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Pensar con los riñones

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Como continuación de mi escrito de ayer, titulado: ‘oír con los ojos’, en el presente utilizo el término ‘riñones’ como una metonimia (un cambio semántico, por el cual se designa un concepto con el nombre de otro, sirviéndose de alguna relación existente entre ambos), y, en este caso, la relación es cacofónica (sónica), como todo el mundo entenderá.

No se trata de una sustitución metafórica (otra figura retórica), pues no se trata de un traslado de cualidades de una cosa, figurativamente a otra, ya que, si fuera así, cabría señalar que los riñones tienen como principal función la filtración de productos tóxicos y líquidos en exceso; y, por lo que estamos viendo en los comentarios post-manifestación de la Diada, NO se produce ningún filtraje, más bien al revés, se multiplican la basura y los insultos.

El presente título quizás tenga un verbo erróneo, ya que ‘pensar’, refiriéndome a los exabruptos en cuestión, es mucho decir, es una condescendencia gratuita, pues:

  • Gabriel Rufián (portavoz de ERC en el congreso), ha dicho: ‘No quiero fomentar tormentas mediáticas que cansan enormemente a la gente’, cuando todos sabemos que tiene el dedo rápido para tuitear contra Carles Puigdemont.
  • Félix Bolaños (ministro de la presidencia, del PSOE): ‘La manifestación de la Diada, con firma que Catalunya está pasando página de los proyectos divisivos que fracturan la sociedad y llevan a una tensión insoportable (…) los catalanes están apoyando por el diálogo cada vez con mayor claridad’. Es preciso señalar que Bolaños se ha basado, exclusivamente con las cifras dadas por la guardia urbana de Barcelona.
  • Etc.

Como expliqué ayer, la alcaldesa unionista y excesivamente crítica con el movimiento independentista, Ada Colau, siempre se ha caracterizado por utilizar todos los resortes para desvirtuar a sus oponentes, lo vimos en el caso inventado contra el alcalde Xavier Trías (al que todavía no ha pedido perdón), a su pacto contranatura con Manel Valls, el exlíder francés, y después de Ciudadanos; a Colau todo le vale para ganar, y si tiene que pactar con el diablo, lo hace sin reparos, ya que es amoral. Y, claro, respecto a la cuantificación de la Diada, es preciso señalar que su guardia urbana se basa en el siguiente escalado:

  • Densidad baja: entre 0 y 1 persona por metro cuadrado.
  • Densidad alta: entre 2 y 3 personas por metro cuadrado.
  • Densidad muy alta: 4 personas por metro cuadrado.

Y según la ANC (organizadora) y elnacional.cat, el espacio que ocupamos, descontados los parterres, fueron 150.000 metros cuadrados. Y todos los que asistimos, sabemos que, en el momento decisivo, una vez ya compactados, por metro cuadrado éramos 4 o 5 personas. Así que la cifra de la guardia urbana (150.000 asistentes) no es más que un insulto a la inteligencia y a la ética.

Y claro, todos los unionistas y sus medios subvencionados toman la cifra de la guardia urbana, para desvalorizar la manifestación.

Es evidente, no oyen con sus ojos, ni piensan. Sólo multiplican su testosterona, para demostrar lo ‘machos’ que son y el poder que tienen.

Y dada esta situación, constatamos el fenómeno de la polarización de las actitudes y creencias, y eso, en principio, es un mecanismo de defensa psicológico, y, por lo tanto, inconsciente; pero vemos, asimismo, que esa polarización también se efectúa de forma consciente (que no racional, forzosamente), como defensa interesada.

Mediante la polarización, todos nos vemos buenos, y, en contraste, malos a los diferentes. Y, por lo tanto, perdemos el equilibrio necesario para acercarnos a la realidad, con sus matices y grises.

Es preciso reconocer que la polarización es un tipo de distorsión cognitiva.

Las distorsiones cognitivas se fundamentan en diferentes mecanismos: El filtraje selectivo de la información; La abstracción de la información o personas disidentes; La sobre-generalización; La visión catastrófica; La negación; La personalización; La falacia del control; La falacia de la justicia; El excesivo razonamiento emocional; La falacia del cambio; Las etiquetas generales; La proyección de la culpabilidad; La falacia de las recompensas superiores; La minimización de los errores; La maximización de los beneficios; El negativismo; El sesgo confirmatorio; etc.

