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Tiempo de negociación

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En la relatividad que nos envuelve, hoy, Israel ha retirado de Doha el equipo de negociación para la reactivación de la tregua, y, en nuestro caso, se han iniciado las negociaciones entre Junts y el PSOE, en Suiza, organizada por la Fundación Henri Dunant (Centro de Diálogo Humanitario)

Tal como comenté, estamos en un tiempo Bardo, de tregua activa, en el que todo puede ser posible, desde un futuro fructuoso hasta el más infructuoso.

Dentro de esta relatividad, y siguiendo con el ejemplo de los optimates y populares que mencioné en mi escrito de ayer, cabe resaltar que el propio lenguaje nos lleva a la ambigüedad, a la confusión; pues si nos podíamos comparar con los populares, vemos que, en la actualidad, es la derecha (PP) la que se autoconsidera popular, mientras que el PSOE se autoconsidera socialista. Es decir, como me comentó ayer un compañero de manifestación, todo es complejo, y … engañoso, y en ese mar intentamos nadar.

Un ejemplo de esa actualidad engañosa, lo vemos que Henry Alfred Kissinger (1923 – 2023), fallecido el pasado 29, es recordado como el gran dialogante, Premio Nobel de la Paz en 1973, junto a Lê Dúc Tho, por las negociaciones de paz en la guerra de Vietnam, cuando, en realidad, debería haber sido juzgado por el tribunal internacional penal por sus actividades criminales y terroristas en Camboya, Vietnam, y, también, por sus sanguinarias actuaciones en Sudamérica, apoyando la guerra sucia, por ejemplo, en Argentina y Chile.

Así, vemos que la ‘realidad’ que se impone es la que determinan los medios de comunicación del momento, ya que, mayoritariamente, la ciudadanía es influenciable (los mayores tenemos la memoria de un pez, y los más jóvenes, mayoritariamente, son ignorantes, por no interesarles el pasado)

Y ante esta situación, vemos que los diferentes partidos intentan sacar provecho, como hoy ha hecho el inmoral Oriol Junqueras (ERC) atribuyéndose el éxito de la amnistía, gracias a las gestiones y negociaciones que hace años viene efectuando con el PSOE. Cuando todos sabemos que ha sido Carles Puigdemont, tras la coyuntura aritmética de las elecciones del pasado 33 de julio, que ha sabido leer el momento oportuno, para aprovecharlo a fondo.

Que al final las negociaciones puedan llegar a buen puerto, o zozobren en la tormenta, dependerá de la coyuntura política del momento, es decir, de si Pedro Sánchez sigue viendo que su ‘necesidad’ sigue siendo necesaria para venderla como ‘virtud’.

Y, en ese mar revuelto, vemos que el PP, tan crítico con el traspaso de la red de trenes de cercanías en Catalunya, como pidió ERC, ahora, el PP de Andalucía lo pide para su comunidad, y, claro, eso Alberto Núñez Feijóo lo acepta y lo ve adecuado.

Eso nos recuerda el estatuto de Catalunya del 2006, rechazado sustancialmente por el PP y por el tribunal constitucional, pero, artículos idénticos, fueron aceptados para otras comunidades dirigidas por el PP, entre ellas Andalucía.

En realidad, en estos momentos, nos comportamos como en el siguiente cuento:

‘Los malos vecinos

Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo al pasar por delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta, se le cayó un papel importante.

Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel, y pensó: que descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando descaradamente.

Pero, en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la puerta del primer vecino. Éste estaba mirando por la ventana en ese momento, y cuando recogió los papeles, encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un problemón todo el día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había robado, sino que además, lo había roto y tirado en la puerta de su casa.

Pero no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su vecino, que, al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores.

Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de los cerdos, comenzó a planear su venganza. Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de bomberos, a estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un cañón del ejército y, finalmente, una bomba-terremoto, que derrumbó la casa de ambos vecinos.

Ambos acabaron en el hospital, y pasaron una buena temporada compartiendo habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero, un día, cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo amigos hasta que, finalmente, un día se atrevieron a hablar del incidente del papel.

Entonces se dieron cuenta de que todo había sido una coincidencia, y de que, si la primera vez hubieran hablado claramente, en lugar de juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había ocurrido por casualidad, y ahora, los dos tendrían su casa en pie’

(https://cuentosparadormir.com)

Pero, claro, los cuentos, las fábulas, son siempre simplonas, aunque sus moralejas puedan ser aceptadas con carácter general.

En nuestro caso, en el conflicto entre el reino español y Catalunya, el problema ya está inoculado en la cultura castellano-española, y, tras siglos y siglos, ha acabado configurando la estructura mental de los españolistas, como dueños y señores de los catalanes, como, en su momento, de los pueblos sudamericanos.

