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Reivindicación de Lisístrata

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Ayer vimos una manifestación propiciada por Òmnium Cultural y secundada por un centenar de asociaciones y líderes de opinión, para defender el derecho de manifestación y de expresión, bajo el lema: ‘protestar no es terrorismo’; y sobre este tema va el presente escrito.

En diferentes escritos he comentado y defendido de forma contundente los derechos de expresión y de manifestación, y para ello he recordado, en diferentes formas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1948; por lo que no me repetiré.

Todos sabemos que tenemos derecho a protestar, y somos conscientes de que los poderes de tintes autoritarios, absolutistas, totalitarios, ejercen toda su fuerza para reprimir estos derechos, entre otros; y, claro, entre una democracia plena y las dictaduras, hay una gran gama de grises; de grises tendentes al negro (entendido como el polo más represivo)

En el reino español, que no deja de ser más que un simulacro de democracia, cada día tenemos ejemplos de ataques contra principios fundamentales, y ayer vimos que:

  • el presidente del tribunal superior de justicia de Catalunya, Jesús María Barrientos, en la entrega de los despachos a 44 nuevos jueces, saltándose la separación de poderes, efectuó una carga de profundidad contra la futura ley de la amnistía, señalando que, en lugar de ser una ley para conseguir la pacificación, comportará más discordia.
  • la audiencia provincial de Madrid comunicó al activista Dani Gallardo, que en un plazo de 3 días tiene que entrar en prisión, por su sentencia, acusado por desórdenes públicos y atentado contra la autoridad, con motivo del proceso independentista catalán.

En este momento, si volviese a repetir los argumentos trasladados en escritos precedentes, en realidad no aportaría nada nuevo al lector; por eso, me parece interesante centrarme en aspectos colaterales, que me parecen de interés.

1

El término protestar procede del latín ‘protestari’, formado por el prefijo ‘pro’ (ante) y el verbo ‘testari’ (testificar, ver, testigo)

Es preciso diferenciar entre la manifestación y la protesta; pues manifestar es expresar un punto de vista, unas opiniones o sentimientos a favor o en contra de algo o de alguna situación determinada; mientras que protestar es una expresión de disconformidad que muestra y comporta una determinada oposición

Es decir, la manifestación hace referencia a la acción de expresar públicamente una opinión determinada. Mientras que la protesta es la expresión de una postura contraria a un orden o situación determinada, y se refleja con movilizaciones, asambleas, piquetes, barricadas, etc.

2

Enlazando con mi escrito de anteayer sobre las fronteras, me parece estimulante recoger una de las consideraciones que hizo Julieta Dalla Torre, en su artículo ‘Protesta’, pues señala que:

Toda protesta deviene en frontera, cualquiera sea la escala y naturaleza de ésta, en el sentido de espacios que se transforman por el accionar de determinados actores y que provoca nuevas situaciones, tanto de separaciones como puede ser el caso de un piquete o barricada que impide el paso de un lado al otro, como de vinculaciones, de encuentro con otros, de la visibilización de otros. En cualquier caso, se entiende que la protesta se vincula estrechamente con la idea de frontera. Esto puede materializarse, por ejemplo, en una valla, barrera o barricada que impide el paso o marca una diferencia con el resto del espacio. Se expresa, también, a nivel de lo simbólico o inmaterial, mediante la sensación de miedo o extrañeza hacia el otro que protesta.

(…)

El espacio y la protesta determinan la espacialidad de la resistencia y la geografía de la resistencia, intrínsecamente relacionados.

(…)

El espacio público es un ámbito de poder en el que la integridad y representación colectiva y los derechos ciudadanos entran en contradicción. Este es un espacio donde la ciudadanía convive y al mismo tiempo muestra sus diferencias y disputas.

