Tras la Diada, ahora los independentistas tenemos en perspectiva el 1 de Octubre, para conmemorar el referéndum del 2017; y así, de meta volante a meta volante, vamos pasando los años, sin llegar a la meta final, como comento seguidamente.
‘En biología evolutiva, los paisajes adaptativos (introducidos por primera vez por Sewall Wright en 1932) se utilizan para visualizar las relaciones entre genotipos (o fenotipos) y el éxito reproductivo.
(…) Según Wright, los paisajes adaptativos están conformados por los conceptos de altura y de distancia; y los organismos procuran ocupar óptimos locales o picos adaptativos. Para evolucionar a otro pico más alto, las especies tendrán primero que pasar por un valle de estadios intermedios menos adaptativos.
Esto puede suceder por deriva genética si la población es suficientemente pequeña. Si una especie estuviera dividida en pequeñas poblaciones, algunos podrían encontrar picos más altos. Si hubiera algún flujo de genes entre las poblaciones, estas adaptaciones podrían expandirse al resto de la especie.
Por lo tanto, el modelo ilustra cómo la selección natural conduciría a la población a escalar el pico más cercano, mientras que la deriva genética causaría un deambular aleatoria por el paisaje’.
(Wikipedia)
Para el presente escrito me ha parecido interesante hacer un cierto paralelismo entre nuestro movimiento independentista, y la mencionada tesis del ‘paisaje adaptativo’.
Pues, como vemos, los independentistas procuramos ocupar ‘óptimos locales o picos adaptativos’, picos que podemos asimilar, metafóricamente, a las citadas conmemoraciones que he señalado: Diada, 1 de Octubre, 3 de Octubre…, y, también, para pasar, puntualmente, a otro pico más alto (como lo fue el pasado 8 de agosto, con la fulgurante visita del president Carles Puigdemont, si bien, entretanto, debemos pasar por un largo valle de estadios menos adaptativos.
Y siguiendo con la tesis biológica, también me parece ilustrativa la comparación metafórica, atendiendo al genotipo y fenotipo (expresión del genotipo en función del ambiente), pues, cuando apunta que, efectivamente, en grupos pequeños se podrían alcanzar picos más altos, pero si hubiese un flujo de genes (ampliación de los manifestantes), las adaptaciones se expandirían a una mayor población; me parecen ideas aplicables a nuestro movimiento, ya que también se cumplen esas premisas, pues es evidente, que individualmente, o en pequeños grupos, es más fácil organizar proezas; esto lo hemos visto con:
- la organización y protección de las urnas, los días previos al referéndum;
- la organización del viaje (ida, estancia y regreso) del president Carles Puigdemont, el pasado 8 de agosto;
- etc.
ya que, en casos en los que se requiere una gran reserva y confidencialidad, es comprensible que cuanto más reducido sea el grupo, hay más seguridad de poder mantener la fiabilidad de las acciones previstas, máxime cuando tenemos todo un estado y una gran ciudadanía unionista, que tienden a reprimirnos.
Y también es verdad que, en otros momentos, lo que se requiere es la ampliación de la base (el citado flujo de genes) y aquí me parece claro señalar que la observación de otras conductas (fenotípicas), por ser visibles, pueden provocar un efecto multiplicativo, por el deseo de imitación.
En base a lo expuesto, y considerando el movimiento independentista como un organismo, atendiendo a diferentes aspectos, podríamos deducir algunas lecciones.
Y un aspecto que me parece especialmente interesante, es el de la soledad, incluso estando en compañía de semejantes, por lo que seguidamente me centro en esa característica.
Pero, como pasa siempre, nada es fácil, pues la soledad tiene muchos posibles factores de estudio: psicológicos, sociales, psicosociales (pues están interrelacionados); además de la diferenciación entre la soledad voluntaria y la involuntaria.
Y ese fenómeno de la soledad lo tenemos y sentimos muchos independentistas, de forma más acuciada cuando transitamos por largos valles menos adaptativos, o, todavía peor, períodos represivos.
