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Sirat, el puente sobre el infierno

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Ayer, 10 de junio, vimos la impactante película ‘Sirat’, dirigida por Oliver Laxe, interpretada, entre otros, por Sergi López; película que obtuvo el premio del jurado de Cannes 2025. Y ‘sirat’, en árabe, designa el ‘puente sobre el infierno por el cual todas las personas deben cruzar en el día de la resurrección. Y ese camino metafórico me parece interesante aplicarlo a nuestra cotidianidad.

La trama de la película es el viaje de un padre (Sergi López), acompañado de su hijo menor, en busca de su hija mayor, desaparecida en los desiertos de Marruecos en un circuito de conciertos de música rave (‘free party’, un tipo de fiesta de música electrónica), hasta que la situación se complica por un conflicto armado en la frontera con Mauritania, y el padre acaba unido a un grupo de personajes pintorescos, complicándose en un campo de minas (paro, pues no quiero hacer un spoiler)

La película no me parece la típica de viajes de autodescubrimiento, ni de aventuras, pues el personaje no busca ningún crecimiento personal, su objetivo es primario, la búsqueda de su hija. Pero, a lo largo de ese viaje, en lugar de encontrarla, pierde también a su hijo, y casi a sí mismo, pues el propio padre va sufriendo una transformación.

Volviendo con el Corán, el ‘sirat’ es un ‘pasaje más estrecho que una hebra de cabello y más afiliado que una espada’. 

Y tomando todos esos inputs, interesantes y estimulantes, me parece que podemos aplicarlos a nuestra vida y, en concreto, a la vida política actual, como hago a continuación.

Por ejemplo, ayer, Salvador Illa (155) hizo público el acuerdo adoptado con el gobierno español y AENA (‘Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea’, empresa pública española, constituida en sociedad anónima). Y, lógicamente, como en todo acto político trascendente, el gobierno de Pedro Sánchez, no ha dejado ningún cabo suelto al azar, si bien, con la apariencia de que ha sido Illa el que ha tomado la decisión.

El propio Illa, esta mañana, en una entrevista radiofónica, ha confirmado que ha sido él el que había dado la última palabra. Y cuando tiene tanto interés en remarcarlo, es que la realidad es muy diferente, aunque, a mi modo de ver, puede haber tenido la última palabra, pero diciendo ‘si bwana, si amo’.

Illa, asimismo, ayer y hoy se está esforzando en remarcar que es el mejor acuerdo posible, y que será muy positivo para Catalunya.

Evidentemente todo es más fácil, siendo el gobierno central del mismo partido que el de la Generalitat de Catalunya y del ayuntamiento de Barcelona, y que, en su momento, fuera el mismo Pedro Sánchez, el que decidiera el nombramiento del presidente ejecutivo de AENA (Maurici Lucena, del mismo PSC/PSOE, claro). Pedro Sánchez fue nombrado presidente del gobierno el 2 de junio del 2018, y Lucena fue nombrado presidente de AENA el mes de julio del 2018. 

Y recordamos que Pedro Sánchez dijo:’¿De quién depende la fiscalía?’, pues ya no digamos las empresas públicas claro. Y, en este caso de AENA, el estado tiene el 51% de la propiedad, siendo otros accionistas: Veritas Asset Management LLP, con un 3,005%; Christopher Hohn, un 2,841%; Milford Asset Management Ltd. con un 0,3966%; etc.

Pues bien, a nadie se le escapa que la decisión adoptada lo ha sido por el gobierno central, por Pedro Sánchez, y todo lo demás son florituras y falsedades.

Y en ese contexto, Salvador Illa (155) encima tiene el desparpajo para decir que el acuerdo es beneficioso también a nivel ecológico, ya que la afectación de las zonas protegidas de La Ricarda y El Remolar, será mínimo, incluso tiene la cara de decir que será beneficioso, pues se ampliará la zona protegida, con un intercambio zonal de 1 a 10; si bien, ‘olvidando’, que ese intercambio está pendiente de la segunda ampliación efectuada hace una década y que AENA incumplió.

Asimismo, ha dicho que deberán cambiar la fauna, que las aves serán trasladadas a otro espacio, para no ‘poner en peligro’ los vuelos; y que esas zonas se dedicarán, especialmente, a la fauna marítima y terrestre. Pero es igual, para el estado, las aves son menos que unos simples ‘ocupas’; y no se van a perder los deseados beneficios turísticos, por unos simples ‘pájaros’, claro.

Todo eso es un sinsentido, claro. Pero no es todo. Pues Illa, con ese acuerdo, evitando el debate en el parlament de Catalunya, ha obviado explicar el modelo de ciudad y de país. Pues, efectivamente, ese es el núcleo duro. Y la ciudadanía no queremos pasar de 50 millones de turistas a 70, como informó. No queremos que Barcelona se convierta en una Venecia, una ciudad que ha expulsado a los ciudadanos autóctonos, ya que los costes de la vivienda y de la vida han imposibilitado y dificultarán, todavía más, que nuestros hijos y nietos puedan seguir viviendo en esta ciudad.

