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amadeopalliser@gmail.com
Dada la deriva enloquecida de Donald Trump, solo nos queda una opción, jugar con sus mismas cartas, y apostar fuerte; y una primera baza es expulsar las 275 bases militares que los Estados Unidos tienen en Europa y las 37 que tiene la OTAN; pues ahora, más que una defensa son un peligro contra nuestro continente, como explico a continuación.
Tradicionalmente, en las negociaciones siempre ha prevalecido el ‘quid pro quo’ (sustituir una cosa por otra), el ‘do ut des’ (doy si me das), y en todas las transacciones debía saberse ‘cui prodest’ (quién se beneficia)
Ahora bien, seguramente, los EUA consideran el derecho de tener esas bases, como una correspondencia por su ‘ayuda’ en la Segunda Guerra Mundial; así que no las deben entender como una negociación, si no, como un ‘derecho de conquista’.
Sea como sea, tras 80 años de la derrota de Hitler, la situación ha ido cambiando y, de forma abrupta, en este mes que lleva gobernando Trump.
Así, la idea originaria de establecer y mantener esas bases, argumentada como ‘defensa’ ante el bloque soviético, estos días ha quedado evidente que esa idea es obsoleta; pues el ‘acuerdo’ entre Trump y Putin, para aniquilar Ucrania, es la muestra definitiva de que el prepotente Trump ha roto las ‘reglas’ del juego, en beneficio de Putin.
Volviendo con las expresiones latinas, tenemos ‘facio ut des’ (hago para que des). Históricamente, en las religiones se hacían ofrendas a los dioses, ante la seguridad de recibir algo bueno a cambio, o de no sufrir una desgracia. En realidad, esa práctica era (y sigue siendo en muchas prácticas religiosas actuales), un ‘do ut des’.
Y esa práctica es la que impusieron los Estados Unidos: establecer bases en todo el mundo, para darnos seguridad; pues, como dioses, a cambio, nos daban algo bueno (su protección) o nos evitaban desgracias mayores (de los rusos o chinos, según los casos)
Pero, como he dicho, en este momento puntual, ¿para qué queremos tener desplegados en Europa a más de 100.000 soldados americanos (especialmente 35.800 en Alemania, 12.400 en Italia, 9.800 en el Reino Unido, etc.)?
Si Trump quiere ‘ahorrar’, evitar sus costes, que repatríe a todos estos soldados con sus armamentos; y no opino sobre las otras 264 bases que tienen en otros continentes, pues cada situación y necesidad es diferente.
Asimismo, y de forma prioritaria, si realmente el reino español quiere dejar de ser vasallo de los EUA, Pedro Sánchez debería ser proactivo, y gestionar el cierre de:
- las 2 bases que tienen los EUA (la base aérea en Morón de la Frontera, Sevilla; y la base conjunta para la fuerza aérea y naval, en Rota, Cádiz), y
- las 3 bases que la OTAN tiene en España (el cuartel general de despliegue rápido de la alianza atlántica, en Betera, Valencia; el centro de excelencia contra artefactos explosivos improvisados, Hoyo de Manzanares, Madrid; y el centro de operaciones aéreas de la OTAN (CAOCTJ), en Torrejón de Ardoz, Madrid, que controla el espacio aéreo de la mitad sur de Europa)
No podemos seguir siendo ‘socios fiables, seguros y comprometidos’, el cambio de ‘era’ que promulga Trump, ha de ser debidamente entendido y correspondido; pues, en caso contrario, será una muestra del más puro y miserable vasallaje.
Pero sabemos que el reino español siempre se ha mostrado duro con los débiles, y débil con los duros y poderosos.
Es sabido que el dictador y asesino Francisco Franco aprobó el acuerdo firmado en el pacto de Madrid (26 de setiembre del1953), aceptando las bases americanas a cambio de ayuda económica y asistencia técnica.
Desde ese momento, y en las décadas de los 60 y 70, pequeños y simbólicos grupos realizaron pintadas, panfletos y acciones, con mensajes ‘US go home’, ‘yankees go home’, ‘bases fuera’; y, años después ‘OTAN NO, bases fuera’ (que, el miserable Felipe González ignoró y nos engañó, con su referéndum). Esos grupos de activistas, evidentemente, tuvieron claro que se trataba de una nueva muestra de colonización por parte del imperialismo americano.
