Buscar

Saber el objetivo y definir la hoja de ruta

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

‘La sabiduría es el arte de aceptar aquello que no puede ser cambiado, de cambiar aquello que puede ser cambiado y, sobre todo, de conocer la diferencia’ (emperador Marco Aurelio (121 – 180 d.C.)

En el Ara de ayer se incluía una entrevista realizada por Antoni Bassas al ex president de la Generalitat, Quim Torra. El titular es el siguiente: ‘Tener una hoja de ruta clara es mucho más importante que un gobierno’.

Una de las preguntas que le hizo Bassas, fue: ‘¿Pero como se defiende ahora una DUI (declaración unilateral de independencia)? ¿Con la gente en la calle a pecho descubierto? Alguien podría acabar mal’.

La respuesta de Torra, fue: ‘¿La gente que subía al Muro de Berlín hacía esta reflexión? No creo en la solución pactada con el gobierno español porque no llegará nunca y la única alternativa que veo es esa, la DUI. ¿Si el 3 de octubre del 2017 hubiésemos hecho una acción continuada de desobediencia masiva, el mundo no lo habría entendido perfectamente?

Citando a Havel, Torra dijo ‘que es preciso vivir en la verdad’, y señaló que, ‘pienso que, en la política catalana, desgraciadamente, hay dos niveles. Hay la política que pasa por debajo de la mesa y la política que se hace a la vista de todos. Yo me he encontrado a veces que eran tan divergentes, que decía ‘no puede ser’.

(…)

Torra: ‘Ciertas teorías de ‘No, ahora nos hemos de recuperar, ahora es la gestión, ahora es no sé qué, y eso de la independencia es una cosa molesta. Entonces, perdonen, si no ponemos la independencia bien al centro … lo que posiblemente acabará siendo inviable es Catalunya como nación’.

Bassas: ¿O sea, lo que está pasando por debajo de la mesa es: la independencia no está ni se le espera?

Torra: ‘Yo lo que noté en mis años de presidencia es que no había voluntad de arriesgar’.

‘No hay voluntad de arriesgar’. El diagnóstico del presidente Torra es breve pero claro. Por eso dice que, ahora, es más importante tener una hoja de ruta que formar gobierno’.

(Ara, 21 abril 2021)

Aplicando el citado pensamiento de Marco Aurelio a nuestra situación política catalana, y sin entrar en el concepto de sabiduría y antes de aceptar nada (pues también me parece discutible, por no parecerme generalizable, que la sabiduría sea aceptar o comulgar con ruedas de molino), debemos saber, ¿qué es lo que no podemos cambiar?, pues este es el núcleo de la cuestión: ¿La dependencia de España, se puede cambiar o no?

Si se puede cambiar, ¿cómo hacerlo?; si no se puede cambiar ¿ese inmovilismo se refiere al ahora o a siempre?, ¿y en estos dos últimos supuestos, podemos aceptarlo y cómo?, y si no hay voluntad de arriesgar, como señaló Torra, ¿a qué jugamos? ¿a quién queremos engañar? y ¿cómo?

Siguiendo a Marco Aurelio, debemos cambiar lo que pueda ser cambiado, ¿pero debemos olvidarnos de cambiar lo que aparentemente no se puede cambiar? ¿Y olvidar nuestros sueños no nos comportará costes y riesgos?, y finalmente, conocer la diferencia entre lo inmutable y lo mutable. Pero, poco a poco, vayamos por pasos; seguidamente intento argumentar cada uno de estos interrogantes planteados, dentro de mis limitaciones y de acuerdo con mi subjetividad.

En primer lugar, todos los independentistas coincidimos en el objetivo, que no es otro que la independencia, la República Catalana, (la amnistía, si no llega antes, que no llegará, la daremos nosotros, pues Pedro Sánchez, cuando ‘le convenga’ a lo sumo hará un indulto parcial); y estoy de acuerdo con el president Torra, que es más importante definir previamente la hoja de ruta, la estrategia y camino a seguir para llegar al objetivo, que conformar el gobierno.

Todos sabemos que gobernar es imprescindible, máxime siendo conscientes de la crisis pandémica y sus derivadas: sanitaria, económica y social, con sus urgencias y exigencias.

