El conflicto planteado por Pedro Sánchez, con su proyecto de ley ómnibus, nos muestra que, en realidad, el núcleo duro es otro: humillar a la oposición, tomando a la ciudadanía como meros rehenes, como intento explicar en el presente escrito.
Si hubiera un mínimo interés en la resolución del conflicto, el PSOE tendría una rápida solución, que depende exclusivamente de él, es decir, fragmentar el macro-proyecto; pero no, la realidad nos enseña que el PSOE, Sumar y ERC, quieren derrotar a la oposición, para sacar rédito electoral. Y eso es vergonzoso.
El sociólogo Georg Simmel (1858 – 1918) estudió la interacción social para la resolución de los conflictos, partiendo de ‘tres a priori’ (procedimiento intuitivo kantiano), es decir:
- Acciones recíprocas, que se refieren al hecho que el sentido de la identidad individual se construye, necesariamente, mediante el sentimiento de pertenencia a diversos grupos,
- La vida social empírica, que se basa en la particularidad de que los individuos han de ser, al mismo tiempo, actores y espectadores de sus propios procesos de acción social,
- Y el valor general del individuo, es decir, la continuidad que existe entre la consciencia que el individuo posee de la estructura social y la efectiva realidad de esta estructura social.
(fuente: Wikipedia)
Y me parece evidente que estos tres ‘a priori’ se pueden aplicar también a los partidos políticos.
Pero todavía me parece mucho más clara la siguiente aportación de Simmel, con la siguiente caracterización:
‘Tertius gaudens, latín ‘el tercero disfruta’, en conflictología describe la situación en la cual una tercera persona aprovecha un conflicto entre otras dos. El fenómeno es conocido desde hace mucho tiempo, pero el término lo popularizó Simmer, que hizo una tipología de las relaciones a tres, sean personas o entidades.
Corresponde a los refranes catalanes: ‘entre dos que pleitean, gana un tercero’; o ‘año de enfermos, beneficio de médicos’; ‘si dos perros se pelean por un hueso, un tercero se lo lleva’.
El hecho de un tercero beneficiado, delante un conflicto entre otros dos partidos, per se no es una prueba de que el tercero haya tenido un papel activo. Puede ser una ventaja accidental, independiente de sus intenciones y acciones. Es una diferencia mayor con una estrategia de ‘divide et impera’ (divide y vencerás). Al descubrir la ventaja, el tercero puede hacer tres cosas: no hacer nada y cínicamente continuar aprovechándose, arbitrar, o azuzarlo, avivarlo, para aprovechar su provecho. Esta última opción es un claro ‘divide et impera’.
Un conflicto abierto facilita el trabajo del tercero que aspira a un ‘divide y vencerás’. Es más fácil avivarlo, que no crear un ex nihilo. Esta opción es pariente con el principio jesuítico: ‘numquan duo, semper tres’ (…) Contrasta con el tertius miserabilis, cuando en una relación triangular dos abusan de su fuerza para acosar a un tercero.
(…)
En el análisis de Simmel hay otras tríadas. Describe, entre otras, el tertius supra partibus, o el tercer exterior al conflicto, que hace de mediador. El tertius gaudens, como hemos visto, solo lo aprovecha. Si calcula de manera egoísta a corto plazo, tiene todo el interés de que se mantenga (…)’
(Wikipedia)
Pues bien, en el conflicto actual, podemos analizar el problema desde diferentes perspectivas:
Tomando la tríada PSOE/ERC vs Junts; la tríada PSOE/PP vs Junts; la tríada PSOE/Sumar vs Junts; o la díada ERC vs Junts, etc.
Y, a mi modo de ver, todos los partidos políticos, enfrentados a Junts, están asumiendo y representando el papel de tertius miserabilis, pues todos están enfrentados al que consideran el enemigo número uno del estado español, es decir, al president Carles Puigdemont, al que quieren humillar, rendir y ridiculizar.
Y todos esos partidos, planteando el conflicto contra Junts, consideran que, como el tercer perro en discordia, ellos se llevarán el hueso de la victoria.
Pero, asimismo, en realidad, todos los partidos políticos, incluido Junts, actúan siguiendo dos premisas: el beneficio de su propio partido y, teóricamente, el de la ciudadanía. Por eso me recuerda la novela ‘El criado de dos amos’ (Il servitore di due padroni o Arleccchino servitore di due padroni) (1745), comedia de Carlo Goldoni (1707 – 1793), traducida al catalán por Joan Oliver i Sallarès (Pere Quart: 1899 – 1986): ‘El criat de dos amos’ (1956)
La sinopsis de esta novela es la siguiente:
‘Trufaldi Trufaldó, un chico muy espabilado, llega a Venecia después de ser contratado por Beatriz Rasponi, que se hace pasar por su hermano. Mientras se encuentra delante el hostal, esperando a Beatriz, que él supone que es su amo, se presenta otro forastero, Florind Arteusi, que acabará contratándolo como criado. Y ya tenemos el lío. Trufaldi es ahora criado de dos amos que, además, se hospedan en la misma posada. ¿Se saldrá?, ¿o los líos que organizará para que no lo descubran acabarán pasándole factura?’
En definitiva, la situación actual recuerda, asimismo, el Dilema del prisionero, de la teoría de juegos, que es un tipo de juego de suma no nula, en el cual dos jugadores pueden cooperar o traicionarse.
