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Transferibilidad de ideas y de experiencias

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Contra la individualidad actual, deberíamos facilitar y/o potenciar la transmisibilidad, la transferencia, pero, especialmente, la transferibilidad de las ideas y vivencias, para generalizar su aplicación y, así, optimizar nuestros recursos, como intento explicar en este escrito, centrándome en el movimiento independentista catalán.

En primer lugar, es preciso clarificar el concepto de la transferibilidad (portabilidad, transmisibilidad) que expresa la posibilidad de transferir o trasladar de un ámbito a otro, de una persona a otra, de una persona a una organización, de una organización a otra, etc., y ser utilizado por el receptor. Un ejemplo: una innovación educativa, introducida por un profesor en una asignatura, se puede aplicar en otras.

Ahora bien, la experiencia subjetiva, basada en procesos físicos, mentales y emocionales, es intransferible y característica de cada persona, y configura su visión del mundo. Por eso, las experiencias son personales, ya que los sentimientos de las vivencias son íntimos y, difícilmente transferibles, incluso a personas muy próximas que compartan la vivencia (pero, claro, cada uno con su visión y sus peculiaridades propias). 

A pesar de eso, afortunadamente, gran parte de las experiencias, en su aspecto objetivo y material, sí que son transferibles y, como las ideas, pueden transferirse, y los libros y otros soportes, lo han facilitado a lo largo de los 5000 años de la historia de la humanidad (académicamente se toma como fecha del inicio de la Historia, la aparición de la escritura (*)); pero las experiencias son más ricas, ya que están formadas, asimismo, de crisis, problemas, dolor y fracasos; y todo ello conforma y consolida el conocimiento.

(*) la escritura de ideas, impresiones, etc., se inició en Sumer, antigua región mesopotámica, a finales del cuarto milenio a. C., es decir, hace más de 5000 años.

Es habitual que cada uno queramos imponer nuestras ideas, y eso comporta la reacción de los otros, que, obviamente, defienden las suyas; y, dado que buscamos la simplificación, ni siquiera intentamos profundizar ni exponer / compartir nuestras experiencias.

Y así, resulta que nos asimilamos a las culturas orales, en las que, como dijo Amadou Hampâté Bâ, escritor y etnólogo malí, y miembro de la Unesco (1962 – 1970): ‘En África, cuando una persona anciana muere, una biblioteca arde, toda una biblioteca desaparece’.

Por eso, entre otros aspectos, en enero del 2024, el arqueólogo Eudald Carbonell afirmó que:

‘(…) somos una especie imbécil, y una especia imbécil elige líderes imbéciles (…) hay más imbéciles de los que conviene (…) un imbécil es una persona que, sabiendo los problemas que puede general, no hace nada para solucionarlos, teniendo la información (…) y los humanos hemos identificado los problemas que se han de arreglar, pero no lo hacemos, y esto significa que no queremos construir nuestra propia historia y que queremos generar mucho dolor a nuestra propia especie’. Asimismo, afirmó que ‘la globalización es la peor idea que ha tenido nuestra especie, lo que hemos conseguido es uniformar el planeta, la globalización ha roto la memoria de los sistemas lingüísticos, culturales, sociales y económicos y ya no estamos a tiempo de parar el colapso, pero hemos de pensar protocolos para cuando llegue’.

(www.3cat.cat)

Ante esta situación, me parece interesante reproducir el siguiente fragmento:

‘A mediados del siglo XVII, el invencible guerrero samurái japonés Miyamoto Musashi escribió ‘Go Rin No Sho’ (El libro de los Cinco Anillos), un análisis profundo de la estrategia victoriosa de los samuráis. Durante más de tres siglos, esta obra maestra de las artes marciales permaneció en secreto japonés, pero en 1974 fue descubierta por Occidente. Casi de la noche a la mañana, la nueva traducción vendió más de 120.000 ejemplares (…)

El mensaje central de Musashi es la ‘amplia aplicación’, la ‘transferibilidad’. Alcanzar la maestría en una disciplina te proporciona las herramientas para transferir esas habilidades a todos los demás ámbitos de la vida.

(…) Aunque a simple vista el libro de Musashi es específicamente una guía para la esgrima samurái, en un nivel más profundo proporciona un modelo de estrategia, decisión y acción en el hogar, en el campo de batalla, en la sala de juntas corporativa; de hecho, dondequiera que se decida aplicarlo. Musashi resumió su esencia así, afirmando y reafirmando su lema a lo largo del libro: ‘de una cosa, conoce diez mil cosas. Cuando alcances el Camino de la estrategia, no habrá nada que no puedas ver, si conoces el Camino ampliamente, lo verás todo (…) cuando hayas completado el 95% de tu camino, habrás llegado a la mitad (…) a medida que asciendes en la montaña, el aire se enrarece y el progreso puede parecer esquivo’

(…) A pesar de su indudable brillantez, el libro de Musashi presenta dos inconvenientes para el público moderno. En primer lugar, Musashi se expresa con frecuencia en una terminología zen a veces oscura y a menudo impenetrable. En segundo lugar, al lector del siglo XXI le resultará difícil, si no imposible, participar significativamente en la metáfora principal de Musashi, la esgrima samurái, cuando con una espada real te enfrentas a un oponente al que debes matar antes de que él te mate. 

