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Traslación a Catalunya de una fábula existencialista de Tolstói

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Como he venido escribiendo últimamente, mi percepción de la situación de los que somos independentistas catalanes, prácticamente, es la de permanecer en un estado catatónico, por la ausencia de una actividad clara y contundente, por la ausencia de respuesta y de confrontación legal y democrática ante los estímulos, los envites exteriores; por lo que presentamos un electroencefalograma prácticamente plano.

Lo vemos por la división de los partidos independentistas, por la desmoralización de la población independentista, que se refleja en la escasa participación de las actividades que se realizan, como la acampada de este domingo pasado, en la plaza de Catalunya de Barcelona, organizada por la ANC. Y ese pesimismo se refleja en todos los ámbitos, como sabemos el colectivo asambleario de la avenida Meridiana, pues el nerviosismo, la tendencia a la fragmentación, más o menos fractal, es la tónica general.

Pero a pesar de esa situación, muchos seguimos ilusionados, por eso, en mi escrito de ayer me pareció importante incluir la fábula de ‘La puerta negra’, ya que muestra que no hay que rendirse, hay que buscar salidas, por más arriesgadas que sean.

En este escrito reproduzco un fragmento que me parece que fotografía a la perfección nuestra situación, se trata de la fábula existencialista escrita por Lev Nikolàievitx Tolstói (1828-1910), en su obra ‘Confesión’, escrita en 1879 y publicada en 1882.

‘Hay una vieja fábula oriental que cuenta la historia de un viajero sorprendido en la estepa por una bestia furiosa. Para escapar de la bestia, el viajero salta al interior de un pozo sin agua, pero en el fondo del pozo ve un dragón con las fauces abiertas, dispuesto a devorarle.

Y el infeliz, sin atreverse a salir por temor a convertirse en presa de la bestia feroz, ni a saltar al fondo del pozo para no ser devorado por el dragón, se agarra a las ramas de un arbusto salvaje que crece en las grietas del pozo, y así, queda colgado.

Los brazos se le debilitan y siente que pronto tendrá que abandonarse a la muerte, que le espera a ambos lados, pero sigue aferrándose, y mientras se aferra, mira alrededor y ve que dos ratones, negro uno y blanco el otro, giran regularmente en torno al tronco del arbusto del cual está colgado, y lo roen. De un momento a otro el arbusto se quebrará, y él caerá en las fauces del dragón.

El viajero lo ve y sabe que su muerte es inevitable; pero, mientras continúa suspendido, busca a su alrededor, y halla sobre las hojas del arbusto algunas gotas de miel; las alcanza con la lengua y las lame. Así me aferro a las ramas de la vida, sabiendo que el dragón de la muerte me espera inevitablemente, preparado para despedazarme, y no puedo comprender por qué soy sometido a este tormento. E intento chupar esa miel que antes me consolaba; pero esa miel ahora no me da placer, y, entretanto, el ratón blanco y el negro roen noche y día la rama de la que cuelgo. Veo claramente el dragón, y la miel ya no me parece dulce. No veo más que una cosa: el ineludible dragón y los ratones, y no puedo apartar la vista de ellos.

Y esto no es una fábula, sino la auténtica, la incontestable, la inteligible verdad para todos’.

Lev Tolstói, ‘Confesión’, 1882.

(https://calledelorco.com/2012)

Esta descripción, casi cinematográfica, es propia de un autor del talento como el de Tolstói, como demostró en sus magnas obras: ‘Guerra y Paz’ (1863), ‘Ana Karenina’ (1873), etc.; un autor que tenía como principal preocupación la pedagogía, basada en su pensamiento anarquista: ‘La verdad es que el estado es una conspiración pensada no sólo para explotar sino, sobretodo, para corromper a los ciudadanos … De ahora en adelante, no pienso servir a ningún gobierno en ningún lugar’.

Bien, como se puede ver, no es complejo efectuar un cierto paralelismo entre la citada fábula, y la situación actual del independentismo catalán.

Nosotros estamos representados, simbólicamente, por el viajero, amenazado por la bestia del estado español, y por el dragón que, siguiendo el paralelismo, me parece que puede simbolizar a los catalanes unionistas.

Y los independentistas estamos convencidos que el autonomismo, la miel de la fábula, ahora ya no nos parece tan suculenta como antes. Hemos pasado de pantalla y, como me comentó ayer un compañero de la manifestación diaria, nuestro marco mental ya no es el obligado e impuesto por el antidemocrático y demofóbico estado español.

Y siguiendo con la fábula, vemos que nuestra frágil posición, aún podrá empeorar, ya que, por lo que constatamos diariamente, ERC se ha sometido, y nos va debilitando la rama de la cual colgamos.

En la fábula de ayer, la de la puerta negra, permitía una salida esperanzadora; mientras que la que he transcrito hoy, no se ve salida, es más pesimista, pues luchar solos contra la bestia o el dragón, no es una alternativa, tal como estamos de divididos.

Por eso, en el escrito de mañana concluiré esta trilogía con una fábula que nos ha de animar y estimular, ya que muestra que, trabajando unidos, TODOS los independentistas de base, realmente tendremos la fuerza precisa para acabar venciendo al Leviatán (español), en guerra perpetua y carente de moral, según especificó el filósofo Thomas Hobbes (1588-1679) en su obra con ese mismo título, publicada en 1651.

Ese filósofo consideró que ‘homo homini lupust est’ (el hombre es un lobo para el hombre); basándose en el monstruo marino Leviatan (Livyatan, en hebreo, retorcido), descrito en el Libro de Job, capítulos 41 y 42, junto con el otro monstruo, el Behemot (B’hemot, bahëmäh, el más poderoso animal animal)

Nosotros, los independentistas catalanes, deberemos confirmar que no siempre es así, tenemos que demostrar que nosotros estamos más a favor de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), que, en sus obras el ‘Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres’ (1755), y el ‘El contrato social’ (1762), describió ‘el buen salvaje’, o ‘el mito del buen salvaje’, es decir, que ‘el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe’. Y esto lo podemos constatar, el actual estado español, corrupto y antidemocrático, nos quiere corromper, quieren que acaben dominando los roedores que nos roen la rama, la única esperanza, para caer en las fauces del dragón.

Como hemos visto, Tolstói concluyó su fábula con la siguiente frase: ‘Y esto no es una fábula, sino la auténtica, la incontestable, la inteligible verdad para todos’.

Estoy convencido de que, si los independentistas catalanes nos unimos, de verdad, y nos confrontamos democrática y legalmente con los unionistas, podremos ser la excepción que confirme la regla de Tolstói (en línea con Hobbes), y podremos alcanzar un futuro que no sea tan negro (en línea con Rousseau).