‘En este juego, igual que en todas las situaciones de teoría de juegos, la única preocupación de cada jugador individual es maximizar sus beneficios, independientemente del beneficio del otro jugador.
En la formulación clásica de este problema, la estrategia dominante es la traición, de manera que el único equilibrio posible del juego es que todos los jugadores se traicionen. Es decir, independientemente de lo que haga el otro jugador, siempre obtendrá un mayor beneficio traicionándolo.
Las técnicas de análisis de la teoría de juegos estándar, por ejemplo la determinación del equilibrio de Nash pueden llevar a cada jugador a escoger traicionar al otro, pero curiosamente ambos jugadores obtendrían un resultado global mejor si colaborasen. Se trata de un tipo de solución llamada solución de Pareto subóptima, en la que la elección raciona lleva a ambos jugadores a traicionarse a pesar que la recompensa individual sería mayor si cooperasen. Este es el punto clave del dilema.
En el dilema del prisionero iterado, la cooperación puede obtenerse como un resultado de equilibrio’
(Wikipedia)
Es sabido que, en el dilema clásico del prisionero, pueden darse las siguientes opciones:
el prisionero A calla:
- y el prisionero B también calla: ambos son condenados a 6 meses.
- y el prisionero B confiesa: A es condenado y B liberado.
el prisionero A confiesa:
- y el B calla: A sale libre y B condenado a 10 años,
- el B también confiesa: los dos son condenados a 6 años.
En la variante del dilema del prisionero iterado, si el cómplice traiciona y confiesa una vez, se le puede castigar traicionándolo en la próxima ocasión.
Me parece que, a nivel teórico, los planteamientos y estrategias están muy claros, por lo que, volviendo al caso concreto del proyecto de ley ómnibus, planteado por Pedro Sánchez, un documento de 140 páginas, que, según comenta elnacional.cat, el PSOE lo entregó a todos los partidos de la oposición con solo 48 horas de antelación antes del inicio de la sesión, es decir, con un margen que no solo imposibilita la negociación, sino la simple lectura, no es más que una clara imposición, absolutista, prepotente y narcisista de Pedro Sánchez, como he comentado en diferentes ocasiones, confiando que Junts no tendría la fortaleza de oponerse, que padecería el síndrome de Estocolmo, y se vería arrastrado a apoyar totalmente el macro-proyecto, precisamente, por las trampas para elefantes que incluyen: revalorización de las pensiones, subvenciones a los transportes públicos y a los afectados por la DANA (gota fría) en la comunidad valenciana.
Y más vergonzante, si cabe, es la posición de Sumar y de ERC, que siguen presionando a Pedro Sánchez, para que vuelva a presentar íntegramente el macro-proyecto, sin ningún tipo de modificación; y, claro, Sánchez, ‘endiosado’, mantiene que buscará votos bajo las piedras, y lo volverá a presentar tal cual.
Buscar votos bajo las piedras únicamente se puede interpretar, a mi modo de ver, en ‘comprar’ y/o ‘chantajear’ a Junts, mediante nuevas promesas (refritos de promesas anteriores), que todos sabemos que volverá a incumplir.
Y esa postura de Pedro Sánchez, siguiendo con el juego del dilema del prisionero, es la opción de que el prisionero Sánchez manifiesta su decisión de mantener el proyecto, y si Junts lo acepta, Sánchez gana y sale libre, mientras que Junts pierde y es condenado.
Y, ante esa tesitura, si Junts se mantiene en no votar; ambos partidos serán condenados a una pena menor (o mayor, en sus respectivas expectativas electorales)
Pero atendiendo a la variante del juego del prisionero iterado, y según los estudios de Robert Aumann y de Robert Axelrod, cuando se repiten conflictos durante mucho tiempo, entre jugadores con estrategias diferentes, las estrategias egoístas tienen a obtener resultados pobres a largo plazo, mientras que las estrategias altruistas obtienen mejores resultados, siempre desde el punto de vista del interés propio, independientemente del resultado de los otros.
Si bien, según esos investigadores, la mejor estrategia determinista para maximizar los beneficios es la denominada ‘ojo por ojo sin venganza final’ que, según Anatol Rapoport, consiste en la ‘estrategia de cooperación (amabilidad) – reciprocidad (represalias) – perdón’, es decir: cooperar en la primera iteración del juego y, posteriormente, hacer aquello que el oponente ha hecho en la iteración anterior.
En definitiva, y en la situación actual en la que el PSOE / Sumar y ERC están empecinados en la victoria a corto plazo, no moviendo ni una coma, e insistendo ‘erre que erre’ para que sean Junts o el PP los que acaben rendidos, y se entreguen, que muestren su bandera blanca en todos los medios de comunicación, presentándose con los pantalones bajados y, así, aparezcan como los grandes perdedores del conflicto, no es una postura ni democrática ni inteligente, ni, obviamente, la propia de un estadista, si no, la de meros piratas con patente de corso del estado, claro.
Así que tendremos conflicto para rato, pues en esa tesitura, Junts no puede ni debe caer en la trampa del tahúr Pedro Sánchez.
Y efectivamente, la ciudadanía seremos los grandes perjudicados en esa lucha entre partidos, está claro. Así es la ley de la jungla.