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Rigidez vs flexibilidad

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Esta mañana (14 de junio), el periodista y tertuliano de radio (RAC1) y televisión (TV3), y profesor de la URL, Francesc-Marc Álvaro i Vidal (n. 1967) ha comentado que se presentaría como número 3 en la candidatura de ERC para las próximas elecciones generales, como independiente.

Ha comentado que, tras más de 30 años dedicado al periodismo político, habiendo recibido diferentes ofertas, ahora, finalmente, se ha decidido, pues le parece que, a sus 56 años, posiblemente sea la última oportunidad para ver los toros desde la arena, y no desde las gradas.

Ha comentado que es consciente de que, a partir de ahora, sus opiniones dejarán de tener la libertad que tenía hasta ahora, pues, lógicamente, se deberá a la disciplina de ERC; si bien ha comentado que, a su edad, y tras su larga experiencia, difícilmente le harán cambiar.

Efectivamente, se trata de un paso valiente, pues reinventarse, cambiar de rumbo, profesional o personalmente, no es fácil, ya que, en general, estamos muy atados a las costumbres, a la comodidad de lo conocido.

El cambio de Álvaro, como todos sabemos, pues hace muchos años que dejamos de ser ingenuos, tiene un ‘riesgo’ relativo, ya que sabemos cómo funcionan las puertas giratorias tras pasar por la política, y, habitualmente, se ‘recompensa’ con creces, el ‘servicio’ prestado. Pero, no me parece que sea el caso, pues por la imagen que tengo de Álvaro, siempre me ha parecido un profesional honesto.

Aprovechando esta información, me parece que es interesante profundizar en el dilema rigidez vs flexibilidad.

Es cierto que, en momentos de crisis, nos podemos sentir insatisfechos, vacíos; y esos sentimientos pueden ser motivados por cierta evidencia de la propia evolución, por lo que estimamos que nos sería positivo el reinventarnos.

Lógicamente, todo cambio de rumbo nos comporta miedo, temor al fracaso. Pero está claro, que, sin miedo, actuaríamos de forma temeraria; y sin ilusión, careceríamos de la motivación precisa.

Y, habitualmente, ese miedo, nos frena a dar el primer paso, nos impide que actuemos, y, así, no nos ponemos en marcha, ni damos el primer paso. Y un deseo sin acción, es sólo un sueño.

Por eso, los especialistas consideran, acertadamente, que, para cambiar el rumbo de nuestras vidas, primero debemos cambiar nosotros, y, para eso, debemos vencer al miedo. La alternativa es darnos por vencidos, considerando que no valemos para cambiar de rumbo, y, por eso, que no vale la pena hacer ningún esfuerzo, y esos pensamientos nos lleva al inmovilismo actual. Pero lo que no vale, entonces, es seguir quejándonos y lamentándonos.

Como dice el refrán: ‘El pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; el optimista ve la oportunidad en cada dificultad’.

Otro refrán, dice que: ‘Nunca es tarde para realizar un cambio de rumbo’, pues la actitud positiva es importante; pero no debemos ser ilusos, la propia fisiología, la edad, es un elemento sumamente importante para ponderar, de forma adecuada, la conveniencia de cualquier cambio de rumbo.

Henry Martin Ford (1863 – 1947) dijo: ‘Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto’. Es decir, que somos nosotros mismos los que nos debemos juzgar de forma objetiva, y tomemos la decisión que tomemos, tendremos razón, aunque estemos engañados por el miedo, pues, siguiendo con ese industrial, ‘no hay nadie que sepa lo suficiente como para decirnos qué es y qué no es posible’.

El psicólogo Martín E. P. Seligman (n. 1942) es partidario de la psicología positiva, y de la indefensión aprendida.

Según la indefensión aprendida, algunas personas hemos aprendido a comportarnos de forma pasiva ante todo tipo de problemas, pues comprobó que, tras someter a un animal a descargas eléctricas sin posibilidad de escapar, dicho animal no emitía ya ninguna respuesta evasiva, aunque, por ejemplo, la jaula hubiese quedado abierta.

Así, las ‘obligaciones’ familiares, las hipotecas, los compromisos, nos han conformado nuestra indefensión, que hemos aprendido y asumido, como el elefante atado a un pequeño poste, que explica una fábula que he citado en un par de ocasiones.

Y esa indefensión aprendida nos puede comportar ciertas alteraciones, cuyos síntomas pueden ser la ansiedad, la depresión, el bloqueo, la desmotivación, etc.

Por el contrario, la psicología positiva, según Seligman, se basa en 6 virtudes que agrupan 24 fortalezas. Las virtudes son las características morales, consensuadas culturalmente, es decir, son universales:

  • La sabiduría, el conocimiento, que incluye la creatividad, la curiosidad, la mentalidad abierta, la perspectiva, etc.
  • El valor, el coraje, que comprende la perseverancia, la vitalidad y la autenticidad.
  • La humanidad, que incluye la amabilidad, la inteligencia social, la empatía, el amor.
  • La justicia, a la que pertenece la capacidad de equidad, de trabajo en equipo, el liderazgo.
  • La templanza, es decir, la autorregulación, la prudencia, el perdón y la modestia.
  • La trascendencia, o sea, la valoración de la belleza y de la excelencia, la gratitud y la esperanza, el humor y la espiritualidad.

