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¿Sólo hoy, 8 de marzo, es el día de la mujer trabajadora?

Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

La primera celebración del día de la mujer trabajadora se remonta a 1911, en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza; y en 1972 la Asamblea General de las Naciones Unidas fijaron el Día internacional por los derechos de la mujer y la paz internacional.

Como todos sabemos, el 8 de marzo de 1857 se produjo el incendio de la fábrica Cotton, y el 25 de marzo de 1911, en Triangle Shirtwaist Company, de New York, una industria textil en la que trabajaban quinientas personas, en su mayor parte mujeres jóvenes inmigrantes. En este último incendio murieron 142 obreras, que el año anterior habían mantenido una importante huelga, pidiendo mejores condiciones laborales.

En la actualidad contamos con 665 Días Internacionales y Mundiales, 298 son oficiales y 45 días populares. 31 Semanas Internacionales y 88 Años Internacionales, además de otros muchos días y semanas populares.

Entre los Días Internacionales reconocidos por Naciones Unidas, tenemos:

·       4 de enero: Día Mundial del Braille,

·       24 de enero: Día Internacional de la Educación,

·       27 de enero: Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto,

·       4 de febrero: Día Internacional de la Fraternidad Humana,

·       6 de febrero: Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina,

·       10 de febrero: Día Mundial de las Legumbres,

·       11 de febrero: Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia,

·       13 de febrero: Día Mundial de la Justicia Social,

·       21 de febrero: Día Internacional de la Lengua Materna,

·       1 de marzo: Día de la Cero Discriminación,

·       3 de marzo: Día Mundial de la Vida Silvestre,

·       8 de marzo: Día Internacional de la Mujer,

·       20 de marzo: Día de la lengua francesa. Y Día Internacional de la Felicidad.

·       Etc.

A mi me parece que está muy bien todo tipo de celebraciones, de recordatorios, para motivar la mejor reacción de la ciudadanía.

Pero también me parece que es muy discutible reducirlo a esa forma puntual, por varios motivos, por ejemplo, de ese modo se ‘equiparan’, diferentes celebraciones, desde las legumbres hasta la mujer o las víctimas del Holocausto, y eso es denigratorio. Asimismo, reducir a un día ese recordatorio, también me parece denigrante. Y otro posible argumento en contra es que cuando quieres esconder una cosa, lo mejor es ponerla bien a la vista.

Vistos todos estos argumentos, no sabría posicionarme, si es mejor mantenerlos, o eliminarlos todos; pues ambas posiciones tienen sus pros y sus contras.

Otro argumento en contra, lo vimos ayer, que Pedro Sánchez, en su demagogia habitual, utilizó el presunto homenaje al día de la mujer, para hacer campaña contra Vox, el partido de extrema derecha, argumentando que ese partido es el verdadero enemigo de los derechos de las mujeres, y, en contraposición, el PSOE es y será el baluarte para defenderlos y aumentarlos, pero, claro, todo con palabras huecas, sin contenidos en pro de la igualdad de géneros. Un verdadero insulto.

A mi me parece muy bien, por ejemplo, el recordatorio de las víctimas del Holocausto, para evitar su olvido; pero deberían traducirse en acciones pedagógicas al respecto.

Ahora bien, el día de la mujer, no puede reducirse a un mero día. Está bien que ese día se recuerde a las víctimas en los incendios citados. Pero la superación de todo tipo de desigualdades que sufren las mujeres requiere una estrategia política transversal en todas las áreas, y un calendario de aplicación para cada una de las mejoras, hasta conseguir la igualdad. De no ser así, no dejará de ser pura demagogia ver a los políticos con lazos lilas.

E igualmente, será demagógico que muchos hombres, que hoy lucirán ese lazo, sigan cosificando a la mujer, reduciéndola a un cuerpo.

Lo realmente importante es generar un cambio en el sistema patriarcal que tenemos, y que sirve para transmitir los roles y modelos tradicionales.

