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Sangre, sudor y lágrimas para abrir un pequeño comercio

Tramitits: fenómeno de corrupción

·         El promedio nacional para abrir un pequeño comercio formal implica 6 trámites, con un costo de $7,000.00 y un plazo de 3 meses.

·         El burocratismo de los distintos niveles de gobierno se orienta a impedir que las cosas ocurran, provocando un descarrilamiento deliberado de la actividad socialmente económica hacia la informalidad.

·         Orillar a los emprendedores hacia la informalidad es mantenerlos presos de la corrupción que infringen funcionarios de baja pacotilla, cuyo modus vivendi es la mordida.

Ciudad de México a 22 de abril de 2024.- En México, los esfuerzos de simplificación administrativa, hasta ahora realizados, no corresponden con la dinámica del mercado. Los emprendedores se topan con un muro de trámites demandando cada uno de ellos un universo de requisitos difíciles de cumplir, además de altos costos y ventanas de tiempo caprichosas, circunstancia que finalmente termina exigiendo del apoyo de un gestor (coyotaje) que conlleva un costo adicional, ya que la oportunidad de dar seguimiento puntual a los procesos de esta compleja tramitología por pie propio, exige paciencia y tiempo que no se dispone por parte del emprendedor que se encuentra ante la disyuntiva de trabajar o dejar de hacerlo para ir a hacer colas e interminables salas de espera.

La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) se dio a la tarea de realizar un estudio sobre los trámites, costos y tiempos que se requieren en cada una de las capitales de los estados para abrir un pequeño comercio, una tienda de abarrotes en este caso particular, encontrando los siguientes hallazgos:

Número de trámites

–       Promedio nacional de 6 trámites.

–       Ciudad con más trámites: Tepic, Nayarit, con 8.

–       Son 4 estados con 4 trámites.

Costos.

–       Promedio nacional $7,043.45.

–       Chihuahua el más caro $17,302.00.

–       Yucatán el más barato $746.61.

Tiempos.

–       Promedio nacional 2.8 meses.

–       En el 25% del territorio nacional (8 estados) oficialmente tardan 6 meses para otorgar los permisos.

–       Oaxaca es el Estado con el tiempo mínimo de entrega de permisos, 2 semanas.

Como se puede observar, trabajar dentro de la formalidad en México resulta engorroso, costoso y tardado de acuerdo a los datos obtenidos. Lamentablemente tenemos que informar que la realidad está aún más burocratizada, es más cotosa, exige más tiempo y de un obligado coyotaje, convirtiéndose el burocratismo en un muro infranqueable por un emprendedor por pie propio.

“Sobra decir que la tramititis representa una forma de corrupción en México, donde prevalece la idea de cómo obstaculizar la legalidad. Pareciera que en los hechos los distintos niveles de gobierno buscan impedir que la gente trabaje dentro de la ley so pretexto de cualquier cosa, anteponiéndose un conjunto de requisitos que se conforman como un gran muro de contención al emprendimiento y al quehacer productivo, que provoca un descarrilamiento deliberado de la actividad social económica hacia la informalidad. Informalidad que es inflacionaria y que, junto a la inseguridad, las elecciones y la guerra, sostienen un escenario de incertidumbre y encarecimiento del consumo esencial de la población”, comentó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.

Además esto  resta dinamismo, productividad y desarrollo al país, se vuelve caldo de cultivo que fomenta la corrupción, pues deja a la gente postrada e impide su paso a la formalidad, los mantiene rehenes de funcionarios de baja pacotilla que, como rémoras, se dedican a vivir de la mordida. Entonces, más que reducir los trámites pensando en la simplificación administrativa como un asunto matemático, debemos entender que el burocratismo es un problema estructural de carácter cultural, es una actitud, una manera de hacer las cosas, por lo que para superarlo se requiere un verdadero cambio de paradigma promovido por una campaña nacional de gran calado que anime una nueva manera de hacer negocios en México, que priorice la actividad económica y comercial, dejándola fluir, y en su desarrollo gradualmente irla regulando.

Dicho en otras palabras, necesitamos convertirnos en una sociedad que promueva la inversión, que permita a los negocios abrir sus puertas y ponerse a trabajar mediante un aviso de apertura a las instancias correspondientes, generándose fuentes de empleos dignos, para posteriormente, de manera gradual, con la orientación y asesoría debida, se vayan cubriendo paso a paso las distintas regulaciones que deben observar para su funcionamiento, sin que éstas sean condición para el inicio de sus operaciones.

Este cambio de paradigma es un proceso suave, es un acto de conciencia, de ahí su complejidad.