Pero, no olvidemos, que todos los partidos, excepto el PSOE-PSC, estaban de acuerdo en posponer las elecciones al mes de mayo, para no arriesgar a la ciudadanía haciéndonos votar en febrero, punto álgido del covid. Así que, si se hubiese adoptado esa fecha, el gobierno no estaría conformado hasta el verano.

Y sabemos, asimismo, que el gobierno, que lleva ya meses en funciones, sigue gobernando y gestionando el día a día, pues sus limitaciones formales, se reducen a la posibilidad del recambio de consellers, de convocar nuevas elecciones, y poco más.

Y, obviamente, para formar un gobierno de coalición estable, en primer lugar se ha de acordar la hoja de ruta, como señala Torra, ya que, en caso contrario, el futuro gobierno sería inestable y sujeto a todo tipo de turbulencias.

Pasando ahora a las preguntas planteadas, aplicando el pensamiento de Marco Aurelio, seguidamente planteo mis elucubraciones, prescindiendo de las diferentes estrategias de los tres partidos independentistas, pues me limito a dar la respuesta de un ciudadano de base, coincidente con otros, pero, por lo tanto, con relativo valor estadístico:

¿Qué es lo que no podemos cambiar?, ¿La dependencia de España, se puede cambiar o no?

Este es el nudo gordiano, pues el estado español, como todos los estados, es reacio a perder parte de ‘su territorio’, de ‘su poder’. Por eso, el club de estados, que es la comunidad internacional, siempre estará a favor del mantenimiento del estatus quo.

Esto no es nuevo, ya lo sabíamos antes de hacer el referéndum del 1 de octubre del 2017.

Y vimos la reacción agresiva del estado, que a muchos nos sorprendió, ya que no imaginábamos que fueran capaces de descargar su violencia contra ciudadanos pacíficos, y, a la vez, pensábamos que la comunidad internacional no permitiría una represión de tal calibre. Esa fue nuestra candidez, nuestra visión simplista.

En esa misma línea, muchos políticos y ‘expertos’ de todo tipo, habían hecho gala de los puntos fuertes de Catalunya, para presionar al estado, por ejemplo, la ventaja de ser fronterizos con Francia y, por lo tanto, pudiendo ‘controlar’ las importaciones y exportaciones españolas; otra ventaja era representar casi el 20% del PIB y la ‘oferta’ de quedarnos con ese mismo porcentaje de la deuda española, si el estado ‘se ponía bien’. Y, vimos, que todo esto conformaba nuestro pensamiento mágico.

Todo eso no fue más que un pensamiento mágico, como he dicho, ya que, al no poder controlar nuestro territorio, no tuvimos ni esa opción, apenas la ejercimos tímidamente un día, el 3 de octubre, cortando algunas autopistas, pero la represión acabó con eso en unas horas, y las consecuencias legales y policiales, con imputaciones, atestados y multas contra los compañeros que las realizaron, fueron y son muy importantes y conocidas, para escarmentar cualquier otra movilización similar.

En la citada entrevista, y como ya hemos visto, el periodista Antoni Bassas preguntó al president Quim Torra:

‘¿Pero como se defiende ahora una DUI (declaración unilateral de independencia)? ¿Con la gente en la calle a pecho descubierto? Alguien podría acabar mal’.

Y la respuesta de Torra, fue: ‘¿La gente que subía al Muro de Berlín hacía esta reflexión? No creo en la solución pactada con el gobierno español porque no llegará nunca y la única alternativa que veo es esa, la DUI. ¿Si el 3 de octubre del 2017 hubiésemos hecho una acción continuada de desobediencia masiva, el mundo no lo habría entendido perfectamente?

No pretendo perder ni hacer perder el tiempo elucubrando sobre qué hubiera pasado si el 3 de octubre hubiésemos hecho lo que no hicimos, ya que esto no conduce a nada.

Pero me parece correcto resaltar que las cosas se hacen haciendo, valga la redundancia.

Y si la población oriental berlinesa, cansada ya de la represión, no se hubiera lanzado, bastante inconscientemente y sin planificación alguna, a asaltar el muro el 9 de noviembre de 1989, no hubiera sido posible la reunificación alemana, tras 40 años de división.

Y, efectivamente, una acción así hubiera podido acabar siendo cruenta, como nos había enseñado la larga Guerra Fría.