Es evidente que Salvador Illa, de la mano de Pedro Sánchez, se ha supeditado a las empresas y a los sectores turísticos.

Pero aún más, Illa no ha hecho ningún comentario sobre la gestión del aeropuerto, que Junts y ERC, tenían como línea roja. Los independentistas catalanes queremos que el aeropuerto sea gestionado por la Generalitat. Y no será así, evidentemente. Está claro que queremos un aeropuerto que sea un ‘hub’ (nodo) aeronáutico, autónomo, para fijar las estrategias de operatividad y conectividad de intercambiador, centro logístico o punto de conexión. Pero no queremos un aeropuerto ampliado para seguir siendo de vuelos low cost, como ahora (el 70% de vuelos son así), y que la gestión estratégica siga siendo del hub del aeropuerto madrileño. Y ese es el nudo gordiano del estado jacobista español, centralista por excelencia; y esa gestión no la descentralizarán nunca.

Y encima, Illa multiplica su mensaje, diciendo que ‘la ampliación del aeropuerto es uno de los platos fuertes de su mandato (…) un paso más de la operación para que Catalunya pueda recuperar su liderazgo en España, perdido por el procés (…) y poner Catalunya en marcha, y, para conseguirlo, se han de desbloquear proyectos importantes que, en muchos casos habían sido pospuestos, como las infraestructuras para superar la sequía, un nuevo impulso a las energías renovables o la modernización de la administración (…)’

Es evidente que el gobierno central hace muchas décadas que va castigando a Catalunya, en todo tipo de infraestructuras. Pero que ahora, las ‘cuelen’ imponiendo su visión centralista, para mayor gloria del reino, es vergonzoso, máxime cuando el gobierno de Illa apenas tuvo una mayoría de investidura, con determinados compromisos, que no cumple, como el financiamiento singular, o el ir avanzando en la ampliación de la agencia tributaria catalana, para recaudar nuestros impuestos.

Y obviando esos acuerdos, y una vez conseguida (‘gracias’ a ERC) la tercera ampliación de los presupuestos congelados, Illa se descuelga con el acuerdo de la ampliación del aeropuerto, sin haberlo negociado ni con los ayuntamientos implicados, el Prat y Castelldefels, que se enteraron por el mismo comunicado de prensa que Illa efectuó a la ciudadanía.

Es ‘comprensible’ que Illa tenga una visión españolista del estado, y está bien que no lo oculte y que, por lo tanto, no tenga ningún interés nacional catalán, e, incluso, que trabaje para que el aeropuerto de Barcelona, siga siendo una sucursal del de Madrid; y que no le preocupe lo más mínimo la infrautilización de los aeropuertos de Lleida y Reus.

Pero de eso, a presentarse como el ‘presidente de todos’, hay un abismo insalvable. 

Y ese abismo no se puede pasar ni con el mencionado puente sobre el infierno, el ‘sirat’, pues éste, es el camino principal, la vía obvia; pero no es el ‘sabil’, la vía fácil.

El sirat, teóricamente, lleva a la plenitud, y Sánchez, Illa y Lucena, buscan la plenitud, pero del reino español. Y esa plenitud no es la que deseamos los catalanes, pues nuestro objetivo es diametralmente opuesto al suyo.

Según el Corán, ‘cada persona tiene su propia manera para cruzar el sirat, y depende de sus creencias y acciones en este mundo; algunas personas cruzan el puente más rápido que otras, y algunas personas se quedarán allí durante miles de años, y algunas de ellas caerán del puente al Infierno’.

(Wikipedia)

En definitiva, que, de esta metáfora espiritual, incluso tomada en plan prosaico, es decir, más terrenal, como estoy haciendo, podemos sacar algunas enseñanzas. Pues pasar el sirat depende de la determinación en alcanzar el objetivo, sin quedarnos en el puente, por más décadas, ni dejarnos tirar o caer al abismo, como pretenden los diferentes poderes del maléfico estado español. 

Y volviendo a la película mencionada, el protagonista, con su hijo, van a buscar a su hija perdida, pero, en lugar de encontrarla, pierde también a su hijo, y prácticamente se pierde él mismo. Y, haciendo de saltimbanqui entre paralelismos, nosotros, los independentistas catalanes nos lanzamos a buscar la independencia, y acabamos perdiendo, prácticamente, la autonomía (pues ahora ha quedado reducida a una gestoría) 

Por eso, todo depende de nosotros, si nos conformamos con vagar por el desierto, buscando momentos para participar en las rave, las fiestas que organice el estado español, con Felipe VI como ‘disc-jockey’, mejor dicho, como un vulgar pinchadiscos, y Sánchez / Illa como porteros mamporreros de la discoteca. O si, por el contrario, nos atrevemos a pasar el sirat de forma rápida y con determinación.