La palabra paciencia, etimológicamente, viene de ‘paz’ y ‘ciencia’, y es la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse, el saber esperar, la habilidad para hacer cosas pesadas o minuciosas, sin prisas, pero sin pausas. Y justo en estos momentos tan acelerados, nos faltan esas capacidades, ya que nos falta la base: la paz y, sobretodo, la ciencia, como intento explicar en este escrito.
El título del presente rollo, ‘Primero te ignoran, luego te ridiculizan, después te atacan y entonces ganas’, que he copiado de un pensamiento de Mahatma (Mohandas) Gandhi (1869 – 1948), requiere, obviamente, tener paciencia y perseverancia.
Los griegos clásicos diferenciaban entre la makrothumia (macrotúmia, makrothymia) y el hupomone (hupomona)
- La primera expresión (‘makros’, largo, gran; y ‘thymos’, pasión, indignación) se refiere a la tolerancia con respecto a las personas, sin reacción, tranquilidad ante el sufrimiento. Es el contrario de la ira y la venganza.
- Mientras que la segunda (’hupo’ bajo y ‘meno’ estar, soportar, permanecer) hace énfasis en la perseverancia, la constancia, permanecer a pesar de la fatiga, resistencia, por ejemplo, la resistencia a ser abusado. Es el contrario de la cobardía y el desánimo.
La makrothumia es el autocontrol, y la hupomone se refiere al temperamento que no sucumbe ante el sufrimiento. Y los griegos despreciaban la primera, mientras consideraron la segunda como una gran virtud, una resistencia valiente que desafía el mal, constancia en la conquista, firmeza frente a la presión para rendirse, a pesar de no tener garantías de victoria o conquista, la resolución o permanencia en lugar de escapar.
Pues bien, en este momento, ERC pide a sus 8500 afiliados que tengan makrothumia y olviden la hupomone, pues piden sumisión y quieren evitar todo tipo de reacción.
Y pedir una paciencia pasiva, frente al gran incumplidor del reino, que es Pedro Sánchez, no deja de ser una inconsistencia infantil, pues ayer vimos a este personaje celebrando el preacuerdo alcanzado, y felicitándose por ello; y, lo que es el colmo, ‘abriendo la puerta a extender el preacuerdo a todas las otras autonomías (…) como un gran paso hacia la federalización de las comunidades autónomas’.
Es decir, Pedro Sánchez sigue con la política del ‘café para todos’, que es la base del régimen del 78. Y no olvidemos que el ‘café’, tal como ya comenté, citando a Ramón Lobo, significaba: ‘camarada arriba falange española’, así que, subliminalmente, avalaba el poso franquista.
No nos extraña en absoluto el cambio de ‘argumento’ de Pedro Sánchez, que hasta hace pocos días decía que salir del régimen de financiación común era imposible e inviable, y que ahora, para conseguir la poltrona de la Generalitat, es capaz de verbalizar que ‘el cambio incluso es positivo para Catalunya y para toda España’; ya vimos un giro similar respecto a la amnistía, que aceptó, contra sus convicciones, para obtener su propia poltrona.
De todos modos, también sabemos que Pedro Sánchez se compromete con cambios, a sabiendas de que no dependen exclusivamente de su decisión, pues, se requieren cambios legislativos, para los que no tiene el control absoluto (ni internos del propio PSOE, ni de otros partidos que apoyaron su investidura; y, en última instancia, el frente judicial, que ya conocemos como actúa)
Sólo nos hace falta ver el gran ridículo para nombrar al presidente del consejo general del poder judicial, caducado desde el 2018; y hace unas semanas, con mediación de la UE, Sánchez pactó con el PP, repartirse 10 diputados para cada partido, por lo que ahora están bloqueados, empatados, para elegir presidente de ese organismo. Ese recambio, que Sánchez y su monosabio Bolaños, vendieron por todos los medios, como el gran cambio regenerador, tras tantos años de prórrogas, obviando que no fue más que un insulto, un desprecio más a las otras fuerzas parlamentarias; un mantenimiento forzado del bipartidismo clásico en los temas realmente importantes del estado. Y lo grave es que no pasa nada, cuatro críticas insignificantes de los restantes partidos que apoyaron la investidura de Sánchez, y nada más. Esa es la realidad que tenemos, pues Sánchez sabe, y abusa de ello, que la alternativa a su gobierno será el PP/Vox.
Ante esta tesitura, en el supuesto de que otras comunidades autónomas aceptasen ese preacuerdo:
Si realmente, ahora, Pedro Sánchez considera tan importante y positivo ese cambio en la financiación, ¿no estaría obligado a introducirlo, independientemente de la coyuntura particular de Catalunya?, claro que eso requeriría una ética y una moral, que no le caracterizan, como la experiencia nos ha demostrado.
¿Y, para qué habría servido el ‘sacrificio’ de aceptar como president de la Generalitat a un represor, como Salvador Illa, si al final, acabamos todos con otro ‘café, con hielo, americano, etc.’, pero, en definitiva, una nueva homogeneidad en su café?
