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Ser, parecer y aparentar

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Es habitual que en el entorno social se tienda a la confusión entre los tres verbos mencionados y, en el actual momento político, dominado por las redes sociales, esa confusión es máxima, y sobre eso, en el presente escrito transmito unas reflexiones básicas, tomadas de diferentes webs.

Niccolò di Bernardo del Machiavelli (Maquiavelo) (1469 – 1527), en su obra ‘El príncipe’ (1513), señaló que ‘lo importante del príncipe, no es que sea príncipe, sino que lo parezca’.

Y siguiendo esa línea de pensamiento, vemos que todos tenemos una confusión entre ‘ser para parecer y parecer para aparentar’.

El primer dilema está entre ‘ser y parecer’; y es evidente que, para parecer, primero se ha de ser; ser entendido como existencia. Existir implica necesariamente un ser, siempre se es algo, incluso, a lo largo del tiempo, un ser puede tener diferentes existencias, diferentes personalidades. Mientras que el ser no implica existir, ser es ser algo; existir implica tener una realidad sensible o perceptible. Ser y existir implican un estar: se puede estar física o mentalmente en Barcelona, si se es y existe; o solo mentalmente si sólo se es.

Asimismo, todo ser tiene o puede tener diversas apariencias, con diferente grado e intensidad. Y en un mundo en el que predomina el sentido de la visión sobre los otros, las apariencias pueden llegar a tener tanta relevancia como el ser.

Ahora bien, el ser, entendido como desarrollo y logro personal, permite diferenciarse respecto a los que se centran en el mero parecer en lugar de ser; pues ‘el que parece algo, pero no lo es, precisamente no es aquello que aparenta ser’. ‘Para parecer no hace falta ser eso que se aparenta’. Todos sabemos fingir, teatralizar las apariencias que nos interesan en cada momento.

Cuando se aparenta algo que no se es, se implica otra forma de ser, la de la apariencia.

El parecer va ligado al existir, e implica el ser. Puede parecer que una persona exista, sin ser verdad. A diferencia del aparentar, el parecer que algo existe no se puede hacer de forma intencionada; si una persona ha cambiado y ya no existe la original, esa persona no existente no puede hacerle parecer a otra persona que sí que existe. El parecer que algo existe viene dado por la confusión, transitoria o permanente, o una relajación de los sentidos de la persona que percibe o lo piensa.

El problema está cuando nos conformamos con la mera apariencia, en lugar de esforzarnos en ser verdaderamente lo que pretendemos. Albert Einstein (1879 – 1955) dijo: ‘En lugar de un hombre de éxito, busca ser un hombre valioso. Lo demás llegará naturalmente’.

Pero vemos que, habitualmente, damos mucha importancia a lo que dicen y opinan los otros, por eso nos esforzamos en aparentar lo que no somos; si aparentamos lo que no somos, es que reconocemos no ser lo que queremos ser; o, peor todavía, nos puede interesar aparentar lo que no somos (voluntaria y conscientemente), para quedar ‘bien’ en determinado entorno.

Esto parece un galimatías, pero un par de ejemplos creo que lo puede clarificar: se puede ser unionista español emocional, o incluso, serlo por conveniencia de forma racional (como ERC), pero, circunstancialmente, convenir parecer más independentista que nadie; o viceversa. El segundo ejemplo lo podemos tomar de Pedro Sánchez (PSOE) que, siendo emocional y racionalmente españolista, quiere aparentar ser dialogante. Todo eso no dejan de ser meras falsificaciones, pero los intereses lo pueden todo, hasta ‘hacer de la necesidad virtud’.

Seguidamente reproduzco un cuento, que puede ser interesante sobre todo lo expuesto:

‘Ser y parecer

Un hombre que pasaba por delante de una tienda, y vio que vendían dos loros, encerrados en la misma jaula.

Uno era muy bonito y cantaba estupendamente, mientras que el otro estaba en un estado lastimoso y permanecía mudo. El primero valía 50 wens, y el segundo 3000.

El hombre, asombrado por la diferencia de precio, le dijo al comerciante: Deme el loro de 50 wens.

Imposible, señor, respondió el vendedor; no puedo vender los dos pájaros por separado.

¿Pero, por qué?, ¿cómo explica usted semejante diferencia de precio?, pues el más feo cuesta infinitamente más que el más bonito. Y, además, no canta. Eso es absurdo.

