Siguiendo con el escrito de ayer, basado en el lema del Washington Post: ‘La democracia muere en la oscuridad’ (Democracy Dies in Darkness), me parece interesante ampliar un poco el foco, para ver sus consecuencias sociales y psicosociales.
Y, para empezar, me parece interesante destacar el relevante papel que tienen los respectivos representantes políticos de cada ámbito, pues estamos en una época caracterizada por el engaño, ya que, salvo contadas y honrosas excepciones, los líderes, al alcanzar el poder, se ‘olvidan’ de su programa electoral por el que fueron elegidos.
Así, vemos que los ejecutivos, a pesar de no poseer las mayorías parlamentarias precisas, imponen, antidemocráticamente, determinadas decisiones y acciones; o las adoptan basándose en mayorías de ‘geometría variable’, antinaturales e ilógicas, por intereses espurios y, por lo tanto, amorales. Y, de este modo, se alejan de la ciudadanía y desprestigian la política, que tienen como un oficio permanente, y no como un servicio temporal.
Tenemos muchos ejemplos del uso abusivo de esa geometría variable, tanto de Pedro Sánchez (PSOE), pactando con la derecha las leyes represivas (como la ‘reforma’ de la ley mordaza), evitando comisiones de investigación (como el Catalangate), etc.; pero, también, vemos esa inaceptable práctica en Pere Aragonès (ERC), pactando la ley de presupuestos con el PSC/PSOE y los Comunes/Podemos.
Los políticos, y tertulianos subvencionados, tienen ‘argumentos’ y verborrea para defender que el poder ejecutivo y el legislativo son poderes independientes; y, efectivamente, es así, en cuanto se refiere a las responsabilidades. Pero es evidente que el ejecutivo es nombrado por el parlamento, de acuerdo con un programa de acción, y las leyes adoptadas, deben ser aprobadas en el parlamento, con las mayorías requeridas en cada caso.
Y no es de recibo, ni ético, que, una vez instalado en el poder, el presidente del ejecutivo se olvide de los pactos que le hicieron presidente, y aquí, Pere Aragonès traicionó tanto a la Cup como a Junts. Igualmente hizo Pedro Sánchez, con Podemos y los partidos que le dieron apoyo en su investidura, por ejemplo, con ERC y su petición de la mesa de diálogo.
Es evidente que el que ostenta el poder, siempre tiene ‘excusas’ para ‘justificar’ su cambio de rumbo, ya que es fácil encontrar elementos, acciones externas, etc., que ‘justifiquen’ su cambio de rumbo. Y cuando se dan elementos potentes, como la pandemia, la guerra en Ucrania, la crisis energética, etc., ya no digamos, se consideran con la bula precisa para tomar las decisiones unilateralmente, no aceptando ninguna discusión ni discrepancia.
Los partidos minoritarios que en un momento inicial dan su apoyo al presidente del ejecutivo, se ven ‘forzados’ a aceptar el trágala, ya que no tienen poder para no aceptar acuerdos a medio plazo. Lo hemos visto con la Cup, que había impuesto (y había sido aceptado por Aragonès) un balance sobre la mesa del diálogo, pasados dos años, plazo que se ha cumplido estos días. Pero, claro, Aragonès argumentó ya hace meses, que no haber dado apoyo a los presupuestos, rompía ese acuerdo. Y esa es la mayor trampa democrática, pues, si considera roto el acuerdo, está roto, y en ese caso, él debería plantear al parlamento una moción de confianza. Pero no, considera roto el acuerdo parcialmente, sólo en un aspecto, como si fuera un fleco menor. Ese es su nivel de democracia.
Y esa forma de proceder de los políticos, es generalizada, como vemos con el presidente francés Emmanuel Macron sobre su propuesta de reforma de la ley de las pensiones.
Yo no puedo valorar la necesidad y conveniencia de esa reforma, pues desconozco el tema, aunque, comparativamente, veo que esa ley francesa no está alineada con la de otros países de la UE, pero, claro, todo depende de las prioridades y posibilidades presupuestarias de cada estado.
Pero veo inaceptable la forma ‘dictatorial’ con la que Macron intenta imponerla, a pesar del disgusto y oposición de buena parte de la ciudadanía. Y aunque el artículo 49.3 de la constitución francesa permita al gobierno aprobar leyes sin pasar por el voto parlamentario, eso no es más que una anomalía de la constitución, que debería ser replanteada y restringida a leyes de la máxima urgencia, como podría ser un terremoto, la caída de un meteorito, la pandemia (en su momento inicial), etc.
Y claro, los comentarios despectivos de Macron respecto a los manifestantes, comprándolos con los trumpistas que asaltaron el capitolio de los EUA (6 de enero del 2021), es vergonzoso. Como lo es que, ahora, ‘elogie’ a los independentistas catalanes, diciendo: ‘Los catalanes son gente de paz. Salen, se manifiestan con pancartas, no gritan demasiado, no tiran ni un papel al suelo y vuelven a casa para cenar, como si nada. ¡Son buena gente! ¿Porqué no podríais ser como ellos?’ (Le Parisien, comentario que corre en las redes)
Es evidente que ‘nuestra’ forma de actuar no ha sido, no es y no será, la adecuada. Si no se presiona, no se consigue nada. Por eso, debemos buscar la confrontación, pacífica, pero contundente. No hay otra alternativa. Y ese ‘elogio’ es la prueba del nueve, de que esas manifestaciones estéticas, apenas sirven para la fotografía, y nada más.
