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Paren el mundo que me quiero bajar

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Cuanta razón tenía Mafalda, mejor dicho, Quino. Nuestra civilización esté en un final de ciclo, y lo único que puede regenerarnos es que vuelva a caer un meteorito, y se reinicie la evolución, a ver si esa vez lo hacen mejor, cosa que no les será difícil.

Estos días de ‘pan y circo funerario’, ya es el summum del bajo nivel en el que estamos; no hemos aprendido nada. Pasear un cadáver durante 10 días, con toda una pompa medieval, es la prueba del nueve. No hemos progresado, hemos degenerado, como se ve en el siguiente ejemplo:

Juana I de Castilla y Aragón, condesa de Barcelona y Flandes (1479-1555), conocida como Juana la Loca, hija de los reyes ‘católicos’ Fernando e Isabel, fue embarcada hacia Flandes, para ser casada, con dieciséis años, con Felipe, duque de Borgoña, Flandes, etc. (1478-1506), conocido por Felipe el Hermoso. Ambos, padres de varios hijos, entre ellos, el que sería Carlos I (su primer hijo, Felipe, nació al cabo de un año del matrimonio, en Brujas; igual que los dos siguientes, Margarita y Francisco (este apenas vivió 3 meses), fallecieron prematuramente).

Asimismo, Juana y Felipe fueron reyes de Castilla y Aragón, por la muerte de sus hermanos mayores Juan e Isabel, así como del primogénito de ésta, Miguel.

Juana, según los historiadores, enloqueció por celos ya que eran públicos los devaneos amorosos de su marido, un conquistador (Juana hirió con unas tijeras a una dama de la corte flamenca)

Felipe logró inhabilitarla, asumiendo todo el poder, pero de forma breve, ya que el 25 de noviembre de 1506, tras jugar a los bolos, sudado, bebió agua fría y enfermó con unas altas fiebres; si bien otros autores dicen que murió por la peste que azotó Castilla en aquel año; y otros, dicen que murió envenenado, fruto de las intrigas de su suegro, el ‘católico’ Fernando, que, tras la muerte de Felipe, recuperó la regencia.

A la muerte de Felipe, en Burgos, su esposa, Juana, que estaba nuevamente embarazada, lo hizo trasladar a Granada, para ser enterrado junto a su madre Isabel. Para ello debió cruzar toda la península, viajando lentamente, siempre de noche, con la reina siempre a su lado, sin separarse ni un momento del féretro, y besando constantemente los pies del difunto.

El traslado del cuerpo insepulto se convirtió en un símbolo político, que recordaba los derechos hereditarios de los hijos del matrimonio entre Juana y Felipe; y, por lo tanto, frenaba las pretensiones de Fernando de que el heredero fuera su nieto Carlos.

A partir de aquel momento, Juana no quiso cambiarse más de ropa ni lavarse, motivo que aprovechó su padre, Fernando, para hacerla encerrar en el castillo de Tordesillas, hasta su muerte.

En 1516, a la muerte de Fernando, Juana fue de nuevo nombrada reina, pero, por su estado de incapacidad, el cardenal Cisneros asumió la regencia, hasta la mayoría de edad de Carlos. Es preciso señalar que las cortes castellanas siempre la consideraron la reina nominal, y en ningún momento reconocieron su inhabilitación.

Bien, ¿qué hemos aprendido?, si nos limitamos a repetir el traslado de cadáveres con todo boato y pompa. Vemos que los cuernos e infidelidades son ancestrales, así como las envidias y ansias de poder (Fernando el ‘católico’, con su traición decidió que la línea hereditaria no se cumpliera) y, como no, el recelo de las monarquías europeas hacia la castellana, a la que veían como retrógrada.

Yo pediría, ahora, que Carlos III y Camila tampoco se cambiaran de ropa ni se lavaran, para ser alumnos disciplinados.

¿Cómo podemos ‘justificar’ el tributo a la reina Elisabeth II?, una familia enriquecida por el saqueo de sus colonias, con los asesinatos y genocidio de sus ejércitos, expolio que sigue en la actualidad, gracias a gobiernos títeres en África; con un largo reinado en el cual se perdió la concepción imperial y su control mundial, con la independencia de India, Pakistán, etc.; una familia autoconsiderada y reconocida por encima del bien y del mal; una familia libre de pagar impuestos y con una férrea opacidad.

