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Políticos catalanes con el síndrome del bebé elefante.

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En el presente escrito argumento que la mayor parte de los políticos catalanes tienen un cierto complejo de inferioridad, asociado a otros síndromes diversos.

‘El complejo de inferioridad tiene su origen en la psicología adleriana; designa, de un modo muy general, el conjunto de actitudes, representaciones y conductas que constituyen expresiones, más o menos disimuladas, de un sentimiento de inferioridad o de las reacciones frente a éste.

Es un sentimiento personal de insuficiencia e inseguridad total o parcialmente inconsciente, que se deriva de una deficiencia física o psicológica que puede ser real o imaginaria, con frecuencia resultando en la creencia de que el individuo se siente de alguna forma deficiente o de menor valor que los demás (…) lo que comporta que el individuo pueda parecer, o incluso tener, menos capacidades de las que realmente tiene; pues su frustración se convierte en contraposición de su avance.

(‘Diccionario de psicoanálisis’, de J, Laplanche y J-B. Pontalis, edit. Labor,1987)

Ese complejo puede ser consecuencia, asimismo, del síndrome del esclavo satisfecho, que lo presentan algunas personas que, a pesar de vivir una vida objetivamente miserable, parecen estar no solamente resignadas sino agradecidas con su existencia.

El síndrome del esclavo se le empareja con el síndrome del bebé elefante, basado en la siguiente fábula:

‘El bebé elefante:

Un elefante bebé que nació en un circo, desde bebé fue encadenado a una pequeña estaca.

El pequeño elefantito peleaba y pateaba inútilmente por su libertad, ya que su hábitat era estar libre.

Trató, trató y trató escapar, pero, al pasar el tiempo, el elefante se rindió y dejó de luchar.

Él salía en el circo con la fuerza de varias toneladas, se lucía, usaba su trompa para levantar personas o cosas pesadas. Empujaba o acarreaba carretas y muchas cosas más, con el fin de dar un buen espectáculo, guiado por sus entrenadores.

Al final, y terminar su tarea, le ponían de vuelta la cadena atada a la estaca de madera, y no se movía de allí.

Este elefante fue simplemente amaestrado, ‘encarcelado’ en su mente.

Aceptando su impotencia, se resignó a su destino. Simplemente porque en su mente estaba sembrado: ‘NO PUEDO’ y ‘NUNCA PODRÉ’.

Moraleja: y así vemos muchos, hoy día, sufriendo el Síndrome del elefante; en su falta de discernimiento y sabiduría o en su desarrollo de crecimiento, les anclaron, ataron, amaestraron a no pensar grandes cosas que sí que podría hacer. El sentirse con la impotencia, y convencernos a nosotros que nunca podremos alcanzar nuestra libertad, es real en estos tiempos. La frustración, los traumas, nos hacen ver que los obstáculos exceden nuestro esfuerzo, capacidades y habilidades para ser libres.

Como los elefantes, que se dieron por vencidos, al ser entrenados a NO defenderse, a NO contradecir, a NO tener carácter para expresarse a su antojo (…)’

(https://www.coffeematesnetwork.com)

Muchos podemos considerar que el actual gobierno de la Generalitat, presidido por Pere Aragonès (ERC) padece ese síndrome, con características del esclavo satisfecho, pues está perfectamente sometido y acomodado al estado español.

Podría señalar diferentes ejemplos, pero, con uno de ayer (4 de enero), ya es suficiente; pues Aragonès, en una sesión del Parlament, comentó que condicionarían la estabilidad del gobierno español, a la aprobación de los presupuestos catalanes; pero, en esa misma sesión, el líder del PSC/PSOE, Salvador Illa, le respondió que rechazaba un ‘cambio de cromos’, que la aprobación de los presupuestos de la Generalitat eran independientes de los presupuestos del estado, y que no era adecuado mezclar carpetas.

Y, claro, ERC no tiene ningún poder para presionar a Pedro Sánchez, ya que éste tiene la principal baza, que es la aprobación de la amnistía. Y, el tahúr Sánchez, sabiéndolo, alarga y alargará los trámites parlamentarios para que la aprobación de esa ley se demore, y, así, ir aprovechándose de ella.

Eso, obviamente, es una inmoralidad, ya que la ‘carpeta’ de la amnistía, fue acordada y aprobada, para votar la investidura de Sánchez. Pero, al carecer de ética, éste, una vez en la poltrona, implanta los ritmos a su conveniencia; y, así, aprovechar esa ley, para condicionar otros muchos acuerdos, como la aprobación de los presupuestos.

