¿Por qué nos enfermamos cuando nos alejamos de casa?

Por  Ángeles Wolder

La mirada que pone la Descodificación Biológica sobre las llamadas enfermedades del viajero es la de revisar qué conflicto ha vivido la persona para llegar al resultado al que llega.  Los síntomas aparecen cuando previamente ha habido un momento de estrés.

Dicen que un viaje es como la vida misma en la que se suceden una serie de cambios a los que es conveniente adaptarse ya que en el interior hay unas expectativas y en el exterior la vida es como es. Las sorpresas y las turbaciones pueden estar a la vuelta de la esquina.

Previo al viaje nos hacemos una idea de cómo tiene que ser lo que vamos a visitar y a menudo nos encontramos con algo diferente por lo que tenemos ante nosotros dos posibilidades: seguir queriendo que sea como nos habíamos imaginado o adaptarnos a lo que hay en cada lugar soltando los deseos y expectativas. Un viaje es un ejercicio continuo de impermanencia. Todo muta. Todo cambia, hasta lo que teníamos en nuestra imaginación.

Te has preguntado ¿porque en un viaje algunos viajeros se enferman o regresan con síntomas y otros no? ¿Porque por lo general son enfermedades del sistema digestivo? ¿Porque comiendo y bebiendo lo mismo que otros, unos no toleran o asimilan la comida y otros sí? ¿Porque con frecuencia ocurre que en medio de un viaje te duele la cabeza? ¿Por qué unos sienten gripe y desarrollan un cuadro de fiebre que les deja tirados en la cama del alojamiento?

Independientemente del síntoma todos tienen algo en común y es que están viviendo un conflicto biológico. Para la Descodificación Biológica siempre antes de la aparición de un síntoma la persona ha vivido un shock biológico. Esto significa que se encuentran con situaciones inesperadas, dramáticas, sin solución y que no pueden expresar lo que realmente están sintiendo. La diferencia está en que a cada síntoma le corresponde un conflicto biológico.

Por ejemplo, quién desarrolla síntomas digestivos con vómitos es porque ha vivido conflictos donde la situación la sentía como inaceptable y “no quería dejarlo pasar”. Un caso así podría ser que el viajero haya previsto un traslado en un determinado tiempo que no ha sido posible y ha perdido un vuelo y todo ello lo achaca a la ineficacia del taxista, al mal estado de las carreteras, al recepcionista del hotel que no tuvo el cambio de su pago a tiempo, etc. La no aceptación del otro o de las circunstancias en las que nos vemos inmersos en un viaje determinan el resultado.

El síntoma nos regala la manera en que se ha vivido un evento. Quién desarrolla una diarrea tiene la sensación de que le han hecho algo muy sucio, y asqueroso, por ejemplo, le han dado un servicio cuando esperaba otro, le han cobrado de más o le han timado en un restaurante por ser turista.

Quién siente la aparición repentina de un gripazo con fiebre y dolores musculares podría ser que hubiera vivido una discusión con la sensación de impotencia. Quizás es alguien que ha discutido con los lugareños sobre cómo tienen que ser las cosas.

La diferencia con los que no desarrollan síntomas seguramente está en que estos últimos aceptan lo que están viendo sin intentar cambiarlo y no juzgan los comportamientos o actitudes de un grupo en función de las propias.

El etnocentrismo es la forma en que se analiza el mundo en función de los parámetros de la propia realidad. Es la actitud que mantiene un grupo que se presupone superior a los demás y que cree que su cultura es el criterio justo para observar a las otras culturas y que a menudo las desprecia o subestima cuando no considerar a la otra cultura como sin valor, incorrecta, inadaptada, inmoral o repulsiva porque la suya está por encima de todo. El etnocentrismo considera que hay una única forma de hacer las cosas y en la vida veremos cómo lo que hacen o dicen en cada pueblo responde a un proceso adaptativo a los traumas o dolores vividos por esa sociedad.

Las diferencias entre grupos o las peculiaridades de cada uno es lo que determina la identidad cultural. La identidad cultural contiene los traumas y las respuestas adaptativas que han permitido vivir a esa sociedad. Ser un simple visitante que observa aporta respeto y libertad de movimiento a quien viaja.

Poner una mirada amplia sobre las distintas culturas, tener curiosidad por la diferencia, ser un indagador, no juzgar ni criticar y salir del propio ombligo hará que no pasemos por conflictos biológicos que nos estresan y finalmente enferman. Ahora ¿ya sabes porque algunos enferman y otros no?

Un refrán nos ayuda a viajar con las mochilas más ligeras de equipaje o de preconceptos y es “ahí donde fueras haz lo que vieras”.


Caminante, ¡buen camino!

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