Y, en España, todo el boato vivido, multiplicado hasta la náusea, por las televisiones y medios de comunicación; añadiendo, para más inri, el morbo debido a la asistencia del rey emérito. Una vergüenza más. Pero ya no viene de aquí, pues el lacayo mayor del reino, Pedro Sánchez, entregado en cuerpo y alma para implantar un cortafuegos que evite la cremación de Felipe VI, ha repetido, hasta la saciedad, que la representación de España recaía, exclusivamente en el rey actual.

Todo sigue igual, los motes están a la orden del día: Juana ‘la Loca’, Felipe ‘el Hermoso’, Juan Carlos ‘el Campechano’, el Felipe actual ‘el preparao’, vaya especímenes.

De pena, todo, y de pena también todos nosotros, consumidores dóciles de todo lo que nos echan. Todos, ellos y nosotros, no tenemos solución. Juana I estaba más cuerda, por eso era molesta, y la encerraron.

Y todos los poderes mundiales abusan de los sentimientos de la población, hasta extremos ridículos, pero nosotros, mayoritariamente, disfrutamos, somos así de masoquistas. Y, mientras tanto, no vemos ni miraron sus cotidianas tropelías.

¿Como pueden decirnos que tenemos que ahorrar energía, que climáticamente la Tierra está llegando a límites insostenibles e irreversibles?; y, por otro lado, más de 500 mandatarios mundiales con sus correspondientes séquitos y escoltas, se desplazan para un acto religioso, como el que ocupa a todos estos días. Eso no deja de ser una muestra más de su cinismo. Y claro, las revistas del corazón harán el agosto, pues muchos querrán ver los vestidos y gestos de sus respectivos mandatarios, como si fueran estrellas del séptimo arte. Todo es vergonzoso.

Ya no me extraña nada, ni los siguientes hechos de ayer, domingo 18, aquí en Barcelona:

Se efectuó una manifestación a favor del español (y contra el catalán); manifestación patrocinada por el PP, Vox y Ciudadanos, con la presencia de sus líderes: Abascal, Arrimadas y Cuca Gamarra (Feijóo, ‘tenía problemas de agenda’, curiosamente, por eso envió a su número dos y portavoz). Y, organizando autocares de toda EspaÑa, regalando bocatas y banderas, consiguió la cifra astronómica 2800 participantes. Es decir, apenas un puñado de unionistas. Esta es su visión de un estado plurinacional, cuando en realidad, sólo reconocen la nación española, su lengua ‘española’ (no castellana, como dice su constitución)

Por su parte, Anna Gabriel, de la CUP, recién retornada de su exilio en Suiza (previo ‘acuerdos’ secretos con el tribunal supremo), asistió a una fiesta que ese partido efectuó en la Nau (nave) Bostik, de mi barrio de Sant Andreu del Palomar, (a la que fuimos de rebote, pues fuimos a ver una exposición fotográfica (‘495 m2’) y nos encontramos con ese acto partidista). Entre los asistentes a esa fiesta, vimos a Eulàlia Reguant, Carles Riera, etc., de ese partido; pero no vi, a Gabriel, ya que pasamos rápido, y sin ningún interés. Y me sorprendió ver, también a Xavier Antich, presidente de Òmnium Cultural, interesado en actuar de ‘hombre bueno’, debido a su pretendida ‘transversalidad’, mejor dicho, su ‘centralidad’.

Pues bien, en ese acto, por lo que he leído, Anna Gabriel rechazó las ‘palabras vacías y personalismos (…) y que su partido irá hasta el final, porque es radical (…) y animaba a cerrar un ciclo político, en este momento que el independentismo está mejor que nunca, y que la CUP apuesta por no hundirse en el clima de frustración, desánimo y desorientación’ (…) ‘si os puedo servir de alguna cosa, después de tanto tiempo fuera, es para contagiaros autoestima al máximo (…) que es necesaria para defender la vida digna, la liberación del país, los derechos y la justicia’, ‘no nos confirmamos con propuestas vacías, personalismos, referencialidades vacías o discursos simplistas’, ‘por eso la CUP  va a la raíza, somos radicales, estamos determinadas y tenemos tanta historia acumulada que no lo sabríamos hacer de ninguna otra manera’

(Elpuntavui.cat, 19 de setiembre)

