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Pensamientos polarizados: la parte y el todo

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Cualquier suceso, desde las elecciones americanas, hasta la catástrofe ocasionada por la DANA (gota fría) en la comunidad valenciana, motivan análisis más o menos consistentes, objetivos o parciales e interesados; pero, básicamente, generan reacciones primarias fruto de nuestras propias distorsiones cognitivas; por lo que, intentar simplificar la complejidad, suele ser un error, como intento explicar en este escrito.

A modo de ejemplo, la victoria de Donald Trump es vendida como un tsunami del pensamiento liberal conservador, una ola que arrasará y contaminará las políticas mundiales. Y en parte, es verdad que los poderes económico y mediático tienen un efecto multiplicador. Pero no debemos caer en los errores de la sobregeneralización, ni en el de la simplificación, que son los más tentadores.

En primer lugar, es preciso puntualizar y contextualizar los resultados de las elecciones en los EUA, pues, de una población de 342 millones de habitantes, a primeros del 2024, el censo actual era de 244 millones, y votaron 135 millones de ciudadanos, menos de 20 millones que en las elecciones del 2020.

Así, la abstención fue del 45%, mientras que en las pasadas elecciones del 2020 fue del 33,2%.

Efectivamente, el voto en los EUA no es fácil, ya que requiere registrarse previamente, lo que dificulta el acceso a los que tienen menos facilidades tecnológicas y laborales, y muchos inmigrantes no pueden votar, por su estatus migratorio, aunque contribuyan económicamente en el país desde hace años.

Por lo tanto, los 71 millones de votantes de Trump, en realidad representan un 29,09 % del censo; y un 20,7% de la población.

Pero así funciona la democracia.

La abstención refleja un desencanto, una desafección con la política; y no creer en los políticos ni en las instituciones, es el caldo de cultivo adecuado para los populismos más extremos, ya que abstenerse por no ver diferencias entre los candidatos, ver que ninguno responde a nuestros intereses particulares, es ceder, rendirse y dejar las manos libres a los candidatos que sí que serán votados. Y esa desconexión es grave, claro, y que haya millones de ciudadanos que hayan decidido no participar, tiene sus consecuencias.

Pero, efectivamente, hay votantes que participaron convencidos de que su candidato promete lo que desean, que su visión de país coincide con el propio, o por querer defender los derechos conseguidos y avanzar en justicia e igualdad, etc.

Según las estadísticas presentes, los temas que más han influido en los votantes han sido: la economía (39%); la inmigración (20%), el aborto (11%); la salud (8%); el clima (7%); el racismo (2%); y la política exterior (2%).

Por lo que me parece claro, que se confirma la pirámide de la jerarquía de necesidades de Abraham Harold Maslow (1908 – 1970), es decir, que en primer lugar priman las necesidades básicas (nutritivas), seguidas de la seguridad, de las necesidades sociales, las de autoestima y, finalmente, en la cúspide, las de autorrealización.

Es decir, que las necesidades económicas son básicas y determinantes, por encima de toda ideología. Y el candidato que quiere ganar, lo ha de saber.

Asimismo, es preciso recordar que el tradicional sistema electoral de los EUA, no es amigable con la ciudadanía actual, ya que, al mantener hábitos y circunstancias propias de siglos pasados, no facilita el acceso al voto, puesto que la sociedad ha cambiado de forma notable, al no ser mayoritariamente rural.

La norma que establece la fecha de las elecciones fue fijada en 1845 y se determinó que no se podía votar en domingo, pues ese día, gran parte de los ciudadanos iban a sus iglesias; tampoco podía ser los lunes, pues los electores tendrían que viajar en carruaje el domingo, desde sus hogares hasta los centros de votación (en las capitales de los condados); los miércoles eran los días de los mercados agrícolas; así, los martes parecían la mejor opción. Las elecciones debían ser en noviembre, ya que, en un mundo rural, la cosecha ya estaba efectuada; pero no podía ser el 1 de noviembre, si caía en martes, para evitar la coincidencia con la celebración de la fiesta de Todos los Santos, y era el día de cerrar la contabilidad de octubre. Por lo tanto, se fijaron en el primer martes de noviembre, después del primer lunes. 