Y uno de los principales ámbitos que deberían cambiar, lo tenemos en las instituciones religiosas y en sus respectivos dogmas, fundamentalmente machistas, por lo que sería precisa una verdadera revolución, a modo de la teología de la liberación, circunscrita al papel femenino y a su equiparación con el masculino.

A este respecto me parece interesante reproducir el siguiente fragmento de Juan Arias, 1994:

‘Una de las cosas más curiosas de la Iglesia es que, siendo una institución jerárquica impregnada de machismo, la única que sigue manteniendo la discriminación en la igualdad de la mujer negándole el sacerdocio, es sin embargo escandalosamente femenina en su indumentaria. Hasta el punto de que existe un libro que trata de la ‘vanidad eclesiástica’ y describe todos los tipos de encajes, puntillas, bordados, sedas y demás perifollos tradicionalmente femeninos, no sólo para el culto en la iglesia, sino en la misma vestimenta de cardenales, obispos, curas y monjas. En Roma existe una serie de tiendas dedicadas exclusivamente a confeccionar ropa religiosa, desde capas con cola para cardenales hasta calzoncillos, jerséis, camisetas y calcetines. Una de ellas cuenta con un sastre que es el que vista a los papas. Y se transmite el privilegio de padres a hijos.

Y si es femenino todo lo concerniente al vestir, no lo es menos lo que concierne a los regalos que se pueden hacer, sobre todo a cardenales, obispos y sacerdotes, pero también a religiosos y religiosas en consagraciones, ordenaciones o profesiones religiosas, en las bodas de plata u oro de las mismas.

Se trata casi siempre de anillos con piedras preciosas, cadenas de oro y joyas. Hay tiendas que las exponen, como se hace con las listas de bodas. Y donde se aconsejan con exquisita cortesía. Te dicen, por ejemplo, que para la imposición del solideo cardenalicio, no se debe gastar menos de 600.000 pesetas en un detalle, porque se quedaría mal. Y si se trata de una sotana, ha de ser de seda. Lo que les duele a los modistos de eclesiásticos es que Pablo VI haya tenido la mala ocurrencia de recortar cinco metros de cola a la capa de los cardenales, por supuesto, de seda de primera calidad’.

(Juan Arias, ‘Vanidad de vanidades’, 29 abril 1994, El País)

Y ese machismo es general:

‘Las tres religiones monoteístas (cristianas, hebrea y musulmana) tienen en común, aunque en distinto grado, su misoginia, o al menos relegan a un segundo plano a las mujeres.

A raíz de la visita del papa Benedicto XVI a Barcelona para consagrar la Sagrada Familia como basílica, en la ceremonia -y ante la postura inmóvil de los celebrantes- un grupo de siete religiosas se encargaba de limpiar con esmero el altar, escenificando el cometido de ‘siervas’ (…) el impacto percibido por muchos de los televidentes (se calcula una audiencia de 150 millones) fue corroborar la relevancia secundaria que ostenta la mujer en la iglesia.

(…)

Y ese papel se recoge en la Biblia o el Corán; sin embargo, de esta actitud patriarcal no se libra ni la caridad: el problema es global.

Así, para el filósofo chino Confucio, ‘la mujer es lo más corrupto y lo más corruptible que hay en el mundo’, o la opinión del fundador del budismo, Siddhartha Gautama, para quien, ‘la mujer es mala’. Y qué opinar sobre las oraciones de los judíos ortodoxos que repiten desde tiempos ancestrales: ‘Bendito seas Dios, Rey del Universo, porque Tú no me has hecho mujer’ o sobre el capítulo de ‘las mujeres’ del Corán, donde se lee: ‘los hombres son superiores a las mujeres (…) las mujeres virtuosas son obedientes y sumisas’

(Manuel Gutiérrez Claverol, 19 diciembre 2010; ElComercio.es)

También me parece interesante comentar la utilización del color violeta, por ejemplo, en el solideo:

‘Solideo: pequeño sombrero redondo de color morado que llevan los prelados. En palabra latina significa ‘Sólo a Dios’, y es un casquete que cubre la parte posterior de la cabeza, y que es usado por el papa en color blanco. Los cardenales la llevan de color rojo y los obispos y arzobispos violeta’

(Wikipedia)

Igualmente, los nuncios apostólicos, los obispos y los prelados, llevan faja morada.

