Etimológicamente, el término crisis deriva del griego crisis, y éste, a su vez, de krinei, que significa separar, decidir; y esas acciones son necesarias para realizar un correcto análisis de una situación y poder efectuar un juicio de valor que permita un correcto desarrollo de una estrategia y de las correspondientes acciones para conseguir el objetivo deseado. Y en este momento, al movimiento independentista catalán, nos faltan estas reflexiones, como intento explicar en este escrito.
En primer lugar, es preciso reconocer que tenemos claro que nuestro objetivo es conseguir la República catalana, republicana y laica, de acuerdo con los mejores estándares democráticos.
En segundo lugar, tenemos nuestro máximo referente, el president legítimo, Carles Puigdemont.
Sabemos que los líderes son atemporales, pues trascienden las coyunturas de la cotidianidad. A modo de ejemplo, tenemos a Rafael de Casanova i Comes (1660 – 1743), Antonio de Villarroel Peláez (1656 – 1726), Josep Moragues i Mas (el Miquelet, 1669 – 1715), etc. Y es preciso recordar, asimismo, aunque no sean de nuestras tierras, que el pasado 23 de agosto, pero de 1305, asesinaron a William Wallace (1270 – 1305) líder de la resistencia contra la ocupación inglesa de Escocia; y a Michael ó Coileáin (Michael Collins, 1890 – 1922), independentista irlandés; etc.
Y todos esos líderes presentaron un común denominador: la defensa de sus ideales y el sacrificio por ellos, sin reservas de ningún tipo, personales o familiares.
Pero sabemos, también, que los verdaderos héroes siempre son anónimos, la población en general, pues, sin esa base, no hay nada; una base que, de súbito, entiende que ha llegado el momento de sacrificarlo todo.
Y no es necesario ni aconsejable que intentemos imitar o reproducir a esos héroes, pues cada tiempo tiene sus características irreproducibles, pero sí que debemos ser dignos de su memoria, y no actuar en sentido contrario, adoptando la ideología que les oprimió, si queremos ser coherentes.
En tercer lugar, somos conscientes de que nadie, ni el estado español, por más que presuma de ello, puede controlar todas las circunstancias y, a este respecto, me parece ilustrativo reproducir la siguiente fábula sufí:
‘Cuentan que el único superviviente de un naufragio llegó a una isla deshabitada. Pasaron los días y nadie acudía en su ayuda. Desesperado, optó por construirse una casa de madera.
Tras varios meses de arduo trabajo, acabó una casa muy decente que le serviría para protegerse del frío, ahora que llegaba el invierno.
Un buen día salió a buscar comida. Cuando regresó al anochecer, vio que su casa estaba ardiendo en llamas. Rendido, se tiró al suelo y no paró de llorar hasta quedarse sin lágrimas. Se maldijo una y mil veces, pensando que era el hombre más desafortunado del mundo. Lo peor había ocurrido. Lo había perdido todo y se encontraba en un estado de desesperación y rabia. Cuando se quedó sin fuerzas, cayó profundamente dormido.
Le despertó el ruido de los motores de un enorme barco. Incrédulo, se dirigió hacia allí. ¿Cómo supieron que estaba aquí?, preguntó a los salvadores.
Vimos sus señales de humo, contestaron ellos’
Esta fábula nos debería enseñar lo que aconsejó Stephen Covey (1932 – 2012): ‘Si sigues haciendo lo que estás haciendo, seguirás consiguiendo lo que estás consiguiendo’, pensamiento que está en línea con el de Alfred Einstein (1879 – 1955): ‘si quieres encontrar resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo’.
Y esto lo tendríamos que repensar el movimiento independentista.
En cuarto lugar, es preciso ser conscientes de que muchas veces nosotros mismos somos nuestros propios peores enemigos, pues absurda e inconscientemente, sucumbimos a las trampas de la propaganda del estado que, de forma clara, o subliminal, nos contaminan con sus mensajes para desmotivarnos, haciéndonos desistir de cualquier acción, y quedarnos en el sofá de casa, esperando que el ‘papá estado’ siga actuando.
Por eso, deberíamos plantearnos si somos nuestros peores obstáculos para avanzar.
En quinto lugar, es preciso resaltar que la situación actual, como todas, es puntual y transitoria, y que también pasará a ser historia, que muchos tergiversarán y olvidarán.
En sexto lugar, y para finalizar, es preciso que seamos responsables, y que no esperemos que otros nos solucionen el problema, pues es no es ético ni moral.
En definitiva, y volviendo al inicio, al concepto de crisis, que expresa la necesidad de separar, decidir, para poder efectuar un correcto análisis, sería aconsejable que ante el nuevo curso que estamos a punto de iniciar, hiciéramos un mini análisis, para tener las ideas más claras.
(pero sin caer en la simpleza de decir que toda crisis es una oportunidad, como puso de moda el marketing del milndfulness)