Pero en la actualidad, en la era de internet, los martes es un día inconveniente para ir a votar, ya que requiere faltar unas horas al trabajo. Si bien, obviamente, todas esas dificultades no explican, por sí mismas, que este año hayan votado 20 millones menos que en las elecciones del 2020.

Independientemente de todas estas circunstancias burocráticas, es importante recordar que el razonamiento humano utiliza dos mecanismos: el deductivo, que es ir de lo general a lo particular, de lo abstracto a lo concreto; y el razonamiento inductivo, que es lo contrario, ir de lo particular a lo general, de lo concreto a lo abstracto.

Por lo que sacar conclusiones generales de observaciones particulares (aunque sean 71 millones de votantes), puede comportar errores, que se manifiestan con pensamientos dicotómicos, polarizados, con expresiones como ‘siempre /nunca’, ‘todo / nada’ etc.; y esto sería un error del razonamiento inductivo.

Asimismo, todos tenemos distorsiones cognitivas, es decir, patrones de pensamiento autónomo y, por lo tanto, sesgados, subjetivos, que dan lugar a interpretaciones erróneas de la realidad; es como intentar ver con unas lentes mal graduadas y que deforman la realidad. Y esos patrones de pensamiento autónomos e individuales, obviamente, están determinados y son fruto del caldo de cultivo cultural propio, y eso es específicamente personal.

Y en ese marco específico personal, es sabido que influye el ‘efecto espejo’, que es un concepto psicológico que explica que los aspectos de nuestra propia personalidad, que no hemos aceptado o reconocido, cuando los vemos en los demás, nos producen y provocan un gran rechazo y repulsión. Es decir, que puede darse el caso que lo que nos irrita de los otros, sea fruto de efecto espejo en cuestión.

Por eso, simplificar los análisis que concluyen que los votantes americanos que han optado por Trump, son infantiles, fachas, nacionalistas, etc., en todo caso, son meros reflejos nuestros, más que fotografías exactas de la realidad; pues ese efecto espejo puede mostrarnos falta de autoestima, resistencia al cambio, miedo a lo desconocido, proyecciones de inseguridades, etc.

Y hemos der aprender a decir que no, especialmente a los análisis simplistas con conclusiones aparentemente concluyentes. No hay soluciones fáciles para temas complejos. Por lo que debemos evitar las falacias de la sobregeneralización, como las tesis conspiranoicas de que todo es fruto de la maléfica mentalidad de Stephen Kevin Bannon (n. 1953), por más poderosa y constatable que nos parezca.

Es verdad que las tesis de Bannon, basadas en el nacionalismo económico (énfasis en el control de la economía, aranceles, formación de capitales, restricciones laborales, etc.) adoptadas por Trump, tienen su público y seguidores en muchos partidos también europeos, y como hemos visto con los 71 millones de votantes; aunque sea de un modo un tanto irracional (como que inmigrantes asentados en el país, sean los más reacios a aceptar a nuevos inmigrantes, por creer que harán peligrar su actual estatus)

Igualmente, la carencia de un verdadero programa, por parte de Kamala Harris, limitado a: ‘ser mejor’, ‘ser menos mala / nociva’ que Trump, tampoco es nada motivador, como hemos visto por el gran abstencionismo.

Y el núcleo central de los actuales resultados, a mi modo de ver, es precisamente la abstención del 45%. En Catalunya hemos constatado de forma repetitiva, que la abstención no puede considerarse neutra, ya que todo incide e influye. Y, generalmente, la abstención tiene resultados negativos, como la elección de Trump, o la victoria del represor Salvador Illa.

Abstenerse para reflejar un castigo a la opción más próxima, está claro que tiene doble connotación, ya que, además de castigar a los propios, ‘beneficia’ directa o indirectamente a los contrarios.

Y eso es lo que tenemos, y deberemos apechugar con Trump e Illa; y solo nos queda la opción de no dejarnos llevar por la marea antipolítica, más bien al contrario, debemos involucrarnos para intentar que el actual trance sea lo menos doloroso posible, que no tengan fácil la aplicación de sus políticas, que la ciudadanía vea que hay alternativas, etc., sólo así, en las próximas elecciones, podrá revertirse la actual situación.  Y, para eso, en el interín, debemos ser cautos y críticos con las mentiras, bulos, pseudoinformaciones, etc.