(…) Por eso se ha reinterpretado y actualizado el mensaje de Musashi sobre las artes marciales, un arte marcial de la mente, en sus diversas manifestaciones (occidental, japonesa y china), aplicándolo al ajedrez, el deporte mental más popular (…) que permite la experiencia de una victoria real, sin matar, y la experiencia de una derrota real, sin tener que morir (…) ya que te enfrentas a la presión del tiempo, debes evaluar el riesgo con precisión y debes pensar global y localmente, en otras palabras, todo depende de ti. Ganas o pierdes (…) No hay resultados accidentales ni fortuitos (…) es necesario desarrollar el poder de la memoria (…) para facilitar el autoconocimiento y la comprensión de los demás (…) agudizando el pensamiento analítico y estratégico (…) pues la mentira y la hipocresía no sobreviven mucho tiempo (…)’.

(https://search.app/JV5gt8pL3CQ2Cq5b6)

Bien, a pesar de todo lo expuesto, hemos de ser conscientes de que el mundo, el momento actual, son complejos, y alejados de toda utopía infantil, pues siguen habiendo guerras en diferentes lugares y continentes; e incluso, en estados como el reino español (teóricamente en paz), asientan su estructura básica en la fuerza bruta de las armas policiales, como vimos el 2017, y como vemos por la política de incrementar el poder militar, teóricamente, para reforzar su seguridad según la política establecida por la UE, y, claro, ‘debidamente’ respaldado por los restantes poderes (judicial, mediático, etc.).

Y sobre el particular, me parece interesante centrarme en dos entornos: el movimiento independentista y el estado español.

Respecto al entorno independentista, sabemos que los peones, como en el ajedrez, somos esenciales para controlar los espacios, bloquear adversarios, ser escudos de piezas más valiosas (como la dama o el rey); asimismo, los peones pueden ser promocionados o coronados, al llegar a la última fila del tablero, y puede convertirse en otra pieza, excepto el rey. Por lo tanto, cualquier peón es importante, tanto en el tablero de juego, como, metafóricamente, en la vida en general.

Ahora bien, debemos ser suficientemente hábiles para aprovechar la transferibilidad mencionada por Musashi. Las experiencias vividas, especialmente el 1 de octubre del 2017, pero, también, los conocimientos previos, como, por ejemplo, la elaboración del libro blanco de la Transición Nacional de Catalunya, elaborado en el 2014 por el consejo asesor nacional, presidido por Carles Viver i Pi-Sunyer, no deberían quedar en el olvido, ni reducidos a experiencias personales según las vivencias de cada cual. Y esa es, precisamente, la transferibilidad necesaria; transferibilidad de experiencias que deberían efectuar los partidos independentistas y, también, deberíamos hacerlo los peones, pues así, nos enriqueceremos todos. 

Si desconsideramos esas experiencias, si las consideramos superadas, propias de otros tiempos, y confiamos que en el futuro nuevos líderes y nuevos entornos ya tomarán las decisiones que consideren oportunas, partiendo de cero, tampoco conseguirán nada.

Socializando nuestras experiencias aumentaremos nuestra empatía y, en definitiva, nuestra ilusión y esperanza

Y respecto al estado español, vemos que su estrategia es basarse en el supuesto caos, para justificar la represión y la defensa de lo que consideran la seguridad del reino.

Y esa estrategia la hemos visto con la represión del mundo independentismo y, a nivel general, lo vemos con el incremento del armamento militar, incluso, el destinado para el capítulo dedicado a la represión de los independentistas. Qué lejos queda esa estrategia del mensaje de León XIV, en su primer discurso, pidiendo una ‘paz desarmada y desarmante humilde y perseverante’.

Es verdad que España es un estado aconfesional, y que ‘ninguna confesión tiene carácter estatal’, ahora bien, sabemos que no es neutral, por más que lo diga el artículo 16 de su constitución.

Y, asimismo, el reino español, con su rey como jefe de las fuerzas armadas, siguen con la estrategia del ‘palo y tente tieso’, confirman la mencionada opinión de Eudald Carbonell, que esos imbéciles nos llevarán al colapso, ya que las armas nunca son la solución, aumentan el problema, puesto que amplifican la guerra armada y armante (la némesis de la paz desarmada y desarmante); cuando lo inteligente y humano sapiens, es todo lo contrario. Por ejemplo, en Ucrania deberían centrarse en un escudo de protección de misiles y drones, en la participación de casos azules de la ONU, sanciones realmente efectivas a Rusia, etc.; en Gaza, una protección, socorro y auxilio efectivos de la población, bloqueando, de verdad, todo trato con el gobierno de Netanyahu; etc.; pero nunca, poniendo más armas, como quiere hacer la UE en Ucrania, pues esa es la respuesta de los imbéciles (volviendo con Carbonell)

Por todo esto, sólo nos queda una opción, que es la independencia, basada en la transferibilidad y la motivación, siendo conscientes de que cuando hayamos completado el 95% de nuestro camino, habremos llegado a la mitad, pues el aire se enrarecerá, por lo que no deberemos desfallecer de nuevo.