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Pedro Sánchez, el Barón de Münchchausen

Oyendo a Sánchez, deberíamos darnos cuenta que vivimos en el mejor país del mundo mundial, que vivimos en el País de las Maravillas, pues nos repite que “todos juntos somos mucho más que 47 millones de personas, somos una comunidad humana con unas fortalezas similares a las de los mejores países occidentales”.

Para afirmar mensajes de ese tipo, el gobierno de Sánchez debería basarse en informaciones objetivas, evaluables cuantitativa o cualitativamente, pero no siempre es así, y cuando no existe tal dato, van y se lo inventan, como ha puesto en evidencia una periodista de la CNN, que ha publicado que Sánchez se ha inventado un informe de la Universidad Johns Hopkins, diciendo que España  es el quinto país que más tests PCR ha hecho; y, en realidad, ese pretendido informe no existe.

“La CNN contactó con la citada universidad y no fueron capaces de localizar ese informe (…) Es preciso señalar que la Johns Hopkins es uno de los principales registros de afectaciones a causa del Covid-19 a escala mundial, pero respecto a las pruebas de detección sólo ofrece datos sobre los EEUU (…) y un caso similar lo podemos ver con un controvertido informe de la OCDE, al cuál el gobierno español proporcionó datos inflados del número de pruebas, para aparecer entre los diez mejores países” (Vilaweb).

La prensa adicta, no recoge unos hechos así, o los minimiza, mientras, que otras líneas editoriales, lógicamente, sí, como vemos con los siguientes titulares: “Estudio fantasma” (El confidencial), “La pillada a Sánchez” (Cope), “La CNN desacredita a Sánchez” (La Razón), “La CNN también denuncia las mentiras de Sánchez” (OK diario), “Sin rastro de un estudio de la Universidad J. Hopkins” (ABC), etc.

Otro ejemplo de mentira / manipulación, lo hemos visto esta semana en el discurso al congreso de los diputados, argumentando que la cuarta prórroga del estado de alarma era necesaria para seguir aplicando y financiando los ERTE (expediente de regulación temporal de empleo); y, al día siguiente, forzado por las exigencias de los sindicatos, de prorrogar esa financiación más allá de junio, efectuar las modificaciones precisas para desvincular esos ERTE del estado de alarma. Así, en un “plís plás”, Sánchez desmontó uno de sus argumentos más “sólidos”, argumento utilizado como un eco multiplicador por sus ministros y miembros de ambos partidos de coalición. 

Y tristemente, hechos así no son unas mentiras puntuales, si no que forman parte de un estilo de gobernar y, aún más, es un rasgo notorio del estilo de personalidad del propio Sánchez, pues con su peculiar verborrea, pretende confundir a los oyentes, utilizando, a tal fin, acepciones que el diccionario de la RAE no contempla, por ejemplo, al utilizar los términos dialogar, cogobernar, no recentralizar, compartir, cuando la realidad es dictar, dirigir, recentralizar e informar para su debido cumplimento.

La realidad es que Sánchez, en su torre de marfil, se ha aislado y ha abandonado cualquier tipo de transparencia, como pudimos ver ayer en la rueda de prensa de los sábados, negándose, por enésima vez, a dar los nombres del equipo técnico-científico que le asesora, y que está dirigido por el doctor Fernando Simón, que diariamente efectúa las comunicaciones del gobierno.

Una información así, sobre el nombre, currículo académico y experiencia, debería ser pública, ya que está sufragada por fondos estatales, y es penoso tener que recurrir a información que corre por la red, con el consiguiente riesgo de error, obviamente. Según esa información de los 15 asesores, 10 son altos cargos o ex altos cargos del PSOE, 2 son colaboradores del diario El País, 2 vinculados a Unidas-Podemos (el partido de Pablo Iglesias) y 3 profesores colocados a dedo por Pedro Sánchez. Rápidamente han salido a la red contra informaciones, criticando al periodista Alvise Pérez, por haberse “inventado” el nombre de esos asesores.

Todos sabemos el peligro de la información existente en las redes y tampoco podemos fiarnos de la clásica en papel, debemos ser críticos y contrastar; pero el problema nace al ocultar una información como los nombres de los asesores, que debería ser pública y debidamente argumentada. En caso contrario, la desinformación es fuente de todo tipo de bulos.

En definitiva, el estilo de Pedro Sánchez me recuerda los famosos cuentos fantásticos de Hieronymus C. F. von Münchchausen, (1720-1797), en concreto el conocido por “la coleta del Barón”, que explica que al intentar saltar una ciénaga, con su caballo, calculó mal, y no pudo evitar caer dentro, con su caballo; y no disponiendo de ninguna rama ni tronco con qué ayudarse, y recurriendo a toda su fuerza sacó a su caballo y a él mismo, tirando con toda energía de su propia coleta hacia arriba.

En esa línea, el país de las maravillas que tanto nos repite Sánchez, con nuestras envidiables fortalezas y virtudes nunca vistas en otros mundos ni en otros tiempos, casi recuerda a un Pedro convertido en Alicia, buscando y encontrando, (o encontrando sin buscar) pero, por suerte, Lewis Carrol (1832-1898) no tuvo nunca un pensamiento tan terrorífico, como hubiese sido pensar en un protagonista narcisista.

Las mentiras – exageraciones de Sánchez el Barón, me parecen un símil adecuado con la absurdidad de este cuento fantástico, ya que considera que asumiendo él todas las responsabilidades, nos sacará de la ciénaga y todos los méritos serán suyos. Y eso es propio de un pensamiento mágico infantil, que pretende infantilizar, asimismo, a lo que él considera comunidad humana, expresión que merece otro análisis, obviamente.