Nota rectificativa: en mi anterior escrito comenté que el agresor que nos visitó en la avenida Meridiana, era un miembro de la policía nacional fuera de servicio, cuando, según la información posterior, se trató de un policía de la guardia urbana de Barcelona, fuera de servicio. Por eso debo rectificar. Que cada cuerpo aguante sus demonios y sus pecados. Los tienen todos, ya que la selección de sus plantillas requeriría una revisión democrática. Pero sabemos que no se hará nada, todo seguirá como hasta ahora, y todo se tapará. Una muestra vergonzosa más.
Hace unos días el gobierno español nos está vendiendo la película de su plan de vacunación, si bien todavía no está confirmado cuándo se dispondrán las vacunas que finalmente superen la tercera fase de análisis y desarrollo, y después obtengan las autorizaciones pertinentes, según el procedimiento centralizado de la agencia europea de medicamentos (reglamento 726/2004), y los procesos administrativos propios de cada estado miembro.
En la segunda oleada de la epidemia, Pedro Sánchez ‘delegó’ el control, la gobernanza y desescalada a las comunidades autonómicas, como debía haber sido desde el principio, y limitarse a una cogobernanza; y ahora, de cara a la previsión de la salida, ha vuelto a recentralizar la gestión, presentando su plan de vacunación, poniéndose todas las medallas, plan que, en su momento, dice que negociará con las comunidades autónomas. Es decir, vuelve con su actuación inicial, pues reincide en mostrar que continúa sin entender los distintos niveles de responsabilidad, ni lo que es una negociación, y, en definitiva, lo que es el respeto y el diálogo. Una muestra más de un trato centralista, jacobino.
Dada la gravedad de la crisis del covid-19, fundamentalmente por haber afectado también al primer mundo, las principales farmacéuticas están produciendo a riesgo, antes de tener confirmada la bondad de su producto; a un riesgo relativo, ya que han recibido subvenciones y pagos anticipados, a cuenta.
Por las publicaciones se dice que algunas vacunas precisarán una doble dosis, y que en principio la UE obtendrá 140.000 millones de dosis, que han de permitir conseguir 800 millones de inmunizaciones; y que a España le corresponderá el 10%, es decir, 80 millones. Sabiendo, como dicen los expertos, que de la docena de vacunas que están en la tercera fase, estadísticamente, pasarán la prueba la mitad, así que, de esos 80 millones, la mitad no llegarán (otra cosa será su pago).
La vacuna de Moderna, en principio llegará más tarde; y está previsto que a España le lleguen 8 millones de dosis, para vacunar a 4 millones.
Y la información es tan incompleta, que, por un lado, los especialistas hablan de esa compra centralizada a nivel europeo; mientras que por otro lado nos comentan que el gobierno español ya ha comprado 31,5 millones de unidades de la vacuna de Oxfor-AstraZeneca y 20,8 de la BioN-Tech/Pfizer (…) y que España también ha comprometido la adquisición de unidades de Sanofi/GSK y de J&J/Janssen, pero todavía está pendiente de concretar las cantidades. (OT Serra, Ara, 25/11)
Sólo Pfizer y Moderna han presentado resultados preliminares; las otras han efectuado meros comunicados que les han permitido subir sus cotizaciones en bolsa.
También nos comentan que las personas vacunadas recibirán la debida información sobre la vacuna recibida, y una tarjeta de vacunación, con el tipo y fecha, y un teléfono de asistencia, por si tienen reacciones negativas.
Es preciso señalar que existen diferentes tipos de vacunas,
‘que se distinguen por varios motivos: la forma en la que la vacuna se crea o la manera en la que el sistema inmunitario responde al patógeno.
Las vacunas de virus vivos utilizan la forma debilitada (o atenuada) del virus. Estas vacunas crean una respuesta inmunitaria fuerte y de larga duración, ya que son muy parecidas a la infección natural. Tratan enfermedades como el sarampión, las paperas y la rubeola (triple viral) y la varicela (viruela).
Las vacunas muertas (inactivadas) se elaboran a partir de una proteína u otros pequeños fragmentos tomados de un virus o bacteria. Se utiliza la versión muerta del patógeno que crea la enfermedad. La inmunidad es menor que las vacunas de virus vivos y por ello se necesitan varias dosis que se administran en varias tandas (vacunas de refuerzo). La hepatitis A, la gripe o la rabia, son tratadas con este tipo de vacunas.
Las vacunas toxoides contienen una toxina o químico producido por ciertas bacterias. En este tipo de vacunas, la inmunidad no se crea contra el germen, sino directamente contra la toxina. La difteria y el tétanos son ejemplos de enfermedades tratadas por esta vía.
Las vacunas biosintéticas contienen sustancias artificiales muy parecidas a trozos de virus o bacterias. La vacuna contra la hepatitis B, es un ejemplo.