Todos sabemos que la soledad tiene consecuencias biológicas, cognitivas y sociales, ya que influye negativamente en diferentes aspectos, como la tensión arterial, depresión, alcoholismo, etc., y, en definitiva, comportamientos agresivos o mayor ansiedad.
Y a nuestros efectos, es decir, al colectivo independentista, es sabido, también, que tener vivo un sueño, un objetivo, compensa, en cierto modo, el sentimiento de soledad; especialmente, si lo compartimos.
Y esto es así, por experiencia, pues al asistir a la manifestación de la avenida Meridiana, y aprovechar el momento para compartir noticias: frustrantes (lo más habitual) o motivadoras (más bien escasas), todos marchamos con mejor tono anímico.
Pero es evidente, a mi modo de ver, que un estado así no se puede prolongar muchos más años, pues cuando más solos estemos, más sentimientos negativos, y eso comporta un menor contacto social, es como el uróboros, la serpiente que se muerde la cola.
Me parece claro que no podemos filtrar los inputs informativos, para aceptar los que nos refuerzan en nuestra situación, pues, así, racionalizaríamos nuestro pensamiento irracional, ya que actuaría como un mecanismo de defensa. A este mecanismo se le llama ‘sesgo de confirmación’, que, inconscientemente, alimenta el síndrome de soledad.
A nivel personal, individual, un terapeuta aconsejaría que la persona que padece ese síndrome, debería hacer un esfuerzo para abrirse, y mejorar sus habilidades sociales.
Generalizando ese consejo, me parece que nuestro movimiento independentista debería efectuar, asimismo, un esfuerzo para abrir los actuales núcleos reivindicativos, para conectarlos, y así, intercambiar pensamientos. Es lo que citaba al principio, al reproducir la tesis biológica del ‘paisaje adaptativo’, en cuanto hacía referencia al flujo genético, que yo he tomado como metáfora a nuestros efectos.
Y esa función deferían realizarla las organizaciones sociales como el Consell de la República, Òmnium y ANC, por su transversalidad; ya que no podemos confiar en los partidos.
Y, como he dicho, esas organizaciones no deberían limitarse a los mencionados picos, más o menos relevantes; que es un trabajo importante, pero, todavía lo es más, enriquecer los largos períodos de tránsito por unos valles llenos de trampas para elefantes.
Con ese trabajo motivador, se supliría la falta de líderes, y nos ayudaría a definir patrones de conducta que, como la tinta del calamar, se expandiría llegando a los independentistas que soportan su soledad en el sofá de sus casas.
De ese modo podríamos ahuyentar a los falsos líderes y pretendidos gurús, que, a través de sus diversas plataformas partidistas nos envenenan y distraen con sus luchas cainitas; fenómeno que se multiplica, ya que muchos tertulianos de diferentes medios, efectivamente, parece que se dediquen a ‘justificar’ su sueldo de su partido.
Sobre el particular, es interesante recordar la figura de Esdras (504 a.C. – 421 a.C.), un sacerdote y escriba; que fue uno de los tres líderes que salió de Babilonia para la reconstrucción de Jerusalén. Zorobabel reconstruyó el templo, Nehemías reconstruyó las murallas y Esdras restableció la ley.
El rey persa Artajerjes, en el séptimo año de su reinado (457 a. C.) permitió que Esdras partiese con un grupo de judíos exiliados para que organizase su restablecimiento.
Tras leer diferentes webs, no entiendo qué interés podía tener el rey persa, para que se restableciera el antiguo orden en Jerusalén, pero, con toda seguridad, liberar gran cantidad de esclavos y exiliados desde finales de los siglos VI y V a. C., debía aligerar los gastos de las arcas persas; si bien, ejecutarlos, en aquellos momentos, tampoco debería ser una opción descartable.