Pero, en esa época todavía imperaba la idea de Dwight David Eisenhower (1890 – 1969): contener el comunismo en el mundo, mediante la política del dominó; y así nos fue, pues el mencionado Felipe González, en su tontería sumisa, defendía que ‘prefería morir de una puñalada en Nueva York a morir de aburrimiento en Moscú’.
Es preciso señalar que nunca ha habido un rechazo de los ciudadanos de los EUA, más bien al contrario, predominaba y predomina el reconocimiento de superioridad científica y económica, así como una ‘envidia sana’ (un oxímoron que refleja una opción contrapuesta) por su democracia (que, ahora ha mostrado tener los pies de barro).
Ayer se hizo público un claro ejemplo de esos ‘pies de barro’, con la ‘liberación’ del activista Leonard Peltier (n. 1944), el líder indígena (sioux – chippewa), miembro histórico del Movimiento Indio Americano (AIM) encarcelado durante 48 años, desde 1976, al ser entregado por Canadá, donde había huido, (superando incluso a Nelson Rolihlahla Mandela, 1918 – 2013); la causa fue la acusación de haber matado a dos agentes del FBI, en plena refriega represiva en la ocupación de Fort Lawton (1970) y en The trail of broken Treaties (el rastro de los tratados rotos) (1972). En enero del 2025, Joe Biden, justo antes de cesar en el cargo, le conmutó la cadena perpetua por el arresto domiciliario, otra de las vergüenzas del sistema.
Pero ahora, Trump nos demuestra que los Estados Unidos desprecia todo lo que hay fuera de sus fronteras, e incluso la pobreza interna (y la oposición, como la indígena), ya que se basan en la idea del éxito del dios mercado (ese es su mantra), por eso, ya no pueden seguir siendo modelo, ni ejemplo de casi nada, y su desprecio de los derechos humanos no puede quedar impune.
Ayer leí un artículo de Alberto Prieto (Elmon.cat, 19 de febrero 2025), titulado ‘Schadenfreude por Trump’, que me pareció interesante, pero, especialmente, el término alemán utilizado, que yo desconocía, y que busqué, y resulta ser la unión de ‘schaden’ (daño) y ‘freude’ (alegría), ‘y designa el sentimiento de alegría o satisfacción generado por el sufrimiento, infelicidad o humillación de otro’.
Este término de ‘schadenfreude’ lo podemos observar con gran frecuencia y, estos días hemos tenido un claro ejemplo, ya que los nacionalistas españoles (catalanes y de otras comunidades autonómicas) se han alegrado del mal estado de salud de la lengua catalana (y lo han manifestado con sus comentarios ‘obscenos’ en sus medios de comunicación); y otros han aplaudido con las orejas (el poder judicial, policial, etc.), y, en esa línea incluyo a Pedro Sánchez y Salvador Illa, ya que con su política de sumisión de la sentencia judicial del 25% del castellano en las escuelas, no hacen otra cosa que un gran mal al catalán, como vemos.
Pero, volviendo al tema que nos ocupa, me parece claro que el gran beneficiado con la política de Trump, es Putin, que expresa ese ‘schadenfreude’, alegrándose el ver despreciada y vilipendiada la UE.
E, igualmente, el trilero Pedro Sánchez, busca el ‘freude’ dentro de la ‘schaden’ del pueblo ucraniano, ya que aprovecha el actual momento de confusión, para desplazarse mañana, a Kíiw, capital de Ucrania, y entrevistarse de nuevo con Volodímir Zelenski, para nada, pues sólo podrá darle ánimos, y poco más, pues Pedro Sánchez se opuso a enviar soldados, en plena guerra (después, en el momento de la ‘pacificación’ y reconstrucción, y negocio, sí; salvo que Putin consiga vetar dicha presencia, como ya ha dicho), pero, claro, Sánchez habrá conseguido de nuevo otros ‘cinco minutos de gloria mediática’, y con esto se contenta, ya que en su miseria, cree que eso le ‘hace un gran estadista’.
En definitiva, que, si Donald Trump ha empezado una ‘nueva era mundial’, y los europeos seguimos con las viejas estrategias de vasallaje, demostraremos (confirmaremos) que no merecemos nada mejor.
Por eso, repito el último párrafo de mi escrito de ayer:
Un adagio latino, atribuido a Petronio (Gaius Petronius Arbiter, 20 – 66), dice: ‘Mundus (vulgus) vult decipi ergo decipiatur’ (el pueblo quiere que le engañen, por eso, que sea engañado), pues así, nos sentimos más cómodos en el sofá, mirando la tele, y no podemos quejarnos, ni exigir evaluaciones exante ni expost