Hace mucho tiempo que estoy desengañado de los personajes políticos, con algunas honrosas excepciones; y de todos los partidos políticos, sin excepción, así como de la mayor parte de los movimientos sociales.
Sé que no podemos ir de ‘liristas’, con el lirio en la mano, esperando que nuestro entorno sea un puro limbo, rodeado de algodón. En absoluto. Sé y he constatado, que estamos en una selva, donde predomina la ley del más fuerte, sin escrúpulos ni ética; eso sí, disfrazados para disimular.
Todos recordamos que la palabra ‘persona’ proviene del etrusco ‘phersu’ que significaba la máscara del actor, en las obras de teatro; y que los griegos denominaron ‘prosópon’ (‘pros’ = delante; ‘opos’ = cara), posteriormente, por metonimia, pasó a designar al individuo completo, como reflejo de nuestra cara.
Así mismo, el término ‘ladrón’ tiene su origen en el ‘latro’ romano, con el que se denominaba a los soldados que realizaban funciones de escolta del emperador, o de cierta mercancía de valor e importancia. ‘Latrocinare’ significaba ‘servir en el ejército’, pero era habitual que esos servidores tuvieran la mano larga, por lo que de la mala fama degeneró el ‘latro o latronis’ por ladrón; y en términos más vulgares: chorizo, caco, mangui, ratero, etc.
Es curioso resaltar que la expresión caco proviene del griego Kakós y, después, del latín Cacus, que, según las leyendas, designaba al que engañó a Heracles / Hércules, robándole parte del ganado; robo con gran argucia, al hacer salir de la cueva las reses robadas, haciéndoles caminar marcha atrás, para que sus huellas indicaran que entraban, no que salían.
Pues bien, volviendo a Pedro Sánchez y en general, a todos los políticos que, como ‘latrocinares’, en lugar de servir al pueblo, como demócratas, se aprovechan de su condición para favorecer a sus ‘padrinos’, a sí mismos, a su partido, y a las instancias de poder (estos días hemos oído que Narcís Serra, ex ministro de defensa de Felipe González, se reía comentando que en su época, los servicios de ‘inteligencia’ debían actuar de palanganeros (y de ‘orinaleros’, según Joan Vall) del rey Juan Carlos I, facilitándole casas y apartamentos en los que pudiera ‘desfogarse’ con sus amantes, con cierta seguridad; y claro, todo pagado con fondos reservados del ministerio. Y todo ello excusado como un servicio a la corona, que, por aquella época no estaba todavía afianzada). Y eso, encima nos lo venden como una gran gesta de la democracia. De pura vergüenza. Pero vergüenza nuestra, como ciudadanos que, conociendo todo eso, en lugar de pedir responsabilidades a todos los niveles, nos lo tomamos a la ligera.
Por eso, la filosofía del poder, especialmente en España (pero generalizable) se basa en los siguientes refranes castellanos: ‘el que roba a un ladrón, tiene cien años de perdón’, ‘quién engaña al engañador, cien días gana de perdón’ ésta última, incluida en la obra ‘La celestina: la tragicomedia de Calixto y Melibea’ de Fernando de Rojas (1470-1541)
Efectivamente, ‘cada pueblo o nación tiene el gobierno que se merece’ (Josep de Maistre, 1753-1821), y que André Malraux (1901-1976) modificó: ‘No es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen’.
Eudald Carbonell, en su última obra (‘El futuro de la humanidad’, Ara Llibres, 2022) sobre el colapso de la humanidad, considera que somos ‘sapiens, pero imbéciles’, pues si bien tenemos un 3% de neandertales, el resto es de imbéciles, por despreocuparnos de lo que está sucediendo: el colapso medioambiental de la humanidad, pues nos despreocupamos cuando ‘lo peor está por llegar’.
Y así es, pues, centrando el pensamiento de Carbonell a nuestro tema político, es preciso recordar, nuevamente, la cita que incluí en mi anterior escrito:
El escritor Joan Sales i Vallès (1912-1983) dijo: ‘Desde hace 500 años los catalanes hemos sido unos imbéciles. ¿Se trata, entonces, de dejar de ser catalanes? No, si no de dejar de ser imbéciles’.
Sabemos que Pedro Sánchez, como representante típico y tópico del estado español, siempre nos ha tratado como imbéciles, es decir, como personas desvalidas, débiles (etimológicamente, im-becillis, describía a los (im = sin; en el) becillis (baculum) bastón; es decir, el que se apoya en el bastón (según el escritor romano Décimo Iunio Juvenal, 55-138 d.C.).
