
amadeopalliser@gmail.com
Anna Carreras Aubets, en su artículo titulado ‘Peter Punk’, (PuntAvui, 3 de febrero 2023), comenta que no conoce a nadie de su entorno que, en un momento u otro, no haya sucumbido al efecto Peter Pan o Lolita, es decir, incapaces de afrontar las dificultades y que optan por la fantasía o la huida.
Por eso propone aventurarse a un cambio, a ser Peter Punk, como actitud vital, alguien que no abandona la inocencia pero que, en paralelo, afronta la vida; alguien que puede imaginar otras vidas pero que se enfrenta con el sistema actual, cuando lo considera necesario, y se queja de lo que no le parece bien.
Según esa autora, existen dos tipos de ‘protestones’: los buenos, que luchan sin parar, reviente lo que reviente, y los que desde un primer momento han formado parte del rebaño, han protestado en voz demasiado baja y no han conseguido nada. Buena parte de la sociedad es pusilánime, conformista y faltada de un sentido crítico. Gente dúctil y manejable que sólo se diferencia de los polichinelas porque orina cada día. De manera automática, acata las normas impuestas. De manera automática, hace que sí con la cabeza y el que día pasa, año que pasa. De manera automática, se vuelve imbécil.
He tenido que buscar en Wikipedia a ese Peter Punk, y se trata de un personaje de Walt Disney (Peter Pank) prototipo de los ‘punkies’, de las tribus urbanas de los años ochenta y, en la película, ‘chicos descarriados dados a la violencia gratuita y consumidores de anfetaminas’. Según el diccionario de la RAE, ‘punk’ es un adjetivo que significa ‘muy malo’.
Pero moralinas aparte, el término ‘punk’ en inglés, significa: pareja masculina de un homosexual, aprendiz, rufián joven. Todos recordamos su vestimenta nada convencional, todo negro, y con pantalones de pitillo, chaleco con punchas, zapatillas viejas, y sus crestas en el peinado.
El pensamiento punk engloba el anarquismo, la autogestión, la independencia, el ateísmo y el nihilismo.
Me ha parecido interesante este largo preámbulo, para comentar un par de aspectos del entorno catalán, de estos últimos días:
En primer lugar, esta semana salió a la luz un nuevo caso de espionaje, al descubrirse, el pasado enero, la presencia de un policía infiltrado durante los años 2020 y 2022, en el colectivo Cinétika, de mi barrio de Sant Andreu del Palomar (Barcelona). La Cinétika es un espacio okupado, anticapitalista, autónomo, feminista y anarquista, dedicado a actividades culturales entre la juventud partidaria de esa filosofía.
Pues bien, se descubrió que un personaje, con el nombre falso de Daniel Hernández Pons, en realidad era un agente de la policía nacional, que, se aprovechó del ambiente libertario para mantener relaciones sexuales. Por eso, el pasado 30 de enero ese colectivo hizo un comunicado en el que dicen que:
‘Hacemos un llamamiento a todos los colectivos y proyectos afines a respetar y tratar con sensibilidad y cuidado a las personas que han vivido de cerca esta violencia institucional. Para ninguna persona es una situación agradable y piden que se eviten rumorologías, que no se trate el caso con morbosidad y que se preserven la identidad y confidencialidad de las personas afectadas (…) Por lo tanto, es importante no difundir ni manipular informaciones no contrastadas o consentidas’ e ‘invitan a la reflexión individual y colectiva en relación a lo expuesto, para poder articular formas de protección y autodefensa que vaya más allá del odio compartido hacia la autoridad’
‘En una entrevista con la Directa, la chica engañada ha explicado que descubrir que todo se trataba de un operativo de infiltración le ha despertado ‘mucho miedo y ansiedad’. ‘Me he sentido muy utilizada, nos ha utilizado como mujeres y como activistas, y eso me hace sentir mucho asco e impotencia. Si quería investigarnos, que creo que sería igual de grave, no hacía falta que generara estas relaciones tan intensas, ha hecho muchas cosas que no eran necesarias’, ha señalado. Y ha añadido ‘siento que me ha violado’, he estado con alguien que ahora me doy cuenta que no conocía y eso me genera mucho miedo. Lo que me ha hecho como mujer es muy fuerte, pero creo que es igual de grave que se haya introducido en la vida de mis amigos o en las actividades de espacios como La Cinétika’.