Y tampoco sabemos la posible reacción de la R. F. Alemana, y de la comunidad internacional, ante una potencial respuesta violenta de la R. D. Alemana. Supongo que hubiera dependido de muchos factores:

·       del nivel de violencia,

·       del papel de la Unión Soviética (URSS) inmersa en la ‘perestroika’ de Mijail Gorbachov (presidente del 1989 al 1991),

·       del de los EUA George H. W. Busch (presidente de 1989 a 1993), sucesor de Ronald Reagan (presidente del 21.01.1981 al 21.01.1989), pues éste ya había reclamado a su homólogo ruso, el 12.06.1987: ‘Secretario General Gorbachov, si usted busca la paz, la prosperidad para la Unión Soviética y la Europa del Este, si persigue la liberalización, venga a esta puerta, ábrala y derribe este muro’. 

·       y el del Papa Juan Pablo II (16.10.1978 al 02.04.2005), enemigo declarado del comunismo.

·       etc.

y, como sabemos, todo confluyó para el buen fin del levantamiento popular.

Pero Catalunya es un pequeño país, sin ningún interés a nivel internacional. Estamos solos. Lo sabemos y lo sabe el estado español, por eso tiene las manos libres para hacer lo que le plazca y de la forma que le convenga, pues, a lo sumo, recibirá unas críticas de la prensa internacional.

Alfredo Pérez Rubalcaba (1951-2019), ex vicepresidente del PSOE, dijo que:

‘El Estado pagará el coste de quitar de en medio a Puigdemont (…) lo que quieren los independentistas es que el Estado les quite a Puigdemont de en medio (…) el Estado lo hará, pagará el coste (…) ahora lo que estamos discutiendo es cuánto coste pagamos para que Puigdemont no sea investido president de la Generalitat y aconseja al ejecutivo ser hábil en su estrategia para que el descrédito del Estado sea el menor posible (…)

(La Vanguardia, 26.01.2018)

Es evidente que Rubalcaba tenía un nivel de información, que nosotros desconocíamos, y que hemos constatado en estos últimos años, y es que el verdadero ‘peligro’ para el estado, lo representa Puigdemont, ya que Mas y Junqueras, les parecían más ‘domesticables’ (seguramente para Rubalcaba, el calificativo no era este, pero me parece ajustado)

Pero aún así, ¿debemos conformarnos a seguir, forzadamente, ligados, atados a un estado al que no queremos pertenecer, incluso ahora, que el 52% votamos partidos independentistas?

Si se puede cambiar, ¿cómo hacerlo?

Para modificar el actual estatus quo, debemos concienciarnos que, como hemos demostrado, la fuerza la tenemos la ciudadanía. Podemos mostrar nuestra voluntad, si bien, obviamente, ponderando los riesgos.

Pero si la percepción de Torra es que no hay voluntad de arriesgar, y si es así, ¿a qué jugamos?, ¿a quién queremos engañar?, y, ¿cómo?

A mi modo de ver, cuando no hay diálogo, la única forma de actuar para forzar un cambio es ejerciendo una presión en las calles, de forma pacífica, democrática e inteligente, como apuntó el president Carles Puigdemont, pues sin confrontación no conseguiremos nada.

Y esa presión comportará incomodidades, así que deberíamos salir de la fase de confort en la que estamos, y superar la mencionada voluntad de no arriesgar, o, en todo caso, dentro de unos límites aceptables, ya que no deberíamos caer, nuevamente, en represiones violentas ni sanciones económicas; por eso, la confrontación ha de ser como postula Puigdemont.

Sabemos, como nos enseñó Lluís Maria Xirinacs i Damians (1932-2007) que debemos ‘Plantarnos y plantar cara al disgusto diario de vernos vendidos, estafados, domesticados o silenciados. Los únicos protagonistas somos nosotros y el Pueblo’, pues ‘La independencia de cada nación es el bien más preciado para establecer la paz en la Tierra’ (…) ‘La independencia no se pide, se toma’ (…) ‘Hasta que no cortemos el último hilo que nos mantiene atados, no dejaremos de ser títeres’.

Saben y sabemos, que la movilización popular es fundamental para conseguir los cambios importantes, pues sin esa presión en los EUA, Derek Chauvin, el policía acusado de la muerte de George Floyd, no hubiera sido declarado culpable de los cargos de homicidio imprudente en segundo y tercer grado. Hubiese sido un asesinato más, que hubiera quedado impune.

Y en este punto, es de crucial importancia el papel de los medios de comunicación.

