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Pedro Sánchez y la parte del león

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

No es nada nuevo, el reino de España siempre ha tenido una concepción centralista y centralizadora, jacobina, y Madrid es su gran agujero negro que todo lo absorbe y engulle. Y siguiendo esa política, Pedro Sánchez y su mal autoconsiderado gobierno progresista, se aplica como un alumno obediente y disciplinado, para no molestar al verdadero núcleo duro del poder, encarnado en la monarquía y sus acólitos: el IBEX35 y el poder judicial / policial / militar.

Y, como buen narcisista, Pedro Sánchez no quiere presentar su verdadera cara, y siempre se muestra con la careta que le parece más útil, según el caso; ya sea la pandemia, la invasión de Ucrania y, ahora, el cambio climático. Y con esas excusas, le importa poco o nada, invadir competencias autonómicas, ya que siempre considera que la centralización, de por sí, es un bien superior que garantiza la mejor gestión.

Ayer tuvimos un nuevo ejemplo de esa centralización, con la aprobación del decreto de medidas urgentes contra los incendios forestales, por el cuál centralizó la gestión de los incendios, imponiendo los criterios de la agencia meteorológica española, sobre los servicios autonómicos, como el catalán.

Ciertamente, este año ha habido grandes incendios, y el cambio climático, con la elevación de las temperaturas, las sequías, etc.; no apunta nada bueno de cara al futuro. Hasta este momento se ha conseguido un récord histórico en Europa, con 660.000 hectáreas quemadas; y España encabeza el ranking de países, con 245.061 hectáreas arrasadas por el fuego, seguida por Rumanía con 150.528, Portugal, con 75.277, y Francia, con 61.289 hectáreas quemadas. En Catalunya, con 747 incendios, se perdieron, según información de finales de julio, 17.992 hectáreas.

También es preciso señalar que, en el reino de España, hay varias zonas climáticas: oceánica, continental, mediterránea, de montaña y subtropical.

Lógicamente, además de las condiciones climáticas, influyen otros factores, como los medios y recursos disponibles, las medidas preventivas (siempre se dice que los incendios se apagan en invierno, con la limpieza de las zonas forestales), las normativas de construcción de zonas residenciales, etc. Y todo ello está en dependencia directa de las dotaciones presupuestarias.

En base a lo expuesto, es del todo ilógico implantar medidas generalizadas, por ejemplo, para regular los termostatos para reducir el consumo energético, prescindiendo de las necesidades de las diferentes zonas climáticas.

Igualmente, es lógico que haya una coordinación amplia, para gestionar las ayudas para apagar grandes incendios; y eso ya pasa, pues en muchas ocasiones se ha pedido ayuda a otros países próximos (por ejemplo, Francia); y generalmente ha funcionado aceptablemente bien.

Pero lo que es ilógico, es centralizar en los ministerios de Madrid las decisiones de cerrar el acceso a determinados parques naturales, o de centrar preferentemente los recursos en uno u otro incendio, cuando se dan simultáneos en una autonomía. Y, lo que es igualmente grave, prescindir de los servicios meteorológicos de las comunidades autonómicas que lo tienen implantado, como Catalunya, y que tiene una mayor especialización local.

En toda situación siempre se aconseja pensar globalmente y actuar localmente, lo que se denomina la ‘glocalización’ (global + local); y eso es positivo, pero, para ser útil, ha de tener unas limitaciones, ya que, si ampliamos mucho el foco de la globalización, por ejemplo, a nivel español, europeo, mundial, obviamente, el resultado del análisis aportará mucho, pero distorsionará la actuación local.

Siempre se precisa un equilibrio y, volviendo al caso que nos ocupa, la visión global de Catalunya, que, climáticamente, ya de por sí es compleja por su variedad, permite una gestión local adecuada y especializada, por cuanto el conocimiento global y a la vez local (detallado del terreno y de las poblaciones, con sus diferentes características), permite una mejor resolución de los problemas, siempre que esté debidamente financiada la dotación de los recursos necesarios.

Pero está claro que esta nueva invasión de las competencias autonómicas, en realidad, sólo tiene una explicación, que no es técnica, ni científica, ni económica, si no que es meramente política: el deseo de unificación y homogeneización. Y así, poco a poco, ir descafeinando y laminando las competencias autonómicas, con el objetivo de que al final queden como meras gestoras.

Y, en concreto, esta centralización va, única y exclusivamente contra Catalunya, ya que Euzkadi (País Vasco) tiene reconocidos sus fueros históricos, debidamente blindados en su estatuto de autonomía; y la mayor parte de las restantes comunidades autonómicas no tienen, no han querido, tener determinadas responsabilidades. Es el caso de las policías autonómicas, únicamente existen la ‘ertzaintza’ y los ‘mossos’; policías locales / municipales, sí que existen en la mayor parte de grandes municipios, pero no actúan como cuerpos de policía integral.