Las vacunas ARN, la apuesta contra el coronavirus. Las vacunas ARN mensajero son un nuevo tipo de vacunas. En lugar de introducir un patógeno debilitado, inyecta instrucciones para que sea el organismo humano el que lo produzca. El cuerpo reconocería este elemento como extraño y se defendería por lo que generaría inmunidad. Las células contienen el ADN, que contiene la información para, entre otras cosas, fabricar proteínas, que son sustancias que determinan la forma y la estructura de las propias células y de las principales funciones, como la defensa del organismo y el transporte de sustancias, como el oxígeno. El ARN mensajero de la vacuna introduciría la información al ADN, modificando la producción de proteínas y de las funciones citadas. Estas vacunas son similares a las utilizadas contra el virus SARS-CoV-2, y, se espera que en el futuro funciones contra la malaria, el VIH y el cáncer. Al no introducir patógenos, son más seguras y eficaces, generan una respuesta inmune sólida y son bien toleradas por personas sanas, fáciles de producir y más baratas.
Las vacunas de CureVac, la de Moderna y la de Pfizer, están basadas en esta tecnología del ARN mensajero’.
Sabemos que la vacuna de Pfizer presentará un problema logístico importante, ya que requiere una cadena de ultracongelación (entre 70 y 80 grados bajo cero).
Y según hemos podido leer y oír, ésta última, debería ser la que se administrase a las personas de los colectivos más delicados (por sus patologías, edad, etc.).
Pedro Sánchez, en su plan de vacunación, ha establecido que las vacunas se administrarán en los 13.000 centros sanitarios, sin explicar cómo se respetará la cadena de frío, si es que finalmente se administra esa vacuna. Todo está en el aire, pues, como he dicho, todavía ninguna de esas vacunas ha finalizado sus procesos, y faltan las validaciones; ahora bien, como en el cuento de la lechera de Samaniego, que ya utilicé anteriormente, Sánchez ya está haciendo el juego malabar, soñando con la distribución, señalando que:
‘El plan de vacunación tendrá tres etapas, que comenzarán en enero, considerando 18 grupos poblacionales y cuatro objetivos:
El plan de vacunación contra el covid-19 de España será único para todo el país y las vacunas serán voluntarias y gratuitas. (…) Habrá dosis para vacunar al 100% de la población española en el año 2021, ha asegurado el ministro de sanidad, Salvador Illa.
El gobierno ha establecido tres etapas para la vacunación en función de la disponibilidad de dosis y 18 grupos poblacionales en función de cuatro criterios de riesgo: el riesgo de mortalidad, el de exposición a la enfermedad, el de impacto socioeconómico y el de transmisión de la enfermedad.
(…)
En enero, cuando lleguen las primeras dosis, los primeros en recibir la inmunización serán los residentes y el personal sanitario en residencias de mayores y discapacidad (ese grupo se cubrirá entre enero y marzo). Después el resto de personal sanitario, los mayores de 70 años, los enfermos con patologías crónicas y los grandes dependientes que requieran intensas medidas de apoyo para desarrollar su vida’ (ese grupo se vacunará entre abril y junio). El tercer grupo estarán los bomberos, los policías, y todos los trabajadores esenciales, y los trabajadores que no puedan teletrabajar (taxistas, camareros, repartidores, etc.) (ese grupo a partir de julio). Y, finalmente, el resto de la población.
(Lavozdegalicia.es)
Ha quedado claro que no podremos elegir el tipo de vacuna que nos administrarán, pues el gobierno considera que todas son igual de válidas; igual que en el resto de vacunas, pues no preguntamos cuál nos administran.
Es evidente que eso es así, para otras patologías no nos informamos, pues confiamos plenamente en vacunas que fueron desarrolladas durante unos plazos de muchos años, y con una amplia muestra, que dan una garantía y confianza. Mientras que, en el caso que nos ocupa, no es así, más bien el contrario.
Sabemos que, etimológicamente, el término vacuna deriva del de vaca, pues ‘el médico británico Edward Jenner (1749-1823) descubrió que la mayoría de las mujeres que se dedicaban a ordeñar vacas, no padecían de viruela. La creencia era que esas mujeres se contagiaban con una forma menor de la viruela (viruela vacuna) y eso les hacía inmunes a la viruela humana. Jenner desarrolló la primera vacuna usando viruela vacuna, de ahí la palabra’
Pues bien, parece que Pedro Sánchez, y su gobierno, no han entendido bien el término, y nos consideran a todos como ganado, como vacas, no como ciudadanos, y menos como ciudadanos de comunidades autónomas, pues consideran el rebaño en su conjunto.
Y considera que su plan es EL PLAN, y nos dice que es el segundo país europeo que ha hecho público su plan de vacunación, como si esto fuera un mérito.
Es evidente que se ha de tener un plan previsto y ACORDADO o, mejor, DELEGADO a cada comunidad autonómica; el gobierno central debería garantizar la adecuada distribución atendiendo a la población, y punto, pues la sanidad está transferida, cosa que ha demostrado que no sabe ni recuerda.
