Jordi Oriola Folch
En las últimas elecciones autonómicas en Cataluña de 2021 los tres partidos independentistas (ERC de centro-izquierda, JUNTS de centro-derecha y CUP de izquierda) sumaron 52% de los votos. Una especie de referéndum no-oficial, que mostraba el deseo del pueblo de Cataluña de poder decidir su salida del Estado español como solución a los constantes desencuentros y a la irreconciliable manera de querer vivir lo político, económico y social. Esta divergencia ya se encuentra en 1714, cuando la Corona de Castilla se impuso por las armas sobre la Corona de Aragón. Se acabó la forma como la Corona de Aragón gestionaba su diversidad interna con una autonomía respetuosa con los diferentes territorios que la integraban (Cataluña, Aragón, Valencia y las Baleares), y como también la Corona de Aragón se relacionaba con la Corona de Castilla, buscando el respeto mutuo.
Ese veredicto del 52% en unas elecciones legales reforzaba el mandato del referéndum por la independencia de Cataluña de 2017 y que desató una feroz represión por parte del Estado español: amenazas judiciales (cientos de imputados, multas millonarias, penas de prisión, políticos destituidos por «lawfare»…), amenazas policiales (hostigamiento de manifestaciones, la «Operación Cataluña» llevada a cabo por un grupo policial ilegal y secreto para dañar al independentismo, espionaje ilegal con Pegasus, posibles chantajes con la información obtenida en ese espionaje…), amenazas mediáticas (señalamiento, criminalización y deshumanización de los catalanes y sus reivindicaciones)…
Y en este contexto, el triunfo del 52% no se ha traducido en ninguna política concreta del Gobierno catalán (formado por ERC y JUNTS) hacia la autodeterminación sinó más bien en obediencia hacia España, apoyo los proyectos del Gobierno español y un intento de diálogo Cataluña-España totalmente fallido (se han reunido dos veces en tres años). Al final, JUNTS salió del Gobierno catalán que ha continuado con solo ERC.
Entonces, en las elecciones municipales de 28 de mayo se ha registrado una gran abstención de los votantes independentistas catalanes como medida de castigo a los propios partidos independentistas. Se ha demostrado que el movimiento independentista catalán, que es ciudadano más que partitocrático, sigue movilizado y no va a permitir que los partidos independentistas catalanes eludan su responsabilidad para llevar a cabo la independencia de Cataluña. Si los ciudadanos hubieran seguido votando, como siempre, masivamente a los partidos independentistas, estos hubieran entendido que podía continuar su renuncia y la postergación de la independencia hasta la próxima generación. Se abstuvieron 530.000 votantes (+10%), casi todos, 330.000, de los partidos independentistas. El partido en el Gobierno catalán, ERC, ha perdido 300.000 votos (-37% de sus votos), la CUP ha perdido 44.000 votos (-25% de sus votos) y JUNTS ha subido un poco (solo +3%).
La abstención se acostumbra a interpretar como una muestra de desinterés por la política, pero este incremento parece más bien lo contrario, pues en Cataluña el interés por la política es de los más altos del mundo según las encuestas. Este incremento de la abstención se atribuye a los independentistas más convencidos que, pese a perder cuota de poder, intentan no ser tragados por la política institucional y están mandando un potente mensaje para que los partidos independentistas rectifiquen su estrategia.
Respecto a la alcaldía de Barcelona, a pesar de que un partido independentista, JUNTS, haya ganado la primera posición, la coalición de JUNTS-ERC no ha conseguido el gobierno de Barcelona, porque al final se ha impuesto un pacto muy forzado de anti-independentistas (socialistas, izquierda y derecha) que ha dado la alcaldía a un socialista.
Justo al terminar estas elecciones municipales, el Gobierno español anunció la convocatoria de unas elecciones estatales para el 23 de julio. Posiblemente, como los partidos independentistas no han hecho ninguna modificación de su estrategia, los votantes independentistas persistirán en la estrategia de castigar a los partidos independentistas para que reaccionen. También tendremos que estar atentos para comprobar si, en España, se harán con el poder, como vaticinan las encuestas, la derecha del PP y la extrema derecha de VOX.