Así nos quieren esos falsos ‘líderes’, esos narcisistas y egocéntricos mandatarios, como Macron, Sánchez, Aragonès, etc.
Y mientras tanto, ellos buscan su fulgor, su gloria personal, mediante viajes internacionales, cumbres, etc.; efectuadas, prioritariamente, con un interés electoral.
Ahora tenemos un claro ejemplo con Pedro Sánchez, que, según la normativa de la UE, asumirá la presidencia rotatoria del consejo, durante el segundo semestre de este año. Y, claro, le viene como anillo al dedo, pues justo coincide con el final de la legislatura española, y, en puertas de las elecciones.
Y es vergonzoso cómo ‘se prepara’ Pedro Sánchez y cómo nos ‘venden’ esa presidencia.
Pues es preciso recordar que la presidencia es rotatoria semestral, entre todos los estados miembros. Así que ‘mérito’ especial, ninguno.
En segundo lugar, que, desde la cumbre de Lisboa del 2019, esa presidencia rotatoria semestral se enmarca en unos períodos de 18 meses, en los que la presidencia es compartida por un trío de los estados miembros (grupos informales de tres presidentes), con el fin de proporcionar una mayor continuidad a las políticas (con excepción de los asuntos exteriores y política de seguridad, que tiene asignados el alto representante de la UE, actualmente ejercidos por el infame Josep Borrell)
En el actual semestre, con la presidencia sueca, el trío está formado, asimismo, por Francia y Chequia.
Y en el próximo semestre, el trío estará formado por España, Bélgica y Hungría, los dos países que le sucederán en la presidencia. Así que los objetivos que deberá someter el futuro presidente Pedro Sánchez deberán ser consensuados con los otros dos componentes del trío, y ser aprobados por la comisión europea. Si bien, la presidencia española:
‘tendrá una particular responsabilidad de culminar las negociaciones de gran número de expedientes abiertos en las grandes líneas de trabajo de la unión: transición ecológica, transformación digital y agenda social. Asimismo, las iniciativas que España impulse tendrán incidencia en el siguiente ciclo europeo. A lo largo de los últimos años, la presidencia ha desempeñado un papel coordinador muy valioso en la gestión de crisis, facilitando la reacción ordenada y de unión europea’
(https://www.hablamosdeeuropa.es)
Por todo esto, me parece que Pedro Sánchez está ‘asumiendo’ ese futuro papel como si fuera el ‘no va más’, olvidando que España ya asumió ese papel rotatorio dos veces con el gobierno de Felipe González, la tercera con José M. Aznar, y la cuarta con José Luis Rodríguez Zapatero.
Pedro Sánchez, en su habitual papel narcisista, va viajando por diferentes países europeos, y tiene previsto también, desplazarse a América Latina y a China.
Respecto a su viaje a China, asistirá invitado por el presidente chino Xi Jinping, para ‘conocer’ el papel mediador que quiere hacer ese país en el conflicto de Rusia con Ucrania.
Por todo esto, me parece que es evidente, al menos para mi, que Pedro Sánchez se extralimita en sus funciones, pues actúa en plan de vedete; y eso tanto por ‘olvidar’ la actual presidencia sueca, por ‘olvidar’ también, que, precisamente, las funciones de los asuntos exteriores y seguridad no estarán bajo su responsabilidad; y, por último, por ‘olvidar’ también, que durante su ‘mandato’ (compartido por el trio) deberá centrarse en la ejecución de las políticas ya establecidas, y, en todo caso, sus propuestas, si son aprobadas, serán ejecutadas por el futuro presidente. Así es la burocrática democracia de la UE.
Pero, claro, para el consumo interior español, Félix Bolaños, el ministro de la presidencia, nos ‘vende’ que Pedro Sánchez ‘está colocando a España en el punto que le corresponde en el concierto internacional’, es decir, un engaño más, y van …
Y ya estamos hartos de todas estas vedetes, de esas personas que quieren destacar y hacerse notar como estrellas fulgurantes; y que, por lo tanto, se alejan del sentido etimológico del término francés ‘vedette’ que viene del verbo latino ‘videre’ (ver) y en italiano ‘vedetta’, que era el lugar en donde se ponía el centinela para observar.
Por eso sería preciso regenerar todo el sistema, pero esto no está en nuestras limitadas manos; pero sí que tendremos la capacidad para que la futura República Catalana no se fundamente en esos pies de barro, deberemos alejarnos del modelo español, clónico del francés, etc.
Y claro, en esa línea, deberemos ‘olvidarnos’ de los actuales políticos ‘conllevantes’ (al estilo de Ortega y Gasset) con el estado español; su tiempo, su forma de proceder, sus ideas, ya han sido superadas. Necesitamos gente nueva, con ideas nuevas y con actuaciones éticas y democráticas.
Y trabajar en esa línea es nuestra principal labor, si realmente queremos salir de la oscuridad en la que nos encontramos y en la que nos quieren mantener.