Estos días, todo su gobierno, desde la portavoz (Isabel Rodríguez) hasta el ministro de la presidencia (Félix Bolaños), critican las palabras de Carles Puigdemont, (que explicó que el gobierno le había hecho llegar ofertas para solucionar su exilio), repitiendo su mantra de marketing, de que Puigdemont carece de credibilidad.
Evidentemente, la credibilidad tiene un componente objetivo y otro subjetivo.
Ahora bien, precisamente Pedro Sánchez se ha mostrado, desde el minuto 1, como un gran mentiroso, un embaucador, que piensa que, tocando la flauta, le seguiremos todos los imbéciles como las ratas al flautista de Hamelín (cuento de los hermanos Grimm: Jacob Ludwig Karl Grimm (1785-1863) y Wihelm Karl Grimm (1786-1859)), o del encantador de serpientes.
Según Aristóteles (384 a.C. – 322 a. C.), en su ‘Retórica’, la persuasión se puede dividir en tres categorías:
- La credibilidad de la fuente (Ethos), que tiene dos componentes: la confianza y la competencia, que dependen de factores objetivos y subjetivos, así como del carisma de la fuente.
- Las apelaciones emocionales (Pathos), y
- La lógica utilizada para respaldar una afirmación (Logos)
La credibilidad, evidentemente, hay que ganársela, no depende exclusivamente de la fuente. Y eso lo sabe o debería saberlo todo político, todo medio de comunicación y, en definitiva, deberíamos asumirlo todas las personas. Todos deberíamos tener un código deontológico al que ajustarnos,
Pero todos sabemos, y no olvidaremos, las mentiras de Pedro Sánchez, que, desgraciadamente, proliferan, y cada semana podemos ir acumulando un buen puñado. De estos últimos días, podemos destacar estos tres ejemplos, sin menoscabo del gran abanico que podría detallar:
El martes día 1, la televisión inglesa BBC emitió un documental en el que se desmentía y descalificaba tanto la actuación de la policía y guardia civil española en Melilla, como la versión del gobierno español, unos hechos muy graves con 24 muertos, más de 70 desaparecidos, así como muchos heridos y 450 detenidos y devueltos en caliente a Marruecos, contraviniendo toda la legislación internacional. Según la BBC, el ministerio de interior ocultó pruebas de las cámaras, para impedir mostrar que las detenciones y agresiones fueron realizadas en territorio español. Y, claro, Pedro Sánchez, en su momento felicitó a la policía, diciendo que su actuación había sido legal y proporcionada. Pero, al correr esas imágenes, hizo un paso atrás, y comentó que no había visto las imágenes. Pero, se ha negado a investigar la actuación.
El miércoles 2, vimos que la comisión de asuntos exteriores del senado español rechazó una iniciativa de Junts, para forzar al gobierno español a impulsar la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego, en la UE. El PP votó negativamente, y el PSOE se abstuvo, por lo que la propuesta no prosperó. Pero, semanas atrás, Pedro Sánchez había acordado con ERC reforzar la utilización del catalán en el parlamento europeo, como lengua de uso, no como oficial; tal como expliqué en un anterior escrito. Otro ejemplo más de que Pedro Sánchez hoy dice blanco y mañana negro, sin ningún pudor.
Y para acabar esta pequeña muestra, vemos que el PSOE ha vuelto a caer en la red del PP y de Vox, ya que no ha soportado la presión de la extrema derecha del poder judicial en su conjunto, y ya no habla de revocar el delito de sedición del código penal, ahora se limita a insinuar ‘rebajas’. El PP ha utilizado este tema para frenar la renovación de la cúpula judicial, para mayor beneficio de la costra neofranquista. Y el PSOE, que en su ADN no se diferencia en nada del PP, no se atreve y no quiere debilitar el régimen del 78. Y sabe que, en el fondo, los incumplimientos con ERC le benefician electoralmente, y eso es lo único que le interesa. Ahora, el gobierno del PSOE nos vende que no pretende beneficiar a nadie en concreto, que únicamente pretende acomodar la legislación a los estándares europeos. Pero, claro, fijándose únicamente en los años de prisión, y obviando la característica principal, que es el ejercicio de la violencia, que aquí no ejercimos, nos la aplicó contundentemente su policía y guardias civiles.