El colectivo ha insistido en criticar a la policía española y en recordar que ‘la práctica policial utiliza la manipulación sistemática para vigilar, torturar e intentar someter a quien defiende un mundo más digno’ (…) ‘La existencia de agentes policiales infiltrados es una práctica habitual del estado para controlar y castigar a quien se distingue de aquello normativo y confronta las reglas del poder’ (…) ‘la policía nacional española utiliza operaciones de infiltración en varios movimientos políticos con la finalidad de extorsionar información y reprimir a grupos y proyectos que denuncian un sistema de desigualdad, miseria, precariedad y violencia estructural’. (…) ‘Se suele pensar en la represión como una rama del poder que afecta solo a una minoría, pero, más allá, la represión y el uso sistémico de la violencia son parte del mismo sustento de las estructuras de poder’ (…) ‘El estado decide investigarnos porque puede y le estorbamos. Molestamos porque nos organizamos y generamos prácticas basadas en el apoyo mutuo, el transfeminismo, el aprendizaje colectivo, los cuidados, la solidaridad, la equidad y el bien común (…) No somos conscientes de todo el potencial transformador que tenemos’. ‘debemos estar atentas, investigar y actuar inmediatamente. Reivindicamos la capacidad de generar herramientas y mecanismos propios para cuidarnos y garantizar que hechos como este no vuelvan a pasar’
(Berto Sagrera, elnacional.cat, 30 de enero del 2023)
Todos sabemos que todas las policías investigan, pero, a mi modo de ver, deben centrarse en los movimientos y colectivos potencialmente peligrosos para la seguridad ciudadana; y en los casos que sea preciso infiltrarse, los policías deberían respetar unas líneas rojas, para no perjudicar, ni física, ni moralmente, a personas inocentes. Y, en este caso, el personaje en cuestión no respetó nada.
Asimismo, como pasa con las escuchas telefónicas, que han de ser autorizadas por un juez, querría creer que, en los casos de infiltraciones, debería ser preciso ese mismo requisito; pero, la verdad, desconozco los protocolos policiales. Y, visto lo visto, no dudo que deben mejorarse, máxime al ver que:
‘El ministerio de interior español premia al policía infiltrado con una plaza en una embajada.
Las plazas de las embajadas son las más solicitadas por los agentes de la policía española y la guardia civil, porque tienen sueldos superiores a los 10.000 euros mensuales.
Así, el topo, ha sido trasladado fuera de Catalunya y ahora trabaja en una embajada. (…) el sueldo mínimo, en esos destinos suele rondar los 10.000 euros mensuales, pero puede aumentar si es una ciudad importante, muy lejana o peligrosa. Con estos pluses, los sueldos se pueden duplicar y llegar a los 20.000 euros mensuales.
Fuentes policiales consultadas por El Español dicen que el traslado es una medida para proteger al infiltrado, pero también para premiarlo por sus servicios. En las embajadas, los agentes suelen hacer de enlace con las autoridades policiales locales y también tareas de protección de la delegación diplomática.
Cinco activistas que participaban en organizaciones y movimientos sociales de Barcelona en los que se infiltró ese agente, han presentado una querella contra él y su superior jerárquico, por delitos de abusos sexuales continuados, tortura y contra la integridad moral, descubrimiento y revelación de secretos e impedimento del ejercicio de derechos civiles’
(Vilaweb, 3 de febrero del 2023)
Como he dicho, creo que debería haber unos límites éticos en todo tipo de actuación policial y, por todo lo visto, en este caso fueron transgredidos, por lo que sería obligado rendir cuentas y aplicar los castigos pertinentes y, en ningún caso, premiarlos.
Así, el ministro de interior español, Fernando Grande-Marlaska debería dar las oportunas explicaciones en el congreso de los diputados. Pero ya sabemos que entre el PSOE y el PP, junto con Vox, impiden todo tipo de comisiones de investigación, como hicieron tras la mala praxis policial en la frontera de Melilla, en la que hubieron muertos. Así que, en este caso, seguiremos en la oscuridad, y el estado seguirá con sus cloacas en pleno auge.
La sede de Cinétika está a unos 500 metros de nuestro punto de manifestación de Meridiana Resisteix, y por eso, el martes nos visitó une delegación suya, para pedir nuestra participación en la manifestación que tenía convocada para este miércoles pasado. Una manifestación que fue masiva, todo un éxito, más de 2000 asistentes, mayoritariamente jóvenes.
El otro aspecto que quiero tratar en este escrito, siguiendo la línea de la citada Anna Carreras, que señala, como ya he citado que:
‘Existen dos tipos de ‘protestones’: los buenos, que luchan sin parar, reviente lo que reviente, y los que desde un primer momento han formado parte del rebaño, han protestado en voz demasiado baja y no han conseguido nada. Buena parte de la sociedad es pusilánime, conformista y faltada de un sentido crítico. Gente dúctil y manejable que sólo se diferencia de los polichinelas porque orina cada día. De manera automática, acata las normas impuestas. De manera automática, hace que sí con la cabeza y el que día pasa, año que pasa. De manera automática, se vuelve imbécil’.
Y en estas estamos, así somos; la mayoría somos muy cómodos, y no queremos perder nuestro actual nivel de confort. Por eso toleramos todo lo que nos echan, asumimos tranquilamente todo tipo de represión, todo tipo de agresión, nos hemos vuelto imbéciles, y por eso abusa el gobierno de Pedro Sánchez que, en coalición con Podemos, se autoconsidera el gobierno más progresista de la galaxia.
Por todo esto, me parece muy interesante reproducir el siguiente cuento sobre la libertad:
‘Parábola del hombre de las manos atadas
Érase una vez un hombre como todos los demás. Un hombre normal. Tenía cualidades positivas y negativas. No era diferente. Una noche, repentinamente, llamaron a su puerta. Cuando abrió se encontró a sus enemigos. Eran varios y habían venido juntos.
