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Pausas

Martha Nava Argüelles
Imagogenia
@mar_naa

La política exterior de México está pasando por un momento delicado, debido a las recientes declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador de “pausar” las relaciones con las embajadas de Estados Unidos y Canadá. Aunque, AMLO, señala que esta medida se toma como una defensa a la soberanía nacional, sin duda también está afectando la imagen de México a nivel internacional y de no tratarse de manera adecuada, estas repercutirán en diversas esferas sociales como la económica y la turística, por mencionar algunas y ciertamente la presidenta electa, Cláudia Sheinbaum será quien tenga que lidiar con las consecuencias de dichas declaraciones.

López Obrador ha construido su discurso sobre la premisa de que México no tolerará injerencias extranjeras en sus asuntos internos, una postura que, aunque legítima, podría estar siendo malinterpretada en el exterior como una señal de aislamiento y desconfianza hacia sus socios comerciales más importantes. Esta percepción es especialmente peligrosa cuando se considera que la estabilidad económica de México depende, en gran medida, de las relaciones que mantiene con los vecinos del norte, los cuales representan una parte sustancial de la inversión extranjera directa en el país.

Y es que, al presidente no le cayeron nada bien las declaraciones del embajador estadounidense Ken Salazar sobre la reforma al Poder Judicial, en las que expresa su preocupación por el riesgo que supone la elección directa de jueces para la democracia mexicana, lo que además ha respaldado el Departamento de Estado y se reflejan también en la postura del embajador canadiense Graeme C. Clark.

Ahora, la imagen pública de un país no es sólo el resultado del discurso y las acciones de su gobierno, sino también de cómo son percibidos por la comunidad internacional. En este sentido, las “pausas” diplomáticas de López Obrador, pueden estar enviando señales contradictorias que dificulten la tarea de proyectar a México como un país estable y confiable. Esto es particularmente relevante cuando consideramos que la estabilidad económica y política de México está intrínsecamente ligada a sus relaciones con Estados Unidos y Canadá, ya que son socios que representan en conjunto casi el 50% de la inversión extranjera directa en el país. Pero no sólo eso, si consideramos la importancia que tienen estos países para la industria turística, nos vamos de espaldas, nada menos Estados Unidos es el principal emisor de turistas a México con cerca de 13.5 millones de viajeros -de un total de 21.8 millones de turistas extranjeros-; vamos, con este tipo de encontronazos se podrían afectar muchas esferas sociales en nuestro país. 

Aunado a esto, la transición de poder está a la vuelta de la esquina y Sheinbaum, ha respaldado la “pausa” diplomática, lo que sugiere una continuidad en las dinámicas de política exterior del actual gobierno. Sin embargo, este respaldo también podría limitar su margen de maniobra cuando asuma el cargo, especialmente si las tensiones con Estados Unidos y Canadá se intensifican. La nueva administración necesitará trabajar arduamente para reparar cualquier daño a la imagen pública de México, asegurando al mismo tiempo que las relaciones comerciales vitales no se vean comprometidas.

Al final, es innegable que para la actual y futura administración las mañaneras se están convirtiendo en un dolor de cabeza, pues el riesgo que se corre en este tipo de conferencias es que el orador en cuestión genere mensajes por ocurrencia y sin un fundamento, que se posicionan de manera inadecuada; o peor aún, que haga declaraciones con consecuencias gravísimas para la política interna y externa de nuestro país. Mientras tanto, no debemos olvidar que, la imagen de México ante el mundo debe considerar la realidad de un mundo globalizado en el que la cooperación y la confianza son clave para el progreso mutuo.