Afortunadamente, desde hace unos años, las redes sociales han tomado un papel importantísimo, ya que no es fácil ponerle puertas. Mientras que los periódicos sistémicos, sabemos que siempre los tendremos en contra, pues ellos ‘dependen’ del abrevadero unionista.

También sabemos que actuaciones solitarias y puntuales, únicamente son simbólicas, como lo es nuestro corte diario en la avenida Meridiana, pues hoy, será el corte número 409, y vemos que aparte de las molestias que causamos conscientemente, no conseguimos nada, ya que los medios de comunicación ya lo han normalizado, lo han asumido, y sólo se acuerdan de nosotros cuando se produce algún acto violento, cuando sufrimos alguna agresión esporádica, o cuando quieren resaltar las molestias que causamos.

Pero, si este tipo de actuaciones se multiplicaran, aumentaran de forma geométrica, por todo el país, mediante manifestaciones legales, es decir, con el preceptivo comunicado al departamento de interior. Y, esas actividades se prolongaran de forma indefinida, haciéndose visible en todas las redes sociales, estoy convencido que, más pronto que tarde, conseguiríamos forzar al estado a moverse, a replantearse su cómodo posicionamiento.

De este modo, el riesgo para la ciudadanía sería asumible, al menos esta es mi opinión. Si bien, nunca sería un riesgo cero, ya que sabemos que los diferentes poderes del estado retuercen las leyes y sus interpretaciones, según sus conveniencias.

Si no se puede cambiar ¿este inmovilismo se refiere al ahora o a siempre?, ¿y en estos dos últimos supuestos, podemos aceptarlo y cómo?:

En el Ara de ayer, Albert Branchadell publicó un interesante artículo, titulado ‘Alerta referéndums unilaterales’, en el que analiza los efectuados en Escocia y en Catalunya, con sus similitudes y sus diferencias, señalando que:

‘En política comparada, la verdad es que los referéndums unilaterales que no están fomentados o amparados a priori por la comunidad internacional no suelen dar los resultados buscados. Un ejemplo de esto es el referéndum de independencia del Alto Karabakh, del cuál se celebrará el 30 aniversario en diciembre. Visto desde fuera, el resultado fue irrebatible: un 99,89% de votos afirmativos, con una participación del 82%. ¿Problema? Por más legitimidad que se pudiera derivar de estos números, la comunidad internacional no reconoció el referéndum ni la declaración de independencia que le siguió. Después de la guerra relámpago del pasado otoño, el Alto Karabakh ha vuelto, prácticamente, a la casilla de salida y lo más probable es que acabe siendo una comunidad autonómica de Azerbaidjan.

(…)

En el momento de preparar referéndums, sorprende que los independentistas catalanes se hayan fijado tanto en el caso escocés y hayan dejado de lado el nort-irlandés, cuando lo cierto es que el acuerdo anglo-irlandés de 1998 consagra el derecho de los irlandeses del norte a decidir si preferían continuar dando soporte a la Unión con la Gran Bretaña o a una Irlanda soberana unida. Los independentistas catalanes podrían invocar este referéndum formulado entre líneas, y, sobretodo, fijarse en el concepto de ‘consentimiento de la mayoría’.

En este sentido, el nuevo gobierno republicano de Pere Aragonès no habría de perder de vista estas dos cosas:

·       En primer lugar, que el 52% de voto independentista del 14 F (51,33%, para ser exactos) comprende un porcentaje pequeño, pero significativo, que corresponde a partidos (PDeCat y PNC) que descartan explícitamente la vía unilateral y apuestan sólo por un referéndum acordado con el Estado, y

·       En segundo lugar, que con este 52% se rompió un techo, pero no se alcanzó el límite que la UE estableció para el único referéndum de independencia que ha patrocinado hasta ahora (Montenegro, 2006), donde se exigía un mínimo del 55% de votos afirmativos con un mínimo del 50% de participación. Y este doble corte no ha sido conseguido nunca por el independentismo catalán: ni el 9-N, ni el 1-O, ni en ninguna de las elecciones de todo tipo celebradas en Catalunya a lo largo de decenios’.

(Ara, 21 de abril del 2021)

Esta lectura, en primera instancia, parece apoyar la tesis actual de ERC, de esperar, para ampliar las bases. Ahora bien, en realidad no deja de ser una falacia, ya que no es admisible tener que respetar las reglas de la UE, si previamente no reconocen nuestro referéndum. Y al revés, es inmoral que no reconozcan nuestra posibilidad a efectuar un referéndum y, tras efectuarlo, recriminarnos no haber superado sus límites.