(…)

Existen diversos tipos o modalidades de protesta, entre los que se encuentran las movilizaciones, las asambleas, las tomas, el piquete y la barricada. Esta última puede definirse como una valla u obstáculo dispuesto en determinado espacio por parte de los y las manifestantes para bloquear o imposibilitar el acceso a determinado lugar, calle, ruta o edificio. En consecuencia, puede entenderse como defensa y obstáculo: defensa frente a algo o a alguien contrario a los y las manifestantes; obstáculo como un bloqueo al paso o circulación entre espacios, como forma de reclamo colectivo. (…) El término barricada proviene de las barricas o toneles de bebida alcohólica originalmente utilizadas en Francia hacia el siglo XVI para cortar las calles de París en momentos de protesta social.

El piquete constituye una expresión popular de protesta (…) que es una acción que se asocia a una forma de reclamo encabezado por trabajadores (…) y que pueden bloquear calles, rutas, acampadas en plazas (…).

(https://www.teseopress.com)

3

Àlex Gutiérrez, en su artículo ‘Pareumàquines’ de hoy, explica que:

‘El Reino Unido aborda las SLAPP. Y a quién.

(…) El acrónimo SLAPP, traducido, corresponde a ‘la litigación estratégica en contra de la participación pública’, y, explicada de forma plana, quiere decir cohibir a alguien amenazándolo de ir a un juicio y que, incluso que tenga razón, no podrá pagar por los costes asociados. Que ‘slap’ en inglés signifique bofetada es el toque de genialidad que señala que esta práctica de los poderosos es una auténtica agresión con la mano abierta contra la libertad de prensa.

(…) Las SLAPP son una moderna y discreta forma de censura (…) se trata de una instrumentalización perversa de la justicia, en tanto que consigue ejecutar una sentencia -la asfixia económica- en casos en los que la sentencia absolutoria pueda llegar demasiado tarde.

(Ara, 27 de febrero 2024)

4

Me parece interesante, y un tanto ameno, recordar la comedia de Aristófanes (448 a.C. – 386 a.C.), titulada ‘Lisístrata’, representada por primera vez en Atenas el 411 a.C. y trata sobre la extraordinaria misión de una mujer para acabar la Guerra del Peloponeso.

Manuel Moncada Lorén, en marzo del 2018 explicó muy bien la referencia a esa comedia:

‘Lisístrata escenifica la lucha feminista desde el siglo IV a.C.

Utilizada en ‘Lisístrata’ como vehículo de valores igualitarios en la sociedad griega, la huelga de mujeres representada en la obra de Aristófanes demuestra que esta forma de protesta ha sido desde la antigüedad un efectivo instrumento de negociación.

Una democracia en pañales:

A pesar de ser el país que exportó la democracia, esta era aún muy imperfecta en su país de origen: la esclavitud estaba a la orden del día al sur de los Balcanes y las mujeres de la Grecia clásica fueron casi siempre marginadas de las actividades principales de la sociedad. Incluso se planteó si la mera presencia del género femenino como público era necesaria en el interior del anfiteatro.

En este contexto social, que claramente favorecía a los hombres frente a las mujeres, Aristófanes tuvo el valor de escribir una obra en la que quiso ilustrar esta palpable desigualdad y que constituye uno de los primeros actos de protesta feminista de la historia; aunque fuera desde el anfiteatro.

La obra fue representada por primera vez en el año 411 a.C. y escenifica el hastío de las mujeres griegas que, cansadas de ver cómo sus maridos partían a la batalla y de engendrar hijos para que murieran en el eterno conflicto griego, tomaron una drástica decisión que cambiaría el curso de la guerra: una huelga sexual.

La huelga sexual

Lisístrata, la que disuelve los ejércitos (del griego ‘lysis’ disolución; y ‘stratós’, ejército) fue la mujer que instigó la primera huelga feminista desde su papel protagonista en la obra homónima de Aristófanes, en la que las mujeres de Atenas y Esparta se unieron para acabar con el eterno conflicto entre las ciudades-estado más poderosas de la Grecia clásica.