Hoy, en un programa radiofónico (RAC1) he oído una revisión histórica, efectuada en plan jocoso, de la figura de Ramiro de Maeztu y Whitney (1875 – 1936), una figura que, en su momento escribió cosas como:

‘El valor de la Hispanidad, el espíritu misionero’, (1932) diciendo: ‘dimos a sus habitantes una vida sociable y política, desterrando su barbarismo, trocando en humanas sus costumbres felinas y comunicándoles tantas cosas tan provechosas y necesarias como se les han llevado de nuestra orbe, y enseñándoles la verdadera cultura de la tierra, edifica casas, juntarse en pueblos, leer y escribir y otras muchas artes de que antes totalmente estaban ajenos. Todavía hicimos más, y no ya solo para España, porque su obra ha sido continuada por todos los pueblos que constituyen la Hispanidad. No solo hemos llevado la civilización a otras razas, sino algo superior: la conciencia de su unidad moral con nosotros, es decir, de la unidad moral del género humano, gracias a la cual ha sido posible que todos o casi todos los pueblos hispánicos de América hayan tenido por gobernantes, por caudillos, por poetas, por directores a algunos hombres de color o mestizos. No es eso sólo. Un brasileño eminente, como Oliveira de Lima, cree que en los pueblos hispánicos se está formando una unidad de raza: gracias a una fisión, en la que los elementos inferiores acabarán bien pronto por desaparecer absorbidos por el elemento superior.

Y así ha sido, cuando entre nosotros ya no haya mestizos, cuando la sangre negra o india se haya diluido en la sangre europea, que en tiempos pasados y no muy distantes, fuerza es recordarlo, recogió contingentes bereberes, númidas, tártaros y de otras procedencias, vosotros no dejaréis de conservar indefinidamente dentro de vuestras fronteras grupos de población irreductible, de color diverso y hostiles de sentimientos (…)

(https://www.filosofia.org)

Ese mismo personaje, en ese mismo año escribió un artículo titulado: ‘El milagro de Hitler’ (https://heraldodemadrid.net), y en 1934 escribió un articulo titulado ‘Servicio, jerarquía y hermandad’, corrigiendo el eslogan francés de ‘’igualdad, fraternidad y legalidad’ (https://www.filosofia.org)

Y a este pensamiento nos enfrentamos los independentistas catalanes, un pensamiento arraigado tan profundamente, que los españolistas no pueden reconocerlo como un problema, ya que forma parte de su ser, de su personalidad y de su carácter.

Y por eso, muchos creemos que las negociaciones serán un fracaso, pero aún así, no tememos el fracaso, pues no dejará de ser una constatación más de la realidad que vivimos.

Mientras que muchos otros, sí que actúan como en el siguiente cuente de Nasreddín (Nasrudin, 1208 – 1284):

El miedo al fracaso

Un día, Nasreddin tomó un huevo y lo envolvió en un pañuelo. Se dirigió a la plaza del pueblo y comenzó a gritar: Hoy os propongo a todos un juego. El que adivine qué llevo en este pañuelo, se llevará de premio el huevo que esconde.

Todos se miraron asombrados, no podía ser que les estuviera diciendo lo que escondía el pañuelo… seguramente sería un anzuelo para que cayeran en la trampa. Nasreddin, ante el silencio de todos, comenzó a dar más pistas:

Venga, no seáis tímidos, debéis adivinar qué hay bajo el pañuelo … algo que tiene una yema amarilla, está rodeada de un líquido del color de la clara y envuelto en un cascarón frágil que se rompe con mucha facilidad.

De nuevo era demasiado evidente, todos se miraban sin atreverse a decir nada, y Nasreddín siguió gritando: Lo que escondo en el pañuelo es símbolo de fertilidad y nos recuerda a las aves regresando a sus nidos.

Todos pensaban, evidentemente, que lo que Nasreddin tenía bajo el pañuelo era un huevo, pero les parecía tan evidente, que ninguno se atrevió a decirlo, era demasiado obvio.

Nasreddin volvió a preguntar dos veces más, y como nadie se atrevía a decir nada, sacó el huevo del pañuelo y se lo mostró a todos, después, les dijo: todos conocíais la respuesta y nadie se atrevió a decir nada, es la cobardía que nos impide arriesgarnos, sólo hay una cosa que frena nuestros sueños: el miedo al fracaso’

(https://tucuentofavorito.com)

Así, muchos pensamos que las actuales negociaciones entre Junts y PSOE, serán un fracaso, pues, el pensamiento de Ramiro de Maeztu sigue pesando y configurando la mentalidad españolista; aún así, otros muchos siguen confiando, o, temerosos, no se atreven a decir que bajo el pañuelo hay un simple huevo, el fracaso.

Por todo esto, en estos momentos de máxima incertidumbre, los independentistas catalanes, en general, estamos muy desconcertados, desmoralizados; pero, aún así, muchos seguimos considerando que debemos seguir activos, ya que, en caso contrario, sería aceptar, totalmente, el fracaso sin ningún resquicio de posibilidades, de opciones de éxito.