Siempre ha sido muy complejo intentar comprender a nuestra sociedad, y, en este momento, que todo es más volátil, incierto, ambiguo y estamos conectados a las redes sociales, la complejidad nos parece mayor. También es verdad que, antes y ahora, en función del propio estado de ánimo, esa complejidad nos afecta más, y hace que proyectemos nuestro cabreo, nuestra irritación, encontrándonos en un círculo vicioso, como intento comentar en este escrito.
Según José Antonio Marina y Marisa López Penas, ‘las experiencias derivadas de una evaluación positiva del futuro se reflejan mediante la expectación, la esperanza (ilusión) y confianza; (…) y, por el contrario, las experiencias derivadas de una evaluación negativa del futuro se expresan mediante la desesperanza y la desconfianza’.
Efectivamente, en cierta medida, la insatisfacción es un sentimiento positivo, por cuanto evita el conformismo, y eso posibilita un aprendizaje para hacer las cosas mejores. Pero, cuando ese sentimiento de insatisfacción supera ciertos límites, o se convierte en crónico, puede comportar derivadas negativas: depresión, ansiedad, inseguridad, etc., que, obviamente, dificultan la detección de las necesarias soluciones.
Y, a mi modo de ver, en este momento, en la coyuntura en la que nos encontramos, los sentimientos preponderantes hacia el futuro, básicamente, son la desesperanza y el miedo.
Y no ayuda, en absoluto, la obsesión por consumir malas noticias, encadenadas, y sin discriminar si son verdaderas o meros ‘trolls’, ‘fake news’, aunque nos hagan sentir mal (si bien, nos acostumbramos a todo, claro). Y esa obsesión masoquista la conocen perfectamente los medios de comunicación, claro, por lo que se dedican a multiplicar y elevar a la enésima potencia las malas noticias, en detrimento de las buenas.
Según algunos estudiosos, esa obsesión está ‘justificada’ por la falsa percepción de seguridad que aporta un mayor conocimiento; pero, limitándonos a simples titulares, podrá aumentar nuestra información, pero no nuestro conocimiento.
Un claro ejemplo lo tuvimos durante la pandemia del Covid-19, pues, por el confinamiento y la cuarentena, tuvimos un mayor tiempo disponible. Y el temor nos hizo más adictos a las ‘noticias’, creyendo que, de ese modo, podríamos aumentar nuestra seguridad. Pero, al no esforzarnos para conseguir un mayor conocimiento, si no meros titulares, en realidad, no era una respuesta efectivamente adaptativa, salvo que el sentimiento del miedo nos hacía más cautos y estar más alerta. Y por eso, para ‘compensar’ tuvieron gran éxito los vídeos enternecedores de animales, etc.
Todos los inputs, todos los estímulos que nos llegan, son gestionados por nuestro cerebro emocional, que los interpreta, bien o mal, en función de los propios recursos adquiridos mediante el aprendizaje y los hábitos.
Ante esa situación, podemos adoptar diferentes estrategias:
- cuando, al anunciarnos dos noticias, una buena y otra mala, generalmente preferimos conocer primero la mala, y así, ‘creemos’ que la buena nos dejará mejor sabor de boca;
- actuación contraria es la de no mirar el lado bueno de las cosas, y enfocarnos en el lado negativo.
- y si se está con elevados niveles de ansiedad, otra posible estrategia es la de romper el círculo vicioso mencionado, y evitar todo tipo de noticias, buenas y malas, argumentando que es por ‘salud mental’; o limitar selectivamente las noticias, para evitar las malas, en beneficio de las noticias más banales, creyendo que, así, se evita el cansancio y baja la ansiedad;
- etc.
y mediante estas estrategias, pretendemos reducir o evitar nuestra frustración.
Efectivamente, los medios de comunicación, en función de sus líneas editoriales, seleccionan y priman las noticias de cabecera; y esa selección, generalmente basada en la novedad, oculta, asimismo, un claro interés de ocultar otros temas.
Por ejemplo, estos días, la noticia más relevante es la llegada del huracán Milton, a Florida, catalogado de nivel 5 (el máximo) en la escala Saffir-Simpson, con vientos de unos 230 Kms/hora al llegar a las costas; por lo que EUA ha declarado el estado de alerta máxima en la zona, y ha tomado las medidas de emergencia sanitaria.
Según los científicos, parece que el huracán está bajando a nivel 4, pero que se duplica en tamaño, lo que implica que sus efectos se notarán en una zona mayor, si bien el ojo del huracán se situará en la zona de la bahía de Tampa, o 40 kilómetros más al sur, en el área de Saratosa, y podrá desencadenar una marejada ciclónica récord.
Y a pesar de los esfuerzos de limpieza tras los desastres provocados el anterior huracán Helene, sigue habiendo montones de escombros, chapas, bloques de hormigón, grandes electrodomésticos, etc., que los vientos y la subida del mar, podría convertirlos en peligrosos proyectiles.
Ante esta situación, y siguiendo las recomendaciones gubernamentales, se está produciendo un masivo éxodo a zonas más seguras, con el consiguiente efecto de colapsos en las carreteras, gasolineras sin combustible, etc.; y es comprensible, ya que la alarma enviada a casi 12 millones de personas señala que ‘si decides quedarte, vas a morir.’
Algunos científicos, como Noha Bergren, meteorólogo de Florida, han señalado que ‘este huracán es de proporciones astronómicas, y se está acercando al límite matemático de lo que la atmósfera terrestre puede producir en esta agua oceánica’.
