YANGÓN (AP) — Por lo menos 18 personas murieron y más de 30 resultaron heridas el domingo cuando las fuerzas de seguridad de Myanmar reprimieron protestas en contra del reciente golpe de estado, informó la Oficina de Derechos Humanos de la ONU.
“Las muertes presuntamente ocurrieron como resultado de disparos contra los reunidos en Yangón, Dawei, Mandalay, Myeik, Bago y Pokokku”, indicó la oficina en un comunicado, en referencia a varias ciudades en Myanmar. “Presuntamente también se usó gas lacrimógeno en varias ubicaciones, así como explosiones cegadores y granadas aturdidoras”.
“Condenamos enérgicamente la creciente violencia contra manifestantes en Myanmar y pedimos al ejército detener inmediatamente el uso de la fuerza contra los manifestantes pacíficos”, según fue citada la vocera Ravina Shamdasani.
Sería la mayor cantidad de muertes en un día entre manifestantes que exigen que el gobierno electo de Aung San Suu Kyi sea restaurado después de su expulsión en el golpe militar del 1 de febrero.
La violencia del domingo comenzó a primera hora de la mañana, cuando estudiantes de medicina marchaban por las calles de Yangón, cerca de la intersección del Centro Hledan, que se ha convertido en un punto de reunión para los inconformes antes de dirigirse a otros puntos de la ciudad.
Imágenes del lugar mostraban a la gente corriendo para huir de las cargas policiales, y a vecinos levantando barricadas improvisadas para frenar el avance de las fuerzas de seguridad. Algunos manifestantes lograron devolver latas de gas a la policía. Cerca, otras personas trataban de negociar con la policía para que liberase a los detenidos en la calle, que habían sido hacinados en camionetas policiales para llevárselos.
“La clara escalada de las fuerzas de seguridad de Myanmar en el empleo de fuerza letal en varias ciudades y pueblos de todo el país en respuesta a manifestantes contrarios al golpe, en su mayoría pacíficos, es escandalosa e inaceptable y debe cesar de inmediato”, dijo Phil Robertson, subdirector de Asia de la organización con sede en Nueva York Human Rights Watch. “No debe emplearse munición real para controlar o dispersar protestas, y sólo puede utilizarse fuerza letal para proteger la vida o evitar lesiones graves”.
“El mundo está observando las acciones de la junta militar de Myanmar, y exigirá responsabilidades”, añadió.
Las fuerzas de seguridad empezaron a utilizar tácticas más duras el sábado, con acciones preventivas para disolver protestas y decenas, si no cientos de detenciones. También ha crecido el número de soldados que trabajan con la policía. Muchos de los detenidos fueron trasladados a la prisión de Insein, a las afueras norte de Yangón, conocida por retener a presos políticos.
Para el sábado había 854 arrestados, procesados o condenados en relación con el golpe y 771 estaban detenidas o en busca y captura, según la Asociación de Asistencia a Presos Políticos. El grupo dijo que si bien había documentado 75 nuevas detenciones, entendía que las fuerzas de seguridad se habían llevado a cientos de personas el sábado en Yangón y otros lugares.
La junta dijo haber tomado el poder porque las elecciones del año pasado estuvieron plagadas de irregularidades, aunque la comisión electoral ha rechazado las acusaciones de fraude. Los militares cesaron a los miembros de dicha comisión y nombraron a otros, que el viernes anularon los resultados de los comicios.