Pedro Sánchez, con su pretendida ‘seducción narcisista, con rasgos psicópatas, es un perfecto encantador de serpientes, primero se muestra amable, encantador, para después pasar a cazar. Y, lo que es más triste, es que las víctimas se ven encantadas, no se dan cuenta de que han caído en la peor trampa, en una relación tóxica de la que es difícil salir.
En la canción de Pedro Guerra se muestra un caso claro de salir de ese engaño.
El encantador de serpientes: la reina del Flow, de Pedro Guerra
(…)
Como te atreves a dejarme así
Me creí cada palabra de ti
Sentí que tu me ibas a hacer feliz
Pero al final tu te burlas de mí.
(…)
Ya no te creo nada
Ya no caigo en tu labia
No estoy pa’tus engaños
Corazón
Te crees un ladrón de corazones
Te crees el dueño de mil amores
Me pintas un jardín de mil colores
Y lo borras con tus mil decepciones
(…)
Tu sabes que no te creo na’
Tu no me vas alborotar
Me embobas como una serpiente
Pero ahora te digo que vo’ a despertar
(…)
El encantador de serpientes
Sabe cómo hacerte volver
Y siempre consigue
Que quieras querer…
(…)
A los independentistas catalanes, el sistema español NO nos ha engañado nunca, pues llevamos décadas, siglos, desengañados. Pero lo triste es que entre los unionistas hay muchos que sí que siguen embaucados por la falsa amabilidad de Pedro Sánchez; y más triste todavía, ver que ERC sigue aceptando las continuas coces de sus ‘socios’, y eso sólo tiene una explicación: que la actual ERC está abducida por Oriol Junqueras, y una vez en el poder, se han olvidado de la independencia, si es que alguna vez la quisieron realmente. Sobre el particular, en un próximo escrito explicaré la tesis del historiador Joan B. Culla, pues es del máximo interés.
Visto este panorama, ¿quién tiene credibilidad?, ¿quién tiene la cualidad de creíble, de tener veracidad?: Pedro Sánchez está claro que NO. Y por más que repita su mantra de que: ‘Puigdemont no tiene credibilidad’, lo que hace aflorar es el refrán: ‘dime de qué presumes y te diré de qué careces’. Y eso es una actuación patológica, una formación reactiva, un comportamiento para eludir un deseo reprimido.
Y ese deseo reprimido, es la aniquilación de Catalunya como sujeto político, ese es el sueño húmedo de los nacionalistas españoles, empezando por su rey, Felipe VI. El pasado día 30, el periodista Ignacio Escolar señaló que precisamente, ese rey, se saltó las restricciones constitucionales, con su nefasto discurso del 3 de octubre del 2017 imponiendo el ‘a por ellos’, y desde hace más de cuatro años, se pone de perfil ante la crisis del poder judicial. Es decir, no cumple el artículo 56 de la constitución de ‘arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones’. Es así. Felipe, como sus ancestros, lo que hace es borbonear, y así nos va.
Esta noche hemos tenido un claro ejemplo del contexto español, pues por fin se han exhumado los restos del militar franquista, genocida y asesino de más de 45.566 víctimas, Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (1875-1951) (después de 71 años de su entierro), su esposa Genoveva Martí Tovar, así como de Francisco Bohórquez Vecina, de la basílica de la Macarena de Sevilla, en cumplimiento de la ley de memoria democrática (BOE 20 de octubre del 2022). En un próximo escrito profundizaré en la historia de esos asesinos, y la matanza conocida como ‘La Desbandá’.
Y estas semanas hemos visto la resistencia de la hermandad de la Macarena, como en su día los benedictinos de El Valle de los caídos, para no tocar nada. Y hoy hemos visto gente gritando vítores a esos restos al salir de la basílica. El caldo de cultivo es el que es, pues Bohórquez, general y mano derecha de Queipo, en 1937 fue reconocido hijo predilecto de su pueblo natal Ubrique, y hasta el 2006 siguió siéndolo. Y, el sacerdote jesuita, Francisco Antonio Bohórquez, bisnieto del general, ha publicado que ‘sacar los restos de su abuelo supone un ejercicio de soft-totalitarianism en toda regla’, es decir, una manera de ejercer el totalitarismo de manera suave o indirecta.
En definitiva, ese es el caldo de cultivo español (no mayoritario, pero sí dominante, pues controla las cúpulas de todos los poderes) por lo que debemos hacer caso a Joan Sales, y debemos dejar de ser imbéciles, y actuar, democrática y pacíficamente, para conseguir movilizaciones masivas que obliguen a los partidos a seguir el carro; pero sin ponerse delante, pues no necesitamos burros para tirar.