Y esos mecanismos que propician la distorsión cognitiva, se pueden observar tanto a nivel individual, como colectivo. Y se pueden constatar en la utilización de determinados términos: siempre, nunca, todo, nada, que, aplicados de forma automática, determinan una categoría de pensamiento polarizado.

En el ámbito social, la polarización política también se basa en la potenciación de las opiniones extremas, de ambos lados, perdiendo influencia las opiniones más moderadas (a los que se conocen como díscolos o disidentes).

Y consecuentemente, las conclusiones a las que se pueda llegar conllevan, con toda seguridad, un sesgo que las desvaloriza y caricaturiza.

Como sabemos, con mensajes simplones es fácil contagiar a las masas, eso todas las dictaduras y fascismos lo saben muy bien, pues se aprovechan del sesgo de confirmación, que es más cómoda y, por lo tanto, más asumible (independientemente de que sea positiva o negativa hacia los otros). Y ese sesgo, lo que comporta, asimismo, es una mayor polarización, es el ‘ouróboros’, la serpiente que se muerde la cola.

Y ese pensamiento polarizado refleja una rigidez mental y un miedo al cambio, esa es su zona de confort. Es indiferente que ese pensamiento sea consciente o inconsciente, pues, en ambos casos, la persona vive en un mundo auto-limitado de blancos y negros.

Y ese tipo de personas o de colectivos, tienen un patrón mental negativo pernicioso, como individuos y como grupos: Charles Darwin (1809-1882), en su obra ‘El origen de las especies’ (1859), justificaba la adaptabilidad, como una ventaja reproductiva; y la rigidez, sería su antítesis.

Por todo ello, debemos ser críticos, empezando con nosotros mismos y, después, a nivel general; debemos tener presente la popular reproducción de ‘los tres monos sabios’, que se tapan, respectivamente, los ojos, la boca y los oídos. Esta escultura se encontró en el s. XVII en el santuario de Toshogu (montaña al norte de Tokio); a esos tres monos se les conocía como Mizaru, Kikazaru e Iwazaru: no ver, no oír, no hablar; es decir: no ver lo malvado, no escuchar lo malvado, y no decir con maldad; en definitiva, una síntesis de las tesis de Confucio (Kongzi o Kong Fuzi; 551 a.C.- 479 a.C.).

En ese sentido, Sócrates (469 a.C.- 399 a.C.) aplicaba, con cierto paralelismo, sus: ‘tres filtros’:

  • Verdad: ¿has examinado con detenimiento si aquello que quieres decir es verdadero en todos sus puntos?
  • Bondad: ¿Lo que quieres explicar es por lo menos bueno?
  • Necesidad: ¿Es imprescindible que cuentes esto?

Y si lo que quieres o queremos contar, no es verdadero, ni bueno ni necesario, mejor que lo callemos; y, evidentemente, aplicando esos tres filtros a la información que nos llega, nos daremos cuenta que predomina la basura y deberíamos eliminarla o, cuanto menos, no atenderla.

En el caso de la marea post manifestación de nuestra Diada, constatamos que predomina la basura, que debemos filtrar; nuestros ‘riñones’ tienen mucho trabajo. Así no caeremos en la trampa del zorro y las uvas, que comenté ayer. No debemos despistarnos, sabemos lo que queremos, que somos suficientes, y que cuando es preciso, nos manifestamos; y que digan y hagan las lecturas que quieran, si quieren engañarse.

El próximo 1 de octubre, quinto aniversario del referéndum que ganamos, volveremos a manifestarnos; y Salvador Illa, Ada Colau, etc.; no podrán repetir que somos excluyentes; será nuestra jornada, como la suya será el 12 de octubre, su día de la Hispanidad (o de la Raza, como le llamaban antes). Y ese día 12 no les diremos excluyentes, nos autoexcluiremos nosotros, que discrepamos totalmente de esa ideología imperialista, colonizadora y asesina.

Por eso, a los que no quieren atendernos, y nos insultan con ‘lecturas’ como la del citado Félix Bolaños, que lo tergiversan todo; y que, en definitiva, no son más que una muestra actualizada del ‘muera la inteligencia’, de su ‘ídolo’, el fundador de la falange, José Millán-Astray (1879-1954), debemos ignorarlos, y a Bolaños, en concreto, deberíamos rechazarlo como líder unionista en la ‘mesa del diálogo’, pues no es objetivo, es un ‘hooligan’ del estado. Pero sabemos que no lo harán, vemos que el poder judicial está confeccionado o consolidado con esa forma amoral y así nos va.