Estoy convencido que todos los países tienen o están analizando su respectivo plan de vacunación, que, finalmente, no será muy diferente, pues está claro que lo que ha de prevalecer son los criterios éticos, no los económicos, ya que se ha de preservar la vida de los más débiles.
De todos modos, como en todo plan, siempre hay matices, y en la determinación de los grupos poblacionales hay sensibles diferencias, como vemos por el colegio de médicos de Barcelona que ha elaborado un programa de vacunación, dirigido por la Dra. Silvia de Sanjosé, epidemióloga y presidenta del GCMSC (Grupo colaborativo multidisciplinar para el seguimiento científico de la Covid-19), una plataforma independiente de científicos, promovida conjuntamente por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) en colaboración con la Asociación Catalana de Centros de Investigación (ACER), que, ‘tras una revisión crítica de la literatura científica y de los planes generados por otros países o instituciones, nuestro grupo estableció una lista prioritaria de vacunación basada en principios éticos y adaptada a nuestro país’. (Queda claro que muchos países y organizaciones tienen sus planes, así que la automedalla que se puso Sánchez, le retrata, una vez más)
‘Según este equipo, el primer grupo a vacunarse es el más expuesto y el que más se necesita proteger para asegurar la atención sanitaria: el personal sanitario que está en contacto con pacientes (personal médico, de enfermería y otro personal hospitalario), así como personas que trabajan en residencias de ancianos. En este primer grupo también entraría el personal de primeros auxilios, como bomberos, policías, etc.
En segundo lugar, estaría el grupo más vulnerable: personas mayores de 80 años, priorizando aquellas que están en residencias.
Cuando la disponibilidad de dosis de vacunas sea mayor, se tendría que vacunar a continuación al resto de colectivos más susceptibles de enfermar gravemente: personas de entre 65 y 79 años de edad, y personas con patologías crónicas como la diabetes de tipo 2, enfermedades pulmonares o cardiovasculares, y personas con obesidad.
(…)
Me ha parecido interesante reproducir estos amplios fragmentos para evidenciar que cada comunidad debe adaptar su propio plan de vacunación; no valen los argumentos unificadores y homogeneizadores, pues si han de prevalecer éstos últimos, ¿porqué no establecer unos a nivel europeo?, pero está claro que ésto los diferentes estados no lo aceptarían, pues quieren tener su margen de maniobra, que es lógico, pero, para ser razonables, esa lógica debería llegar hasta el final, y que cada comunidad autónoma regule su propio plan.
La ciudadanía necesitamos una información amplia y detallada, no meros ‘flashes’ que buscan los cinco minutos de gloria efímera de sus respectivos portavoces. Queremos y necesitamos una información clara y transparente, pues no entendemos las guerras entre responsables, por ejemplo, unos manteniendo que las reuniones familiares para las fiestas navideñas han de ser de un máximo de 6 personas de la burbuja familiar, mientras que otros dicen 10. ¿Qué argumentos científicos justifican una u otra cifra? ¿O sólo hay un deseo de ‘agradar’ a su respectiva parroquia, a su clientela?
Y, el carnet o tarjeta de vacunación mencionado, ¿tendrá alguna finalidad de control para entrar en algún espectáculo, por ejemplo? Si la vacuna es libre, si no hay obligatoriedad, es evidente que no puede exigirse, pero sí que, al efectuar determinados viajes, algunos países pueden exigirlo. Y eso lo aceptaríamos acríticamente, claro. Pero si esa exigencia pudiera imponerla una determinada comunidad autónoma ¿la aceptaríamos, sin más?
Asimismo, mientras vayan produciéndose vacunaciones, ¿los vacunados deberán seguir llevando las mascarillas, si ya no pueden contagiar?, ¿cómo se podrá diferenciar?, ¿la policía podrá discriminar?, ¿será necesario llevar el carnet siempre?, ¿qué garantías tendremos todos al ver gente sin mascarilla, pues sabemos que siempre habrá aprovechados que se saltarán las normas?, en fin, todo es muy complejo, pero mucho me temo que, para ‘simplificar’, los burócratas que tenemos harán llevar la mascarilla a los vacunados, y nos venderán argumentos para admitir también esa decisión.
En definitiva, que seguimos teniendo muchas dudas, y es normal, pues la situación es nueva, pero, precisamente por eso, necesitamos científicos y políticos que hablen cuando sepan, cuando puedan aportar algún aspecto, si no, que callen, pues lo que consiguen es que de cada vez nos sintamos más frustrados.
Y si en la primera fase predominaba el miedo, ahora se ha sumado la frustración; y si seguimos así, en la tercera ola, que según dicen padeceremos en enero, a los sentimientos de miedo y frustración creo que se sumará el cabreo. Y si el miedo genera obediencia, el cabreo genera desobediencia, así que ya veremos cómo resultará si no contamos rápido con dirigentes que nos merezcan nuestra máxima confianza, y eso lo tenemos realmente difícil, con los que nos gobiernan.
Amadeo Palliser Cifuentes