Dados los incumplimientos seguidos y repetitivos de Pedro Sánchez, el pasado lunes día 9, el president Carles Puigdemont anunció la formulación para que Pedro Sánchez se someta a una cuestión de confianza, ya que señaló que ‘hoy Sánchez sigue demostrando que no es de fiar’; y, en el presente escrito desarrollo el tema de la confianza / desconfianza.
La palabra confiar está formada con componentes léxicos latinos: el prefijo ‘con’ (junto, globalmente) y ‘fides’ (lealtad, fe, con fianza); por lo tanto, expresa ‘tener fe o lealtad’; pero existen diferencias notables entre los términos griego y latino, por lo que me parece interesante reproducir los siguientes fragmentos de un escrito de octubre del 2017, de Gerardo Ramírez Vidal, de la Universidad Autónoma de México, que me parece muy ilustrativo.
‘En origen, las palabras ‘pistis’, en griego, y ‘fides’, en latín, designan una especie de contrato o acuerdo entre las partes y estrechos vínculos de confianza en las relaciones públicas internas y externas o entre individuos. Por tanto, significan ya sea ‘fiabilidad’, en sentido abstracto, o la ‘confianza’ o ‘fe’ que alguien quiere producir en los demás.
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El poeta Teogonis personifica a Pistis como una gran diosa. Los romanos, quienes se consideraban a sí mismos como el pueblo de la fides, levantaron un gran templo, cerca del dedicado a Júpiter Capitolino, en honor a su antigua deidad llamada Fides.
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La raíz de pistis está emparentada al término latino fides, y ambas derivan de la raíz indoeuropea bheidh, cuyo sentido originario es crédito y garantía, o bien, confianza y fidelidad.
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En su origen, fides, como pistis, resalta la inviolabilidad de la palabra dada, y un apretón de manos es suficiente para darse mutua confianza.
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Sin embargo, hay una gran diferencia entre la pistis de los griegos y la fides de los romanos. Entre estos últimos, la fides se daba fundamentalmente entre desiguales: entre vencedor y vencido, entre patrón y cliente, entre acreedor y deudor, entre magistrado y ciudadano. El cliente debe a su patrón respeto y obediencia y éste, a su vez, está obligado a proteger a su cliente de agresiones de terceros (…) Roma impone la fides, esto es, su poder, su superioridad; el pueblo vencido acepta la fides, la lealtad a los vencedores y estos aseguran la protección de los vencidos. Así, la fides significa tanto poder y protección como lealtad conforme a los roles que desempeñan las partes.
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En cambio, entre los griegos la relación era fundamentalmente igualitaria, era un compromiso de fidelidad a la palabra dada o al convenio establecido, ya sea entre los miembros de la nobleza o bien entre los ciudadanos. La mano se da entre iguales.
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El sentido de la palabra fides se relaciona de forma inexacta en nuestros diccionarios, de forma tan errónea (…) pues, por ejemplo, ‘fides est mihi’ no significa ‘tengo confianza (en alguien)’ sino lo contrario, ‘(alguien) tiene confianza en mí’; o, ‘fidem habere alicui’, no significa ‘tener confianza en alguien’, sino ‘atribuir a alguien la confianza que le pertenece’.
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Por lo tanto, la palabra fides cubre un amplio rango de connotaciones: poder, obediencia, crédito, garantía, confianza, etc. (…)’
(https://search.app/JiBZ29xLXZwTYbN29)
De acuerdo con lo expuesto, me parece claro que pedro Sánchez asume sus compromisos bajo el paraguas romano mencionado, es decir, impuesto en virtud de su superioridad, que sus súbditos (vencidos) debemos respetar; y, por lo tanto, no los concibe como un trato entre iguales, como expresaba el término griego pistis.
Por eso, me parece que, a pesar de las confusiones terminológicas, filológicas, además existe una mala praxis por parte de Pedro Sánchez, derivada de su ideología de rancio abolengo castellano, pues mantiene una gran confusión, para seguir mareando la perdiz. Por ejemplo, ahora quiere reducir la implantación del catalán, euskera y gallego al parlamento europeo, y no a la totalidad de las instituciones de la UE, y eso, es un claro y evidente incumplimiento de lo acordado y pactado.
Asimismo, cuando Puigdemont avisó de la necesidad de la cuestión de confianza, inmediatamente salieron todos los monosabios del PSOE, ministros incluidos, burlándose de la petición, diciendo que era una facultad propia y exclusiva del presidente Sánchez.