Asimismo, las casullas de color morado las utilizan en Semana Santa, la cuaresma y las misas de difuntos.

Por parte de los psicólogos, es frecuente recurrir al análisis proyectivo de la interpretación de los colores, como un medio complementario para estudiar el estado, el nivel psicofísico de una persona, y para ello, se recurre al test de los colores, de Max Lüscher (1923-2017).

Pero a mi me parece que ese test debería ser revisado en profundidad, y no sólo en sus explicaciones, sino también en su idea originaria, pues, si miramos la interpretación del color violeta, vemos:

‘El violeta intenta unir el ardor impulsivo del rojo y la dócil entrega del azul para significar la ‘identificación. Esta es una especie de unión mística, un alto grado de intimidad sensible que lleva a la completa fusión entre sujeto y objeto de modo que todo lo que se piensa y desea debe convertirse en realidad. De algún modo, esto es un encantamiento (…)

El violeta quiere decir identificación en una unión íntima y erótica (…)

Una persona juiciosa, en general, preferirá uno de los colores básicos en vez del violeta; una mental y emocionalmente inmadura, por el contrario, puede escoger el violeta.

(…)

La preferencia por el violeta entre los preadolescentes destaca el hecho de que para ellos el mundo es todavía un lugar mágico (…)

Los homosexuales y las lesbianas frecuentemente muestran su propia inseguridad sentimental eligiendo el violeta como compensación. (…) Sin embargo, de ningún modo se debe presuponer que una preferencia por este color necesariamente indica prácticas homosexuales o, al menos, inclinaciones de este tipo.

(Max Lüscher, ‘Test de los colores’, Edic. Paidos psicometría y psicodiagnóstico, Barcelona-Buenos Aires-México, 2ª reimpresión, 1986, págs. 59 y 60)

Es interesante discriminar claramente entre causa y efecto, entre origen e interpretación, pues sabemos que el color morado lo empezaron a utilizar las comunidades lésbicas del siglo XX, en recuerdo a la poeta Safo de Lesbos, que Alceo de Mitilene (Lesbos, 600 a.C.) describió:

‘coronada de violetas, sonrisa de miel, divina Safo’.

Estoy convencido que culturalmente se asimilan múltiples aspectos, y la preferencia de los colores forma parte de los patrones, de los estereotipos culturales; por lo que me parece un error sacar conclusiones directas como las mencionadas. Por todo ello nunca nos podemos basar exclusivamente en un único test, ya que se han de contrastar para ir confirmando o denegando determinados aspectos.

Y he comentado que me parece necesario revisar las conclusiones de Lüscher, ya que comentar que una ‘persona juiciosa’ preferirá cualquier otro color, y no el violeta; es una afirmación llena de todo tipo de prejuicios machistas.   

Como vemos, hay muchísimo trabajo pendiente de realizar, para superar el patriarcado ancestral, que determinados poderes quieren seguir manteniendo, como hemos visto. Y por eso, encuentro ridículo reducir el día de la mujer a un único día, hoy, cuando debería ser siempre.

Ya he comentado que las celebraciones puntuales me parecen bien, por ejemplo, para el día del cáncer, para aprovechar y recaudar dinero. Pero el problema de la discriminación de la mujer no se soluciona con un día.

Por eso, me parece que sería justo que las diferentes iglesias dieran ejemplo, se despojasen de las ridículas vestimentas y costumbres, y abriesen todas sus ventanas y puertas, para actualizar sus dogmas, y eso sólo será posible, si se efectúa previamente, una equiparación, una igualdad sexual en todos los niveles jerárquicos.