Buscar

Pedro Sánchez y su arte de birlibirloque

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Bolita aquí, bolita allá, promesa hoy, incumplimiento mañana, ese es el arte del ‘lord Voldemort’ Pedro Sánchez, como vemos, una vez más, con el acuerdo del traspaso de Rodalies (tren ce cercanías, de Catalunya), como intento explicar en este escrito.

Voldemort es un personaje de ficción y antagonista principal de Harry Potter, de J. K. Rowling; si bien, en esas novelas, el mago es vencido por Harry Potter; y espero que, más pronto que tarde, Pedro Sánchez acabe igual.

Pero, hasta ese momento, el mago Sánchez aplica su magia negra, su encantamiento, su arte de birlibirloque que, etimológicamente, en el lenguaje caló, significa estafar y ladrón., ‘en el sentido de conseguir algo con habilidad sin que se sepan los medios que se han utilizado, pero sin ser’.

Es preciso diferenciar a los hechiceros, que nacen con su magia, mientras que los brujos hacen un trato, un pacto, para conseguir su magia, y solo obtienen unos pocos hechizos, como Pedro Sánchez, representante del represor estado español, que, dentro de sus limitaciones, va aplicando sus maldiciones, pensando que con su ‘legeremancia’ (capacidad de leer nuestras mentes) y su ‘oclumancia’ (capacidad de proteger su mente), tiene más que suficiente.

Y, asimismo, Pedro Sánchez, en su narcisismo patológico y su prepotencia extrema, está tan distanciado de la realidad, que se cree que es Edward Alexander Crowley (Aleister Crowley, 1875 – 1947), también conocido como Frater Perdurabo y the great beast (la gran bestia), el gran ocultista y mago ceremonial fundador de la ‘filosofía’ Thelema (fue autor del legendario ‘Libro de la ley’, el libro sagrado de Thelema) y miembro esotérico de Hermetic Order of the Golden Dawn. Según esa ‘filosofía’ el eje era ‘haz lo que quieras y el amor es ley’; y así, Sánchez, hace lo que quiere (y puede) y su amor a su poltrona, es su ley.

Elucubraciones al margen, acabamos de ver una nueva muestra de que la exactitud y la coherencia, sólo residen en las matemáticas, como señalé en mi escrito de ayer (14 de marzo), al hacer referencia a la constante π, pues está claro que, en la política, todo es falsedad sobre falsedad.

Pedro Sánchez, en noviembre del 2023, acordó con ERC el traspaso integral de Rodalies, a cambio de su apoyo para la investidura. Pero, una vez apoltronado en su felpudo trono, se olvidó del acuerdo, y lo fue utilizando en sucesivas negociaciones. El traspaso que se explicitaba era el de la infraestructura de la línea del Maresme de la R1, la línea Papiol – l’Hospitalet – Vic – Puigcerdà de la R3, y la línea de Sant Vicenç de Calders de la R2; y la titularidad de esta infraestructura debía traspasarse a la Generalitat, segregándose de Renfe, pasando a una nueva empresa, Rodalies de Catalunya, con participación mayoritaria de la Generalitat y un consejo de administración al 50 % entre la Generalitat y el estado, con presidencia de la Generalitat con voto de calidad. Y también se acordó traspasar los recursos económicos para pagar el déficit (la deuda) que tiene Renfe por la prestación de este servicio.

Pasado casi un año y medio, todo sigue en el aire, y el gobierno español ha planteado líneas rojas, como que el tramo que va entre la futura estación de bifurcación-Sagrera y la de Maçanet Massanes, de la R1, debía quedar excluido, por estar catalogado de ‘red ferroviaria de interés general’, y el tramo entre Molins de Rei y bifurcación- Sagrera, también continuaría en manos de ADIF, y, claro, la estación de la Sagrera, nunca será traspasada, por ser ‘red ferroviaria de interés general’.

Esto demuestra muchas cosas, en primer lugar, que Pedro Sánchez, cuando lo necesita, acordó lo que le pedían a cambio, incluso sin tener conciencia, conocimiento, de lo que estaba pactando; o, incluso peor, que sabiéndolo, mentía como un bellaco desde el inicio, y esto es lo que creo que es, ya que, tiene decenas de asesores que le van informando y aconsejando puntualmente sobre los pros y contras de cada paso que efectúa. Pero, aún así, considerándose el gran brujo, dominador de las artes más oscuras, se lanzó al vacío, para alcanzar la presidencia del gobierno.

Y así van pasando los meses, mientras el payaso de la pista del circo va anunciando el triple salto mortal sin red, del acróbata Pedro Sánchez, pero va pasando el tiempo, y Pedro Sánchez sigue agarrado a su trapecio, sin soltarse y, finalmente, cuando se apagan las luces y salen las bailarinas, el falso trapecista baja por las escalas, vergonzantemente oculto en la oscuridad, mientras los espectadores, distraídos, miramos a las mencionadas bailarinas.

