desde Suiza, ha mentido, diciendo que los manifestantes constantemente gritaban dimisión al gobierno de Pere Aragonès; y eso es falso (soy un testigo presencial), ese grito fue puntual, esporádico a lo largo de la manifestación, y, eso sí, coreado masivamente, durante unos minutos, durante el discurso de Dolors Feliu, presidenta de la ANC, la asociación civil convocante)
En psicología existe la expresión ‘disonancia cognitiva’,
‘Teoría desarrollada por Festinger (1957) sobre la reelaboración de informaciones relevantes en virtud de una decisión. Parte del hecho de que a veces se seleccionan aquellas informaciones que hacen ver como correcta la propia decisión, y las decisiones contrarias se rechazan o se desatienden (…) Se llama disonancia tanto la no coincidencia de percepciones, opiniones o convicciones, como la tensión de ello derivada (un sentimiento desagradable). La teoría de la disonancia cognitiva es una variedad de las teorías de la consistencia y el equilibrio (…) La disonancia no sólo es lógica sino psicológica, y puede depender de normas culturales, de una opinión específica integrada en convicciones generales y de la experiencia anterior (…)’
Dorsch, Friedrich ‘Diccionario de psicología’, edit. Herder, Barcelona 1985.
Es evidente señalar que todos estamos a favor del diálogo, como la mejor fórmula para resolver todo tipo de conflicto; pero, precisamente, el diálogo requiere dos partes o sujetos dispuestos a solucionar el problema. Y todos sabemos que Pedro Sánchez, como representante del estado central español, NO quiere solucionar el problema político, sigue con su mantra de que se trata de un problema de convivencia entre los catalanes (como ha repetido hoy Félix Bolaños, ministro de la presidencia, y responsable del diálogo por parte del estado; y claro, ratificándose en sus líneas rojas inamovibles). Y eso no es un diálogo. Y la mal llamada ‘mesa del diálogo’, no está para gestionar temas colaterales, que ya tienen otras mecánicas. Pero, esta situación, a Pedro Sánchez ya le va bien, pues de cara al exterior muestra su perfil dialogante (el doctor Jekyll), y de cara al interior su aspecto más duro (Mr. Hyde)
Volviendo a la disonancia cognitiva, aplicada a la mesa del diálogo, nos recuerda la fábula de Esopo (s. VI a.C.), ‘la zorra y las uvas’, en la que narra que cuando la zorra no consigue alcanzar las uvas, decide que no las quiere, por estar verdes.
Encastillarse en las posturas iniciales, por parte del estado español, sólo comporta que los independentistas catalanes nos sintamos desatendidos, que nunca escuchan lo que decimos, que su oído selectivo, sólo les hace oír lo que quieren escuchar. ‘No hay peor sordo que el que no quiere oír’, dice un viejo refrán.
Todos sabemos que oír no es lo mismo que escuchar, y para escuchar, hace falta ser empáticos; pero el estado central, y los mencionados partidos independentistas, sólo oyen el ruido, sin escuchar de forma activa y reflexivamente los deseos expresados ayer en la manifestación.
Para escuchar es preciso atender el silencio, no centrarse únicamente en el ruido. Los políticos, y todos en general, damos más importancia al hablar que al escuchar adecuadamente. Habitualmente, triunfa más el que sabe hablar, para eso nos han educado. Daniel Goleman, en su libro ‘Inteligencia emocional’ (1995) indica que ‘el arte de saber escuchar es una de las principales habilidades de las personas que tienen un alto grado de inteligencia emocional’.
Por eso, para escuchar, es preciso aparcar nuestros sentimientos y nuestras ideas.
Sabemos que hay personas y partidos políticos, que oyen, pero no saben escuchar (activa y reflexivamente), y eso es muestra de su perfil narcisista, que sólo se escuchan a sí mismos, y su ira e intereses personales y partidistas, les impide escuchar, sólo oyen el ruido, y quieren llevar las riendas de la comunicación, con su verborrea desmesurada.
Las personas, y por extensión los partidos políticos, muestran su falta de atención de diferentes formas: moviéndose demasiado (los partidos, estos días, están siendo excesivamente activos mediáticamente), muestran que lo que les explicamos les aburre y no les interesa, no responden a las preguntas o diferentes enfoques, cambian de tema, etc.
