• Marissa Velázquez Ramírez, hablante de mazahua, hizo uso de la tribuna de la Cámara de Diputados
• 7 millones de mexicanos y mexicanas hablan una lengua indígena, afirma
En sesión semipresencial de la Cámara de Diputados y como parte de la actividad “Las lenguas toman la Tribuna”, Marissa Velázquez Ramírez, hablante de mazahua, consideró primordial impartir educación en las lenguas de los pueblos originarios.
Indicó que la educación es una herramienta para difundir y preservar la cultura. Promover el uso cotidiano de las lenguas indígenas, dijo, permite transmitir a “nuestros hijos el idioma ancestral para que no desaparezca nuestro legado cultural”.
Conminó a las y los diputados a trabajar en el rescate de las lenguas originarias de México. “No podemos ser indiferentes ante su desaparición. Debemos entender que la modernidad no está peleada con los idiomas de los pueblos originarios”.
En México, añadió, se hablan 68 lenguas originarias y el español. Cifras oficiales afirman que la población hablante de lenguas indígenas se ha reducido y que 7 millones de mexicanos y mexicanas usan una lengua indígena.
Velázquez Ramírez mencionó que en los últimos años se ha dedicado a enseñar mazahua a niños nacidos en las grandes ciudades. “No quiero que ellos pierden su identidad, quiero que se sientan orgullosos de pertenecer a un pueblo originario; que la migración no sea motivo de la pérdida de las lenguas originarias”.
Recordó que sus ancestros le contaban que “cuando llegaban a la gran ciudad, la gente los discriminaba por vestir y hablar un idioma diferente al español. Mi abuelo y mis padres aprendieron a hablar en dos lenguas: una que se hablaba en público y otra, en casa. Así crecí, con temor a hablar mi idioma; sabía que si lo hablaba en público, la gente, de manera despectiva, me diría india”.
Señaló que, con el tiempo, se dio cuenta que las lenguas indígenas no eran públicas “por el desconocimiento de la gente, de los medios de comunicación y de las instituciones educativas, que no hablaban de lenguas indígenas”.
Abundó: “Se hizo creer a los pueblos que hablar nuestro idioma era malo, pero los conocimientos de mi pueblo se transmiten de manera oral, y si yo dejo de hablar mi idioma se perderá una parte importante de la historia de mi país, de nosotras y de las personas que somos parte de la gran diversidad de pueblos originarios”.
Se manifestó orgullosa de ser libre de hablar su lengua, “estar en una gran urbe sin sentirme observada. Tengo derecho a expresarme en mi lengua, que va de la mano de mi cosmovisión”.