En el año 1858, los matemáticos alemanes August Ferdinand Möbius (Moebius) (1790-1868), descendiente de Martin Lutero y Johann Benedict Listing (1808-1882), descubrieron, independiente y simultáneamente uno del otro, la llamada cinta o banda de Möbius, si bien Listing publicó sus conclusiones antes que el propio Möbius,
Esa cinta es una superficie de dos dimensiones no orientable, con solamente un lado en el espacio euclidiano tridimensional. Se puede crear un modelo tomando una tira de papel, cogiendo un extremo y dándole media vuelta y entonces enganchando los extremos de la cinta, formando un bucle.
Un semigiro en sentido horario proporciona una versión diferente de la banda de Möbius, que si se da un semigiro en sentido antihorario. (…) Existe un número infinito de posibilidades dentro del espacio tridimensional, ya que se puede girar la cinta, antes de unir sus extremos, un número impar cualquiera de veces.
(fuente: Wikipedia)
Situándonos en el momento político español, es interesante leer el siguiente fragmento:
‘España de nuevo corre el peligro de quedar atrapada en su peor versión de la historia. La versión de la intolerancia, de la contrarreforma, del exabrupto, la frivolidad y el odio. Le pasa que tiene una cantidad demasiado voluminosa de ciudadanos que se han creído que hay una anti-España. Le pasa que cada tímido avance, como fue el de la transición, se sacraliza y se convierte en mármol intocable. No ha entendido todavía que la vida, también la vida de las naciones es cambio permanente, es saber pasar el relevo de generación en generación. No se puede congelar la historia.
La única oportunidad que tiene el tándem Sánchez-Iglesias es aprovechar el gobierno de coalición para romper este miedo ancestral al cambio. Si no lo hacen, su etapa sólo será un insignificante paréntesis progresista que no parará la involución, por no decir, la decadencia de España. Sin audacia, serán un intento fallido entre Rajoy y Casado-Ayuso.
Sánchez tiene la tentación de sobrevivir del tacticismo de corto vuelo, del juego de simulaciones: hacer ver que no pasa nada con la monarquía, hacer ver que los presos políticos no son presos políticos, hacer ver que los fondos europeos lo arreglarán todo, para hacer ver que todo cambia, cuando no cambia nada…
Pero si no afronta los problemas de fondo – Catalunya, la justicia, el modelo económico, …-, la ola reaccionaria sempiterna, lo engullirá. La inercia inmovilista es muy fuerte. La lección histórica que a estas alturas ya habría de haber aprendido la izquierda española que, si te quedas a medias, como le pasó a Felipe González, el sistema, es decir, el rechazo atávico a cualquier transformación que suponga romper privilegios y aceptar la plurinacionalidad nacional, se regenera solo’.
(Ignasi Aragay, Ara 20 dic. 2020)
Personalmente, vista la trayectoria y actuación de Pedro Sánchez, estoy convencido que tiene un vuelo gallináceo, en el cuál, el aleteo del ave se considera inversamente proporcional a la distancia que recorre el animal. Mucho aspaviento para nada. Nos ha dado muchas muestras de eso, es su estilo.
Y como buen narcisista, ese perfil sí que lo borda, aprovecha cualquier momento para hacerse autopropaganda, como vimos al anunciar la disposición de las vacunas; pero, en los momentos de hablar de restricciones y de ofrecer planes de ayudas y subvenciones, desaparece.
Por eso estoy convencido de que se repetirá la historia, y en algún momento de sinceridad extraña, Sánchez reconocerá, como hizo Felipe González (y recogí en mi escrito de ayer):
‘Es que no he sido nunca un revolucionario, era un reformista de mierda’
Y por eso estamos anclados en la cinta de Moebius / Listing, y no salimos ni saldremos de este bucle. El tándem Sánchez / Iglesias podrán aletear mucho, pero su vuelo será breve, efímero, un triste paréntesis en la casposa historia española. Y, rascando un poco (no hace falta mucho), vemos que realmente el PSOE no deja de ser un PP modernizado, ya que en realidad defienden los mismos patrones, los mismos valores, el mismo estatus quo. Todos ellos quieren mantener el cortijo del reino de España, el de la monarquía pre y supra parlamentaria, siguiendo el pensamiento de Javier Pérez Royo comentando en mi escrito de ayer. Pues ponerse el fajín de capitán general en un traspaso familiar, y presentarse después al parlamento, con todas sus galas y medallas, no fue más que la realidad que tenemos, la constitución puede decir lo que quiera, pero la realidad es esa, la jefatura efectiva del ejército la tiene el rey. Y eso sí que requeriría un cambio constitucional potente, no un mero maquillaje. Pero sabemos que en la España profunda sigue ese miedo ancestral al cambio y, por ellos, aún tendríamos un rey absoluto o al dictador.
Erwin Schrödinger (1887-1961), físico investigador en la mecánica cuántica, premio Nobel de física en 1933, se popularizó con la siguiente teoría:
‘El gato de Schrödinger, o la paradoja del gato, es un experimento mental publicado en 1935, para ilustrar la complejidad de la mecánica cuántica.
(…)
El experimento original consiste en poner un gato (vivo) dentro de una caja de acero, cerrada y opaca, juntamente con los siguientes elementos (que han de estar protegidos de cualquier interferencia directa del gato): un contador Geiger y una cierta cantidad de una sustancia radioactiva que asegure que en el transcurso de una hora haya un 50% de probabilidades que al menos uno de los átomos se desintegre (y un 50% que no se desintegre ninguno); si eso pasa, en contador Geiger acciona un mecanismo que rompe el frasco de ácido cianhídrico (que es un gato muy tóxico) que matará al gato.
En este escenario, tanto el gasto como la partícula dependen de un sistema regido por las leyes de la mecánica cuántica. Siguiendo el principio de incertidumbre que se aplica a la interpretación de Copenhagen, mientras no abrimos la caja, el gato está vivo y muerto al mismo tiempo. En el momento preciso de abrir la caja, el mismo objeto de la observación modifica el estado del gato, que pasa a estar sólo vivo o solo muerto’
(Wikipedia)
Pues bien, aquí, en España, no hace falta abrir la caja, sabemos que el franquismo (el gato negro) sigue bien vivo, con total seguridad. Por eso seguimos enzarzados entre gatos y gallinas.
Muchos siguen deslumbrados, distraídos y satisfechos con el vuelo gallináceo, otros tranquilamente saben que su gato franquista está bien vivo, aunque su popular ‘gallina’ voló de su bandera, pero siguen paseando su ‘aguilucho’ tantas veces como quieren y les conviene.
Por eso, más de dos millones de independentistas catalanes, mentalmente, ya hemos roto el cordón umbilical con el reino borbónico, que se lo confiten, les tocará más trozo de su pastel, que les aproveche. Nosotros ya hemos cambiado de dieta y de cocineros. Estamos cansados de ser parte de su cortijo, por eso debemos ser proactivos para acelerar la ruptura democrática y definitiva.
Amadeo Palliser Cifuentes