Y efectivamente, como dijo Ford, nadie mejor que nosotros puede valorar nuestras fortalezas y puntos débiles. Nada nuevo, pues el aforismo ‘Conócete a ti mismo’ ya figuraba en el pronaos (vestíbulo) del templo de Apolo en Delfos.

Para aplicar estos pensamientos al momento político actual, me parece apropiado recordar, en primer lugar, la novela de ‘Los hermanos Karamazov’ (1878), la última novela de Fiódor Mikhàilovitx Dostoievski (1821 – 1881). Pues retrata un conflicto familiar, que me parece extrapolable a la situación actual.

El argumento de esa novela explica el parricidio, en el que todos los hijos tienen parte de culpa. El tema, es el tratamiento de la culpa, la duda, la razón y el libre albedrío.

Según el argumento:

Fiódor Pàulovitx tiene tres hijos de caracteres bien diferentes: Dmitri, de su primera esposa, que tiende al descontrol y la conquista de las mujeres, como él; Iván, el intelectual y Alioixa, con tendencias religiosas. Tanto Dmitri como su padre, estaban enamorados de la misma mujer, Grúixenka, de mala reputación; y la rivalidad por esa mujer tensa las relaciones, llegando a un punto insostenible. Dmitri, por su parte, está prometido con Katerina, que ama en secreto a Iván. Y Alioixa ve morir a su maestro, un monje del monasterio, que le envía al mundo para poner paz en su familia.

El día que Pàulovitx aparece muerto, todos culpan a Dmitri, pero, en el juicio, Iván se entera que el asesino es el criado e hijo ilegítimo, que declara su acción, convencido por las ideas filosóficas de Iván. Con la ayuda de Katerina, sacan a Dmitri de la cárcel, y apoyan su marcha a América, con Grúixenka

(Wikipedia)

Pues bien, en el momento político actual, tras las elecciones municipales, vemos que todos los partidos políticos recelan de los otros, y miran de sacar el mejor provecho posible, como los citados hermanos.

Y, a mi modo de ver, también podríamos hacer un paralelismo metafórico, entre el hijo ilegítimo y asesino, con los partidos de extrema derecha como Vox, que es el que realmente está condicionando muchos de los pactos, como vimos ayer en Valencia, y, también en otros muchos municipios españoles; y, de forma directa, influyen e influirán en las próximas elecciones generales, pues el PP, para ganar votos, ha virado su programa y declaraciones hacia la extrema derecha. Y, el PSOE, para no ser menos, ha dejado su falsa centralidad, para recoger votos del redil de la derecha.

Ante esa situación, muchos permanecemos paralizados, y actuamos de forma rígida, como el personaje de ‘Michel Strogoff, de Moscou a Irkoutsk’ (1876), de la novela de Julio Gabriel Verne (1828 – 1905)

Según esa novela:

Iván Ogareff, militar retirado y exiliado, instiga una invasión de Siberia por los tártaros. Impulsado por su deseo de venganza contra el zar Alejandro II, Ogareff convence al emir de Bujara, Féofar Khan y a otros khanes del Turquestán.

Los tártaros cortan los cables telegráficos en la ciudad de Tomsk, más allá de los Urales, para impedir la comunicación, por lo que se requieren los servicios de un correo que recorra las 5200 verstas (1 versta es igual a 1066,8 m.) Para esta hazaña el general Kissof propone a Miguel Strogoff.

Strogoff cruzará Rusia empleando todos los medios disponibles, cumpliendo las instrucciones de no revelar su propósito y desconfiar de los ardides de Iván Ogareff.

(Wikipedia)

Pues bien, en esa novela, Strogoff pasa por mil peripecias, hasta conseguir su objetivo, gracias a su carácter rígido.

Y haciendo un paralelismo, vemos que entre los independentistas catalanes hay figuras como Strogoff, decididos y con las ideas claras, pero predominan otros que siguen los patrones de Iván Ogareff, el ideólogo rebelde; o como Feofar Kan, líder de la rebelión de las tribus kirguises; el general Kissof, jefe de la policía moscovita; Nicolás Pigassof, el funcionario de la estación de telégrafos; Sangarra, el ayudante de Iván Ogareff. Es decir, cada uno de ellos aportando sus cuotas de dificultades e impedimentos. Si bien hay otros que ayudan a Strogoff, como Nadia Fedor, Marfa, etc.

Pero, lo más triste, es que la mayoría son como ‘el hombre sin sombra’ (Hollow Man), la película de Paul Verhoeven, estrenada el año 2000, es decir, muchos son como el científico paranoico que busca la invisibilidad; y haciendo el paralelismo, muchos quieren la invisibilidad que proporciona el sofá de casa.

En definitiva, que películas y novelas aparte, deberíamos ser capaces buscar nuestras virtudes y fortalezas, para encontrar nuestra positividad, y, de ese modo, superar el pasotismo que nos invade. Por eso, celebro, de verdad, que el citado periodista Francesc-Marc Álvaro, se haya atrevido a dar ese paso que debería alentarnos a todos para superar nuestras rigideces y, si lo consideramos preciso, reinventarnos, para conseguir nuestras ilusiones.