Pero es verdad, estamos en un callejón sin salida, y esto es lo que pretende el estado español, es su victoria, completada con la represión, reclusión, y exilio de nuestros líderes.

Por lo tanto, volviendo a las preguntas en cuestión, vemos que el inmovilismo español y de la comunidad internacional será indefinido, nada cambiará.

Y obviamente, no podemos aceptarlo, aún a costa de salir de la UE, pues también hay vida fuera de ella, ya que, al fin y al cabo, no deja de ser más que un club de negociantes, de comerciantes, sin alma, como hemos visto con los exiliados sirios y demás países africanos.

Por lo tanto, tenemos una única salida, movilizarnos, convertirnos en la mosca cojonera, abandonar, en lo posible, las empresas del Ibex-35, en definitiva, actuar legal e inteligentemente, para conseguir forzar un cambio del estado, y si no se da, forzar que nuestros políticos declaren la DUI (declaración unilateral de independencia), aunque inicialmente pueda comportarles un coste personal, y si no lo aceptan, que dimitan y dejen su butaca a otros más adecuados.

Sabemos, por experiencia que, sin estructuras de estado, y sin controlar el territorio ni las fronteras, ni nada, es imposible conseguir la independencia, por eso son tan importantes las movilizaciones. Y sabemos, también, que cualquier corte legal de la movilización, por ejemplo, comporta molestias y levanta críticas por parte de los afectados, es decir, de los otros ciudadanos (independentistas o no), y eso son daños colaterales. Pero sabemos que los daños a los realmente poderosos, puede ser mayor, si ven que incide en sus cuentas de resultados, y esos son los que pueden hacer ‘cambiar de opinión’ al estado.

Esta forma de actuar también repercutiría en la economía de Catalunya, pero ya sabemos que cuando el rey Borbón tocó el pito llamando a arrebato, muchas de las principales empresas no dudaron ni un momento en trasladar sus respectivas sedes sociales fuera de nuestro país, y eso también afectó a nuestra economía, así que ahora no deberían tomar esta excusa como argumento de defensa contra las movilizaciones.

¿Debemos olvidarnos de cambiar lo que aparentemente no se puede cambiar? ¿Y olvidar nuestros sueños no nos comportará costes y riesgos?

Creo que estas preguntas han sido ya respuestas, ya que, si realmente queremos ser independientes, está claro que debemos actuar, pero, como he dicho, de forma legal, democrática e inteligente.

En caso contrario, si nos auto-reprimimos, si nos autocensuramos, hasta perder nuestros sueños, dejaremos de ser lo que somos, para pasar a formar parte de la masa conformista con su esclavismo intelectual y sentimental.

Y esa auto-amputación, nos comportaría efectos psicosomáticos, sin ninguna duda. Ese sería nuestro coste, nuestro riesgo, que deberíamos soportar por no actuar en conciencia con nuestros sueños.

Y finalmente, conocer la diferencia entre lo inmutable y lo mutable.

Es evidente que no hay nada inmutable, en este mundo todo es mutable; la historia nos demuestra que imperios muy poderosos cayeron, como el romano, por poner un ejemplo; o dejaron de serlo, como el español, y sabemos que el actual reino de España es importante en la UE, pero insignificante a nivel mundial, por lo que bien podría mutar de la insignificancia e irrelevancia actual, a la nada.

Pero no podemos esperar, además, no queremos ningún mal a los ciudadanos españoles, bastante tienen ya con soportar y mantener a su monarquía y a sus lacayos.

Por lo tanto, sólo nos queda en confiar en nuestras propias fuerzas sociales, y actuar de forma democrática, pero decidida y valiente. Y llegado el momento, con total seguridad, no estaremos tan solos como podamos temer.

Tras el referéndum del 1 de octubre del 2017, la comunidad internacional nos vio titubear, faltos de convicción y de decisión, para implementar la república catalana. Así que no sabemos que posición hubieran ido adoptando, si la actividad hubiera sido otra. Esto no es más que una elucubración, claro, pero sabemos que el club de los comerciantes de la UE, al fin y al cabo, solo atienden y atenderán su cuenta de resultados. Por eso, acabarán normalizando sus relaciones con nosotros, y reconociéndonos.