Ahora bien, ayer, 16, los letrados del congreso avalaron que se pueda debatir la iniciativa de Junts sobre la cuestión de confianza.
Otra cosa será que el PSOE y Sumar, aprovechen la mayoría que tienen en la mesa del congreso, para frenarla políticamente.
Pero está claro que aquí se mezclan diferentes planos:
- El de la propia confianza mutua en el momento de los respectivos pactos y acuerdos, que está claro que los sucesivos incumplimientos de Sánchez, ha hecho trizas.
- El de la lealtad a los pactos, por parte de Sánchez.
- Y el leguleyo propio de los formalismos legales.
Y claro, Pedro Sánchez, desde su poltrona todopoderosa, se acoge a estos últimos subterfugios, para salvarse a sí mismo y a todos sus compañeros de viaje, de viaje a ningún lado, como vemos los independentistas catalanes.
Y acogerse a estos subterfugios muestra una falta de respeto a la propia democracia; muy diferente a otras democracias que sí que son plenas (y por eso no tienen la necesidad de repetírselo continuamente).
Hemos visto que el canciller alemán, Olaf Scholz, al perder la confianza de su coalición ‘semáforo’, integrada por socialdemócratas, verdes y liberales, ha planteado una cuestión de confianza, aún sabiendo que todas las encuestas le dan como perdedor en unas futuras elecciones; y, aún así, hoy ha presentado la cuestión de confianza hacia su persona, y la ha perdido, por lo que el próximo 23 de febrero del 2025 los alemanes acudirán a las urnas.
Y aquí en Catalunya, el president Carles Puigdemont, en el mes de setiembre del año 2016, justo 9 meses después de ser investido, al ver que la Cup no le votaría los presupuestos, decidió presentar una moción de confianza, pues argumentó que sin garantías de estabilidad no era posible continuar; y ganó la moción de confianza.
Y esto debería tomarlo Pedro Sánchez como una lección de democracia.
También es verdad que hay ejemplos contrarios, pues en el año 2022, Junts amenazó a ERC con la opción de presentar una cuestión de confianza, y lo que hizo el president Pere Aragonès, fue romper el gobierno de coalición que mantenían ERC y Junts.
Y claro, no vale que Pedro Sánchez chantajee con la amenaza de que si hay nuevas elecciones, volvería a ganarlas el PP y, muy probablemente, con un Vox al alza, esta vez sí que puedan conformar un gobierno.
Como ya he dicho en repetidas ocasiones, en los temas esenciales, el PP y el PSOE piensan y actúan igual, ambos son partidos unionistas españolistas, que tienen en su ADN la monarquía y la unidad del reino, uno grande y libre.
Y tengo claro, también, que con el PP / Vox, con toda seguridad, aún perderíamos más libertades en aspectos menores, pero importantes. Y, asimismo, en esa tesitura, los partidos independentistas (ERC / Junts / Cup) perderían el poder actual, pues ahora sus votos son necesarios para sacar adelante todo tipo de nuevas leyes y medidas.
Evidentemente, el tema central de la ley de la amnistía, encallada en el poder judicial, podrá sufrir más reveses, si antes no ha llegado al tribunal constitucional y le da la conformidad definitiva. Pero todo esto está tan convulso, que no puede ser tomado como base para justificar toda la legislatura.
Pero limitarnos a esa lectura es un error, ya que:
- como he dicho, en los temas fundamentales, no hay diferencia.
- apoyar a un PSOE incumplidor, tampoco sirve para nada.
- y evidentemente, si en unas futuras elecciones ganan las derechas, la responsabilidad será de los ciudadanos españoles, no de los catalanes. Así es la democracia, y hay que aceptarla, mal que nos pese.
En definitiva, que la situación es compleja, pero, si se efectúa el preciso análisis, como el que he intentado plasmar en este escrito, el problema queda muy clarificado, pues, descartando las variables que se añaden, interesadamente, a la situación, podemos centrarnos, exclusivamente, al meollo de la cuestión.
Otros temas sobre la confianza (pistis y fides) podríamos desarrollarla ateniéndonos:
- al contrato programa que la ciudadanía vota y su cumplimiento posterior; o,
- también, respecto a la democracia interna de los partidos y, al respeto, Oriol Junqueras, que este sábado pasado ganó las primarias de ERC, ahora, realmente, deberá ganarse la confianza de los militantes que no le han votado; etc.
Pero eso son temas, que deben ser tratados en otro momento, pues ya me he extendido bastante, y pido perdón a los pacientes y amables lectores que hayan llegado hasta este final.