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Pandemia ultraconservadora europea

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Después de Hungría, Polonia, Suecia, ahora Italia, con toda seguridad, el próximo que tendrá un gobierno de extrema derecha será el reino de España. Y muchos harán como si se rasgaran las vestiduras, pero, en realidad, estarán contentos, satisfechos, por volver al seno de la casa madre.

Es una vergüenza que los partidos de izquierdas nunca hayan aprendido a unirse, como hace la derecha. Igual que aquí en Catalunya, los independentistas no son capaces de unirse contra los unionistas. Yo nunca lo entenderé, pero es y será así.

Ahora vemos que salen comentarios contra el ‘populismo’ de las derechas, y ministros del PSOE aseguran que ese revés en Italia aquí no pasará. Cuanta incultura, cuantas mentiras interesadas. Y criticar de populismo lo que hacen los partidos contrarios, no deja de ser una forma de descalificar lo que ellos mismos hacen, pues todos quieren y queremos ser populistas, populares (como ya expliqué en un anterior escrito). Sólo los anacoretas se escapan de ese vicio. Lo que hizo ayer el PSC/PSOE en Barcelona, con los discursos simplones e insultantes de sus líderes (por suerte no pudo venir Pedro Sánchez, por ser positivo del covid), no deja de ser más que puro populismo ramplón.

Todos sabemos que la transición / traición no fue más que un ‘trágala’ para tener la pseudo-democracia que ‘nos dimos entre todos’ (como dicen los unionistas), pues nos colaron a la fuerza la estructura monarquía borbónica, expulsada repetidas veces de España, como pasó antes de implantar la Segunda República: ‘los españoles han echado al último Borbón (Alfonso XIII) no por rey, sino por ladrón’, como declaró el escritor y dramaturgo Ramón María del Valle Peña (conocido como Valle-Inclán) (1866-1936). Y, como esa ‘virtud’ es genética, así pasa lo que vemos (Juan Carlos I) y lo que no vemos (Felipe VI). Y, de ese modo, seguimos teniendo unas estructuras judiciales, policiales, militares, etc., herederas del franquismo.

Pero aquí no pasa nada, como explica Sílvia Marimón Molas, en el siguiente artículo:

‘¿Cuáles son las obras robadas por el franquismo, que hay en el Museo del Prado?: Después de décadas de silencio, el museo publica una lista con algunas de las piezas expoliadas.

A lo largo de la guerra civil y sobretodo en los años posteriores, durante el franquismo, mucho patrimonio cambió de manos. Tierras, pisos, fincas, documentos, patrimonio cultural, coches, muebles … sufrieron el expolio y pasaron a manos del bando ganador.  Han pasado décadas y continúa siendo muy difícil reconocer este expolio. Después de más de cuarenta años de democracia, finalmente, el Museo Nacional del Prado ha hecho una revisión provisional y de urgencia de sus fondos para localizar las obras que robó la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, creada por Franco en plena guerra civil. Unas obras que no se devolvieron a sus legítimos propietarios.

(…) En un estudio elaborado por Arturo Colorado (autor de ‘Arte y botín de guerra. Expolio y diáspora en la postguerra franquista’ (Cátedra, 2021), el expolio ascendió a más de 17.000 obras de arte, que cambiaron de manos, durante el franquismo. De éstas, 8.710 fueron entregadas en depósito. Los principales beneficiarios fueron los museos (más de 3.700 obras), los organismos públicos (más de 2.040) e incluso particulares (más de 570); unas 600 obras están desaparecidas o, no hay constancia de su paradero. Los jerarcas franquistas, y esto está documentado, decoraron sus despachos y casas con muchas obras expoliadas. (…) Por ejemplo, Ramón Serrano Suñer (el cuñadísimo de Franco) tenía obras de Carreño de Miranda, del Greco o de Luís de Morales, que habían formado parte del patrimonio del navilero Sota, y sus herederos llevan años recurriendo a los tribunales y han conseguido recuperar una buena parte.  