Estamos cansados de tanta incoherencia, de tanta inconsistencia, y no queremos acostumbrarnos ni asumirlas; pues asumirlas siempre comporta un sobrecoste final para Catalunya, y un retroceso o dilación hasta el infinito, de cualquier tipo de avance hacia la independencia.
Por eso, me parece interesante destacar que Francesc-Marc Álvaro, diputado de ERC, en su cuenta de ‘X’ ha defendido el voto afirmativo a la consulta a los afiliados de su partido, y, entre otros comentarios, ha señalado que:
‘ahora Sánchez ya no puede decir que todo ‘es un problema de convivencia’, ni Illa puede repetir que ‘se ha pasado página’, pues el conflicto persiste y pone en primer término políticas para reforzar la nación, que no serán solo cosa de los y para los independentistas’
Pero, como he dicho, Pedro Sánchez, igual que su acólito Salvador Illa, carecen de la más mínima ética, y no nos extrañará que, pasados unos días, Sánchez vuelva a su mantra favorito de que ha pacificado Catalunya, que ahora estamos mucho mejor que en el conflictivo 2017; y Salvador Illa seguirá con la suya sobre el pasar página (cuando, en realidad, quiere que cambiemos de libro, y hagamos propia la idea de ‘una, grande y libre’, de la ‘fundación del espíritu nacional’, que teníamos que estudiar en mi juventud)
En definitiva, que estamos en un momento crítico, en el que necesitamos más hupomone (hupomona) que makrothumia (macrotúmia, makrothymia), pues sin la determinación para actuar con valentía, nunca conseguiremos nada; ya que todo nos va en contra, todo tiende a dormirnos, a desmotivarnos, a desmovilizarnos; y en esta línea desmotivadora está ERC, pues su líder, Marta Rovira, está difundiendo por todas las redes que:
‘(…) su partido (ERC) tiene y tendrá la fuerza para hacer cumplir el preacuerdo’, ya que sus votos serán cruciales en el parlament y en el congreso’
y, a la vez, mantiene que Carles Puigdemont no debería dejarse detener, y se pregunta ¿qué sentido político tiene?, ¿Qué sentido político tiene que lo detengan, después de batallar tanto desde el exilo para que la detención no fuera posible (…) en qué ha consistido la lucha que hemos hecho todos juntos en el exilio? (…) ‘quiero que el president Puigdemont haga su retorno a Catalunya como lo he podido hacer yo, pero, evidentemente, defenderé sus decisiones’
Todos sabemos que ERC, y Junts, tienen una fuerza limitada en el congreso, ya que, al final, la contrapartida está en el mal peor, que sería el gobierno del PP / Vox. Y, como he comentado, esto lo sabe perfectamente Pedro Sánchez, y abusa de esa gran baza.
En cuanto al poder en el parlament, una vez investido Salvador Illa, ERC carecerá del más mínimo poder, podrá frenar alguna ley, pero nada más. Hemos visto que Pere Aragonès (ERC) ha gobernado en minoría, y lo ha hecho, ya que la fragmentación parlamentaria no permitió acordar un candidato que pudiera presentar una moción de censura constructiva (viable), como es preceptivo.
Respecto al retorno del president legítimo Carles Puigdemont, coincido con Rovira que no debería volver, no debería facilitar la fotografía soñada por los unionistas españoles, y, después, encarcelarlo, que es lo que hará el vengativo poder judicial.
Pero, salvo este importante y determinante aspecto, entiendo que volver tiene un gran e importante objetivo político, que es evidenciar el golpe de estado judicial; y eso, de por sí, tiene un gran valor, que sobrepasa el simbolismo.
Y me parece vergonzante que Marta Rovira no valore un acto así y, encima, que se equipare con el president, en cuanto hace referencia al trabajo efectuado en el exilio, durante todos estos años.
Y todo ello, en el día previo a la votación de la militancia, que, por lo que parece, va ganando adeptos, ya que muchos de los principales personajes de ese partido están manifestando su apoyo al preacuerdo; excepto el anterior líder, Oriol Junqueras, que ayer hizo un comunicado agradeciendo la gestión negociadora realizada, pero no se definió de forma clara (según Pilar Rahola, ‘ahora Junqueras se nos ha hecho violinista’); lo que, a mi modo de ver, es una muestra de cobardía, para apuntarse, después, al carro vencedor.
Con todo ello, sí que debemos tener paciencia, estoicamente, y, según sean los resultados de mañana, deberemos seguir aplicando el hupomone (hupomona), para resistirnos activamente a seguir siendo abusados.
Según parece, el último mensaje de Albert Einstein (1879 – 1955), antes de morir, fue:
‘No podemos resolver un problema si razonamos en la misma forma en la que razonamos para crearlo’
Y está claro, si finalmente, el represor Illa acaba siendo investido president de la Generalitat, en el futuro no podremos contar con ERC, pues sus ‘razonamientos’ serán los que nos habrán generado el problema, por lo que no podremos confiar más en ellos para buscar cualquier tipo de solución.