Pero me parece una buena metáfora, aplicable al represor Salvador Illa, pues Esdras, al llegar, prohibió los matrimonios mixtos y alentó a los judíos a que se divorciaran y desterraran a sus esposas extranjeras. Esdras aplicó, de forma firme la Torá, respaldado por sus intachables credenciales. Y haciendo un salto sin red, me parece que el represor Illa está haciendo esa misma función, siguiendo las consignas del estado español, y de Pedro Sánchez en particular, para imponernos su constitución.
Y volviendo a la historia de Esdras, ‘el rey persa le dio permiso para llevar tributos sagrados, junto con miembros notables del sacerdocio levítico que aún vivían en Babilonia, a Jerusalén, para establecer aún más los ritos sagrados que habían comenzado décadas antes’.
Pues bien, siguiendo con el paralelismo con Salvador Illa, parece claro que Pedro Sánchez le permitirá conceder a los catalanes ciertas bagatelas, para reestablecer el españolismo entre todos nosotros.
Esdras, al llegar a Jerusalén promulgó decretos para purificar al pueblo, eliminando, como he dicho, los matrimonios con extranjeras; y está claro que Illa nos querrá ‘purificar’ eliminando todo tipo de expresión independentista.
(fuente: https://biblicalarcheologysociety)
Y para hacer frente a la compleja situación en la que nos encontramos, es preciso que, además de estar implicados, estemos también comprometidos con la consecución de la República Catalana.
A continuación, reproduzco una fábula popular, que clarifica la diferencia entre comprometerse e implicarse:
Fábula de la gallina y el cerdo
Una gallina y un cerdo paseaban por la carretera, cuando la gallina le dijo al cerdo: ¿qué te parece si nos asociamos y abrimos un restaurante?
El cerdo contestó que le parecía buena idea, y preguntó: ¿cómo le llamaríamos? La gallina pensó un poco y contestó: ¿por qué no le llamamos ‘huevos con jamón’?
El cerdo hizo una pausa y contestó: pensándolo mejor, creo que no voy a abrir un restaurante contigo, pues de ser como dices, yo estaría comprometido, pero tú sólo estarías involucrada.
En definitiva, y volviendo a la soledad, y al individualismo que lleva parejo (y viceversa), me parece que, como he dicho, como movimiento independentista, deberíamos intentar pasar del microscopio al gran angular, para enriquecernos y fortalecernos.
Es curioso resaltar que en Japón hace unos pocos meses crearon el ministerio de la soledad, y en el Reino Unido, una secretaría de estado al respecto.
Y, en esa línea, como he señalado, el Consell de la República, Òmnium y la ANC deberían esforzarse para atender a todos los grupúsculos que seguimos manifestándonos, para apoyarnos, coordinarnos, interconectándonos y debatir alternativas de acción, pues el beneficio, como he apuntado, sería exponencial.
Pero eso no quiere decir, ni mucho menos, que, por nuestra parte, podamos ni debamos bajar los brazos, pues, por experiencia vital, sabemos que incluso esas organizaciones son incompletas, como se expresa en la siguiente fábula sufí:
‘La mujer perfecta
Nasrudín, conversaba con un amigo.
Entonces, ¿nunca pensaste en casarte?
Sí, pensé, respondió Nasrudín. En mi juventud resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco y conocí a una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.
Continué viajando y fui a Isfahan; allí encontré a una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita. Entonces, resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa y conocedora de la realidad material.
¿Y por qué no te casaste con ella?
Ah, compañero mío, lamentablemente, ella también quería un hombre perfecto’.
Me parece que, con esta fábula, además de intentar elevar el ánimo del paciente lector, es una buena forma de finalizar el presente escrito, ya que, si bien, hemos de intentar superar la soledad, está claro que no siempre es fácil, ni para las mencionadas organizaciones cívicas, pero que no sea fácil no quiere decir que no sea el camino más recomendable.
(Nota final: los próximos días estaremos en el Vall d’Aran, uno de los ejemplos de términos tautopónimos que recogí en un escrito de hace unos días, pues ‘(h) aran’, en vasco, significa valle, es decir, iremos al valle del valle. Pero no será la travesía por un valle como el que señala la tesis del ‘paisaje adaptativo’, nada que ver, claro)