Qué desfachatez, Anna Gabriel y toda la CUP. Todos hemos visto su actuación, crítica, pero nunca comprometida; capaces de tirar a la papelera de la historia a Artur Mas (ex president de la Generalitat), pero nunca dispuestos a estar en primera fila, a participar del gobierno, pues la oposición siempre es más cómoda y menos comprometida. Y tampoco los vemos en las manifestaciones en la calle, puntualmente, alguno como Carles Riera, había venido a la Meridiana; incluso una vez le mostré la pancarta que tenía yo, con una frase del político Jordi Carbonell (1924-2016): ‘que la prudencia no os haga traidores’, y me dijo que no, que iban en serio. Y es verdad, van en serio, pero para seguir ocupando sus butacones, su sueldo y sus prebendas.

Por todo esto, los independentistas nos sentimos huérfanos de políticos comprometidos; ya que los actuales (sometidos y rendidos) actúan de tapón. Si tuvieran un mínimo de decencia, marcharían y dejarían entrar savia nueva, pero NO, ellos se consideran lo mejor de los mejor, superiores a todos los otros. Por eso, Pere Aragonès ya piensa en las elecciones del 2025. Nos quieren anestesiados, por los siglos de los siglos.

Como dice Vicent Partal en su editorial del Vilaweb de hoy, la independencia se hace independizándose, no pidiéndola por favor. Todo tiene un coste, esto lo sabemos, por eso hemos de salir muchos a la calle, presionar (democrática y pacíficamente) a nuestros políticos y al estado español, no hay otra.

Estamos hartos del corrupto estado español, y también de nuestros políticos ‘dialogantes’ y ‘conllevantes’, así que deberíamos aprender de la siguiente fábula esquimal sobre el castigo a los comportamientos crueles.

‘Trueno y rayo

Dos hermanos esquimales se quedaron huérfanos y el resto de la comunidad decidió abandonarlos. Pensaban que serían una carga para todos, al ser pequeños y andar más despacio. Debían trasladarse a otro sitio y ellos harían que el camino fuera más lento.

Así que los niños se quedaron solos mientras veían cómo se alejaba su tribu y los dejaba allí abandonados. Entonces, encontraron una piedra y una piel de caribú, y decidieron cambiar de identidad.

‘Yo seré un caribú’, dijo el hermano mayor, con la piel de reno entre las manos.

‘Pero entonces los cazadores te perseguirán’, dijo asustada su hermana.

‘Pues un arce’; ‘también te perseguirán’. ‘¿Y un lobo?; ‘lo mismo’.

‘Bueno, pues seré un Trueno’, dijo al fin el hermano. ‘Y yo seré el Rayo’, dijo complacida la hermana.

Así, cada vez que la niña golpeaba algo con la piedra, salían chispas y fuego, y cada vez que el hermano movía la piel, un terrible estruendo azotaba la zona. Juntos consiguieron crear una inmensa tormenta, una tormenta tan terrible, que logró destruir el poblado y a todas las personas que les habían abandonado.

Moraleja: el que se comporta con crueldad ante los débiles, tarde o temprano recibe su castigo’

(https://tucuentofavorito.com)

Los independentistas nos sentimos abandonados, como estos dos niños esquimales. Nos sentimos huérfanos de un liderazgo próximo, por más dirigentes que tengamos; realmente, sólo nos quedan los líderes: Puigdemont, Ponsatí, Comín y Puig, los exiliados (no incluyo a Marta Rovira, ya que sus manifestaciones duras en favor de ERC, para mi, la han bajado del pedestal; ahora ella se ha metido en las cloacas de la rendición / traición); por eso queremos aferrarnos a la ANC, confiando que no sea un nuevo bluf.

Por eso, esperaremos al día 1 de octubre, la nueva gran manifestación que, como dijo la citada ANC, será o debería ser, un punto de inflexión.

Si no es así, solo nos quedará confiar con el citado meteorito, y que empiece todo de nuevo, que vuelvan los dinosaurios. Y, mientras no llega, ‘que paren el mundo, que quiero bajarme’.

Y mientras tanto, sólo nos queda reírnos, con los múltiple chistes que circulan por las redes, por ejemplo: ‘Los dos seres que dan más vueltas después de muertos: el pollo asado y la reina de Inglaterra’, ‘Tras el éxito que está teniendo en Inglaterra, el féretro de Isabel II iniciará una gira mundial’.