Además, no podemos olvidar, que, en paralelo, el PSOE pone palos en las ruedas de la tramitación de esa ley, introduciendo condiciones que, en la práctica, harán que, al final, tengamos una ley de amnistía que no será aplicable, dadas las nuevas limitaciones y exenciones que pretenden introducir, para satisfacer al poder judicial.

Y, a mi modo de ver, si aún así, ERC sigue prisionero de Pedro Sánchez, nos muestra que, efectivamente, tiene asumidos los síndromes del bebé elefante y el del esclavo satisfecho; así como sus propios complejos de inferioridad, pues podemos añadir ciertos aspectos del síndrome de Peter Pan y, especialmente, del síndrome de Estocolmo.

El síndrome de Peter Pan, a pesar de no ser un diagnóstico psiquiátrico, está ampliamente estudiado, ya que describe a adultos con personalidad adolescente, que no quieren crecer, por temor a asumir responsabilidades.

Por su parte, el síndrome de Estocolmo (estudiado a raíz del ataque con rehenes en un banco de Estocolmo, el 23 de agosto de 1973), es un caso paradigmático, en el cuál, la víctima se vincula positivamente con el captor; es una respuesta al trauma del cautiverio; y esa vinculación, también la podemos deducir de la actuación de ERC respecto al estado español.

Efectivamente, hay personas que temen a la libertad, y siguen siendo esclavas, con cadenas mentales que les impiden cuestionar su estado de sumisión; y eso, psicológicamente, es explicable (y tratable), pero, si a esos rasgos patológicos, añadimos la voluntad de seguir disfrutando de la poltrona y de las prebendas que conlleva (pues no hay que olvidar que todo partido de gobierno, en realidad, es una importante agencia de colocación de amigos, familiares, conocidos y saludados), podemos confirmar que esa acumulación no deja de ser más que una sobrecompensación de los déficits sentidos, y que no son otros que los que determinan el complejo de inferioridad. De ese modo, se cierra el círculo vicioso (nada virtuoso, claro)

El psicoanalista y psicólogo Erich Seligmann Fromm (1900 – 1980), publicó su famoso libro ‘Miedo a la libertad’ (1941), y señaló:

(…) Que hay dos tipos de libertad (negativa y positiva) interactuantes, ya que, la primera ‘se refiere a la emancipación de restricciones como convenciones sociales implantadas por otras personas o por la sociedad, y para obtener este tipo de libertad, históricamente, se ha tenido que luchar. Sin embargo, este tipo de libertad por sí sola puede ser una fuerza destructiva a menos que esté acompañada por un elemento creativo que sería la libertad positiva. Esto, necesariamente, implica una conexión con los otros que va más allá de los lazos superficiales de las interacciones sociales.

(…) La libertad negativa no es una experiencia placentera por sí misma (…) que comportan tres tipos de comportamientos: autoritarismo, destructividad y conformismo.

(…) La manera de ser libre, a nivel individual o social, se ha de poder ser espontáneo en la autoexpresión y el comportamiento, pues, ‘sólo hay un significado para la vida: el acto de vivirla’, en contacto con aquellos con los que se comparte el mundo (…)’

(fuente: Wikipedia)

En definitiva, me parece que es evidente que todos tenemos un relativo miedo a la libertad, ya que tememos aventurarnos a salir del confort que nos aporta la esclavitud (política, económica, familiar, etc.); todos hemos sido amaestrados, como los pequeños elefantes, para abandonar la idea de libertad, ya que hemos interiorizado que ‘no podemos ser libres’. Y, por todo ello, nos conformamos y preferimos no asumir responsabilidades, como Peter Pan.

Pero, claro, muchos independentistas de base no queremos seguir viviendo en el ‘País del Nunca Jamás’ (Neverland), de la novela ‘Peter Pan’, del escritor escocés James Matthew Barrie (1860 – 1937)

No queremos que la República Catalana siga siendo una utópica isla lejana y exótica, como la de Nunca Jamás, o como la cantada Ítaca.

Queremos que sea una realidad, que, idealmente, no debería ser configurada a imagen y semejanza de la actual borbónica.

Y sabemos que, en esa realidad que deseamos, habrá también temibles piratas (como el capitán Garfio), hadas (como Campanilla), niños perdidos (como los catalanes unionistas), etc. Pero, estoy convencido que, con una buena gestión de los recursos, todas las actuales resistencias, irán decayendo.

Por todo ello, me parece que los independentistas de base, si realmente deseamos ese futuro independiente, deberíamos superar todos los complejos que tenemos, superar la patología de todos los síndromes mencionados; y, claro, aparcar a los actuales pseudo ‘líderes’ que sólo buscan ir dilatando los plazos y seguir beneficiándose del statu quo.

Sólo así demostraremos que somos verdaderamente adultos, sin temor a nuestras responsabilidades.