Sus enemigos le ataron las manos.
Después le dijeron que así era mejor, que así, con sus manos atadas, no podría hacer nada malo (Se olvidaron de decirle que tampoco podría hacer nada bueno)
Y se fueron, dejando un guardia a la puerta para que nadie pudiera desatarlo. Al principio se desesperó y trató de romper sus ataduras. Cuando se convenció de lo inútil de sus esfuerzos, intentó, poco a poco, acomodarse a la nueva situación.
Poco a poco, consiguió valerse para seguir subsistiendo con las manos atadas. Al principio, le costaba hasta quitarse los zapatos. Hubo un día en que consiguió hasta liar y encender un cigarrillo. Y empezó a olvidarse de que antes tenía las manos libres.
Mientras tanto, su guardián le comunicaba, día tras día, las cosas malas que hacían los hombres con las manos libres del exterior (Pero el guardia se olvidaba de decirle las cosas buenas, que hacían esos mismos hombres con las manos libres) Pasaron muchos años … El hombre llegó a acostumbrarse a sus manos atadas.
Y cuando el guardia le señalaba que, gracias a aquella noche en que entraron a atarle, él, el hombre de las manos atadas, no podía hacer nada malo (se olvidaba de decirle que tampoco podía hacer nada bueno) y el hombre empezó a creer que era mejor vivir con las manos atadas.
Además, estaba tan acostumbrado a las ligaduras…
Pasaron muchos años, muchísimos años …
Un día, sus amigos sorprendieron al guardia, entraron en la casa y rompieron las ligaduras que ataban las manos del hombre: ‘ya eres libre’, le dijeron.
Pero habían llegado demasiado tarde: las manos del hombre estaban totalmente atrofiadas’
(https://aproposito.sanvalero.es)
Este breve cuento, con toda seguridad a todos nos recordará la novela ‘El castillo’ (1922) de Franz Kafka (1883 – 1924); novela que el autor no pudo acabar, por la tuberculosis que acabó matándole, pero, también nos recuerda ‘El proceso’ (1914) y ‘La metamórfosis’, también denominada ‘La transformación’ (1915). Es decir, el hombre sometido a la burocracia, al poder.
Ese ‘fenómeno’ lo han cantado también diferentes autores, pero, a mi modo de ver, de forma magistral, Francesc (Quico) Pi de la Serra; por lo que, seguidamente, copio un par de letras, que traduzco:
‘L´home del carrer’ (1967), (el hombre de la calle),
‘Este hombrecito que todo lo hace bien,
que siempre anda, que siempre anda,
este hombrecito que nada puede hacer,
desde ahora le llamaremos el hombre de la calle.
No se levanta nunca tarde, se afeita muy bien
-la patilla izquierda, la patilla izquierda-,
desayuna poquito, porque no tiene más;
mirad si lo hace bien, el hombre de la calle.
Saca un cigarrillo, ay no, que no tiene;
cuando fuma es de gorra, cuando fuma es de gorra:
los amigos, si le ven, se hacen todos los distraídos …
que poco fumarás, hombre de la calle.
Baja con ascensor, ay no, que no tiene,
anda deprisa, anda deprisa,
en el rellano de abajo, encuentra la Roser,
te pones rojo, hombre de la calle.
La mujer no lo sabe, ay no, que no tiene,
mal que pienso, mal que pienso,
se le murió, ya no sabe de qué;
esto es un pecado, hombre de la calle.
Abre su cochecito, ay no, que no tiene;
no tiene una peseta, no tiene una peseta,
no quiere descambiar su último billete …
ya ves que papel, hombre de la calle.
A pie va al trabajo, de esto sí que tiene;
mucho menos querría, mucho menos querría,
si no hay dinero, tampoco hay la Roser …
lo tienes muy peludo, hombre de la calle.
La cabeza le duele, ay no, que no tiene;
antes tenía, antes tenía;
un día la perdió y no la encontró más …
no tienes nada de nada, hombre de la calle’.
‘Un día gris a Madrís
Un hombre gris, malcarado, bastante triste
llegó no diré de dónde,
tanto da, todo es mundo.
Aquel era un día gris, bastante triste,
no lo recuerdo exactamente,
tanto da, hacía viento.
Yo llevaba un batín gris, bastante triste,
no de seda natural,
tanto da, es igual.
Y un pijama también gris, bastante triste,
no sé si lo llevaba cordado,
tanto da, lo he olvidado.
Me dio un papel gris, bastante triste,
pero como no se leer,
tanto da, le dije.
Me miró con un ojo triste, bastante gris,
y no se lo creyó,
tanto da, que fracaso.
Aquél era un día gris, bastante triste
y yo me encontraba en Madrís,
tanto da, no era París.
Me pidió el papel gris, bastante triste,
dio media vuelta y se fue,
tanto da, se fue,
se fue.
Se fue
en un día poco claro,
no se si volverá’.
Este panorama es lo que pretenden los estados, tener ‘subordinados’ grises en días grises, que no tengamos intereses ni motivaciones.
Y depende de nosotros que seamos como quieren, o que seamos personas, ciudadanos, con plenos derechos.