Todos sabemos que una cosa son las predicciones y otra cosa será la realidad; y ‘pretender’ conocer el límite matemático teórico, es positivo, pero la naturaleza no se ajusta a nuestros teóricos límites, pues tiene sus propias leyes.
Ya falta poco, veremos esta noche, a ver qué pasa; millones de ciudadanos de todo el mundo seguirán ese fenómeno.
Y eso es comprensible, por su novedad; asimismo, aunque sea una noticia negativa, para la mayor parte de esos ciudadanos, se trata de un desastre muy lejano, por lo que no afecta, excesivamente, en nuestra ansiedad.
Pero, volviendo a la selección efectuada por los medios de comunicación, es evidente que esta noticia eclipsa otras como la guerra generalizada por Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí; y ésta ya tapó la de Ucrania, y así, como las cebollas, una capa va tapando las anteriores.
Y centrándonos en el reino español, vemos que esa sucesión de capas de cebolla, es la estrategia seguida por Pedro Sánchez y Salvador Illa, para enterrar el movimiento independentista, y si pudieran, nos clavarían una estaca de madera en el corazón, como a los vampiros, pues eso es lo que entienden por ‘convivencia y gobernar para todos’. Para ello, vemos que el programa de Illa (155) centrado en la promesa de construir 50.000 viviendas, es la noticia que lo tapa todo. Pero ya estamos escamados de promesas y de lluvias de millones que nunca llegan.
En la campaña de las elecciones autonómicas del 2023, Pedro Sánchez promedió la construcción de 184.000 viviendas; Pere Aragonès, ese mismo año, prometió 10.000 nuevas viviendas; Ada Colau, también en 2023, prometió la construcción de 8.000 pisos; y así vemos que todo se reduce a grandilocuentes promesas, que llenan los medios de comunicación, para tapar lo que no les interesa.
Igualmente, Pedro Sánchez, enmarañando sobre el tema de los posibles delitos de tráfico de influencias y malversación de su esposa, Begoña Gómez, hace que sus monosabios, como la portavoz de su gobierno, Pilar Alegría, tras la reunión del consejo de ministros de ayer, mintiera, como señaló Elisa Beni:
‘(…) mentir cuando sabes que todos los que saben leer una resolución judicial y no está abducido, es consciente de su mentira (…) por eso no la enviaré a La Bocca della Verita, aquella enorme máscara de mármol de Pavonazzo que pesa más de 1.300 kilos, situada en una plaza de Roma, de la cual dice la leyenda que si pone la mano un mentiroso, se la corta (…) mintió cuando dijo que la Audiencia Provincial de Madrid ‘señala que hay una investigación genérica, prospectiva y difusa’ cuando es exactamente lo contrario lo que dice la interlocutoria (…)’
Y así, a lo largo de su artículo, Beni va destacando diferentes comentarios fruto de las mentiras de la portavoz, y, claro, de su jefe, Pedro Sánchez.
Igualmente, estos días se van conociendo audios grabados por Bárbara Rey, en los que Juan Carlos I, en uno de sus múltiples encuentros sexuales, el día anterior al golpe de estado del 23 de Febrero de 1981, el rey le avisó que al día siguiente no saliera de casa, pues sería un día complicado; y en otro encuentro, le dijo ‘palabra de honor, me rio, cariño, de Alfonso Armada, éste ha pasado siete años en la prisión, se ha ido a su pazo de Galicia, y el tío nunca ha dicho ni una palabra, nunca’, etc.
Y esto nos confirma lo que muchos pensábamos, que el rey Juan Carlos conocía y estaba implicado en el que resultó un chapucero golpe de estado. Y nos confirma, asimismo, que todo es pura farsa, y que los políticos y medios de comunicación, no están interesados en profundizar y conocer la verdad que, ineludiblemente debería llevar al emérito ante los tribunales, y quitarle todo tipo de prebendas y dejar de pagar su seguridad y demás prebendas; igual que a algunos políticos implicados. Pero todos prefieren centrar la atención sobre las relaciones extramatrimoniales, como la prensa rosa, y así, la ciudadanía pica el cebo, y no profundiza.
Con estos ejemplos sobre mentiras vemos que, en realidad, abunda el engaño, y los aspectos realmente interesantes quedan perdidos en el totum revolutum que, de forma interesada provocan los diferentes poderes.
Y, claro, en ese caldo de cultivo, muchos caemos en sus redes, y así, muchos confiábamos en Oriol Junqueras (ERC), pero, hace tiempo que vamos conociendo su verdadera personalidad y que su red está muy agujereada.
La editorial de Vicent Partal (Vilaweb de hoy) titulada: ‘Junqueras no es todo el problema, pero el principal problema ha sido Junqueras’; es un claro ejemplo de información contundente, clarificadora y objetiva.
De ese modo, entre las mentiras generalizadas, aquí y acullá, es comprensible que muchos ciudadanos se desmotiven y desmovilicen.
Y ante ese panorama, si sumamos las estrategias de ocultación de las noticias por parte de los diferentes poderes, y la de evitación de las noticias, siguiendo las diferentes estrategias psicosociales, mencionadas más arriba, en realidad nos encontramos en medio de la tormenta perfecta (y nunca mejor dicho, por el huracán Milton)
Por eso, debemos ser críticos y exigentes con las fuentes de información; y debemos rechazar, asimismo, la comodidad que genera el sanchopanzismo, propio de los vasallos; y, en definitiva, rechazar a los políticos mentirosos, que anteponen sus intereses personales y partidistas y que son causantes del totum revolutum.