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Ayer, Pedro Sánchez hizo una mini rueda de prensa, en la que pidió perdón hasta seis veces, por la actuación presuntamente delictiva de Santos Cerdán, diputado y secretario de organización del PSOE (desde el 2021), es decir, el número 3 del partido. Y en esa rueda de prensa, Pedro Sánchez no dejó la mínima posibilidad a la presunción de inocencia y, sin esperar la sentencia judicial, dio por bueno el informe de la UCO (unidad central operativa de la guardia civil) y lo mató políticamente, por haber traicionado su confianza. Y, asimismo, expresó repetidamente, que no anticipará las elecciones, previstas para el 2027.
La presunta actividad delictiva de Santos Cerdán está enmarcada en la investigación de la corrupción de José Luis Ábalos, diputado, exministro y secretario de organización del PSOE (2017-2021) y de Koldo García, ‘asesor’ de Ábalos.
Sobre el particular, hay diferentes aspectos que me parecen relevantes:
El trio Ábalos, Cerdán y Koldo, formaron el núcleo duro de Pedro Sánchez en el año 2016, al ser derrotado éste en un congreso extraordinario del comité federal de su partido, por lo que se vio obligado a dimitir como secretario general, y se abrió un nuevo proceso de primarias en mayo del 2017, en el que volvió a imponerse Sánchez con el 50,21% de los votos de sus afiliados. Y en ese período del 2016 -17, Sánchez se dedicó a recorrer todas las sedes del PSOE, y, en ese ‘viaje’ en un Peugeot, los acompañantes fueron el mencionado trío, sus compañeros más fieles desde el inicio.
Pues bien, si las acciones presuntamente delictivas de Cerdán empezaron ya en el 2014, en Navarra, y que éste fuera el que puso en contacto a Koldo con Ábalos, me parece inverosímil que Sánchez no conociera ni tuviera ninguna duda al respecto.
Si no conocía nada, ni tenía el menor indicio, Sánchez, cuanto mínimo es culpable ‘in vigilando’, es decir, la responsabilidad por los hechos ajenos y que él no prestó la debida vigilancia ni supervisión.
Desde hace semanas la prensa de derecha y extrema derecha ha ido invadiendo todos los medios con informaciones debidas a filtraciones del mencionado informe de la UCO. Y, aún así, Pedro Sánchez y todos sus monosabios, hasta ayer, defendieron a capa y espada a Santos Cerdán. Hasta ayer que, según comentó Sánchez, tuvo información de indicios sólidos.
Supongo que por esos ‘indicios sólidos’, Sánchez no otorgó la presunción de inocencia a Cerdán, a pesar de ser un principio legal que establece que toda persona acusada de cualquier delito es considerada inocente hasta que se demuestre su culpabilidad.
Evidentemente, la culpa penal la dictaminarán los tribunales, pero la culpa política es responsabilidad clara y exclusiva de Sánchez. Por eso lo cesó, para evitar males mayores al partido. Pero, aún así, la contundencia y la atribución del delito, me parece cuestionable.
Pues los independentistas catalanes tenemos muchas experiencias de informes de la UCO falsificados, inventados y/o manipulados, para imputar a líderes independentistas. Así que la ‘bondad’ de esos informes y de los audios, a mi modo de ver, no son encíclicas ex cátedra, ni mucho menos; máxime cuando hay un caldo de cultivo de acoso y derribo de Pedro Sánchez, ya que los diferentes poderes del estado no le han perdonado su pacto con los independentistas y, mucho menos, la ley de la amnistía.
Ahora bien, no seré yo el que defienda a Pedro Sánchez, pues nunca ha sido ni es santo de mi devoción. Y si ahora, ha considerado llegado el momento de destituir a su más próximo colaborador, él sabrá.
Y no debemos olvidar que el narcisismo de Pedro Sánchez, junto a su autoproclamada resiliencia, hacen que, ante cualquier problema, se defienda con uñas y dientes; y, si es preciso, morirá matando.
Pero que, a un líder, le fallen sucesiva (o simultáneamente) los dos colaboradores más próximos, evidencia que no tiene el más elemental criterio de selección de su equipo. Y eso, entre otras cosas, denota su mediocridad y exceso de confianza. Vistos los perfiles de ese trío, y sus fulgurantes carreras, son un claro ejemplo que he visto repetidamente en la empresa privada, pues se premia al ‘fiel’ acrítico y pelota, que, normalmente, es el peor preparado y con currículos académicos más pobres, para no hacer sombra a su jefe. Y Cerdán es un claro ejemplo, como Koldo.
Y también me demuestra que los cientos de asesores que tiene Sánchez en la Moncloa, son más de lo mismo, perfectos chupópteros inútiles, pues no ejercer su función de forma objetiva y crítica, les descalifica totalmente, por haber privilegiado el servilismo a su jefe. Y en ese mismo saco incluyo a todos los ministros, directores generales y secretarios.
