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Pandemia causa trastornos psicológicos en menores de edad

BERLÍN (AP) — Pollina Dinner regresó a la escuela a fines de febrero, tras un cierre de dos meses por el coronavirus. La niña de nueve años estaba encantada de volver a ver a sus amigas y maestros, pero no oculta las secuelas del confinamiento.

“No le temo al coronavirus. Lo que me asusta es que todo siga como hasta ahora, que mi escuela vuelva a cerrar, que no pueda ver a mis amigos, que no pueda ir al cine con mi familia”, declaró la niña, respirando hondo, como resignada, mientras señalaba su barbijo. “Tener que usar este tapabocas es peor que el cierre de todos los negocios”.

Psiquiatras, psicólogos y pediatras alemanes expresan temores de que el cierre de escuelas, las restricciones sociales y otras precauciones aumenten el estrés, el miedo y los trastornos asociados con la pandemia entre los menores de edad, que podrían manifestarse en problemas psicológicos en el futuro.

“No tenemos estudios a largo plazo por ahora, pero hay mucha evidencia anecdótica, incluidos un aumento en las hospitalizaciones y una gran demanda de los servicios de psicólogos”, señaló a la Associated Press Julia Asbrand, profesora de psicología infantil y juvenil de la Universidad Humboldt de Berlín.

Un reciente estudio del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf reveló que uno de cada tres niños sufre de ansiedad, depresión o manifiesta síntomas psicóticos, como dolores de cabeza o estómago, debido a la pandemia. El problema afecta en forma desproporcionada a los niños de familias pobres o de inmigrantes, según el estudio.

Pollina, quien vino de Rusia con su familia en el 2019, teme olvidarse el alemán que aprendió ya que en su casa se habla solo en ruso. Es una de 150 niños de familias pobres que, antes de la pandemia, participaban después de clases en un programa de apoyo en las afueras de la capital.

El programa, conocido como Arche (Arco), funciona en el distrito de Hellersdorf, un barrio de insulsos edificios de cemento construidos del lado oriental de la capital durante la era comunista. Algunos chicos son autorizados a tomar clases en persona, pero solo una vez cada dos semanas. El resto del tiempo los trabajadores sociales y los maestros tratan de mantenerse en contacto a través de videochats y de ayudar a los menores con el aprendizaje a distancia.

“Muchos se han vuelto muy retraídos y no quieren salir de sus habitaciones. Subieron de peso, juegan sin parar con sus computadoras y sus vidas ya no tienen estructura alguna”, dijo el fundador de Arche Bernd Siggelkow.