No contentas con tan severa privación, las mujeres tomaron la acrópolis, símbolo de poder y lugar sagrado con función defensiva donde además se almacenaba el oro necesario para impulsar las guerras de los hombres.

Lisístrata, junto a sus compañeras Cleonice, Mirrina y Conciliación, desafiaron al poder establecido y defendieron soluciones pacíficas frente a los demagogos (del griego ‘demos’ pueblo y ‘ago’ dirigir) que empujaban al pueblo a una eterna guerra fratricida.

Decididas a privar a los hombres de su despótico gobierno sobre la sociedad, las huelguistas se enfrentaron a las iras del consejo de sabios de la ciudad representados por el coro de ancianos, que rodearon la acrópolis en un intento de recuperar su poder acusándolas de profanar un lugar sagrado.

Las primeras esquiroles de la historia

En un alarde de determinación, las mujeres se mantuvieron unidas en su protesta, pero no sin esfuerzo. La abstinencia forzosa a la que Lisístrata había empujado a sus compañeras tuvo sus momentos de flaqueza.

Como buenos seres humanos, algunas huelguistas helenas sufrieron más que otras la voluntaria abstinencia sexual durante su encierro e inventaban pobres excusas domésticas para visitar fugazmente el lecho conyugal.

Sin embargo, las que pasaron a ser las primeras ‘esquiroles’ de la Antigüedad Clásica se arrepintieron posteriormente de su debilidad y regresaron al recinto sagrado junto a las demás activistas griegas donde continuaron exponiendo sus argumentos en favor de una sociedad pacífica e igualitaria.

La conciliación del género humano

Al final, el personaje mudo Conciliación logró escenificar la firma de una paz entre las dos polis griegas motivada por la prolongada abstinencia a la que fueron sometidos los hombres, razón de peso en opinión de los varones para deponer las armas y dedicarse a hacer el amor y no la guerra.

La comedia griega representa el triunfo de la razón y el diálogo femenino sobre la belicosa y testaruda actitud de los hombres. Este ejercicio de reflexión ética sigue muy vigente casi 2500 años después (…)

(https://www.nationalgeographic.es)

Efectivamente, esta referencia a Lisístrata es a una comedia, y es del todo inverosímil esa huelga de sexo, teniendo en cuenta que, si las mujeres griegas libres pudieran hacer esa huelga, las mujeres esclavas no, así que el sexo de los guerreros podía saciarse tranquilamente.

Pero, es un buen ejemplo y muy útil, para ilustrar la necesidad de buscar fórmulas novedosas y alternativas de protesta para forzar a los poderosos a cambiar de opinión y actitud, a pesar de que se blinden con SLAPP o, aquí, en el reino español, con un poder judicial anacrónico y carcomido.

Todos sabemos que las manifestaciones y protestas han sido muy útiles a lo largo de la historia, como, por ejemplo, la mítica marcha de la sal contra el dominio colonial británico en India en 1930, organizada por Mohandas (Mahatma) Gandhi (1869 – asesinado en 1948)

Y, en nuestro caso concreto, las manifestaciones que efectuamos en la avenida de la Meridiana de Barcelona, me parece que, en realidad, se han convertido en una frontera, en un espacio simbólico de resistencia, a pesar de que, desgraciadamente, estemos arrinconados y no podamos obstaculizar la circulación de los vehículos, por culpa de una desmesurada interpretación legalista por parte del poder. Pero, efectivamente, tiene un notable valor efectivo, que supera el simbolismo, como observamos por la respuesta insultante y agresiva de algunos unionistas que pasan por nuestro lado y que no soportan ver una estelada (bandera independentista catalana)

Y para acabar con una broma, seguro que tendríamos más éxito, si hiciéramos una huelga de sexo inversa (enlazando así con mi escrito de ayer sobre la ‘psicología inversa’), es decir, si en lugar de una abstinencia, nos dedicáramos a practicarlo en plena manifestación.