La alternativa a toda esa inutilidad sólo es una: que Pedro Sánchez conociese todas las extorsiones efectuadas por el mencionado trío; y si fuera así… la gravedad sería total.
Efectivamente, la situación política actual, es beneficiosa para Sánchez, ya que el PP y Vox no tienen suficientes votos para exigir una moción de censura, que debería ser constructiva (con presentación de un candidato).
Y todos los partidos minoritarios que apoyaron su investidura, están prisioneros por el temor del mal mayor, si triunfasen el PP y Vox. Y por eso, no exigirán una moción de confianza, si bien querrán dar la imagen de ser exigentes pidiendo la ‘regeneración’ del sistema. Así, tenemos un caldo de cultivo muy enrarecido, putrefacto.
Si Pedro Sánchez tuviera un mínimo de dignidad, de ética y de responsabilidad, dimitiría y dejaría paso a que otro diputado compañero del PSOE pudiese presentar su candidatura, y seguro que obtendría el voto de confianza de los partidos de investidura. Pero el narcisismo de Sánchez le impide tomar esa opción, pues sería el final de su carrera política nacional e internacional.
Esa sería, a mi modo de ver, la mejor opción para salvar a su partido, al PSOE, pues el nuevo líder podría proseguir hasta el 2027, y presentarse a las elecciones avalado por una gestión depuradora. En caso contrario, las elecciones serán un nuevo castigo, y el PP ganará nuevamente, y esa vez, con mayoría suficiente para gobernar (con Vox).
Y esa opción regeneradora, permitiría a ERC, Junts, PNV, etc., salvaguardar su imagen, al no verse presos del actual PSOE. Pero esta opción lógica y razonable, no prosperará, pues el narcisismo testosterónico y el mantenimiento de las respectivas poltronas, la harán inviable.
Por todo eso, seguiremos enfangados, y gobernados por impresentables perpetuadores del sistema; un sistema formado por clónicos que se autoreproducen patológicamente.
Un claro ejemplo, a mi modo de ver, lo tenemos con Salvador Illa (155), el president de la Generalitat, otro fiel servidor de Pedro Sánchez, con un historial profesional que requeriría la transparencia precisa, por su labor como alcalde en la localidad de La Roca del Vallès (Barcelona), pues la oposición le llegó a retirar el salario y posteriormente fue expulsado mediante una moción de censura (febrero del 1999), si bien obtuvo de nuevo la vara de alcalde en julio de ese año hasta el 2005; momento que fue ‘premiado’ por el PSC/PSOE con diversos cargos en el ayuntamiento de Barcelona y, finalmente, con el nombramiento como director general de infraestructuras del departamento de justicia de la Generalitat.
Pero, ‘curiosamente’ el 28 de abril del 2009 (decreto 70/2009) fue cesado de ese cargo, decreto firmado por el president de la Generalitat, José Montilla y la consejera de justicia Montserrat Tura. Y que ese cese fuese, justamente, unos días antes de la inauguración de la ‘joya de la corona’, la ciudad de la justicia de Barcelona, inaugurada por Montilla el 3 de mayo de ese 2009, es mucho más que sospechoso. Las ‘informaciones’ que circularon fueron que la causa del cese fue el desvío del 52% de los presupuestos de obras.
Efectivamente, todos cometemos errores, y de esos errores se puede aprender y corregir.
Pero a un representante político se le debe exigir transparencia. Y a las instituciones más, todavía. Y en el caso que nos ocupa, no es así, hay tupidos velos que ocultan muchas cosas; cuando la debida clarificación podría desmontar más de un bulo negativo.
Y he mencionado este ejemplo, como el prototipo de político ‘profesional’, de obediencia total a su partido, un partido, como la mayoría, que se autogestiona como empresa de colocación y de prestación de favores.
Y, con todo, Salvador Illa está en el candelero de sucesores de Pedro Sánchez. Yo creo que si se diera el improbable caso de que Sánchez dimitiese, Illa no tendría ninguna opción, entre otras cosas, por ser catalán. Pero, aún así, hay periodistas que sí que lo consideran viable, como Fernando Jáuregui, en su artículo titulado ‘¿Y si resulta que Salvador Illa…?’ (elmon.cat, 12 de junio)
En definitiva, ante la desmemoria impuesta por los diferentes poderes, sólo nos queda surfear entre todas las informaciones y deformaciones, para ir clarificándonos un poco, y poder tener unas opiniones un tanto depuradas.
Todo depende de nosotros.
Y está claro que el mal ejemplo de la gobernanza española debería hacer caer la venda que ciega a muchos catalanes unionistas españoles.
Juan Carlos I, en 2012, tras su accidentado viaje de caza, al salir de la clínica dijo: ‘lo siento mucho, no volverá a ocurrir’, y en el 2014 tuvo que abdicar. Pedro Sánchez, con su repetida petición de ‘perdón’, veremos … lo que dura.