Y, además de esas líneas rojas, argumentadas con mil elucubraciones, a cuál más churrigueresca, salen los trabajadores de Renfe / Adif, anunciando todo tipo de huelgas, para frenar pasar a depender de la Generalitat.

Esta postura, como la de los funcionarios de hacienda, los policías y guardias civiles, etc., son muestras de la catalanofobia de gran parte de la ciudadanía española, pero, y aún peor, de muchos catalanes-españoles, o españoles-catalanes, que, viviendo y trabajando aquí, siguen considerando a la Generalitat como una enemiga, con la que no pueden ni quieren confiar, ya que eso sería rendirse al enemigo secular.

Está claro que esos especímenes representan a los vencedores, del 1714 y de la guerra incivil de 1936, es evidente, y nos siguen considerando tierra conquistada, a la que hay que tratar como la peor colonia.

Y esa actitud es indecente, no me cabe otro calificativo. Personas que viven aquí, en Catalunya, que, teóricamente, conocen o deberían conocer nuestra cultura, en toda su extensión, no solo se niegan a hablar y entender el catalán, si no que atacan todas nuestras señas de identidad. Convivir en una tierra, recibiendo un trato civilizado y solidario y, como contrapartida, mostrarnos su odio y su bilis, no es propio de ciudadanos, más bien es de adocenados.

Y para evitar conflictos con esos colectivos, ahora con los trabajadores de Renfe / Adif, al servil conquistador Óscar Puente, ministro de transporte, ayer propuso crear una empresa (será por burocracia) que ampare a esos trabajadores, una organización de dependencia estatal, claro. Y esa propuesta fue bien recibida por los trabajadores y por los impresentables sindicatos, pues así ven que se mantienen las garantías laborales. Y eso es vergonzoso, ya que esas garantías ya las aseguraba la Generalitat, pero, claro, para esos unionistas, eso es papel mojado, como mucho.

Y esos sindicatos (CCOO, UGT, CGT, SFF, Intersindical y SCF), muestran, una vez más, que, principalmente velan por sus propios intereses, y no quieren perder cuota de poder, pues consideran que, si se fraccionan las empresas de Renfe/Adif, ellos perderán (teóricamente) afiliados. 

Es vergonzoso que los sindicatos hagan política, que se inmiscuyan en temas que no les incumben; como los funcionarios de hacienda y policías, que se niegan a aceptar decisiones políticas, olvidándose que deberían ser, ni más ni menos, que simples servidores de las leyes en vigor.

Pero no es así, esos trabajadores españolistas, esos funcionarios, esos organismos, etc., no son más que colonizadores, en toda su extensión.

El senador Eduard Pujol (de Junts), ayer, indignado, comentó que ese acuerdo mostraba claramente que es el ‘resultado del no traspaso’, y es así, no caben otras interpretaciones.

Pero, por el contrario, los miembros de ERC (Gabriel Rufián, Elisenda Alamany, Silvia Paneque, entre otros) siguen defendiendo que están trabajando por la implementación del acuerdo pactado, y que, por lo tanto, no hay que marear la perdiz, pues siguen trabajando para que el traspaso cumpla el 100% de lo acordado. Afortunadamente, algún verso libre de ERC, como Carme Forcadell, no comulgan con el relato oficial de su partido, y eso les honra, pero son minoría, una minoría irrelevante, dado el funcionamiento del rodillo que impone Oriol Junqueras.

Esta situación ‘normalizada’, según considera Pedro Sánchez, me recuerda los ‘cuarenta años de paz de Franco’, que debíamos asumir, por temor a sus represalias; y, encima, nos quieren convencer que la represión nunca ha existido, que el castellano nunca fue impuesto, etc.

Eso sí, casi todos los catalanes-españoles o españoles-catalanes coinciden con nosotros, criticando a Donald Trump, pero no ven que su rey Felipe VI y sus tentáculos poderosos son idénticos a ese prepotente abusador.

Así que, ante el clima anticatalán dominante, no nos cabe otra que responder, ninguna acción sin respuesta. El silencio es rendición y les da alas a los represores, pues asumen que ‘el que calla otorga’.

Y los independentistas no podemos esperar que se nos aparezca un nuevo mago Merlin, que derrotó a los invasores, pues solo existió en las leyendas célticas. 

Por eso, debemos ser conscientes que lo tenemos todo en contra, pero, aún así, estamos obligados a persistir en la lucha por nuestra independencia, para honrar a nuestros antepasados y dejar un futuro mejor a nuestros nietos. Y esta ilusión nuestra, si no va acompañada de la acción, acabará en desilusión, claro. 

Ricardo Eliezer Neftali Reyes Basoalto (Pablo Neruda, 1904 – 1973) escribió:

‘Existen derrotas, pero nadie está a salvo de ellas. Por eso es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños, que ser derrotados sin siquiera saber por qué se está luchando’    

No puedo añadir nada que mejore esa idea redonda; sólo que no nos dejemos engañar por los falsos brujos de turno, con su baratijas y malas artes de birlibirloque.