Como dicen los especialistas, siguiendo al matemático Henri Pointcaré (1854-1912), el comportamiento de los sistemas complejos contempla dos zonas:

  • Una zona estable, en la cuál, si el sistema es perturbado, vuelve al estado inicial.
  • Una zona inestable, en la que una pequeña distorsión provoca futuras divergencias.

y normalmente, los sistemas operan en los límites entre las dos zonas, lo que algunos autores definen como zona de transición o ‘el borde del caos’.

(Fuente: http://komplexblog.blogspot)

El núcleo duro del poder español cree que su reino ha de responder al primer modelo de zona, basada en la mecánica newtoniana (principio de acción y reacción), como hemos visto con la represión; y no contemplan que en realidad está en la segunda zona, ya que la complejidad que presenta, por ejemplo, nuestra comunidad autonómica, con nuestros intangibles, como el deseo de independencia de la mayoría (el 52% de los diputados), la personalidad del conjunto de los catalanes con nuestros valores, etc.; y esos activos intangibles, hasta cierto punto imprevisibles, son los que determinan la complejidad, y, su gestión, por parte de un gobierno central democrático, debería contemplarlas y satisfacerlas.

Pero no es el caso, ya que el núcleo duro del poder español sigue la política que Esopo (s. VII a.C.) explicó en su fábula: ‘La parte del león’, (origen de la expresión ‘leonina’, para describir situaciones injustas o abusivas).

De esa fábula hay varias versiones, y seguidamente me limito a transcribir un par de ellas:

Primera:

‘Un león se asoció junto a otros animales (una vaca, una cabra, y una oveja) para cazar un ciervo y a la hora de la realizar el reparto, el felino se quedó con las cuatro partes del animal, dando como respuesta, antes las quejas de sus socios de cacería, que le correspondía la primera parte por el solo hecho de ser el león, la segunda, por ser el más fuerte de todos, la tercera, porque se lo merecía más que los demás y la cuarta y última porque le daba la gana’.

Segunda:

‘Cierto día, el león, cansado de cazar solo, invitó al oso y al zorro a acompañarlo. Era poco frecuente que el orgulloso rey de la selva invitara a sus súbditos a acompañarlo en una cacería, y el oso y el zorro se sintieron encantados y lisonjeados. En realidad, las cosas no habrían podido marchar mejor … por algún tiempo.

Su suerte fue tan buena que, antes del anochecer, habían atrapado varios conejos, dos cabras y un ciervo. El león eligió para acampar un sitio próximo a su cubil y, pasándose la lengua por las quijadas, encargó al oso que repartiera las presas.

El bien dispuesto y honrado oso hizo inmediatamente lo que le había ordenado el león. En realidad, estaba tan atareado dividiendo lo cazado en tres partes iguales, y lo hacía con tanto cuidado, que no miró en dirección al león. Y fue una lástima, porque el león escarbaba el suelo meneando la cola y enojándose cada vez más. Por fin, cuando el oso iba a terminar su tarea, el león le saltó encima, con un rugido, y lo despedazó. Después, más hambriento que nunca, miró con aire impacienta al zorro, que había estado contemplado la escena.

Ahora veamos si sabes dividir las cosas de manera más razonable, ordenó el león al zorro, y hazlo con rapidez.

En silencio, el zorro puso manos a la obra. En un abrir y cerrar de ojos, puso todas las presas que habían matado, inclusive el oso muerto, en una enorme pila. Para él, sólo se reservó un pequeño conejo.

El león hizo con su maciza cabeza un además de aprobación, diciendo: así concibo yo una división justa, eres un animal con sentido común.

Cuando el zorro se disponía a abandonar el campamento con su raquítico conejo, el león volvió a hablarle: Amigo zorro, preguntó ¿quién te enseñó a dividir las cosas tan bien?

Y el zorro respondió: lo poco que sé, acabo de aprenderlo de mi difunto amigo el oso.

(https://mitosyleyendascr.com/fabulas/la-parte-del-leon)

En definitiva, los independentistas catalanes estamos cansados del trato leonino (injusto y abusador) del reino de España, ya que su proceder es similar al del león de las fábulas; y tenemos que ponerle fin, cuanto antes, de forma efectiva, democrática y pacífica. En caso contrario, seguiremos sin tener nada, como en la primera versión, o, peor todavía, acabaremos como el oso y rodeados de los catalanes unionistas que se conforman con el raquítico conejo, como el zorro.