Una parte importante de estas obras procede de las colecciones de republicanos que hubieron de exiliarse o murieron. La represión fascista, además de condenar con importantes multas, a veces incluso a personas que ya habían sido fusiladas por haber defendido la república. Lo hicieron a través de diferentes leyes como la de responsabilidades políticas o la de represión de la masonería y del comunismo.

(…) Hasta ahora el museo del Prado no ha hecho ninguna búsqueda para descubrir y devolver las obras a sus legítimos propietarios, al contrario de lo que han hecho otras instituciones europeas, por ejemplo, con el expolio que hicieron los nazis.  

(…) El Museo, ahora, reconoce 64 obras de arte expoliadas, desconociendo su propietario anterior.

(…) Hace muchos años que los historiadores piden, sin éxito, que se investigue a fondo el patrimonio expoliado. Por ejemplo, en Barcelona, los franquistas crearon en 1939 una comisión para establecer qué pisos podían ser ‘ocupados’.

La Comisisó de la Dignitat hace dos décadas que lucha por la devolución de los papeles de Salamanca. Lo intentó políticamente, sin apenas éxito, en los años 80. El 15 de marzo de 1995 el consejo de ministros aprobó devolver los documentos, pero la decisión generó protestas y algunos funcionarios se negaron. Todo quedó parado hasta el 21 de enero de hace 20 años que hubo una reunión en el Ateneu Barcelonés y se empezó a movilizar la sociedad civil’

(Ara, 25 de setiembre 2022)

Como vemos, hay un importante substrato social, también en Catalunya, con un pasado (y presente) franquista, que sigue viviendo y disfrutando de un patrimonio expoliado (pisos, joyas, etc.), ¿Cuántos pisos de las mejores zonas de Barcelona, por ejemplo, fueron ocupados así, y sus actuales propietarios siguen disfrutando de ellos?

Pero aquí no pasa nada, ‘España es diferente’, como dijo el ministro franquista Manuel Fraga. Por eso nunca ha habido ni habrá justicia.

Y, cuando llegue el turno de tener un gobierno de ultraderecha, toda esa gente volverá a vivir en su medio habitual, en su caldo de cultivo ideológico.

Lo hemos visto desde el fanático, desgraciado y anticonstitucional discurso de Felipe VI, el 3 de octubre del 2017, que propició el ‘a por ellos’ (que éramos nosotros, los demócratas catalanes); y desde entonces, vemos que muchos unionistas se han quitado sus máscaras y nos han mostrado y muestran sus peores vergüenzas. Esto lo vemos casi cada día en la manifestación de la avenida Meridiana.

En definitiva, que aquí, en España, todavía no ha llegado ‘declaradamente’ la derecha y ultraderecha, porque ya la hemos tenido desde el año 1936. Solo hace falta ver la composición y actuación de los cuerpos judiciales, policiales, funcionariales, etc.; y el PSOE, durante las largas décadas de gobierno, no ha hecho más que tolerarlas, como, por ejemplo, la fundación Francisco Franco, hasta hace podo, todavía subvencionada (y me gustaría saber, si no sigue siéndolo, por cauces menos transparentes).

Por eso, cuando nos llegue el turno, todos ellos seguirán campando a sus anchas y con total impunidad (como hasta ahora)

Pero la UE hace la vista gorda, les es igual ocho que ochenta, por lo visto, ‘es un asunto interno’, esa es su ceguera, y así vemos como, paso a paso, la extrema derecha vuelve a apoderarse de todos los países. Y, visto esto, como no creo que sean idiotas del todo, sólo me cabe pensar que, en el fondo, es lo que quieren.

Y esa ceguera endogámica y etnocéntrica, se refleja en su ‘cosmovisión’ al decir que ‘Putin está en contra del mundo’, cuando, en todo caso, está en contra de Occidente; y hay muchos más países fuera de ese Occidente, como todos sabemos.

Por todo esto, si la futura República Catalana no forma parte de ese club de negociantes vergonzantes, no me preocupará en absoluto, pues fuera de la UE también hay vida.