Sobre el particular, y para finalizar, me parece ilustrativa la siguiente fábula, y que cada lector saque sus propias conclusiones:
‘El caso de Yonohago Kaso
En Japón, en un bonito castillo, vivían dos familias reales, cada una con su papá rey, su mamá reina y su hija princesa. Aunque las familias reales no suelen compartir sus palacios, estas lo hacían por una razón muy especial: no lo sabían. Y es que la segunda de estas familias era una familia de reales ratoncitos que vivía entre las paredes del castillo. Miembros de la antigua dinastía ratuna de los Kaso, eran orgullosos y comodones: todo lo hacían sus sirvientes, quienes robaban de todo a los verdaderos dueños del palacio. Vivían tan a gusto que nunca salían de su pequeña habitación, y ni siquiera sabía que vivían en un palacio habitado por humanos.
Tantas comodidades y tan poco esfuerzo habían convertido a Yonohago, la princesa ratona, en una mandona impaciente que vivía tan ocupada pidiendo y exigiendo, que nunca escuchaba a nadie.
¡Quiero un pastel ahora mismo! ¿De qué sabor, princesa? ¡Que no me hables, quiero mi pasteeeeel!
Sus papás le avisaron de que así se quedarían sin sirvientes, pero no quiso escuchar: estaba demasiado ocupada haciendo lo que ella quería, cuando ella quería y como ella quería. Molestos, los ratones sirvientes se fueron marchando, hasta que no quedó ninguno.
¡Ahora te tocará hacer las cosas por ti misma!, dijo la reina ratona.
¡De ninguna manera, encontraré nuevos sirvientes!, respondió orgullosa la princesa.
Y se marchó a buscarlos. Al acercarse a las zonas habitadas por los humanos, descubrió carteles avisando del peligro.
¡Soy la princesa, hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero, no pienso hacer caso a nadie, y menos a carteles!
Finalmente, llegó a la salida de la ratonera y se encontró en la habitación de la princesa humana, que dormía la siesta. Yonohago se puso muy contenta al ver a la niña.
¡Este animal tan grande será un sirviente estupendo! ¡Venga, despierta, que tengo hambre!
La princesa humana, por supuesto, ni siquiera oía a alguien tan pequeño. La ratoncita, impaciente, trepó hasta la cara de la niña. ¡Soy la princesa y he dicho que te levantes, bicho gordo!, dijo mordiéndole la nariz.
La niña se levantó de un salto y dio un grito. Varias personas llegaron corriendo y descubrieron en el centro de la habitación un ratoncillo de gesto orgulloso que parecía querer dar órdenes a todo el mundo. Y era verdad, la princesa ratona estaba enfadadísima con aquellos animales grandotes que tardaban tanto en traerle un pastel y un trozo de queso.
A todos les hizo tanta gracia ver a una ratoncita tan mandona que la guardaron en una jaula y la llevaron a un circo de ratones. Y allí, sin sirvientes ni comodidades, vivió la peor de sus aventuras, pues para conseguir un poquitín de comida al día, tuvo que aprender a escuchar y obedecer todas y cada una de las tonterías que el domador ordenaba.
Y ahora que sabe que se comportó más como una domadora que como una princesa, espera el momento de poder escapar para buscar a todos los ratones que maltrató, pedirles perdón y escuchar atenta cualquier consejo que quieran darle.
(Pedro Pablo Sebastián, https://cuentosparadormir.com)
Todos debemos aprender, tener más empatía y, en el caso que nos ocupa, olvidar nuestro narcisismo y los mensajes mágicos (tanto respecto a la fraudulenta y dilatadora mesa del diálogo, como al ‘volveremos a hacerlo y mejor’, sin especificar la hoja de ruta a seguir.
Ahora, la ANC ha marcado su hoja de ruta, centrada en la confección de una candidatura cívica en las próximas elecciones, si no hay pasos significativos hacia la independencia. Pero, eso tampoco deja de ser un brindis al sol, ya que todos sabemos, por experiencia, que una cosa es decir cosas ilusionantes, y otra, en el momento de la verdad, enfrentarse al poder central, con las consecuencias que comporta, desgraciadamente.
El filósofo Jean-Paul Sartre (1905-1980) consideró que ‘la incomunicabilidad, así como la no escucha, es la fuente de toda violencia’.
Y es necesaria una comunicación, real y efectiva, pues los independentistas catalanes somos pacíficos y democráticos, y no queremos violencia (la que nunca generaremos, pero tampoco la que nos infringen policial y jurídicamente). Por eso sería necesario que la UE saliera de su zona de confort, y se involucrara, que ‘oyera con sus ojos’ que hace más de una década que nos vamos manifestando multitudinariamente, y que el estado español se limita a reprimirnos y machacarnos. Si esa es la ‘democracia europea’, que se la confiten, no la queremos. También hay vida fuera de la UE.