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Pérdida de valores

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Supongo que en cada época y en cada sociedad, las personas mayores observamos una crisis de valores, una pérdida de cualidades. Pero claro, nos referimos a ‘nuestros’ referentes, los que han conformado nuestra personalidad. Y cada uno tenemos nuestras cualidades y nuestros defectos, desde los que analizamos a los otros, proyectando, asimismo, nuestras carencias.

Obviamente, hay ciertos valores que parecen transversales y universales, como pueden ser la responsabilidad, la honestidad, el respeto, etc.; y sirven para orientar la conducta.

Y cada uno de nosotros debemos ser conscientes del papel que podemos y queremos cumplir a nivel personal e individual. Pero claro, cuando nuestras acciones redundan en el entorno, es preciso y exigible que seamos extremadamente cuidadosos.

Y lógicamente, cuando una persona tiene vocación de actuar como un servidor público, y dedica su tiempo a tal menester, ese extremo cuidado ya viene incorporado, pues la vocación (prescindiendo de su etimología de ‘llamada’) se entiende como una realización personal.

Ahora bien, cuando la dedicación al servicio público se basa, fundamentalmente, en el interés egoísta (poder, dinero, beneficios), todo se trastoca, ya que al faltar la responsabilidad, la honestidad, el respeto, etc., las acciones se orientan hacia el beneficio propio y partidista.

Y en estas estamos, con la gran mayoría de políticos que han tomado su ‘servicio público’ como su ‘modus vivendi’ y, de ese modo, se ha profesionalizado, hasta el extremo de ser, esa dedicación, su medio para garantizar su propio fin.

En este sentido me parece interesante resaltar que los políticos (y jueces, curas y militares, etc.) que buscan el ‘estrellato’ y la popularidad, para, de ese modo, engrasar su ego; todos ellos, sin excepción (por más estricta que parezca esta afirmación) no merecen el menor respeto y deberían ser expulsados de sus poltronas.

Igualmente, todo ‘servidor’ que no cumpla con sus obligaciones, en toda su extensión, debería ser vilipendiado públicamente, e incapacitado para futuras actividades públicas.

No debemos aceptar medias tintas. O se es ético o no. No hay matices que justifiquen nada, como tampoco el fin justifica los medios.

Por todo ello, no debemos dejarnos engañar por la verborrea de los políticos, que, cuanto más falsos y mediocres son, más se enrollan para no decir nada. Es la ‘excusatio non petita, accusatio manifesta’. (escusa no pedida, acusación manifiesta)

Un grave ejemplo de estos execrables políticos, los podemos encontrar ahora, en ERC, especialmente en Pere Aragonès, president de la Generalitat, como se puede ver en el extracto de la editorial de Vicent Partal:

¿Le sobra y le molesta el Parlament al president Aragonès?

Que el gobierno tire adelante el llamado acuerdo de claridad habiéndolo rechazado el parlamento es un síntoma muy preocupante de autoritarismo y de imposición.

(…) En estas condiciones – con el rechazo tan explícito del parlamento – la actuación del gobierno insistiendo en mantener la propuesta adquiere una dimensión francamente preocupante. Por que implica un desprecio, pocas veces visto, al sentido y a la acción del parlamento.

En una democracia parlamentaria, el gobierno deriva del parlamento y no al revés. Por eso, los ciudadanos votan a sus representantes a la cámara, pero no votamos directamente a quién nos gobernará. Es en la cámara parlamentaria donde reside la poco o mucha soberanía cedida a los políticos por los ciudadanos con sus votos. Y por eso hay una prevalencia que da lógica al sistema. El presidente lo elige la cámara, y no al revés. La acción de gobierno es fiscalizada por la cámara y no es el presidente que fiscaliza a la cámara. Y es el parlamento el que tiene la última palabra sobre si hace falta convocar elecciones o no, y las puede convocar incluso si el presidente se resiste.

Es por este peso, por esta fuerza institucional del parlamento, que a menudo y en todo el mundo, los gobiernos autoritarios chocan con las cámaras legislativas. Básicamente, porque una vez instalados en el poder ejecutivo las empiezan a ver como una molestia, como un lastre, como un impedimento que frena su actuación y no les deja hacer lo que quieren hacer.

Que esto pase en Catalunya es francamente preocupante y decepcionante. De una perspectiva purista, la situación de la cámara ya es insólita per si. El president Aragonès llegó al poder impulsado por los votos de ERC, Junts y la Cup, pero ahora ha perdido los de los dos últimos. Para ser exactos, de los 74 votos que permitieron su investidura sólo tiene 33. Y ha pactado los presupuestos con dos grupos que votaron contra su investidura como presidente, en un ziga-zaga ideológico muy cuestionable. Por que podemos convenir todos que sus electores, en el m omento de votar, no podían ni imaginarse lo que acabaría pasando.

El debate sobre si este gobierno puede continuar gobernando o si es preciso hacer elecciones, es un debate que en la mayoría de los países europeos ni se plantearía. Simplemente, ningún político probaría gobernar en estas condiciones, con estas cifras tan minoritarias, y las elecciones se habrían convocado de forma automática, después de romperse la coalición.

Ahora, si esto es fuerte y por desgracia muy significativo, encuentro todavía más fuerte que el gobierno desprecie la voluntad explícita del parlamento impulsando desde el ejecutivo una propuesta tan concreta y precisa que el legislativo ha rechazado.

Nos lo explicarán como querrán, que de palabras no les faltan, pero este desprecio tan evidente y claro del papel del parlamento dice muchas cosas sobre la manera como el gobierno Aragonès entiende la democracia. Porque, en definitiva, aquello que se ve, es su autoritarismo y la imposición. Tan de izquierdas y tan progre como queráis, pero autoritarismo e imposición, al fin y al cabo’

(Vilaweb, 8 de marzo del 2023)

Pues bien, esta editorial me parece genial, toda una obra de arte de la ciencia política, que evidencia, de forma clara, que Pere Aragonès, su ‘padre y jefe político’ Oriol Junqueras, y todo su partido, merecen ser expulsados de todo servicio público, ya que han mostrado su falta de honestidad, responsabilidad, ética y moral.