¡Ah, no se equivoque usted, señor! El loro que encuentra usted feo, es el compositor’

(https://www.contarcuentos.com)

Generalmente, todos sabemos diferenciar entre las apariencias y la realidad, aunque a veces prefiramos sentirnos engañados, pues, así, no salimos del nivel de confort en el que nos hemos instalado.

Formalmente es aceptado que el reino español es una democracia; para unos, eso es un axioma, lo consideran indudable; mientras que otros podemos dudarlo e incluso negarlo, dadas sus actitudes y manifestaciones. Pero no es un dilema de blanco o negro, es gradual. Por eso, el Consejo de Europa (*) ha incluido a España entre los tres países que serán evaluados por su comité de monitorización de la Asamblea Parlamentaria de ese organismo (que es independiente de la UE, y diferente al consejo de la UE, formado por los jefes de gobierno de los 28 estados miembro)

(*) constituido por el Tratado de Londres del 5 de mayo de 1949 (por lo tanto, anterior a la UE), tiene como objetivo la protección y defensa de los derechos humanos en Europa, el fomento de la democracia y del estado de derecho. El Consejo de Europa enmarca el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, como órgano de control.

El Consejo de Europa analiza si los 46 estados miembros cumplen los estándares democráticos y europeos y los derechos humanos; y cada año elige 3 estados con más ‘problemas’ para ser estudiados (este año, además de España, han elegido Suecia y Grecia)

Los motivos que han llevado a elegir al reino español son: el espionaje masivo de los independentistas, la coacción del tribunal constitucional al parlament de Catalunya, el bloqueo del consejo general del poder judicial, la ley de seguridad ciudadana (ley mordaza), la libertad de expresión, la función del tribunal de cuentas, etc. El problema es que este estudio se llevará a cabo durante tres años, así que el informe final tardará demasiado, y con mínimos efectos legales, y apenas con consecuencias políticas.

Otro ejemplo entre aparentar y ser, lo tenemos con el comportamiento de la derecha y extrema derecha contra al catalán, que ahora teatralizan con una comisión fantasma (en el sentido más peyorativo del término), que no hace más que confirmar que esa apariencia de querer ‘defender’ que las familias puedan elegir la lengua de escolarización, el castellano, claro; y esa apariencia, refleja una forma de ser fascista, que pretende vampirizar, aniquilar, la lengua catalana (como máximo referente cultural de nuestro país)

Confío que todas estas elucubraciones filosóficas entre el ser, el parecer, el aparentar, etc., puedan ser interesantes para que cada uno de nosotros recapacitemos; y, en ese sentido, es esencial que los independentistas de base también efectuemos un análisis crítico, para valorar lo que somos, lo que aparentamos y lo que parecemos. Sólo así podremos ponderar si nuestras acciones (carentes de una estrategia global) son realmente percibidas como pretendemos o no; o, incluso, si, meramente, han pasado a formar parte del paisaje.

Tras ese análisis, podremos saber si estamos en el camino correcto o si estamos perdidos en la galaxia interestelar, como predijo el nefasto exministro José Manuel García-Margallo, para una Catalunya independiente.

Y si estamos en el camino correcto, deberíamos ponderar si las acciones que efectuamos los distintos grupos que nos manifestamos en Catalunya (con diferentes periodicidades y formatos) son efectivas, en mayor o menor medida; pues deberíamos evitar que cayesen en el puro y duro entretenimiento, que es una de las características del ser alienado.

Personalmente estoy convencido que el mero simbolismo también es muy necesario e interesante; por lo que, en esencia, toda acción, por mínima que sea, tiene su positividad; pero creo que sería precisa una coordinación, para sumar esfuerzos y ser más visibles. Pero, ‘consejos vendo y para mi no los tengo’.

Y en este momento tan complejo, que Mafalda (Quino; Joaquín Salvador Lavado, 1932 – 2020) describió a la perfección, al decir que:

‘Lo peor es que el empeoramiento empieza a empeorar’,

es más necesario que nunca saber lo que somos, lo que parecemos, lo que creemos que parecemos, lo que aparentamos y lo que creemos que aparentamos. Sólo así podremos saber si estamos en el buen camino o si debemos tomar un atajo.